Conmemoramos hoy un nuevo aniversario del natalicio de don Bernardo O’Higgins Riquelme, el Padre de la Patria, lo cual nos ofrece una oportunidad para reflexionar acerca de los hechos asociados a la conquista de la Independencia y la construcción de la República.
O’HIGGINS Y LAS BASES DE LA REPÚBLICA
Ricardo Martínez Menanteau, General de Ejército
El Mercurio, Columnistas, 20/08/2020
Lo decimos con entera convicción: la visión de O’Higgins, los valores que él defendió, se encuentran plenamente vigentes, y nos señalan el camino de unidad nacional que nunca debemos perder.
Es sabido que cursó estudios en Lima y Londres, pero no es tan conocido que en su infancia tuvo una educación muy completa e integradora al asistir a un colegio de la Compañía de Jesús en Chillán, que tenía un régimen de internado y al cual también concurrían los hijos de caciques araucanos, con quienes compartió estudios y juegos, llegando a aprender el mapudungun y con ello conocer mucho mejor al pueblo mapuche que sus contemporáneos.
De hecho, el cacique Venancio Coñoepán lo acompañó en la gesta emancipadora hasta su partida al autoexilio.Después de la Batalla de Maipú, Chile emprendió un largo camino para consolidar su naciente república. Ante la difícil situación económica y social derivada de la larga guerra de independencia, había que establecer las bases del nuevo Estado junto a todos sus habitantes: realistas, criollos y pueblos originarios, ya que en el conflicto entre hermanos recién terminado, se habían generado odiosidades de difícil solución.
En la obra del Padre de la Patria se destaca la promoción de un sistema político sin clases sociales ni grupos políticos privilegiados, una labor educadora del Estado y la contribución para que la naciente república iniciara su desarrollo en beneficio de todos los chilenos.
Los desafíos que imponen los períodos de crisis en el desarrollo de los países —como los vividos en la historia del país— requieren de la unidad y generosidad de todos, y de sólidas instituciones. Ese fue precisamente el espíritu que en su momento animó a O’Higgins para asentar las bases de una paz verdadera que permitiera al país progresar en el entorno de la región.
A veces se pierde de vista que lo que hemos llegado a ser es el fruto del esfuerzo de muchas generaciones. El país lo fuimos construyendo en una dinámica de acumulación de los aportes que hicieron muchas personas.
Esto hay que explicarlo a las jóvenes generaciones, para que aprendan a valorar lo que hicieron sus antepasados, para que entiendan que nunca se parte de cero. Gracias a que muchos antes que nosotros trabajaron duro, es que Chile creció en todos los ámbitos y se hizo respetar en el mundo.
El Padre de la Patria nos deja una lección de grandeza que prevalece a través del tiempo. Sus actos nos brindan enseñanzas que no debemos olvidar.
Una de estas es que los países y sus líderes requieren el aporte de los esfuerzos individuales a la tarea colectiva. Tal como O’Higgins lo entendía, todos quienes desempeñan posiciones de liderazgo tienen la responsabilidad de sostener el bien común.
Su ejemplo debe inspirarnos para ser mejores ciudadanos, dispuestos a entregar al país todas nuestras capacidades para fortalecer la unidad nacional en torno a los valores patrios y los fundamentos del orden republicano.
La protección del Estado de Derecho, y, por ende, de la paz y la libertad en nuestra tierra, es parte esencial del legado que recibimos de quienes pusieron las bases de la nación.
Chile vive hoy días de prueba. Han sido muy duras las consecuencias económicas y sociales de la pandemia. Como sabemos, la economía ha sido golpeada de un modo que nos ha hecho retroceder seriamente. Son muchos los compatriotas que han perdido sus puestos de trabajo. Surge, pues, un inmenso reto nacional: el de ponernos de pie. El país ha superado muchas pruebas difíciles en el pasado, y puede superar también la actual.
Estoy seguro de que nuestra sociedad vencerá las actuales dificultades. Pero lo hará más pronto y mejor si los chilenos nos unimos en torno a las tareas de la recuperación y ponemos buena voluntad y sentido nacional, más allá de cualquier diferencia.
El hecho de que seamos una sociedad abierta, en la que se expresan diversas culturas, no implica que no podamos unir fuerzas para mejorar las cosas. Chile nos necesita a todos, y todos tenemos que contribuir a que se levante con energías renovadas.
Vienen tiempos que demandarán mayor esfuerzo, mayor solidaridad y mayor entrega. Esa es la tarea que nos demanda hoy el espíritu de O’Higgins, quien nos sigue inspirando y alentando.