“Países BRICS en busca de nuevos socios” (ANEPE)
En la última reunión de los países integrantes del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) se decidió ampliar su conformación para otorgarle otro cariz a la alianza de países emergentes. En este sentido, se ha promovido la invitación a Argentina, Indonesia, Irán, Fiyi, Malasia, Tailandia, Egipto y Senegal, países que por ahora ven con buenos ojos el potencial que brindaría esta asociación.
Convengamos que los orígenes de esta alianza se situaban en establecerse como un contrapeso económico en un mundo multipolar, sustentado en el rol gravitante a quienes se les llamó “países emergentes”.
La fortaleza de sus economías daban cuenta que podrían constituir un aporte relevante a las relaciones comerciales. Estos Estados representan el 22% de la superficie continental mundial, aportan el 42% de la población mundial y sostienen el 26% del PIB mundial. Cifras no menores y avaladas por el Banco Mundial
(BM).
Consecuente con este argumento, no causó mayor sorpresa que en la última Cumbre de los BRICS se haya invitado a otras naciones, principalmente, porque se reconoce a estos nuevos integrantes como potencias alimentarias, energéticas y proveedores de nuevas tecnologías. Este remozado perfil, al que postulan los países BRICS, se sitúa en tratar de reimpulsar una iniciativa que durante el último tiempo había decaído de forma evidente, llegando a cuestionarse su conservación.
Para la región el que dos de los países geográficamente más grandes estén en condiciones de consignar acuerdos económicos, podría impulsar a otros a seguir este camino. Tanto Argentina como Brasil son potencias alimentarias, y si lograsen conciliar sus metas productivas podrían iniciar un despegue en una zona tal alicaída como es Suramérica.
Que los países BRICS comiencen a alinear a otros para alcanzar una potente alianza no parece del todo
descabellado, considerando la importancia de contar con economías emergentes que posean un potencial que trasciende las fronteras. Sin embargo, la duda surge luego del comportamiento de diferentes actores frente a la pandemia del COVID-19. ¿Qué garantía ofrecen organizaciones multilaterales como el BRICS en entornos de incertidumbre política, económica y social?
Resulta interesante observar el área de acción que pretende ampliar el BRICS, ya que se fija en países de Medio Oriente, otros del Asia Pacífico y solo uno de la región Suramericana. Sobre esta última zona convengamos que presenta un incuestionable giro político de sus autoridades, con nuevos programas políticos y en un entorno que ostenta magros índices económicos. ¿Qué tan gravitante podría ser el BRICS + en este escenario?
Como CIEE consideramos una necesidad analizar si la alianza de los países BRICS puede abrirse paso en este nuevo entorno global. Un mundo donde instancias de multilateralismo se han desdibujado. ¿La
incorporación de nuevos países podría ofrecer un nuevo impulso a esta alicaída alianza? El tiempo lo dirá.
CIEE-ANEPE
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