Como era previsible, la sola idea de beneficiar a alguno de nuestros camaradas que cumplen condena, encuentra inmediato rechazo en todo aquel que se identifica con el funesto “ni perdón ni olvido”.
Expectación ha creado la inminente decisión presidencial respecto a la propuesta de la Iglesia Católica del llamado “Indulto Bicentenario” y a la cual han adherido parcial o totalmente otros credos y diversos sectores de la opinión pública.
Como era previsible, la sola idea de beneficiar a alguno de nuestros camaradas que cumplen condena, encuentra inmediato rechazo en todo aquel que se identifica con el funesto “ni perdón ni olvido”.
A quienes aspiramos a superar las diferencias del pasado y avanzar unidos, tanto en la reconstrucción material de nuestro país como en el progreso y desarrollo espiritual de nuestros descendientes, tal actitud también nos provoca rechazo, pero la entendemos por tener incorporado un fuerte componente emocional e ideológico.
Sin embargo, a dicho cerrado rechazo se suman opiniones aparentemente neutras pero que confunden echando mano a toda clase de argumentos.
El más socorrido es que liberar delincuentes se contrapone con el anunciado esfuerzo del gobierno por reprimirlos.
¿De qué delincuentes estamos hablando?
Si se trata de lo que se entiende por delincuentes comunes, ellos ya se han beneficiado de una reforma procesal penal que da plenas garantías al inculpado y, en su momento, se aplicó la prescripción para absolverlos.
Si a pesar de lo anterior se encuentran encarcelados es entendible la preocupación por su eventual reincidencia en caso de se indultados.
No mencionemos a condenados por delitos terroristas. Todos gozan de libertad y más de alguno ha reincido en sus conductas criminales, como es el caso del hasta hace poco tiempo prófugo Juan Aliste Vega.
Pero, los llamados violadores de los derechos humanos, ¿tienen alguna posibilidad o capacidad de reincidir?
Posibilidad, ninguna, por cuanto el contexto ha cambiado absolutamente para ellos, ya no son funcionarios del Estado. Capacidad, menos. Muchos de avanzada edad o gravemente enfermos.
Luego, no son un peligro para la sociedad y tampoco necesitan reinsertarse.
2010-07-25