Sergio Urzúa
El Mercurio, Columnistas, 24/09/2023
”Las magras cifras económicas deberían incomodar a nuestro joven Presidente”.
A todo político en posición de poder le quita el sueño su legado. Es natural, pues, en el centro de su motivación está el mejorar la vida de la gente y el reconocimiento permanente es señal de buena gestión.
Pero hay más. Los políticos también buscan cultivar un legado positivo y duradero puesto que desean ser relevantes e influir en el debate luego de dejar el cargo.
En el caso de Chile, este humano instinto brinda una oportunidad inesperada.
A la fecha, el legado económico del Presidente Gabriel Boric no luce auspicioso. Es cierto que el control de la inflación va bien encaminado, pero convengamos que este es el desde de un país serio, con un Banco Central independiente.
En cuanto a crecimiento, la cosa se ve complicada para su gobierno.
Si consideramos el punto medio de las proyecciones (último IPoM), el PIB de Chile habrá crecido un exiguo 1,6 % en promedio cada año, entre 2022 y 2025, el peor desempeño en décadas.
Para ser precisos, de concretarse dichas estimaciones, el ranking presidencial desde 1990 en este indicador quedaría así: Aylwin, Frei, Piñera I, Lagos, Bachelet I, Piñera II, Bachelet II y Boric.
Quizás esa métrica no guste para evaluar el bienestar de la población y se prefiera directamente consumo privado.
Para esta variable, se anticipa un crecimiento promedio anual de solo 0,4 % entre 2022 y 2025.
¿Y el per cápita? Una caída de -0,3 % anual. Lo traduzco: Si se consumía $100 el 2021, de no haber novedades el consumo (real per cápita) bajaría a $98,75 el 2025. Ah, esto ya incluye la “remontada” que se espera para la economía el 2024 y 2025.
Entonces, como van las cosas, la construcción de un legado sólido huele a tarea titánica para nuestro joven Presidente.
Aquí a uno le puede bajar el romanticismo y recordar la letra de esa canción de León Gieco, que dice “… queremos ya un presidente joven, que ame la vida…”.
Amoroso, dadas las proyecciones.
Más relevante es preguntarse, ¿qué quiere el Presidente Boric? ¿Le preocupará ser último en el ranking de crecimiento? Y aunque es temprano, ¿pensará en cómo será visto cómo exmandatario? ¿Será tema cada vez que contacta a sus antecesores?
Estas preguntas hay que masticarlas.
Véalo así: cuando Gabriel Boric Font deje La Moneda, en marzo del 2026, habrá recién cumplido 40 años. ¿Cuál es la esperanza de vida de Chile? Gracias a décadas de progreso, en torno a 80 años, la más alta de la región (por algo los 40 son los nuevos 30, ¿no?).
Por lo tanto, con algo de suerte, él será casi medio siglo expresidente y tendrá la oportunidad única de ser referente político de muchas, pero muchas generaciones.
Entonces, cargar con el peso de magras cifras económicas y de no haber evitado el final hundimiento del país en la trampa del ingreso medio debería incomodar a nuestro joven Presidente.
Sin embargo, es 2023 y no 2025. Los próximos años pueden ser distintos y las tendencias mejores. Para eso, claro, hay que escuchar más a la evidencia y menos al fanatismo.
Las cosas hay que hacerlas distintas ya, antes que el legado sea irrevocable.