REPERCUSIONES DEL RECHAZO TRIBUTARIO
El Mercurio, Editorial, 10/03/2023
El que la idea de legislar la reforma tributaria fuera sorpresivamente rechazada en la Cámara de Diputados —reforma a la que el Gobierno y el ministro Marcel habían apostado fuertemente durante los últimos doce meses— ha generado variadas repercusiones en el panorama político del país.
Por una parte, ilustra el error de estrategia con que el Gobierno enfrentó dicha reforma, al mantener con escasas modificaciones su propuesta durante el trámite en la Cámara, suponiendo que una relativamente rápida aprobación en ella disminuiría la presión modificadora que enfrentaría en el Senado; por otro, la votación adversa se ha transformado en un nuevo baño de realismo político, pues la supuesta mayoría de que gozaría en la Cámara, que debiese haber sido suficiente para aprobar la reforma, solo ocultaba su enorme fragilidad, por la fragmentación partidaria de su composición y la dificultad que ello impone para alinear votaciones.
El Gobierno corre el riesgo de ser percibido como un conglomerado voluntarista, sin capacidad de gestión ni de entrega de resultados
La primera reacción del Gobierno pareció ser un endurecimiento de su discurso, culpando a la oposición de que el rechazo impediría contar con los recursos indispensables para satisfacer las necesidades sociales de la población, intentando con ello reagrupar apoyo ciudadano en torno a esas necesidades.
También, con la acusación de inmovilismo y defensa de los sectores con más recursos, estaría buscando romper el eje que aglutinó el rechazo al Gobierno en el pasado plebiscito del 4 de septiembre.
Ayer se agregó una nueva e insólita acusación, en que se sindica al expresidente Piñera de alinear la votación en contra del proyecto por una reciente entrevista en televisión. El argumento no resiste análisis y es solo una estrategia para fijar un adversario común que le permita aglutinar fuerzas, lo que en el pasado le trajo réditos políticos a la coalición gobernante.
Y es que cualquiera puede observar que la reforma del Gobierno se perdió por la dispersión de los votos de su propio sector —se esperaba aprobarlo a pesar del rechazo de la oposición—, y tampoco es efectivo que el exmandatario tenga semejante poder. El comportamiento parlamentario durante su último período es una buena prueba de ello.
Con todo, no hay claridad en el Gobierno respecto del camino a seguir, pues el propio Presidente Boric le anunció a la oposición, horas después de su primera declaración, que “les tenderé una mano para que reflexionen y lleguemos a un acuerdo”.
Así, el Gobierno parece seguir tensionado por sus dos almas, representadas en este caso por el enfrentamiento entre la pureza ideológica testimonial y la búsqueda de consensos que permitan unir al país, bien ilustrada por el Acuerdo por Chile, en pleno desarrollo.
El primero no solo no se aparta del nuevo ánimo ciudadano surgido luego del plebiscito, sino que además eterniza el debate, sin encontrar ni entregar soluciones, con el riesgo para el Gobierno de ser percibido como un conglomerado voluntarista, sin capacidad de gestión ni de entrega de resultados.
En cambio, buscar y encontrar un consenso con la oposición en el tema tributario permitiría eliminar esa fuente de ruido inversor, algo que el ministro Marcel requiere, y, a partir de ello, ofrecer avances en derechos sociales, que el Gobierno ha declarado como su más importante misión.
El Presidente y su equipo tienen la decisión en sus manos.
Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel
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