RESTAURACIÓN DE LA CASA O’HIGGINS REVELA HALLAZGOS CONSTRUCTIVOS
Íñigo Diaz
El Mercurio, 31/10/2022
Incluso hoy, que se encuentra rodeada de edificios actuales de densificación urbana en el centro de Santiago, la casona se termina imponiendo en el entorno de calle Santo Domingo, con amplia fachada de 150 m2, sus muros de adobe de 80 centímetros de espesor, alto pórtico y una hilera de ventanas que dan a la estrecha vereda.
De una planta, tiene tres patios, 18 habitaciones de 3,6 metros de altura y unos 1.000 m2 construidos en total.
Y por su valor como ejemplar de la arquitectura colonial urbana cuenta con estatus de Monumento Histórico desde 1981.
Es la casa Santo Domingo 623 – 627, una denominación técnica que identifica al edificio en las direcciones en que se encuentra, pero por su historia los investigadores también la han conocido como la Casa O’Higgins: el la adquirió a su propietaria, María del Rosario Melchora Puga y Vidaurre.
Veinte años menor, fue la madre de su hijo Demetrio.
Desde 2019, un equipo de especialistas del Grupo Praedio se encuentra desarrollando un plan maestro de restauración para una de las residencias capitalina más antiguas vigentes, junto con la Casa Velasco, a veinte pasos de ahí.
“La Velasco es un ejemplar colonial muy valioso. Conserva su pilar en la esquina, pero, en cambio, ha tenido muchas intervenciones posteriores que le han incorporado elementos decorativos no coloniales. La Casa O’Higgins mantiene sus atributos del siglo XVIII casi intactos”, dice María Jesús Guridi, directora de Praedio.
Se refiere, por ejemplo, a esos tres patios interiores, que en su tiempo contaban con funciones específicas. “El primero tenía una dimensión social; el segundo representaba el espacio privado y el tercero estaba dedicado a las zonas de servicio de la casa”, explica.
Original del siglo XVIII en calle Santo Domingo, es un emblema colonial en medio de una ciudad transformada. Las obras de la techumbre dejaron a la vista materialidades y tecnologías de hace cerca de 200 años intactas. |
Pero existe el hallazgo de un atributo original más, que los especialistas de Praedio están dando a conocer.
Coligüe y curagüilla. Desde el inicio del plan, el equipo ha logrado finalizar dos de las etapas de rescate de la fachada de calle Santo Domingo, que le ha dado una presencia en el barrio.
Luego le siguió una actualización de los sistemas eléctricos.
El objetivo es recuperar la totalidad de la casa para fines culturales y sociales. La organización propietaria, cuyo rol original estaba en el socorro y atención de salud a las personas necesitadas, planea darle un programa nuevo y sustentable como centro cultural, con salas de exposiciones, salas de conferencias, oficinas para organizaciones y espacios de acceso público.
La tercera etapa está en marcha con la intervención de la techumbre, unos 500 m2 de tejas musleras originales -es decir, moldeadas en el muslo del artesano-, piezas de 60 x 35 cm.
“Al retirar las tejas nos encontramos con el encañado original de la casa, lo que representa un valor extra al proyecto pues se releva el sistema constructivo de su tiempo”, dice Jorge Domínguez, ingeniero a cargo de la restauración de la techumbre.
“De esa gran superficie que estamos interviniendo, existen unos 120 m2 sanos”, agrega.
La Casa O’Higgins exhibe vigente un sistema constructivo que comenzó a desaparecer -señala Domínguez- hace unos 140 años. Los restauradores descubrieron una cubierta de tierra de 20 cm de espesor, que permitía estabilizar las tejas y proveer de aislación térmica del edificio.
Bajo ella se encuentra una cama de curagüilla, la fibra utilizada en la fabricación de escobas típicas, y luego un entablado de coligüe con amarras de cáñamo. “Esa construcción viene del siglo XVIII y funciona en perfecto estado. Creemos que la materialidad proviene de las riberas del Mapocho”, infiere Domínguez.
La intervención en el techo del patio principal finalizará en enero, pero los problemas mayores están identificados en el tercer patio, donde la falta de mantención de las cubiertas ha ocasionado acumulación de material y atascos en las bajadas de aguas lluvias, lo que ha deteriorado sostenidamente la materialidad de los muros.
“Una etapa de trabajos ahí es lo que viene en el plan de restauración. La casa estará terminada en 2025”, cierra María Jesús Guridi.
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