SI DE GARANTIAS SE TRATA…
por Humberto Julio Reyes Un creativo postulante a la Presidencia de la República, sintiéndose al parecer ya elegido, ha formulado una curiosa admonición.
La DC y el Ejército deben garantizar que él podrá ejercer su cargo.
No me detengo en sus subjetivas consideraciones para justificar su planteamiento ya que, amén de ofensivas, expresan una muy particular visión del Chile y el Mundo que conocimos los que tenemos más años que él.
Más de alguien, y con buenos fundamentos le ha contestado, de los cuales recojo el central:
¿Qué tiene en mente hacer como para exigir esa garantía de laissez faire?
Bueno, el candidato nos ha advertido que él desea continuar la “obra”, sí tal cual, de Salvador Allende, es decir superar su marca de 1000 días.
Así de simple.
Y si de distintas visiones se trata, rescato un interesante intercambio de opiniones en las cartas al director de El Mercurio.
Un lector previene respecto a lo que podría volver a sucedernos si llegan al poder los que aún sienten nostalgia de los socialismos reales o, peor aún, parecen aspirar a algo más parecido a la Kampuchea de Pol Pot.
Una dama le contesta que la única vez que se ha interrumpido nuestra tranquila vida democrática ha sido durante los 17 años de atrocidades y que no le tenga miedo al cuco que su madre seguramente le inculcó ya que habiendo vivido todos esos años felices (el adjetivo es mío) todo eso que le han contado sobre la izquierda sería falso.
Replica el lector que no le han contado historias sino que sus conclusiones son producto de su propio análisis de lo que está sucediendo y de lo que podría suceder.
No se da por vencida la dama y expresa su seguridad en que nada malo nos depara el futuro, por el contrario.
Uno ambas situaciones: si al futuro Presidente se le deja hacer tranquilo lo que ya nos ha anunciado en diversas entrevistas, nada malo nos podría suceder.
Tampoco ha faltado quien, razonablemente, ha manifestado que es el candidato quien debiera dar garantías que honrará su cargo en la forma prevista por la Constitución en lugar de pedir que otras instituciones le den garantías.
Pero, conociendo lo sucedido con el estatuto de garantías cuya firma le impuso la DC en 1970 al electo presidente Salvador Allende como contrapartida para su apoyo en el Parlamento y que él posteriormente ignorara y reconociera haberlo contraído por razones tácticas en su recordada entrevista a Régis Debray, ¿alguien en su sano juicio podría confiar en una garantía suscrita por su auto designado heredero de programa?
Resumo entonces, el candidato pide una garantía de que podrá llevar a cabo sin interferencias la destrucción o el desmantelamiento si prefieren de la institucionalidad que hemos conocido, ¿no sería mejor garantizarle que si lo intenta, atropellando la Constitución, debiera atenerse a las consecuencias?
De momento se ha desdicho pero como podría volver a las andadas la ahora repotenciada DC podría decírselo, está dentro del juego de la política, al Ejército, y a las Fuerzas Armadas por extensión, sólo le cabe estar preparado.
Naturalmente que una respuesta como la sugerida, amén de improbable, incentivaría la paranoia propia de un sector que, desde sus orígenes, ha visto y sigue viendo enemigos por todas partes, conspirando para negarle el acceso al poder sin contrapesos a los legítimos representantes del pueblo pero a veces no es malo expresar lo “políticamente incorrecto”.
14 de jun. de 21