Con un cada vez mayor número de contagiados por el covid-19, el país se encamina hacia la adopción de estrictas medidas de restricción. Consciente de la gravedad, la ciudadanía ha adoptado nuevas formas de prevención, asumiendo costos personales, familiares y laborales. Ante este cuadro crítico, resulta cuestionable el llamado a paro que hicieran —y luego depusieran— los estudiantes de séptimo año de la Escuela de Medicina de la Universidad Católica. En carta a los directivos académicos plantearon reparos a “la obligatoriedad de la asistencia a centros asistenciales” y la falta de garantías en caso de enfermedad grave por contagio durante las actividades. Solicitaron “voluntariedad real”, cobertura médica y eliminación del cobro del pago de semestres adicionales si la crisis se prolonga y se ven alterados los plazos académicos. En respuesta, las autoridades de la universidad han dicho que tal actitud las entristece y avergüenza.
Esta posición, amparada mayoritariamente por los estudiantes, salvo escasas excepciones, fue respaldada por alumnos de medicina de otras casas de estudio, exigiendo que toda ayuda sea de carácter voluntario y con una serie de garantías, lo que contrasta con la disposición que han mostrado futuros médicos de instituciones como la Universidad de Chile, quienes se han ofrecido a colaborar con los servicios de salud para ayudar a enfrentar una de las pandemias más graves conocidas.
Son muchos los análisis que se han hecho en torno a las motivaciones de la generación joven, caracterizada como millennials, pues han disfrutado de un mayor progreso material y la tecnología ha influido en su manera de relacionarse, comunicarse e incluso consumir. Este entorno tecnológico resulta en una actitud de doble faz, entre un marcado individualismo y una acentuada necesidad por “estar conectado”, lo que se traduce —también— en una nueva forma de pertenecer, perfilada desde los intereses particulares. Son ellos los que suelen encabezar la promoción de causas loables como la protección del medio ambiente o la búsqueda de una mayor igualdad y dignidad. Pero es en momentos críticos cuando la vocación de servicio —tan propia de profesiones como la medicina— no puede estar condicionada a ciertas retribuciones definidas según los derechos individuales, pues estos se ven postergados por la búsqueda del bien común.
La crisis sanitaria sin precedentes por la que atraviesa el país apela a acciones de solidaridad, especialmente de aquellos formados para salvar vidas y atenuar el dolor.
En un entorno donde los actores sociales y políticos hacen esfuerzos por buscar caminos de entendimiento para enfrentar mancomunadamente la pandemia, la actitud de un grupo de estudiantes impacta y llama a reflexionar sobre la formación académica de los futuros profesionales y su voluntad de contribución desinteresada al progreso integral de la sociedad.
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