GENTILEZA DEL SOCIO DON: Adolfo Paúl
Soy de izquierda, mi sueldo de derecha
Luis Gamarra Otero
Dedicado con todo cariño a mis amigos “caviares”.“¡Soy de izquierda!”… es un grito electorero muy rentable. Es una declaración de políticos, de dirigentes estudiantiles o de líderes sindicales para ganar cámara. Es una proclama que está a flor de boca en muchos “intelectuales” que buscan fama. Ser de izquierda “quiere decir” ser de vanguardia, ser moderno, ser lo máximo. Declararse de izquierda es como decir “soy del pueblo”.
Por el contrario, ser de derecha viene a ser casi una afrenta. Pocos se atreven a proclamarse de derecha y si lo hacen son considerados como suicidas políticos. Ser de derecha es estar vinculado ideológicamente a la cadena dominadora del imperialismo yanqui, es estar asociado con quienes por acumular riqueza dejan nada para el resto. Ser de derecha “significaría” en buen romance pertenecer a los que “explotan al pueblo”.
Curiosamente estos dos conceptos “izquierda” y “derecha”, aparentemente antagónicos, se funden en uno solo cuando se acomodan convenientemente dentro de la personalidad de quienes en el folklore criollo se les conoce con el nombre de “caviares”. Estos peculiares personajes van disfrazados por el mundo con una careta de izquierda pero con un corazón de derecha y la fiesta consiste en vivir bien a costa de los demás, sin responsabilidades y trabajando poco.
Exigen a los gobiernos que hagan obras con el dinero de los demás, pues como son muy listos, han acomodado la forma de recaudar sus ingresos sin pagar impuestos. A todo lo que hacen le anteponen siempre la palabra “social”, por eso se proclaman “socialistas”. Preconizan que el Estado asuma la responsabilidad de la mayor parte de la economía, para “dirigirla en favor de los pobres” y ellos colarse como repartidores y como adjudicatarios. Pero como también son inteligentes y avispados y no quieren patinar, empiezan siempre por hacer primero más pobres a los pobres o, en su defecto, que perduren los existentes. Les interesa mucho que existan pobres pues de otra manera se quedarían sin clientes, por eso se oponen sistemáticamente a todas las iniciativas destinadas a sacarlos de ese estado.
De boca para afuera son de izquierda, pero en su vida privada, allí sí son de derecha. Para hacer proclamas políticas, para gritar en los mítines, para darse ínfulas en la televisión, para ponerse pantalones viejos y hacer sus recorridos por las barriadas, en esos casos son de izquierda. Pero para cobrar sus honorarios, para comprarse departamentos de lujo, para tener su 4×4, para tomar tragos finos y comer en restaurantes caros, para viajar por el extranjero, para vestir ropas de marca en eventos sociales, para eso son fanáticamente de derecha.
A los “caviares” les va muy bien dentro del mundo capitalista y ni de juego se irían a vivir a un país socialista, no son tontos. La libertad de empresa y de expresión, que no rige en los países que ellos admiran, les permite publicar sus libros, proclamar sus teorías, dar conferencias, obtener becas, captar donaciones, cobrar regalías por sus consejos y muchas otras cosas, por las que son generosamente retribuidos. Cuanto más éxito económico captan, más enemigos y más virulentos se vuelven contra el sistema de economía de mercado del que se benefician.
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