Terminó por irritarme el asuntito ese de “mi padre asesinado por los militares”, tan recurrentemente utilizado por el ex candidato Enríquez Ominami en los pasados meses.
Cita:
“En el dominio de la historia es donde el escepticismo se complace más en hacer su irónica pregunta: ¿Quid est veritas?
¿Podemos hablar de una verdad histórica, cuando constatamos cada día que todo el mundo refiere la suya, que es diferente a la verdad de los demás?
La gran debilidad de la historia es que los fragmentos de verdad que ella puede comprender son los que están más a menudo aislados y alterados por las pasiones y los intereses.”
Guglielmo Ferrero, Ginebra, 1936.
Terminó por irritarme el asuntito ese de “mi padre asesinado por los militares”, tan recurrentemente utilizado por el ex candidato Enríquez Ominami en los pasados meses.
Puedo entender, y hasta celebrar, que un ciudadano lleve flores a la tumba de su padre, cualesquiera que hayan sido las causas de su muerte, o sus culpas. Y puedo, también, considerar la posibilidad remota de que el señor Enríquez Ominami haya sido en su infancia mal informado sobre los antecedentes y las circunstancias de la muerte de su progenitor. Lo que implica haber optado por mantenerse luego en un limbo durante los últimos 35 años.
Pero los chilenos en su globalidad no pueden ser tan imbéciles – ni aun los que ni siquiera habían nacido en 1974 – como para tragarse tamaña estupidez.
“Asesinado por los militares”, así, a sangre fría y sin razón alguna, como quien dice, no guarda relación con los hechos reales. No es esa, ni cercanamente, la historia de sangre que me tocó de cerca. Y la majadería del joven socialista que intenta abrirse paso en la política local mediante la manipulación de la memoria colectiva, me lleva a recordarla para Uds.
Asentemos, en primer lugar, que la inmensa, abrumadora,,,,,,,,,
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