VIDAL EN TVN: ¿PARTE DE LA SOLUCIÓN O DEL PROBLEMA?
El Líbero, 28/12/2023
Con la llegada de Vidal, TVN se condena a pulverizar su estatus de canal público, para convertirse en apenas un espacio de propaganda.
Nunca ha sido fácil la relación entre el poder político y la prensa.
Todos hemos escuchado la cuña aquella de que los medios son “el cuarto poder”, atribuida al filósofo y parlamentario inglés Edmund Burke (aunque, en estricto rigor, deberíamos hablar del “cuarto Estado”, ya que Burke comparó el peso de la prensa con el de los tres estados que componían el Parlamento: el clero, la nobleza y los comunes).
Esta anécdota demuestra su gravitación e influencia no sólo en la opinión pública, sino también en los tomadores de decisiones.
Desde aquel entonces y hasta hoy, la relación con el cuarto poder ha conllevado constantes tensiones entre periodistas y gobernantes, reglas complejas para la prensa y malsabores para todos los miembros de una relación tormentosa pero absolutamente necesaria.
El actual gobierno bien sabe de lo que estoy hablando. Más allá de pequeños eventos (como el reciente alejamiento de Tatiana Klima, jefa de prensa del Presidente) ha habido tres grandes episodios que han marcado el tono de este tortuoso maridaje.
El primero ha tenido lugar desde la campaña presidencial de Boric, y ha consistido en un constante intento por pautear a la prensa, lo que ha llegado incluso al extremo de aprehender a los periodistas por sus preguntas.
Es cosa de recordar cuando el entonces candidato se le acercó a un periodista luego de una pregunta sobre el test de drogas, y le dijo “muy irresponsable”, ante la mirada atónita de todos.
O averiguar sobre las draconianas reglas impuestas a la prensa en La Moneda: es evidente que la autoridad debe regular el número de preguntas y los tiempos disponibles para los puntos de prensa, pero es un secreto a voces que hoy hay mucho menos libertad que frente a otros mandatarios (qué lejos quedó aquel joven Boric que señalaba que “la prensa tiene que incomodar al poder”).
El segundo episodio comenzó cuando se anunció la creación de una agencia estatal contra la desinformación.
Nada más peligroso que un ente gubernamental a cargo de las fake news y el control de la información.
Aunque hasta ahora el grupo sólo ha tenido un rol más bien escueto, de índole académico, sigue siendo una apuesta prioritaria de la ministra vocera de Gobierno y militante comunista, Camila Vallejo.
Y ya sabemos lo que ha significado el control de “la verdad” en otros regímenes donde los comunistas son amos y señores. Por lo tanto, se trata de un volcán dormido, pero que puede hacer erupción en cualquier momento.
Y como último capítulo tenemos el más reciente refuerzo de la administración Boric: el Panzer de la vocería, Francisco Vidal, vuelve a TVN, esta vez como director del canal.
El Gobierno lo ve como ganancia pura: Vidal se inmoló por el triunfo del “En contra” en el último plebiscito, y había que premiarlo; además, es un nuevo guiño -otro más- al mundo de la Nueva Mayoría; y finalmente, desde su nuevo rol, Vidal puede mantener sus vocerías y apariciones en otros medios, por supuesto que en defensa del oficialismo.
Le quita así pega a la compañera Vallejo, la que hoy parece más una estratega que una vocera.
Grito y plata. Sin embargo, no todo es tan simple en la villa de la propaganda: en sus primeros días, Vidal ha tenido que estar dando explicaciones constantemente.
Primero, por una vuelta olímpica en menos de 24 horas: en un programa de radio, mientras aún era un ciudadano de a pie, señaló que “los 6 puntos de cotización extra” debían ir íntegramente a las cuentas individuales; y al día siguiente, ya como Presidente del canal, se desdijo y propició que todo o parte de ese 6 % extra debía ir a un fondo de reparto. Evidentemente, un puestazo como el de TVN no podía ser gratis.
Segundo, también ha tenido que dar explicaciones por la altanería y petulancia con la que trató a un periodista de El Mercurio, ante una pregunta que éste le hizo en su primer punto de prensa.
La anécdota no pasó desapercibida, y le valió al ejecutivo televisivo una crítica transversal; mal que mal, El Mercurio es un medio tanto o más importante que TVN.
Sin embargo, lo más grave ha sido, sin duda, las declaraciones de Vidal sobre el cambio de actitud que tendrá el canal con respecto a cubrir al Presidente de la República.
Un poco de contexto: hace algunos días, en el marco de la inauguración de una plaza, el Presidente Boric se quejó de que los matinales no cubrían tales “buenas noticias”, sino que se dedicaban a hablar de los problemas de inseguridad y otras barbaridades.
En respuesta a ello, Vidal anunció que “el nuevo TVN” cubrirá al Presidente y a otras figuras estatales, como los presidentes del Senado y de la Cámara, sin importar el mérito de lo que estén haciendo.
Con tal medida, TVN se condena a pulverizar su status de canal público, para convertirse en apenas un espacio de propaganda. Una suerte de Instagram oficialista, tal como sucede en regímenes autoritarios o totalitarios, como Cuba o Corea del Norte, en los que el canal estatal se dedica a perseguir a los líderes políticos.
Y con plata de todos los contribuyentes.
Lo peor de todo es que el Gobierno no se ha dado cuenta de este nuevo flanco que está abriendo. Hoy fue el periodista de El Mercurio, pero mañana puede ser toda una comunidad.
Y ahí deberá estar el vocero Vidal, apagando el incendio, haciendo control de daños, y generando más desconfianza hacia el canal estatal.
Vidal entró para ser parte de la solución, pero mientras se mantenga como vocero y director del canal, seguirá siendo parte del problema.
Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel