¿Quién se atreve a decir lo que piensa y actuar en consecuencia? El reciente episodio que protagonizara el ya renunciado embajador de Chile en Argentina ha puesto en evidencia la pervivencia de, al menos, dos visiones irreconciliables de nuestra historia reciente.
El reciente episodio que protagonizara el ya renunciado embajador de Chile en Argentina ha puesto en evidencia la pervivencia de, al menos, dos visiones irreconciliables de nuestra historia reciente.
Ello no tendría nada de particular si no fuera porque los partidarios de una, buscan y consiguen imponer, en toda circunstancia, la propia.
¿Dijo acaso el renunciado embajador algo que se apartara de la verdad?
Para quienes hemos vivido de principio a fin la crisis institucional que forzara la intervención de las Fuerzas Armadas y Carabineros, en septiembre de 1973, la respuesta a dicha pregunta es, naturalmente, un rotundo no.
Si ello fue acertado o prudente, es otro cuento.
Hasta ahí, Dn. Miguel Otero sería solamente una víctima de sus propias palabras.
Sin embargo, con posterioridad, ha intentado matizar sus dichos o equilibrarlos, llegando al extremo de pintarse casi como un opositor del Gobierno Militar.
¿Sirvió de algo equilibrarse, tratando de quedar bien con Dios y con el Diablo?
Indudablemente que fue un esfuerzo estéril, lo que nos lleva a pensar que, cuando se expresa la verdad, por “políticamente incorrecto” que ello resulte, más vale morir con la bandera al tope.
Pero, probablemente, en este ambiente comunicacional donde la concertación pareciera seguir pauteando, ello es mucho pedir.
Esa misma irresistible presión mediática parece haber pesado, por una parte, en la negativa del Ministro de Justicia a otorgar el beneficio de libertad condicional al Mayor ® Patricio Cereceda, quien no constituye peligro alguno para la sociedad, mientras que, por otra, el Ministro del Interior aporta $ 40 millones para financiar el memorial de DD.HH. en Quintero.
¿Quién se atreve a decir lo que piensa y actuar en consecuencia?
2010-06-13