A quienes han condenado duramente a estos camaradas, conviene recordarles que, tal como lo ha señalado el propio Presidente de la Corte Suprema en ejercicio, ninguno de los inculpados y procesados de acuerdo al antiguo sistema procesal ha tenido garantía alguna, en otras palabras no han tenido derecho a un debido proceso. Fueron condenados de antemano, sólo las penas a aplicarles quedaban sujetas a las distintas instancias judiciales.
La Corte Suprema ha dictado fallo definitivo en el llamado caso Prats, después de más de 35 años de sucedidos los hechos.
La sentencia afecta a varios camaradas, algunos miembros de la Unión de Oficiales en Retiro, situación que despierta nuevamente nuestra solidaridad, expresada como política de nuestra organización:
“Apoyamos a nuestros camaradas en desgracia, a los que cumplen penas en prisión y a quienes están en calidad de procesados, sin pronunciarnos respecto a su presunta o efectiva responsabilidad o culpabilidad”.
Una prudencia elemental nos inhibe de juzgar a quienes no eligieron estar donde estuvieron y que cumplieron con su deber de obediencia de acuerdo a su conciencia y sentido de la disciplina.
Tampoco conocemos los antecedentes de este y otros procesos, a excepción de aquello que nos tocó vivir o que es de conocimiento público en forma no controvertida.
A quienes han condenado duramente a estos camaradas, conviene recordarles que, tal como lo ha señalado el propio Presidente de la Corte Suprema en ejercicio, ninguno de los inculpados y procesados de acuerdo al antiguo sistema procesal ha tenido garantía alguna, en otras palabras no han tenido derecho a un debido proceso. Fueron condenados de antemano, sólo las penas a aplicarles quedaban sujetas a las distintas instancias judiciales.
Quedamos con la duda razonable respecto a lo que realmente ocurrió y a quienes fueron los que efectivamente debieran responder como responsables o culpables de este crimen sólo explicable en el ambiente de odio generado por la crisis que culminó el 11 de septiembre de 1973.
Es efectivo que el General Carlos Prats González (QEPD) renunció a su cargo después que perdiera su ascendiente de mando, situación que no puede ser ignorada por lo que ahora se nos muestra como un cruel e innecesario asesinato, en particular por que al llevarlo a cabo también se ultimó a su esposa.
Las verdaderas causas de este crimen y sus motivaciones deben pesar eternamente en la conciencia del autor confeso y de quienes tuvieron efectiva autoría intelectual o pudieron colaborar a sabiendas a su perpetración.
En el vecino país y en relación con esto último, dos generales han dado recientemente una lección a muchos al asumir plenamente sus responsabilidades, a sabiendas que ya han sido condenados.
Ese es un ejemplo que quisiéramos hubiera sido seguido en nuestro país por todo aquel que, al rehuir sus responsabilidades, ha dejado en la estacada sus subalternos que fielmente le obedecieron. Nunca es tarde.