Dice el refrán que el que juega con fuego, acaba quemándose. A falta de seis días para que Estados Unidos se quede sin fondos para costear todos sus gastos, los intereses políticos han alimentado una peligrosa hoguera que podría incendiar la frágil osamenta de la economía mundial.
¿HACIA DÓNDE QUEREMOS IR? Juan Carlos Toledo de la Maza. Ex Rector Universidad Marítima de Chile
Las opiniones vertidas en esta columna son de responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente el pensamiento de UNOFAR
El mal uso de los términos comunicacionales y el uso intencionado de los mismos, es el de quienes nos quieren hacer creer que nuestra historia contemporánea partió en aquella fecha y que no hay antecedentes que justifiquen dicha intervención. Nada más ajenos a la paz fueron aquellos nefastos mil días de la UP. Similar confusión provocan hoy al referirse a los procedimientos policiales para restablecer el orden, destacados por la prensa como ¨represión policial¨.
La Unidad Nacional, cuando existe, va acompañada de un notable regalo: la Paz, que no es por cierto ausencia de guerra, ni el silencio de los cementerios, sino ‘tranquilidad en el orden¨ y su existencia es tan apreciada, como que la sociedad está de acuerdo en que el Estado ejerza legítima violencia contra los que la amenazan.
Cuando, agredido por ideologías foráneas provenientes del comunismo internacional, en nuestro país se desató el caos social, los poderes Legislativo y Judicial declararon la inconstitucionalidad de los actos del Ejecutivo, exigiendo a las Fuerzas Armadas cumplir con el mandato constitucional de restaurar el orden social del país. Esta repulsa de la mayoría ciudadana al gobierno minoritario de Salvador Allende culminó en el Pronunciamiento militar del 11 de septiembre de 1973.
El mal uso de los términos comunicacionales y el uso intencionado de los mismos, es el de quienes nos quieren hacer creer que nuestra historia contemporánea partió en aquella fecha y que no hay antecedentes que justifiquen dicha intervención. Nada más ajenos a la paz fueron aquellos nefastos mil días de la UP. Similar confusión provocan hoy al referirse a los procedimientos policiales para restablecer el orden, destacados por la prensa como ¨represión policial¨.
Teniendo como ejemplo la situación de aquellos días, la tan ansiada tranquilidad se nos está volviendo cada vez más lejana. Mientras redacto en un computador prestado, debido a que el propio me fue recientemente robado, proliferan las noticias de otros asaltos y hechos de violencia inusitada, entre masivas manifestaciones públicas que nos recuerdan el pasado. En resumen, una sensación de inquietante inestabilidad y desconfianza ronda en el ambiente. Carabineros y civiles han sido ultrapasados por la irracionalidad de la turba.
Ante las complacientes libertades de nuevo cuño, las personas se cuestionan la capacidad de las democracias para brindarles la seguridad, en especial de la familia, que ven amagada .Se sienten ¨gobernadas¨, esto es, invadidas y sin privacidad frente a un Estado con medios de información tales que aparte son de hecho, sistemas de espionaje de altísimas capacidades. Pero no sienten ¨protegidas¨ por el Estado gobernante.
De este modo, como en el cuento, poco está importando para los ratones que los que los gobiernan sean gatos blancos o gatos negros, ni que sean gatos de derecha o gatos de izquierda, ante el hecho comprobado de que mientras sigan siendo gatos, nunca estarán seguros.
El riesgo de tales gobiernos pude ser la debilitación del consenso ciudadano, sin el cual, en último término, la Constitución no es más que un trozo de papel. Pese al hecho de que aunar voluntades en una sociedad democrática es como arriar una tropilla de sapos, el consenso es prioritario. No hablamos de los desprestigiados ¨acuerdos¨ entre políticos, sino los consensos con mayúscula, aquellos que por sabidos se callan y por callados se olvidan, que la mayoría silenciosa ha venido madurando en nuestro tiempo, algunos de los cuales anoto a modo de ejemplo:
– Que la raíz de nuestros males es de índole moral, partiendo por el alejamiento de la Ley de Dios para dictar leyes contra el hombre, como el artificio del reconocimiento del tercer sexo, o escamotear su realidad de creatura con un destino eterno y responsabilidades ante su Creador. Tampoco es ético evadir impuestos, no respetar la palabra empeñada, lucrar con los pobres y celebrar que el ¨vivo¨ se imponga sobre el ¨tonto.
– Que hay que atreverse a mantener el Orden con autoridad y firmeza, en la calle y en los Tribunales, protegiendo a las víctimas, sin impunidad para los transgresores. Pareciera que la droga y la delincuencia se hubieran instalado definitivamente entre nosotros.
-Que se debe enseñar nuestra historia sin quitar lo que no nos gusta. Despojar de los uniformes a los héroes en los billetes, es tapar el sol con el dedo. Chile se hizo con militares y se hizo Nación con los uniformes, sin perder su vocación civilista. Su alejamiento geográfico y sus dificultades naturales así lo imponían. El General Augusto Pinochet fue Presidente de la Nación, encabezando un proceso de reformas económicas y sociales que puso al país en la primera línea del desarrollo. La labor legislativa que encabezó el Almirante Merino, produjo una ley cada tres días, en promedio, durante diecisiete años, incluyendo las modificaciones al Libro III del Código de Comercio, que tomó tres años de trabajo y una Ley de Navegación para el siglo XXI, impensables en la legislación de un régimen tan corto como el actual. Nuestras fuerzas armadas son una élite y existirán hasta que el país desaparezca.
Mientras tanto, en el fondo del alma surge una pregunta acuciante: ¿Dónde está la salida? Y, nuevamente desde el mundo del cuento, el gato de Cheshire nos brinda su sonrisa y nos contesta como a Alicia: ¨Todo depende de hacia dónde tú quieras ir¨.
En 1971 un grupo de visionarios como Vittorio de Girólamo, PabloHuneeus, Manuel Montt y Francisco Orrego, dirigidos por Cesar Sepúlveda y Rolf Luders, escribieron el libro ¨ Chile 2010,Una Utopía posible¨,
donde señalaron el puerto al que que había que arribar. Reeditarlo y avanzarlo hasta el 2050 podría ser un intento para encauzarnos al ideal del futuro. Y entonces, recién entonces, podremos creer que hicimos buenos cambios en la educación, dirigiéndola hacia las necesidades de los que lo harán realidad cuando muchos de nosotros estemos muertos.
¿Utopía? Por ahí se parte. Todo país se renueva en la siguiente generación. Ya perdimos una. No perdamos la que viene. Recuperemos la Paz.