La debilidad de la Derecha y el avance de la Izquierda
Leo en entrevista a Jovino Novoa en El Mercurio: “Nosotros hemos sido débiles en la defensa de nuestras ideas desde hace bastante tiempo… Critico al gobierno porque ha corrido el eje hacia la izquierda, pero critico a nuestros partidos y a nuestro sector porque creo que ha habido una debilidad en forma sostenida y eso nos va a pasar la cuenta”.
Dura autocrítica. Pero verdadera, y la verdad siempre es oportuna, más aún en momentos en que cunde la confusión. Después de cuarenta años de prosperidad económica ?que ha permitido reducir la pobreza de un 40% a un 11%?, estabilidad política, orden social, y otros logros del país, la izquierda se apresta a demolerlo todo. Al frente la derecha luce inerme, torpe y anonadada.
¿Cómo pudo ser esto? La respuesta la da Novoa. En los comienzos de la democracia la derecha entró al juego de los acuerdos y las transacciones con la izquierda. “No nos compliquemos la existencia defendiendo nuestros principios. Son difíciles de entender por la gente e implicaría mantenernos aferrados a un gobierno militar que con el tiempo será cada vez más difícil de defender. Además somos minoría en el parlamento por lo que las reformas se harán igual. Démosle a la izquierda algo de lo que quiere para que se quede tranquila y así quedaremos todos contentos”. Esta actitud se transformó con el tiempo en debilidad y a fuerza de ir cediendo un poco aquí y otro poco por allá hoy va quedando muy poco que defender. Permítanme traer a colación algunos ejemplos:
Visión del pasado y derechos humanos
En vez de dar vuelta la hoja y dirigir la mirada el futuro, dejando que cada chileno tuviera la opinión que quisiera sobre el pasado, la izquierda se empeñó en imponer su visión. Para ello era preciso reescribir la historia, lavar la imagen del gobierno de la Unidad Popular, ensuciar la del gobierno de las Fuerzas Armadas y crear la falacia de las violaciones a los derechos humanos (que he explicado en un artículo reciente).
Como primer paso, al inicio de su gobierno, y violando el principio de la separación de los poderes del Estado y la doctrina tradicional en la materia, el presidente Aylwin “sugirió” a los jueces que la ley de amnistía de 1978 sólo impedía condenar, pero no investigar los delitos; de esta manera, si bien no se podría lograr justicia, por lo menos se podría saber la verdad.
Poco después el Informe Rettig estableció la versión oficial sobre las violaciones a los derechos humanos en los años 70 y 80. Hubo algunas voces (una de ellas acallada a balazos meses más tarde a la salida del Campus Oriente de la Universidad Católica) que alertaron acerca de sus debilidades: el supuesto de que la violencia política se inició el 11 de septiembre de 1973 y que sólo se consideraran crímenes cometidos por agentes del Estado. Pero ello no impidió que se lograra el fin buscado: que toda la culpa por la violencia política de esos años se cargara al gobierno militar. Muchos de derecha pensaron: “aunque muchas de las víctimas hayan tenido tanta o más culpa que sus victimarios, reneguemos del apoyo que dimos a nuestros valientes soldados (total, ya nos salvaron), digamos que no sabíamos lo que estaba ocurriendo y, concediendo esto, al fin la izquierda se quedará tranquila y tendremos paz para disfrutar de las bondades del modelo”.
En 2003 la Comisión Valech profundizó la versión del Informe Rettig. Los comisionados ?todos de izquierda y remunerados por un gobierno de izquierda? recogieron por alrededor de un año más de 30 mil supuestos testimonios ?¡entre 130 y 140 casos por día!, algo claramente imposible? de personas que, a cambio de una pensión vitalicia y otros beneficios, relataron supuestas torturas inferidas por agentes del Estado y sin presentar ningún medio de prueba. Pero ninguna de estas “peculiaridades” sirvió para que la derecha dijera: “¡Esto sí que no!”.
Apoyados en la revisión histórica de ambos informes y en tratados internacionales aplicados con retroactividad (aberración jurídica), los jueces de izquierda entendieron que en nombre de los derechos humanos podían olvidarse de los derechos humanos de los uniformados y gradualmente fueron interpretando la ley a su antojo.
Resultado: hoy existen alrededor de trescientos ex uniformados condenados y más de seiscientos procesados por supuestos delitos cometidos, en algunos casos, hace 40 años, y en procesos en los que se ha desconocido no sólo la amnistía, sino también la prescripción, la cosa juzgada y la irretroactividad de la ley penal, además de varias otras irregularidades procesales. Muchos de los que apoyaron al gobierno militar sienten hoy vergüenza ante sus hijos y, aquellos que no, nos arriesgamos a sufrir su desprecio porque nuestra conciencia nos obliga a asumir firmes nuestra posición de “cómplices pasivos”. ¿Cómo se llegó a este punto? Simple: por ceder una y otra vez ante las mentiras de la izquierda.
Legislación laboral
El gobierno de las FFAA elaboró una nueva legislación laboral a fines de los años 70. En los inicios del gobierno del presidente Aylwin se promulgó una reforma que, entre otras cosas, elevó de 5 a 11 meses de sueldo el tope de indemnización por despido en caso de necesidad de la empresa, esto es, ¡120% de aumento del costo de despido!, y además con efecto retroactivo.
Sucesivas reformas fueron introduciendo mayor rigidez en la materia. Resultado: hoy, para un empleador, es más fácil despedir a su señora (gracias a la ley de divorcio) que a un trabajador que es sorprendido robando. Lo digo con conocimiento de causa: hace dos años despedí a un trabajador de mi empresa por robo in fraganti; presenté tres testigos y él ninguno, pero la jueza, a pesar de reconocer la verdad del hecho, estimó que el despido era excesivo y me condenó a indemnizarlo con 10 millones de pesos.
¿Ha sido suficiente para saciar el hambre reformista de la izquierda? Claro que no: el programa de Bachelet anuncia otra gran reforma laboral.
Legislación tributaria
El gobierno del presidente Aylwin promulgó una reforma tributaria que, entre otras cosas, aumentó el IVA y el impuesto a las empresas. No recuerdo cuántas vinieron más tarde, pero sí que el presidente Piñera promulgó dos: la primera para financiar la reconstrucción por el terremoto de 2010 y la segunda para dejar tranquila a la izquierda, haciendo permanente el alza transitoria del impuesto a las empresas establecida por la primera. ¿Dio resultado? Por supuesto que no: el programa de Bachelet anuncia otra reforma tributaria que no sólo incluye el aumento del impuesto a las empresas (llegaría al 25%, que en comparación con el 15% en que lo dejó el gobierno del presidente Pinochet, ¡significa un aumento de 67%!), sino además la eliminación del FUT, algo impensado hasta hace poco y de cuya conveniencia dudan incluso sus partidarios.
Materias valóricas
El hito inicial fue la ley de divorcio, que se logró recién en el tercer gobierno de la Concertación, pero una vez caído este bastión el avance zurdo ha sido vertiginoso: desde entonces hemos visto campañas gubernamentales de uso de preservativos, reparto de preservativos a niños en los colegios, la entrega obligatoria de la píldora del día después y sin el permiso de los padres en los consultorios… Y ahora estamosad portas del aborto terapéutico y de… ¡el “matrimonio” entre personas del mismo sexo! Por supuesto que la izquierda no va a parar ahí, pues los próximos pasos serán el aborto a secas y el derecho de adopción de los “matrimonios” homosexuales. Luego vendrá… ¿la prohibición de los matrimonios heterosexuales
Conclusión
La izquierda es como un tiburón que ante el olor de la sangre (la debilidad del contrincante) se excita y ataca hasta acabar con la presa. La derecha se equivoca cuando cree que transando un poco por aquí y cediendo otro poco por allá logrará convivir en paz con ella. Con la izquierda no puede haber paz, porque no se detiene sino hasta que encuentra un oponente irreductible. “Lucharemos por el regreso del socialismo en Chile hasta la implantación del comunismo”, dijo hace pocos días en una entrevista una nobel dirigente comunista recién electa diputada (se le agradece la sinceridad). Negociar con la izquierda sólo cabe en asuntos puntuales e instrumentales, pero en materia de principios la única actitud que cabe es la defensa férrea y valiente de los mismos, y mientras más izquierda sea, mayor firmeza e irreductibilidad se debe tener.
¿Hasta dónde está dispuesta a llegar la izquierda y con qué actitud se la debe enfrentar? Hay dos afirmaciones del gran Solzhenytsin ?que él refiere al comunismo y yo a la izquierda chilena en general? que responden estas interrogantes:
– “El comunismo sólo puede realizar sus ideales mediante la destrucción de los fundamentos y de la médula de la vida de una nación”.
– “El comunismo sólo se detiene cuando encuentra una muralla, aunque ésta sólo sea una muralla de resolución”.
¿Aprenderá alguna vez la derecha?