Columna de Opinión

Algo huele a podrido en Dinamarca…(Patrricio Quilhot Palma)./ Universidades: ¿Porque tan tranquilas?Gonzalo Rojas Fuentes)/ La vuelta al “justo medio” (Arturo Herrera Verdugo. Ex-Director de la PDI)

LAS OPINIONES DE ESTA COLUMNA DE OPINIÓN SON DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR
La Familia Militar debe estar consciente de que la amenaza se cierne con mayor fuerza que nunca sobre ella y que existe la posibilidad concreta de que algo peor pueda estar siendo preparado por el gobierno de la UP 2.0. La escalada de que somos objeto no podría tener otro propósito que preparar o “repasar” a la opinión pública con el odio sembrado hacia los militares, a fin de generar el ambiente para que se apruebe a priori algo que termine por hundirla.

 

 

 

Esta famosa frase shakespeareana, viene a alertarnos acerca de lo que está  pasando o a punto pasar con la Familia Militar, la que se encuentra ante una reposición extemporánea y sin aparente justificación táctica de la campaña jurídico-comunicacional
en contra de los ex-uniformados. En las últimas semanas, hemos visto un rebrote fuera de contexto de los programas anti−militares de TV, radio y prensa escrita, junto con insólitos fallos judiciales, en los que predomina nítidamente el propósito de inducir a la
opinión pública a rechazar al mundo militar, atosigándola con la exposición reiterada de casos de violaciones a los derechos humanos, junto con la difusión de fallos judiciales de un alto contenido político.
No es posible interpretar de otro modo el propósito de programas de televisión como el que muestra una Colonia Dignidad formando parte de un sistema de inteligencia destinado a la violación sistemática de los derechos humanos, exponiendo
a través de las cámaras fichas que se sugieren conteniendo información clasificada de personajes de la política de aquellos años, cuando en realidad se trata de recortes de prensa, donde se lee el nombre del medio y la fecha de publicación y en otros casos, de extractos de información pública sin la menor relevancia. Por supuesto que es extraño −por decir lo menos− que un organismo autodefinido como de carácter benefactor haya realizado este trabajo de recopilación de información, similar al que llevaba el
Departamento de Informaciones de la PDI (Depinf o Policía Política), sin que se haya investigado la justificación o legalidad de ello, lo que en ningún caso puede ser atribuido a los militares.
El programa exhibido en Chilevisión sobre los ex−conscriptos del 73, no se queda atrás en el objetivo de manipulación de la opinión pública, al entrevistar a verdaderos “soldados universales” que con seguridad habrían querido tener en sus filas
los SEALS de Estados Unidos, ya que –si se llegase a dar crédito a sus declaraciones− nos encontraríamos con que el ejército tuvo en sus filas conscriptos recién acuartelados en Abril que eran capaces de interrogar a los prisioneros e incluso aplicarles por sí
mismos electricidad para torturarlos… Ello no supera ni el más mínimo análisis y corresponde claramente a una manipulación artera y cobarde del débil ego del ser humano, el cual es estimulado con mayor facilidad cuanto más mediocre o irrelevante
haya sido la actuación de su portador.
Coinciden estos programas y otra serie de publicaciones que agreden el alma militar, con una escalada de fallos judiciales que rayan en lo insólito, dejando de lado su no olvidada ilegalidad e inconstitucionalidad, por corresponder éstas a materias que
han sido hábilmente impuestas en la opinión pública y alabadas por el mundillo político que rige nuestra vida nacional y que quedarán para el juicio de la historia. A una serie de condenas tan injustas como extemporáneas, sumamos el fallo de la Corte de
Apelaciones de Valdivia que desaforó a un Diputado y ex−Capitán de Ejército por haber sido “el brazo armado del ejército para eliminar a unos jóvenes que intentaban instalar una guerrilla en Neltume”, valorando tácitamente esta última conducta
criminal y desconociendo, en perjuicio del afectado, la existencia de una orden superior emitida por escrito y en una situación de Estado de Sitio. Más recientemente, hemos conocido el fallo de una Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, en que condenan a un ex−Subteniente de la Armada de Chile, asignándole responsabilidades como “participante en un golpe de estado” y señalando que por haberse desempeñado en el Ministerio de Defensa, (probablemente como Oficial de Guardia o algo así) “no
puede minimizar su responsabilidad alegando ignorancia”…por tratarse dicha instalación del “epicentro de la toma de decisiones y organización de operaciones”… O sea, tenemos a un joven oficial, probablemente con 19 o 20 años de edad a esa fecha, responsable de haber estado en el Ministerio de Defensa, ¡seguramente siendo consultado o informado de cada decisión que adoptaban los Almirantes y Generales de la época….!
Todo esto −que sin duda alcanza ribetes ridículos e irrisorios− tiene sin embargo terribles consecuencias para la Familia Militar, al ver que la acción vengadora ya no se limita a ciertos actos que superan la capacidad de aceptación general, si no que
comienza a desbordar los límites de lo comprensible (al menos para aquellos menos solidarios que otros), amenazando la paz de quienes pretenden que nada les puede pasar porque nada hicieron. Los que aún no lo creen posible, debieran comenzar a
mirar lo que ocurre a su alrededor y a prepararse para lo que viene, ya que no se ve un horizonte de paz posible, al menos después del cobarde debilitamiento generado por quien traicionó sin empacho a los militares, el ex−presidente y descarado precandidato Sebastián Piñera.
La Familia Militar debe estar consciente de que la amenaza se cierne con mayor fuerza que nunca sobre ella y que existe la posibilidad concreta de que algo peor pueda estar siendo preparado por el gobierno de la UP 2.0. La escalada de que somos objeto no podría tener otro propósito que preparar o “repasar” a la opinión pública con el odio sembrado hacia los militares, a fin de generar el ambiente para que se apruebe a priori algo que termine por hundirla. Desde luego, es posible que esta campaña coyuntural pueda jugar un rol de “cobertura estratégica”, destinado a cubrir eventuales daños
causados por el fracaso de la nueva intentona revolucionaria, sirviendo de viciada amalgama para mantener la unión en sus fuerzas. Sin embargo, ello no quita la importancia de reunir sus propia fuerzas y salir del letargo que ha aquejado por años a la Familia Militar y a sus pocos y leales amigos que aún le quedan y que agradecen el sacrificio del ayer y el futuro conseguido a través de éste. Es hora de aunar esfuerzos en la forma que sea posible y dejar la calma del hogar para defender lo nuestro.
10 de Julio de 2014
Patricio Quilhot Palma

Universidades: ¿Porque tan tranquilas?

La pregunta es recurrente: ¿cómo está la Universidad? (Blog de Gonzalo Rojas Fuentes)

Tiene sentido que profesionales y madres de familia,emprendedores y profesores de colegios, se interesen por igual respecto del estado de nuestras casas de estudios

superiores al terminar el primer semestre.

la respuesta constante, por ahora, es: tranquila.

Mira qué bueno, suele ser el comentario que cierra la conversación, peroŠ ¿puede ser bueno que las universidades estén tranquilas?

Si por tranquilidad se entiende en un periodo que abarca ya cuatro años  -2011-2014-   la ausencia de tomas, funas, paros y encapuchados, bienvenida sea esa tranquilidad.

Efectivamente, anarquistas y autónomos, comunistas y revolucionario-democráticos (especies diferenciables por los especialistas en zoología estudiantil) llevan varios

meses comportándose con ponderación: a veces da la impresión que de los pocos activistas que movían esas organizaciones de tan enorme presencia tres años atrás, los que ya egresaron, están casi todos colocaditos en los ministerios y en el parlamento; y que los que ahora los imitan, no tienen la misma fuerza o están esperando un escenario diferente para moverse. ¿La inorganicidad, la frivolidad de los proyectos de reforma educacional que propicia el gobierno de Bachelet, quizás?

Es muy probable.

Pero hay otra tranquilidad muy ingrata. Tiene que ver con la pasividad de tantos bienpensantes que justamente en estos momentos de un cierto vacío en la presencia de las

izquierdas  -la Confech se muestra hoy pálida y deslavada-   no toman la iniciativa.

¿Porqué no ha habido una clara ofensiva intelectual y comunicacional de los dirigentes estudiantiles partidarios de una educación libre? ¿Qué ha faltado para que se organice un gran Congreso de alumnos universitarios gremialistas, independientes y otros grupos afines, en que se demuela con los argumentos obvios la pésima formulación gobiernista para la educación chilena? ¿Hemos fallado también los profesores al descuidar nuestras tareas formativas en estas dimensiones?

Estas son las preguntas que modifican aquella respuesta inicial: que la universidad  esté tan tranquila, no debe tranquilizar a nadie.

La vuelta al “justo medio” (Arturo Herrera Verdugo. Ex-Director de la PDI)

Estamos anclados a un mundo en cambio. Hoy se habla de la “sociedad del riesgo”, de la “sociedad red”, de la “sociedad del conocimiento” o de la “sociedad de la incertidumbre”.Estos escenarios se viven como extremos irreconciliables, lo cual hace difícil el diálogo. Frente a esto, es posible distinguir tres ejes de reflexión para el

Chile de hoy: Derechos – Deberes, Libertad – Responsabilidad, Deontología – Teleología.

En efecto, nos movemos en un mundo (y en una sociedad chilena) que lucha por los derechos, pero poco se habla de los deberes. Se trabaja por la libertad, pero se nos olvida la responsabilidad.Estamos involucrados en la búsqueda de metas y nos alejamos de nuestras convicciones.

Hay que recordar que derechos y deberes se implica mutuamente. Chile ha transitado desde la primacía de las obligaciones a la supremacía de los derechos. En este transitar el concepto de “autoridad” ha sido el gran damnificado, pues hoy se le asocia a imposición y arbitrariedad. Se olvida que este concepto tiene una dimensión moral y fuera de ésta pierde su sentido más pleno.

El segundo eje es la tensión entre libertad y responsabilidad. Hoy se pone énfasis en las libertades, lo

cual es correcto y necesario para una efectiva ciudadanía.

Sin embargo, la responsabilidad queda en un segundo plano, por lo que se requiere de una nueva visión que integre ambas dimensiones. Cómo no recordar a Víctor Frankl, quien planteaba el reto de construir junto a la estatua de la

libertad una estatua de la responsabilidad.

El tercer eje de reflexión es el binomio: deontología y teleología. Lo relevante es cumplir los objetivos sin

dar mayor importancia a los medios.En este contexto, las

utopías y la retórica – que daban sentido a la política – han quedado en segundo plano.

¿Cómo romper estas posiciones antagónicas? Volviendo a la idea aristotélica del “justo y recto medio”.

Ahora bien, un justo equilibrio no es una postura simplista que busca evitar conflictos.

Gran error. El “justo medio” aristotélico era un desafío de vida que implicaba preparación, prudencia y disposición de espíritu. Una justa moderación implica tener la valentía de

tomar postura, de salir de la indiferencia y de no sucumbir

en una neutralidad sin sentido.

Avanzar en el “justo medio” tampoco significa borrar las diferencias. Pretender suprimir las divergencias de opinión como exigencia de “moderación aristotélica”, es no entender la profundidad de la propuesta del filósofo de Estagira. El

“medio” aristotélico es una respuesta que nace de la más honda racionalidad humana y, como tal, jamás podría desconocer las diferencias que nacen de los pensamientos y las convicciones de cada cual.

Como esfuerzo racional supone conocimiento, indagación, respeto, reconocimiento del otro, tolerancia, empatía, humildad y capacidad de diálogo. Implica tener la disposición de ánimo para poner el acento en el bien común. Chile no puede ni debe perder esta perspectiva.

El debate actual nos presenta varios ejemplos de estos escenarios contrapuestos y de sus desafíos éticos. Para

algunos la educación debe ser gratuita porque es un derecho, mientras otros ponen el acento en la libertad de enseñanza. En materia de debate político, la diferencia no se asume como proposición dialógica, sino que como imposición destructiva. En política criminal, unos ponen énfasis en la represión policial y otros se centran en la prevención, deslegitimando

cualquier política de control.

Frente a esta realidad se pierde la capacidad de diálogo. Chile requiere de políticas que rompan estos ejes para

llegar a un justo medio racional, que como dice Aristóteles

se aleje del “exceso y del defecto”.

Tarea difícil, pues implica reconocer que en el otro también hay parte de la verdad.

Columna de Opinión

Algo huele a podrido en Dinamarca…Universidades: ¿Por qué tan tranquilas?….La vuelta al “justo medio”

Algo huele a podrido en Dinamarca…(Patrricio Quilhot Palma)./ Universidades: ¿Por qué tan tranquilas? Gonzalo Rojas Fuentes)/ La vuelta al “justo medio” (Arturo Herrera Verdugo. Ex-Director de la PDI)
La Familia Militar debe estar consciente de que la amenaza se cierne con mayor fuerza que nunca sobre ella y que existe la posibilidad concreta de que algo peor pueda estar siendo preparado por el gobierno de la UP 2.0. La escalada de que somos objeto no podría tener otro propósito que preparar o “repasar” a la opinión pública con el odio sembrado hacia los militares, a fin de generar el ambiente para que se apruebe a priori algo que termine por hundirla.
Esta famosa frase shakespeareana, viene a alertarnos acerca de lo que está  pasando o a punto pasar con la Familia Militar, la que se encuentra ante una reposición extemporánea y sin aparente justificación táctica de la campaña jurídico-comunicacional en contra de los ex-uniformados. En las últimas semanas, hemos visto un rebrote fuera de contexto de los programas anti−militares de TV, radio y prensa escrita, junto con insólitos fallos judiciales, en los que predomina nítidamente el propósito de inducir a la  opinión pública a rechazar al mundo militar, atosigándola con la exposición reiterada de casos de violaciones a los derechos humanos, junto con la difusión de fallos judiciales de un alto contenido político.
No es posible interpretar de otro modo el propósito de programas de televisión como el que muestra una Colonia Dignidad formando parte de un sistema de inteligencia destinado a la violación sistemática de los derechos humanos, exponiendo a través de las cámaras fichas que se sugieren conteniendo información clasificada de personajes de la política de aquellos años, cuando en realidad se trata de recortes de prensa, donde se lee el nombre del medio y la fecha de publicación y en otros casos, de extractos de información pública sin la menor relevancia. Por supuesto que es extraño −por decir lo menos− que un organismo autodefinido como de carácter benefactor haya realizado este trabajo de recopilación de información, similar al que llevaba el
Departamento de Informaciones de la PDI (Depinf o Policía Política), sin que se haya investigado la justificación o legalidad de ello, lo que en ningún caso puede ser atribuido a los militares.
El programa exhibido en Chilevisión sobre los ex−conscriptos del 73, no se queda atrás en el objetivo de manipulación de la opinión pública, al entrevistar a verdaderos “soldados universales” que con seguridad habrían querido tener en sus filas los SEALS de Estados Unidos, ya que –si se llegase a dar crédito a sus declaraciones− nos encontraríamos con que el ejército tuvo en sus filas conscriptos recién acuartelados en Abril que eran capaces de interrogar a los prisioneros e incluso aplicarles por sí mismos electricidad para torturarlos… Ello no supera ni el más mínimo análisis y corresponde claramente a una manipulación artera y cobarde del débil ego del ser humano, el cual es estimulado con mayor facilidad cuanto más mediocre o irrelevante haya sido la actuación de su portador.
Coinciden estos programas y otra serie de publicaciones que agreden el alma militar, con una escalada de fallos judiciales que rayan en lo insólito, dejando de lado su no olvidada ilegalidad e inconstitucionalidad, por corresponder éstas a materias que han sido hábilmente impuestas en la opinión pública y alabadas por el mundillo político que rige nuestra vida nacional y que quedarán para el juicio de la historia. A una serie de condenas tan injustas como extemporáneas, sumamos el fallo de la Corte de Apelaciones de Valdivia que desaforó a un Diputado y ex−Capitán de Ejército por haber sido “el brazo armado del ejército para eliminar a unos jóvenes que intentaban instalar una guerrilla en Neltume”, valorando tácitamente esta última conducta criminal y desconociendo, en perjuicio del afectado, la existencia de una orden superior emitida por escrito y en una situación de Estado de Sitio. Más recientemente, hemos conocido el fallo de una Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, en que condenan a un ex−Subteniente de la Armada de Chile, asignándole responsabilidades como “participante en un golpe de estado” y señalando que por haberse desempeñado en el Ministerio de Defensa, (probablemente como Oficial de Guardia o algo así) “no puede minimizar su responsabilidad alegando ignorancia”…por tratarse dicha instalación del “epicentro de la toma de decisiones y organización de operaciones”… O sea, tenemos a un joven oficial, probablemente con 19 o 20 años de edad a esa fecha, responsable de haber estado en el Ministerio de Defensa, ¡seguramente siendo consultado o informado de cada decisión que adoptaban los Almirantes y Generales de la época….!
Todo esto −que sin duda alcanza ribetes ridículos e irrisorios− tiene sin embargo terribles consecuencias para la Familia Militar, al ver que la acción vengadora ya no se limita a ciertos actos que superan la capacidad de aceptación general, si no que comienza a desbordar los límites de lo comprensible (al menos para aquellos menos solidarios que otros), amenazando la paz de quienes pretenden que nada les puede pasar porque nada hicieron. Los que aún no lo creen posible, debieran comenzar a mirar lo que ocurre a su alrededor y a prepararse para lo que viene, ya que no se ve un horizonte de paz posible, al menos después del cobarde debilitamiento generado por quien traicionó sin empacho a los militares, el ex−presidente y descarado precandidato Sebastián Piñera.
La Familia Militar debe estar consciente de que la amenaza se cierne con mayor fuerza que nunca sobre ella y que existe la posibilidad concreta de que algo peor pueda estar siendo preparado por el gobierno de la UP 2.0. La escalada de que somos objeto no podría tener otro propósito que preparar o “repasar” a la opinión pública con el odio sembrado hacia los militares, a fin de generar el ambiente para que se apruebe a priori algo que termine por hundirla. Desde luego, es posible que esta campaña coyuntural pueda jugar un rol de “cobertura estratégica”, destinado a cubrir eventuales daños causados por el fracaso de la nueva intentona revolucionaria, sirviendo de viciada amalgama para mantener la unión en sus fuerzas. Sin embargo, ello no quita la importancia de reunir sus propia fuerzas y salir del letargo que ha aquejado por años a la Familia Militar y a sus pocos y leales amigos que aún le quedan y que agradecen el sacrificio del ayer y el futuro conseguido a través de éste. Es hora de aunar esfuerzos en la forma que sea posible y dejar la calma del hogar para defender lo nuestro.
10 de Julio de 2014
Patricio Quilhot Palma

Universidades: ¿Porque tan tranquilas?

La pregunta es recurrente: ¿cómo está la Universidad? (Blog de Gonzalo Rojas Fuentes)
Tiene sentido que profesionales y madres de familia, emprendedores y profesores de colegios, se interesen por igual respecto del estado de nuestras casas de estudios superiores al terminar el primer semestre. La respuesta constante, por ahora, es: tranquila.

Mira qué bueno, suele ser el comentario que cierra la conversación, peroŠ ¿puede ser bueno que las universidades estén tranquilas?
Si por tranquilidad se entiende en un periodo que abarca ya cuatro años  -2011-2014-   la ausencia de tomas, funas, paros y encapuchados, bienvenida sea esa tranquilidad.
Efectivamente, anarquistas y autónomos, comunistas y revolucionario-democráticos (especies diferenciables por los especialistas en zoología estudiantil) llevan varios meses comportándose con ponderación: a veces da la impresión que de los pocos activistas que movían esas organizaciones de tan enorme presencia tres años atrás, los que ya egresaron, están casi todos colocaditos en los ministerios y en el parlamento; y que los que ahora los imitan, no tienen la misma fuerza o están esperando un escenario diferente para moverse. ¿La inorganicidad, la frivolidad de los proyectos de reforma educacional que propicia el gobierno de Bachelet, quizás?

Es muy probable.

Pero hay otra tranquilidad muy ingrata. Tiene que ver con la pasividad de tantos bienpensantes que justamente en estos momentos de un cierto vacío en la presencia de las izquierdas  -la Confech se muestra hoy pálida y deslavada-   no toman la iniciativa.

¿Porqué no ha habido una clara ofensiva intelectual y comunicacional de los dirigentes estudiantiles partidarios de una educación libre? ¿Qué ha faltado para que se organice un gran Congreso de alumnos universitarios gremialistas, independientes y otros grupos afines, en que se demuela con los argumentos obvios la pésima formulación gobiernista para la educación chilena? ¿Hemos fallado también los profesores al descuidar nuestras tareas formativas en estas dimensiones?

Estas son las preguntas que modifican aquella respuesta inicial: que la universidad  esté tan tranquila, no debe tranquilizar a nadie.

La vuelta al “justo medio” (Arturo Herrera Verdugo. Ex-Director de la PDI)

Estamos anclados a un mundo en cambio. Hoy se habla de la “sociedad del riesgo”, de la “sociedad red”, de la “sociedad del conocimiento” o de la “sociedad de la incertidumbre”. Estos escenarios se viven como extremos irreconciliables, lo cual hace difícil el diálogo. Frente a esto, es posible distinguir tres ejes de reflexión para el Chile de hoy: Derechos – Deberes, Libertad – Responsabilidad, Deontología – Teleología.

En efecto, nos movemos en un mundo (y en una sociedad chilena) que lucha por los derechos, pero poco se habla de los deberes. Se trabaja por la libertad, pero se nos olvida la responsabilidad. Estamos involucrados en la búsqueda de metas y nos alejamos de nuestras convicciones.

Hay que recordar que derechos y deberes se implica mutuamente. Chile ha transitado desde la primacía de las obligaciones a la supremacía de los derechos. En este transitar el concepto de “autoridad” ha sido el gran damnificado, pues hoy se le asocia a imposición y arbitrariedad. Se olvida que este concepto tiene una dimensión moral y fuera de ésta pierde su sentido más pleno.

El segundo eje es la tensión entre libertad y responsabilidad. Hoy se pone énfasis en las libertades, lo cual es correcto y necesario para una efectiva ciudadanía.

Sin embargo, la responsabilidad queda en un segundo plano, por lo que se requiere de una nueva visión que integre ambas dimensiones. Cómo no recordar a Víctor Frankl, quien planteaba el reto de construir junto a la estatua de la libertad una estatua de la responsabilidad.

El tercer eje de reflexión es el binomio: deontología y teleología. Lo relevante es cumplir los objetivos sin dar mayor importancia a los medios. En este contexto, las utopías y la retórica – que daban sentido a la política – han quedado en segundo plano.

¿Cómo romper estas posiciones antagónicas? Volviendo a la idea aristotélica del “justo y recto medio”.
Ahora bien, un justo equilibrio no es una postura simplista que busca evitar conflictos.
Gran error. El “justo medio” aristotélico era un desafío de vida que implicaba preparación, prudencia y disposición de espíritu. Una justa moderación implica tener la valentía de tomar postura, de salir de la indiferencia y de no sucumbir en una neutralidad sin sentido.

Avanzar en el “justo medio” tampoco significa borrar las diferencias. Pretender suprimir las divergencias de opinión como exigencia de “moderación aristotélica”, es no entender la profundidad de la propuesta del filósofo de Estagira. El “medio” aristotélico es una respuesta que nace de la más honda racionalidad humana y, como tal, jamás podría desconocer las diferencias que nacen de los pensamientos y las convicciones de cada cual.

Como esfuerzo racional supone conocimiento, indagación, respeto, reconocimiento del otro, tolerancia, empatía, humildad y capacidad de diálogo. Implica tener la disposición de ánimo para poner el acento en el bien común. Chile no puede ni debe perder esta perspectiva.

El debate actual nos presenta varios ejemplos de estos escenarios contrapuestos y de sus desafíos éticos. Para algunos la educación debe ser gratuita porque es un derecho, mientras otros ponen el acento en la libertad de enseñanza. En materia de debate político, la diferencia no se asume como proposición dialógica, sino que como imposición destructiva. En política criminal, unos ponen énfasis en la represión policial y otros se centran en la prevención, deslegitimando cualquier política de control.
Frente a esta realidad se pierde la capacidad de diálogo. Chile requiere de políticas que rompan estos ejes para llegar a un justo medio racional, que como dice Aristóteles se aleje del “exceso y del defecto”.
Tarea difícil, pues implica reconocer que en el otro también hay parte de la verdad.

LAS OPINIONES DE ESTA COLUMNA DE OPINIÓN SON DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR