Lector regular de la columna semanal de Cristián Labbé, fui -al igual que muchos- golpeado con su arbitraria detención y más aún, al saber que se silenciaría su pluma mientras estuviera privado de libertad. Sin más, fui a darle mi apoyo a Temuco y después de una larga conversación le pedí que me autorizara para ocupar el vacío que dejaría su comentario en este como otros portales…. y aquí me tienen.
Se preguntaran cuáles son mis “pergaminos” para asumir tan osada aventura… muy simple, nos une una vieja amistad y en algunos aspectos parecemos “almas gemelas”, obviamente cada uno en su estilo. El reflexivo, cerebral, profundo (y a veces latero), yo, algo campechano y de observaciones directas… sin rodeos. Durante muchos años él era asesor presidencial y yo exitosos (¿?) columnista de un diario de circulación nacional. Nos nutríamos con cierto éxito… el uno del otro.
Después de veinte años, con la venia del titular, dejo la “comodidad de mi anonimato” (forma siútica de decir… don nadie) para pasar a cubrir esta trinchera y para mantener vivas estas líneas que para muchos se nos habían transformado en un rayito de luz que semanalmente entraba en el oscuro panorama nacional. Difícil tarea pero con intentarlo nada se pierde…
Como no hacerlo si soy un sencillo empresario del campo (llorón como todo agricultor) pero en el fondo agradecido de lo que hicieron los militares, especialmente por el chileno común y corriente. En una línea, nos transformaron de un país mediocre y sin futuro, en uno pujante y referente a nivel mundial.
Con algo más de setenta años y con una vida hecha, con altos y bajos, sabores y sin sabores, me aprestaba a disfrutar de mi retiro, sin mayores sobresaltos… pero uno propone y la izquierda dispone. Convertido nuestro país en una sociedad cargada de odio, de inseguridad y de politiquería, la calidad de vejez se me fue, como a muchos… “a las pailas”. Lo que no sería tan grave si viera que en el horizonte vienen días mejores, pero lamentablemente nada hace suponer que las cosas vayan a cambiar.
Por lo mismo, me parece que ha llegado el momento de dejar de lamentarnos y pasar de ser meros críticos sociales… a asumir un rol más activo en la defensa de nuestros soldados. No puede ser que casos emblemáticos como el de Labbé solo se comenten y no se denuncien por parte de nuestros políticos.
¿Puede una persona después de 43 años, de haber sido Ministro de Estado, profesor universitario, alcalde por 16 años, elegido con altas mayorías, hoy sea considerado un peligro para la sociedad? En que mente cabe tamaña aberración… cuantos militares están en igual o peor situación y que nadie los defiende porque no son conocidos o emblemáticos como el Coronel.
Me he propuesto levantar mi voz, convocar voluntades, trabajar para que en las próximas elecciones ¡el tema… sea tema! y los señores políticos tengan que definirse y más que eso, comprometerse a darle solución a estas injusticias… y si alguien me dice que seré acusado de “cómplice pasivo” por algún candidato, le digo “al tiro” que soy mucho más que eso, soy un cómplice leal y activo… de los militares, de su gobierno y muy especialmente de mi coronel Labbé.
Por José Pedro Lira