Cartas Al Director El Mercurio
Señor Director:
Vivo en La Araucanía. Soy hijo, nieto y bisnieto de agricultores. Hace años que estudio lo que ocurre en nuestra región, ayudo a víctimas de atentados, defiendo nuestro campo, hago charlas sobre lo que vivimos a diario en esta zona.
No soy político y tampoco quiero serlo. Amo mi tierra y lo que ella produce. Amo esta forma de vida, ser un huaso chileno me llena de orgullo, pero cada día se nos hace más difícil lidiar con la realidad violenta y el acoso constante. Hace un par de años, un intendente nos dijo, sin más, “tienen que entregar sus campos”. ¿Por qué tenemos que entregar lo que ha sido de mi familia por más de cinco generaciones, por qué nos quieren sacar de nuestras tierras?
Si la memoria no me falla, solo en mi familia hemos sufrido más de 300 atentados. Sumo innumerables amenazas de muerte, y la protección policial en nuestros predios ya es parte del paisaje y, sin embargo, los atentados ocurren todos los días.
Familias que quedan sin casa y otros cuyas fuentes de trabajo se convierten en cenizas. Solo un transportista de Temuco perdió 19 camiones, 10 carros y una bodega en un solo atentado. Qué decir de los padres de Jorge Andrés Luchsinger. Muertos. Quemados en su propia casa, con un proceso judicial entrampado en los tribunales.
Lo que hay de fondo es un proceso de expropiación, maquillado como “recuperación de tierras” y apuntalado por una política de Estado de entrega de predios, que no es más que la legitimación de este proceso violento. Esto es evidente, pero nuestros políticos se quedan con la visión policial y judicial, que son solo consecuencias del tema de fondo: la Ley Indígena y el Convenio 169 de la OIT.
El año 2016 el presupuesto de compras de tierra fue de $83 mil millones, y para este 2017 es de $84 mil millones. El Estado seguirá comprando terrenos, donde los dueños legales y legítimos se entregaron; donde la violencia y la presión pudieron más que la razón; donde la dedicación, el amor y el esfuerzo de generaciones se transan al valor de hectárea en una notaría. Del porqué un agricultor vende no se habla. De los atentados, las balaceras, los robos de ganado, las quemas de siembras, el pillaje, tampoco.
Quieren destruirnos la moral, obligarnos a poner fin a esto vendiendo nuestros campos “voluntariamente”.
Hoy tenemos una oportunidad histórica: que el o los candidatos presidenciales planteen claramente a la opinión pública cuál es su propuesta para restablecer el Estado de Derecho en nuestra región.
Solo queremos paz en La Araucanía. Queremos una convivencia sana, respetuosa con los deberes y derechos de todos. Queremos que nuestros hijos crezcan sin miedo, con el apego a su tierra y a su patria, que a todos nosotros se nos inculcó desde pequeños.
Juan de Dios Fuentes Vega
Abogado y agricultor Paz en La Araucanía