Columna de Opinión

EL NUEVO CORONAVIRUS: ALGUNAS RESPUESTAS Y MUCHAS PREGUNTAS

EL NUEVO CORONAVIRUS: ALGUNAS RESPUESTAS Y MUCHAS PREGUNTAS
Adelaida Sarukhan ISGLOBAL, Barcelona, 18/03/2020

El nuevo coronavirus que saltó de algún animal al humano en la ciudad de Wuhan a finales del 2019 ha logrado, en apenas unas cuantas semanas, acaparar toda la atención mediática, científica y de la comunidad internacional.

El 30 de enero, la Organización Mundial de la Salud lo declaró una situación de emergencia internacional (PHEIC, por sus siglas en inglés).

La epidemia está evolucionando de manera muy rápida y con ello, el conocimiento que tenemos sobre este nuevo virus. De no saber nada de él a principios del 2020, la comunidad científica ya ha logrado aislarlo, secuenciarlo, identificarlo y desarrollar pruebas para diagnosticarlo.

Sin embargo, como sucede con toda nueva epidemia, sigue habiendo muchas incógnitas que se irán resolviendo a medida que ésta evolucione y a medida que los científicos logren entender más sobre el comportamiento del virus.

En esta página, trataremos de actualizar regularmente la información más relevante sobre el virus y la epidemia.

1.                   ¿Qué es el llamado SARS-Cov2? El nuevo coronavirus, primero llamado 2019-nCoV y ahora rebautizado con el nombre SARS-CoV2 (el virus) y COVID-19 (la enfermedad), pertenece a la familia de los coronavirus, llamados así por una especie de picos en la superficie del virus que asemejan una corona.

La gran mayoría de los coronavirus descritos se han aislado de aves o mamíferos, especialmente murciélagos.

El SARS-CoV2 se llama así porque tiene una secuencia genética muy parecida a la del SARS, otro coronavirus que apareció por primera (y única vez) en el 2002 y causó una pandemia con más de 8.000 personas infectadas y 800 muertes.

Otro coronavirus que causa enfermedad grave en humanos es el MERS-CoV, que se identificó por primera vez en el 2012 en el medio oriente y está asociado con camellos.

2.                   ¿Cómo surgió el SARS-CoV2? Los primeros casos humanos se asocian con un mercado de animales silvestres en la ciudad de Wuhan. El contacto cercano entre animales (incluido el humano) que normalmente no conviven en la naturaleza puede favorecer el que un virus adquiera la capacidad de saltar de un huésped a otro (en este caso de algún animal aún no identificado al humano) y transmitirse en seguida entre personas.

En el caso del nuevo coronavirus, análisis recientes sugieren que podría haber saltado de murciélagos a pangolinos, y de ahí a los humanos.  

3.                   ¿Cómo se transmite el nuevo coronavirus o SARS-CoV2? La vía principal de transmisión del conocido popularmente como coronavirus de Wuhan es por vía aérea, a través de pequeñas gotas que se producen cuando una persona infectada tose o estornuda. También se transmite al tocarse ojos, nariz o boca tras tocar superficies contaminadas.

Evidencia reciente sugiere que, a diferencia del SARS, que se transmite solo cuando la persona presenta síntomas, este nuevo coronavirus se puede transmitir incluso antes de la aparición de síntomas. Esto dificulta considerablemente las medidas de contención de la epidemia.

El SARS-CoV2 ha demostrado que puede transmitirse de una persona a otra con bastante facilidad. De momento, la OMS estima que la tasa de contagio (R0) del virus es de 1,4 a 2,5, aunque otras estimaciones hablan de un rango entre 2 y 3.

Esto quiere decir que cada persona infectada puede a su vez infectar a entre 2 y 3 personas, aunque se ha visto que pueden haber supercontagiadores”, capaces de contagiar hasta a 16 personas. Para controlar una epidemia, la R0 necesita disminuir por debajo de 1.

4.                   ¿Cómo se diagnostica la enfermedad o COVID-19?: El SARS-Cov2 se encuentra principalmente en las vías respiratorias. Por ello, las pruebas de diagnóstico actuales, que consisten en amplificar secuencias génicas del virus, requieren hacer un frotis de nariz, garganta o faringe para detectar la infección.

Otro tipo de diagnóstico que se está desarrollando es una prueba que detecte anticuerpos contra el virus. En este caso, una muestra de sangre sería suficiente. Esta prueba tendría la ventaja de detectar no sola a los individuos con infección activa, pero también a aquellos que estuvieron expuestos al virus anteriormente.

5.                   ¿Cuáles son los síntomas de COVID 19? Los síntomas principales son fiebre, tos y dificultad para respirar. Sin embargo, en un pequeño porcentaje de pacientes, los primeros síntomas pueden ser diarrea o nausea.

La OMS ha estimado que el periodo de incubación (entre la infección y la aparición de síntomas) está entre dos y catorce días, aunque la gran mayoría los desarrolla entre 5 y 7 días. 

6.                   ¿Es peligroso? El virus puede causar desde síntomas leves hasta enfermedad respiratoria severa (i.e. neumonía) y muerte. La gran mayoría de las muertes han ocurrido en personas mayores de 65 años y que ya tenían alguna otra enfermedad o condición crónica.

En particular, la hipertensión y la diabetes parecen ser los dos factores de riesgo más importantes y esto se podría deber al tratamiento para dichas enfermedades. En cambio, la población infantil es poco susceptible a la enfermedad, aunque sí parece infectarse, pero aún no se sabe qué tanto contribuye a transmitir el virus.

Los datos por el momento apuntan a una tasa de mortalidad alrededor del 2% (lo cual quiere decir que, por cada 100 casos confirmados, mueren dos personas), aunque todavía es temprano para dar una cifra con certeza. Podría disminuir si resulta que hay muchos casos asintomáticos o con síntomas muy leves que no se han diagnosticado. Podría aumentar si el virus muta (por el momento ésto no se ha observado). En todo caso, la tasa de mortalidad es menor que la del SARS (10%) y unas 10 veces mayor que la de la gripe estacional (que se sitúa por debajo del 0,01%).

Según un análisis de los 72.342 casos diagnosticados en China a fecha del 11 de febrero, la enfermedad es leve para el 81% de los pacientes, un 14% presenta síntomas más graves, y un 4-5% entra en estado crítico.

7.                   ¿Cómo se trata la enfermedad o COVID-19?: Por el momento no hay vacuna o tratamiento específicos para COVID-19. El personal científico ya está trabajando en probar algunos antivirales que ya existen en el mercado, y una vacuna está entrando en la primera fase de un ensayo clínico. Pero, en el mejor de los casos, la vacuna no estaría disponible antes de varios meses o incluso años.

Por ello, la estrategia para hacer frente a este nuevo virus pasa actualmente por evitar el contagio (medidas de prevención) y tratar los síntomas en caso de desarrollar enfermedad.

Las medidas básicas de precaución para evitar infecciones son: lavarse las manos con frecuencia y taparse la boca al estornudar o toser.

En zonas con alta transmisión del virus, también se pueden recomendar medidas de distanciamiento social (limitar eventos que congreguen muchas personas, promover el teletrabajo, evitar desplazamientos innecesarios, y guardar una distancia de por lo menos un metro con otras personas, entre otras medidas).

Estas medidas contribuyen a ralentizar la propagación del virus en la comunidad y evitar así el desbordamiento de los sistemas de salud.

Las opiniones en esta sección son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión.

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LAS FECHAS DEL CALENDARIO ELECTORAL CONSTITUCIONAL Y PRESIDENCIAL

LAS FECHAS DEL CALENDARIO ELECTORAL CONSTITUCIONAL Y PRESIDENCIAL
C. Aninat
Publicada por El Mercurio el 21 de marzo de 2020

 

25 de octubre de 2020 Plebiscito Constitucional  
  La ciudadanía votará por el Apruebo o Rechazo a una nueva Carta Fundamental  
11 de abril de 2021 Elección de Convencionales  
  De haber triunfado el Apruebo, ese día se elegirán, junto a los alcaldes y gobernadores, los miembros de de la Convención Constitucional  
Mayo de 2021 Instalación de la Convención  
  El Tricel tendrá 30 días para calificar la elección de convencionales. Hecha esa comunicación, en 3 días el Presidente de la República convocará a la instalación de la Convención, la que se deberá realizar 15 días después (fines de mayo)  
  Noviembre y diciembre de 2021  
  Elecciones presidenciales y parlamentarias El 21 de noviembre están programados los comicios a La Moneda y al Congreso y el 19 de diciembre la segunda vuelta presidencial.
Mayo de 2022 Plazo máximo de funcionamiento de la Convención.  
  El órgano constituyente cuenta con nueve meses para proponer al país una nueva Constitución -Límite que se cumplirá en febrero de 2022- pero ese plazo podrá extenderse por tres meses (hasta mayo), de solicitarlo así 1/3de sus miembros.  
  11 de marzo de 2022  
  Cambio de mando presidencial En esa fecha asume el próximo Presidente de la República, y el nuevo Congreso.
Julio de 2022 Plebiscito ratificatorio  
  Una vez que la Convención comunica su propuesta de nuevo texto, en 3 días el Presidente debe convocar al plebiscito ratificatorio de este, el que se debe efectuar 60 días después del llamado (fines de julio)  
Septiembre de 2022 Plazo máximo para entrada de una eventual Carta Fundamental  
  De ser ratificada la nueva Constitución en las urnas, el proceso de calificación del resultado y promulgación y entrada en vigencia del nuevo texto -que podría alterar el diseño o atribuciones de los poderes Ejecutivo y Legislativo- podría tardar hasta 48 días (fines de septiembre)  

 

Nota: Para el cronograma se consideraron los términos establecidos en la reforma constitucional que aprobó el Congreso en diciembre pasado para convocar al proceso constituyente, y las fechas del nuevo calendario electoral acordado por los partidos.

 

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CRISIS SOBRE CRISIS

CRISIS SOBRE CRISIS
Natalia González
El Mercurio, Nacional, 21/03/2020

Subir los impuestos hoy, como proponen otros, profundizará los problemas de liquidez y de capacidad de pago de las empresas.

Los últimos meses han sido tremendamente difíciles para nuestro país. A la asonada de violencia, que ha hecho tambalear los cimientos de nuestra institucionalidad democrática y de nuestra economía y que ha arrastrado hacia un desolador desenlace a la población y, por sobre todo, a los ciudadanos más vulnerables, a las familias de clase media y a miles de emprendedores, ahora se suma el coronavirus, que viene a propinar una suerte de golpe de gracia a nuestras alicaídas confianzas y escasas certezas.

La primera crisis, de la que aún no salimos y que, en el mejor de los casos, en términos de violencia desatada se encuentra suspendida hasta nuevo aviso, no la hemos enfrentado unidos. Y cómo hacerlo si para un grupo no menor de compatriotas la violencia resultó ser un medio legítimo para la consecución de fines políticos, mientras que para otros ello es intolerable en un estado democrático de derecho.

La violencia política nos dividió, y, no solo eso, nos fracturó de tal forma que hoy es difícil proyectar cómo nos recuperaremos de la profunda herida autoinfligida. El coronavirus, en cambio, une a los chilenos, incluso a la clase política o al menos lo hace en esta etapa, en aras de la sobrevivencia y de transitar juntos por el que probablemente sea uno de los periodos más oscuros de nuestra historia moderna.

En un escenario dinámico, donde solo hay incertezas y múltiples retos y en el que no existen recetas comprobadas, el Gobierno ha ido adoptando y anunciando importantes medidas, muchas sin precedentes, oportunas y bien orientadas, en aras de proteger a la población, hacer frente al sinfín de desafíos de infraestructura, de recursos humanos y materiales que la crisis del coronavirus implica y para evitar una debacle económica.

Se trata de una tarea tremendamente difícil, que a ratos obligará a adoptar medidas muy estrictas y en otros momentos a retroceder en ellas, lo cual requiere de un proceso de deliberación razonada, de análisis de experiencias comparadas y de ponderar los costos y beneficios de cada una de ellas en aras del bien común, todo en un muy breve plazo. Algunas de esas medidas requerirán de la aprobación del Congreso Nacional.

En buena hora, y en ese espíritu de alianza que parece percibirse, el Parlamento ha bienvenido y valorado las iniciativas y se dispone a discutirlas. Pero justamente porque la tarea es compleja, porque habrá externalidades negativas inevitables de las decisiones que se tomen y porque todos habremos de asumir costos para el bien de la sociedad, hoy, quizás más nunca, resulta imperativo que nuestros legisladores asuman la tarea que les cabe con la máxima responsabilidad, debatiendo con seriedad y sentido de oportunidad las medidas que tanto el Gobierno como los propios parlamentarios presenten.

Si a la crisis de violencia autogenerada y a la del coronavirus le sumamos (o continuamos sumando) otra, derivada de los efectos de políticas públicas pobremente debatidas y guiadas por el populismo —que también suele aparecer en tiempos de crisis—, lo pagaremos aún más caro. Las crisis, por definición, rompen el orden establecido, inquietan y provocan la preocupación de todos los actores. De buena fe, todos quieren estar presentes y actuar. Pero ello no necesariamente produce procesos virtuosos, ni menos resultados ejemplares.

El sentido de oportunidad y urgencia, que debe primar, no es equivalente a legislar de manera precipitada y aturdida. Por ello, preocupan algunas iniciativas parlamentarias, presentadas en las últimas horas, para abordar diversos aspectos de la crisis, pues, más que enfrentar la realidad, apuntan a negarla o a agravarla por ley. Prohibir los despidos por necesidades de la empresa —como pretende una de las mociones parlamentarias— solo contribuirá a agravar la crisis. Si las empresas no tienen recursos para pagar las planillas de sueldos quebrarán y miles de chilenos perderán sus empleos. Fijar los precios de los productos por ley no hará que aumente el stock de un bien escaso, sino todo lo contrario, además de destruir los incentivos tendientes a una mayor producción.

Subir los impuestos hoy, como proponen otros, profundizará los problemas de liquidez y de capacidad de pago de las empresas, arrastrando con ello a otras empresas medianas y pequeñas. No está el horno para bollos para darse gustitos. Más que nunca, debe ponerse el bien común y la razón por delante y actuar unidos, a pesar de nuestras diferencias y de la fractura que se instaló el 18 de octubre pasado.

 

Las opiniones en esta sección son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión.

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COVID-19: UN DESAFÍO SERIO

COVID-19: UN DESAFÍO SERIO
No contribuyen quienes buscan ganar espacio presentando objeciones sin base científica
El Mercurio, Editorial, 21/03/2020

El Sistema Nacional de Servicios de Salud enfrenta hoy el desafío de mostrar resultados ante la pandemia del covid-19. Se trata de un reto que ha puesto a los países más ricos del mundo y a los mejores sistemas sanitarios en graves problemas, con altas cifras de contagio y temibles tasas de letalidad. En Chile, se ha respondido con seguridad y decisión y, gracias a la experiencia de los primeros países afectados, se ha logrado hasta el momento un importante grado de control de la expansión de la epidemia. Según se ha podido establecer, la velocidad de contagios llega a duplicarse cada dos o tres días si solo se aplican medidas corrientes, como serían las de una Operación Invierno. En solo dos países se ha logrado en las primeras fases dilatar el plazo de duplicación a más de una semana: Japón y Singapur.

La crisis ocasionada en la sanidad es de graves proporciones, lo que ha causado serios problemas en todo orden de actividades, amenazando con una parálisis de la economía que no haría sino agravar la situación. Pocas veces en la historia, la humanidad se ha visto enfrentada a un peligro tan real y, desde luego, es la primera vez que las generaciones actuales viven una amenaza semejante. Desde tiempos inmemoriales las pestes han creado grandes tensiones en las sociedades. En la búsqueda de las causas y explicaciones habían predominado razones de orden religioso, pero esta vez, revelando cambios históricos, se aprecia un enfoque científico. Sin embargo, siempre se ha buscado encontrar un culpable, lo que genera incluso discursos racistas. Las medidas que adopta la autoridad son siempre duras y resistidas, pero en contadas ocasiones se habían visto decisiones tan drásticas como las adoptadas por China para detener la plaga.

Las diversas reacciones de las autoridades y de los equipos de salud influyen en el curso de la epidemia, como quedó demostrado en la gran influenza de 1918 con las diferentes reacciones de las ciudades, algunas de las cuales fueron más enérgicas —como el cierre temporal de los colegios— con muchas menos muertes que otras. Pero la experiencia histórica también demuestra que la certeza en la predicción del curso de la enfermedad es muy limitada. Para algunos expertos, esta epidemia puede alcanzar proporciones catastróficas a nivel planetario, pero la mayor parte de las veces se ha errado más por un exceso de pesimismo que de optimismo.

En Chile, con una autoridad sanitaria bien definida y capacitada, el ministro de Salud, que cuenta con el respaldo de todo el aparato del Estado, encabezado por el Presidente de la República, la respuesta ha sido la que corresponde: se ha actuado con prontitud cerrando temporalmente muchas instituciones que reunían público, se ha limitado la aglomeración de personas, se ha comunicado en forma clara lo que está ocurriendo. No parecen contribuir a resolver las dificultades otras autoridades que tratan de ganarse un espacio, comentando cada decisión y presentando objeciones sin bases científicas ni mayor experiencia. La población sabe que cuando la situación es grave, es la autoridad central la encargada de dirigir las operaciones.

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SOLIDARIDAD NECESARIA

SOLIDARIDAD NECESARIA
En momentos críticos, la vocación de servicio no puede estar condicionada
El Mercurio, Editorial, 21/03/2020

Con un cada vez mayor número de contagiados por el covid-19, el país se encamina hacia la adopción de estrictas medidas de restricción. Consciente de la gravedad, la ciudadanía ha adoptado nuevas formas de prevención, asumiendo costos personales, familiares y laborales. Ante este cuadro crítico, resulta cuestionable el llamado a paro que hicieran —y luego depusieran— los estudiantes de séptimo año de la Escuela de Medicina de la Universidad Católica. En carta a los directivos académicos plantearon reparos a “la obligatoriedad de la asistencia a centros asistenciales” y la falta de garantías en caso de enfermedad grave por contagio durante las actividades. Solicitaron “voluntariedad real”, cobertura médica y eliminación del cobro del pago de semestres adicionales si la crisis se prolonga y se ven alterados los plazos académicos. En respuesta, las autoridades de la universidad han dicho que tal actitud las entristece y avergüenza.

Esta posición, amparada mayoritariamente por los estudiantes, salvo escasas excepciones, fue respaldada por alumnos de medicina de otras casas de estudio, exigiendo que toda ayuda sea de carácter voluntario y con una serie de garantías, lo que contrasta con la disposición que han mostrado futuros médicos de instituciones como la Universidad de Chile, quienes se han ofrecido a colaborar con los servicios de salud para ayudar a enfrentar una de las pandemias más graves conocidas.

Son muchos los análisis que se han hecho en torno a las motivaciones de la generación joven, caracterizada como millennials, pues han disfrutado de un mayor progreso material y la tecnología ha influido en su manera de relacionarse, comunicarse e incluso consumir. Este entorno tecnológico resulta en una actitud de doble faz, entre un marcado individualismo y una acentuada necesidad por “estar conectado”, lo que se traduce —también— en una nueva forma de pertenecer, perfilada desde los intereses particulares. Son ellos los que suelen encabezar la promoción de causas loables como la protección del medio ambiente o la búsqueda de una mayor igualdad y dignidad. Pero es en momentos críticos cuando la vocación de servicio —tan propia de profesiones como la medicina— no puede estar condicionada a ciertas retribuciones definidas según los derechos individuales, pues estos se ven postergados por la búsqueda del bien común.

La crisis sanitaria sin precedentes por la que atraviesa el país apela a acciones de solidaridad, especialmente de aquellos formados para salvar vidas y atenuar el dolor.

En un entorno donde los actores sociales y políticos hacen esfuerzos por buscar caminos de entendimiento para enfrentar mancomunadamente la pandemia, la actitud de un grupo de estudiantes impacta y llama a reflexionar sobre la formación académica de los futuros profesionales y su voluntad de contribución desinteresada al progreso integral de la sociedad.

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YO TAMBIÉN SOY ANCIANO

YO TAMBIÉN SOY ANCIANO
A esos viejos los hemos dejado solos, y están más solos ahora. Las familias y el Estado los han considerado como lo que en buen chileno llamamos “un cacho”.
Pedro Gandolfo, El Mercurio, Columna de Opinión

En Chile los ancianos llevan 70 o más años en cuarentena. Puse una cifra, pero no sé cuándo exactamente se produjo el cambio cultural, ese que progresivamente a partir de mediados del siglo XX llevó a que las familias empezaran a llevarlos de modo masivo a asilos; luego, con nuestro ingenio para el eufemismo, a “casas de reposo”, “hogares para el adulto mayor”, etc., etc., etc. Recuerdo que viví un tiempo en una casa pareada con una de estas instituciones de reclusión para ancianos, más bien destinada a la clase media alta. Desde mi terraza fui testigo de un trato atroz y casi no recibían visitas de sus familiares ni de sus amigos.

Como familia de emigrantes italianos, siempre mantuvimos a los ancianos en la familia y nos hicimos cargo de su vejez. Puede ser que racionalmente no sea la mejor decisión, pero la cultura italiana de la familia es muy fuerte en este aspecto todavía. Esa es la razón, creo modestamente, por la cual, en Italia, y también en China, el virus golpeó rápido al segmento más frágil. Acá la letalidad inicial del virus es nula hasta este momento y creo que eso significa algo muy triste: lo lejos, segregados y extranjeros que son los ancianos en nuestra sociedad y en nuestras vidas.

El problema es que este virus es muy contagioso y, aunque se demore, rompe todas las barreras y esa baja letalidad inicial puede convertirse en una enorme letalidad final. Los chilenos somos muy buenos para hacernos los lesos cuando la tragedia no nos toca directamente y miramos para otro lado con astucia mezquina. La situación de los ancianos —no de los jubilados ni de los que están por jubilarse, sino de los viejos viejos— es impeorable y parte por hacerlos invisibles.

He aceptado la propia vejez con precipitación: ya a los 40 empecé a percibir resignadamente el ascenso veloz de la decrepitud. Pero tengo conciencia de que la vejez pasa por distintas fases y la senilidad suele ser tan atroz que pocos se atreven a mirarla a la cara: eso que algunos llaman la “cuarta edad”, los blancos predilectos de esta terrible pandemia. A esos viejos en Chile los hemos dejado solos, y están más solos ahora. Las familias y el Estado los han considerado como lo que en buen chileno llamamos “un cacho”.

Me parece que el balance final como pueblo, me refiero no a meras cifras, sino a nuestra humanidad, nuestra capacidad de comportarnos como pertenecientes efectivamente a una comunidad única de amor se medirá en el cuidado que en esta emergencia les demos a nuestros ancianos, evitando que esto se convierta en otra crónica de una muerte anunciada.

 

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TRABAJO Y HOGAR

TRABAJO Y HOGAR
R. RIGOTER, El Mercurio, Día a día, 21/03/2020

Como medida de prevención del malévolo y pegote virus aquel, estoy trabajando desde la casa. Mientras estoy enfrascado en el computador, en la pieza que he adaptado como oficina, recibo un llamado telefónico del Prócer, quien, aburrido de estar enclaustrado en su hogar, me llama para conversar.

“¿Y cómo ha sido la experiencia de trabajar en la casa?”, me pregunta, curioso.

“A ver”, le digo, pensando mi respuesta. “En primer lugar, me di cuenta de lo poco que uno está en su casa en su vida normal. Y lo advertí por la cantidad de desperfectos en los enseres domésticos que, a pesar de estar a la vista, me habían pasado desapercibidos, por lo que en los ratos libres me he dedicado a arreglar un enchufe malo por aquí, a pasar una mano de pintura por allá, a ordenar los cajones de mi velador, en fin… Además, he gozado de la cotidianidad del mundo hogareño, ese de ruidos y olores que transcurre como telón de fondo mientras desempeño mis tareas laborales: el sonido del camión de la basura, el rumor de la aspiradora, el olor a pasto húmedo que emana del jardín en la mañana, los perfumes culinarios que empiezan a brotar de la cocina con la preparación del almuerzo… Por otra parte, mi mujer también está trabajando desde la casa, por lo que hacemos breaks para tomarnos un cafecito juntos, disfrutando de la cercanía conyugal. En suma, he trabajado igual pero más feliz. Es que… ¡trabajo y hogar unidos, jamás serán vencidos!”, concluyo.

 

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