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REUNIÓN DE DIRECTORIO —–LA DECISION FATAL. por Mario Barrientos Ossa —- O’HIGGINS Y UNA INVITACIÓN NO ACEPTADA:, por Antonio Yakcich Furche. Presidente del Instituto O’Higginiano de Rancagua

O’Higgins sostenía que debía defenderse la línea del Cachapoal, cuya debilidad era que este río tenía tres pasos principales vadeables, y que la línea que debía defender era de una extensión de seis millas…
REUNIÓN DE DIRECTORIO

De acuerdo a la planificación de reuniones del directorio, hoy 04 de septimbre, se realizó la reunión programada, en la que se analizó el funcionamiento de la Unión de Oficiales de la Defensa Nacional.
El presidente al iniciar la reunión, se refirió a la situación que afecta a uno de nuestros ex-directores y el apoyo que se le brindará a él y a su familia.
Uno de los temas principales, estuvo relacionado con las próximas elecciones del directorio y las fechas para efectuar las convocatorias a elecciones  y determinar quienes van a postular a integrar el directorio para el año 2022. Se analizó la parte legal y reglamentaria para tales efectos. De la misma manera se deberá con tiempo comunicarle a los socios la fecha de las elecciones para que puedan sufragar.
También y como en los meses anteriores, se revisó  la situación de los socios y los recursos de la Unión y su proyección.
Se espera que la reunión del 09 de noviembre ya se pueda efectuar en forma presencial. A pesar de los problemas que presenta el Circulo de Oficiales, se informó que se encuentra funcionando. También se resolvieron algunos aspectos administrativos y de apoyo para el Secretario Administrativo.
Uno de los puntos que se tomó en gran medida la agenda de la reunión, estuvo relacionada con las propuestas efectuadas por el CAC, en donde se aprobó el Plan Comunicacional y se hizo una presentación de la necesidad de modificar el actual sitio web o crear uno nuevo, teniendo en cuenta que el actual estaría perdiendo su vida útil.
Después de las exposiciones se resolvió la creación de un nuevo sitio web moderno, interactivo y con las herramientas y facilidades para estar al día con las tendencias actuales y que permita proyectar al sitio en el tiempo.
LA DECISIÓN  FATAL
Corría septiembre de 1814, y los líderes patriotas discrepaban acerca de cómo enfrentar a Mariano Osorio, que al frente de su ejército realista avanzaba implacablemente hacia el norte, decidido a restaurar el régimen colonial.
Don José Miguel Carrera había vuelto a ser reconocido como general en jefe del Ejército patriota y Presidente de la Junta de Gobierno, mediante uno de sus conocidos golpes de fuerza.
 O’Higgins, con su característica modestia y sentido patriótico, se había resignado a ponerse a las órdenes de Carrera, incondicionalmente, con el grado de brigadier y como comandante de una de las divisiones del Ejército revolucionario.
Una gran batalla se preparaba, en que los dos ejércitos contendientes iban a poner a prueba el valor de sus soldados y el talento de sus generales. La Patria Vieja sentía la espada de Damocles sobre su cabeza.
Carrera prefería el desfiladero de Paine como el punto en que debía darse la batalla, convencido de que proporcionaba ventajas ostensibles, dada su orografía, para frenar al ejército realista, mayor en contingente y armamento. Creía poder repetir la hazaña de Leónidas.
O’Higgins sostenía que debía defenderse la línea del Cachapoal, cuya debilidad era que este río tenía tres pasos principales vadeables, y que la línea que debía defender era de una extensión de seis millas, contando con poco más de mil infantes para cubrirla, y sin tener otra retirada que Rancagua, punto sin salida.
Los caudillos habían alcanzado algún grado de acuerdo, consistente en que, si no era posible defender la línea del Cachapoal, las fuerzas deberían retirarse y a través de la cuesta de Chada, reunirse en Angostura de Paine, para dar allí la gran batalla.
El 30 de septiembre sorprendió a O’Higgins a orillas del Cachapoal, posesionado de su plan, y mandó retirar las avanzadas de la orilla izquierda, porque se anunciaba la aproximación de Luis Carrera, a cargo de una división, que debería defender el vado de Cortés, con lo cual creía que la línea sería inexpugnable.
A las 21 horas de ese día, recibió un aviso, diciéndole que Osorio intentaría pasar el río esa misma noche, y que había dicho a su Estado Mayor que al día siguiente, comerían en Rancagua.
O’Higgins envió un urgente mensaje a José Miguel Carrera, pidiéndole que mandara la división de su hermano Luis al vado de Cortés, que en ese momento estaba desguarnecido.
A las doce de la noche, un soldado de las avanzadas vino a decirle que el enemigo amagaba pasar el río, y al amanecer supo que Osorio estaba atravesando el vado, con las primeras luces del alba de ese fatídico primero de octubre.
O’Higgins transmitió de inmediato este aviso al general en jefe, rogándole que se acercara a la ribera del río, para presentar batalla al enemigo, y luego, se puso en movimiento, para reunirse con Juan José Carrera, a cargo de la otra división, en su posición de Los Robles, donde se suponía que estaba con sus tropas; pero, cuando llegó, se encontró con que la división se había retirado.
 Se adelantó, entonces, al vado de Cortés y avistó al enemigo formado en batalla, pues había pasado el río sin la menor resistencia.
Frustrado su plan de defender el río, O’Higgins vacila sobre si replegarse para reunirse con las divisiones de José Miguel y Luis Carrera, tomando el camino de Chada, hacia Angostura de Paine, o reunirse con la división de Juan José Carrera, a quien supone encerrado en Rancagua. Si abandonaba dicha división, la condenaba a la muerte o a la rendición, con pérdidas enormes.
 Son momentos cruciales, que definirán el destino de la Patria Vieja: si O’Higgins se hubiera retirado al norte, su división se habría salvado y sumado a las fuerzas de los Carrera, y otra historia se pudo haber escrito en Chile.
Los dados corren, invisibles, arrastrando con ellos el azar, sin que nada se haya decidido aún, sin que esté determinado el desastre de Rancagua, con la página respectiva en blanco, y el corazón y la mente del Libertador oscilando entre una y otra opción.
Más, de pronto, los dados se detienen en su loca carrera y marcan el destino: un ayudante de Juan José Carrera llega al galope y le avisa que su general está encerrado en Rancagua y le pide que vaya en su auxilio.
El destino se define: O’Higgins toma la decisión equivocada y a las 8 de la mañana, su división entra en columna cerrada en la plaza de Rancagua. Se apea de su caballo, y Juan José Carrera corre a abrazarlo y le dice: “Aunque yo soy Brigadier más antiguo, Ud. es el que manda”.
O’Higgins aceptó el ofrecimiento en medio de los aplausos de ambas divisiones, que gritaban: “¡Viva la patria!”. Nadie miró hacia el cielo, en cuyo añil octubrino se veía al Ave Fénix, con sus negras alas desplegadas, cual lo muestra nuestro escudo de armas.
Lo demás, es historia.

O´Híggins y una invitación no aceptada

. En 1828 el Gran Mariscal del Perú Bernardo O’Higgins, recibió una gentil invitación del general peruano Eugenio Cortez, para que presidiera los exámenes del Colegio Militar.

La invitación constituía sin lugar a dudas un verdadero honor, en especial para un viejo soldado que vibraba con el Ejército y por ende con todo lo relacionado con lo militar.
Es por ello que la respuesta que dio para rechazar atentamente la invitación, además de ser absolutamente sincera, le debe haber dolido profundamente. En una carta le manifestaba al General Cortez que luego de tres años de permiso obtenido después de la batalla de Ayacucho, al abrir su closet: “…cual fue mi sorpresa al ver que repetidas cargas de polilla habían abierto en mis insignias y uniformes, más brechas y agujeros que las bolsas del tesoro que hasta la fecha no han podido retener …”
El uniforme al que hacía referencia el prócer es similar al que aparece en el detalle de la emblemática obra de José Gil de Castro.
Terminaba su misiva manifestándole que no tenía un uniforme que vestir correctamente para presidir los exámenes de los caballeros cadetes, sin mencionarle que no disponía de dinero para enviar a confeccionar uno.
Autor: Antonio Yakcich Furche
Presidente del Instituto O’Higginiano de Rancagua

Aportes de nuestro Vicepresidente Gustavo Basso C.

Columna de Opinión

SEGUIMOS SIENDO CHILENOS por Juan Pablo Zúñiga H. —— COBARDES por Álvaro Ferrer del V.

SEGUIMOS SIENDO CHILENOS por Juan Pablo Zúñiga H. —— COBARDES por Álvaro Ferrer del V.

Las opiniones en esta columna, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales de la Defensa Nacional

Qué imagen más clara y emotiva que ver nuestra bandera siendo llevada con la más alta solemnidad, cual manto sagrado, por funcionarios de las Fuerzas Armadas y completamente rodeada por ciudadanos de los más diversos ámbitos, en el marco del homenaje a los fallecidos por Covid-19 y a quienes, todos, en definitiva, han participado en el esfuerzo nacional contra la pandemia.

Después de dimes y diretes, el 19 de Septiembre tuvimos nuestra Gran Parada Militar. Sí, nuestra, pues lleva consigo un siglo de tradiciones republicanas donde se funden los homenajes a las glorias del Ejército, el encuentro de familias, en casa o en el Parque O’Higgins, los volantines y banderas como plano de fondo de la tradicional elipse y la atmósfera impregnada de olor a asado.

Las semanas anteriores, como era de esperar, sobraron los comentarios negativos y llamados a cancelar las celebraciones del 19 de septiembre, aludiendo entre otros motivos al costo asociado (pero felices algunos querían feriado el 17, que trae pérdidas substancialmente mayores).

Ello refleja el disgusto que le causan a una minoría ruidosa los emblemas y las tradiciones de la República. Sin embargo, la amplia mayoría de Chile sí apoya y vive sus tradiciones; sin ir más lejos, se dice que las transmisiones de la Parada Militar consiguieron un peak de 42 puntos de rating y un promedio de 33.

Si analizamos el discurso de esa minoría, la misma que ha elevado la nueva constitución a la condición de becerro de oro, nos encontraremos con la misma palabrería sumamente cáustica que busca destruir.

A este respecto, el señor Boric y tantos otros insistieron en que el costo de la Parada Militar podría haber sido utilizado en tales y cuales cosas. Sin embargo, de su campaña política, mientras aún percibe dieta parlamentaria, ni una sola palabra; de las transacciones irregulares hechas por su familia con el SERVIU hace algunos años, no se supo más.

MEO, por su parte, cuestionaba el costo que tendría la parada, sin darse cuenta de que sumando todas las veces que él ha “hecho caja” recibiendo el reembolso por voto (y que va nuevamente por el botín en noviembre), ultrapasa los $218 millones que fueron necesarios para la versión 2021.

Sucede que les resulta muy fácil criticar y crear argumentos que tiendan a deslegitimar nuestra nación, costumbres y tradiciones. Criticar y destruir es gratuito y rápido, construir y cuidar requiere trabajo, esfuerzo y dedicación, elementos que no hacen parte de las fortalezas de nuestros adversarios, que, a estas alturas, se han transformado en adversarios de Chile y su gente.

Qué fácil les resultó poner grito en el cielo por el daño hecho a la estatua del señor Allende, pero ante las inmundicias, bajezas y destrucción que realizaron en Plaza Baquedano y a lo largo de todo Chile, guardan silencio.

Pero su vocación destructiva, en la cual se cuenta el nuevo golpe bajo a Chile en sus incesantes intentos para terminar con los 2/3, tiene sus horas contadas. Tal vez el masivo apoyo a la Parada Militar 2021 no represente nada en la práctica en términos del regreso a la normalidad, pero sí significa y dejó muy claro que nuestra gente ama a su país y sus tradiciones y principalmente clama por paz y libertad, derrumbando el mito de ese “pueblo” que la extrema izquierda dice representar.

Qué imagen más clara y emotiva que ver nuestra bandera siendo llevada con la más alta solemnidad, cual manto sagrado, por funcionarios de las Fuerzas Armadas y completamente rodeada por ciudadanos de los más diversos ámbitos, en el marco del homenaje a los fallecidos por Covid-19 y a quienes, todos, en definitiva, han participado en el esfuerzo nacional contra la pandemia.

El mensaje fue claro: Chile es un solo pueblo y una sola nación; esta es nuestra bandera que se cuida, se ama y se respeta. No importa cuánto vociferen las izquierdas, seguiremos siendo chilenos.

Seguimos siendo chilenos

Juan Pablo Zúñiga H

VivaChile.org, Sociedad, 02/10/2021 [1]

[1] Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Infocatólica, el 30/08/2021.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas C.

COBARDES

Álvaro Ferrer del V.

VivaChile.org, Sociedad, 

En su profético discurso de 1978 en Harvard -ícono aspiracional del que sueña usar con derecho esa calcomanía institucional en su auto al precio de pensar igual que todo liberal insensato-, Solzhenitsyn advirtió que desde antiguo la pérdida de coraje es el signo del principio del fin de una sociedad.

Remarcaba que la merma de valentía era la característica más sobresaliente que él observaba en Occidente, particularmente en las élites intelectuales y gobernantes, las que “muestran esta depresión, esta pasividad y esta perplejidad en sus acciones, en sus declaraciones y más aún en sus autojustificaciones tendientes a demostrar cuán realista, razonable, inteligente y hasta moralmente justificable resulta fundamentar políticas de Estado sobre la debilidad y la cobardía”.

Lo ocurrido estos días encarna a la perfección esta abominable cobardía. Políticos incompetentes, intelectualmente ramplones y moralmente perversos, dieron otra estocada al Bien Común al aprobar el cuarto retiro y la muerte directa de niños inocentes.

Les importó un carajo el pobre, al que impusieron sin pestañear el lastre futuro de la inflación, en un afán populista, cortoplacista y egoísta de recibir el aplauso fácil que logre su reelección y así les permita gozar por un rato más de las prebendas que como sanguijuelas chupan del trabajo de todos los chilenos.

Mucho más grave aún –aunque los sesudos de derecha rasgan vestiduras sólo por lo anterior– abandonaron a su suerte a la mujer y su hijo, legitimando la salida cruel, sangrienta y criminal del genocidio abortista, pisoteando la mayor fuerza natural para poner en orden al mundo: las madres y los niños.

Sus discursos dan asco; en una sarta de lugares comunes y falacias, impostando la voz para darse aires de erudición y seriedad, se hablan a sí mismos en el autocomplaciente éxtasis de mirarse en un espejo, con la ilusión de que alguien los recordará o citará en el futuro.

Sus algarabías triunfantes son patéticas puestas en escena y anticipos del mismo infierno, donde la estupidez va de la mano con la frivolidad, donde campea la soledad que provoca el mal moral.

Son unos cobardes, algunos por maldad, otros por supina ignorancia. Tomaron el camino fácil, incapaces de luchar o resistir. Son -como se repite a diario- por lejos el peor Congreso de la historia.

Lo mismo debe decirse de este Gobierno que vendió el principio de autoridad y destruyó el Estado de Derecho por falta de huevos y pantalones, aprovechando la pasada para dinamitar lo poco que quedaba del auténtico y único matrimonio.

Mostraron valentía para batallar con un microscópico virus, e inigualable cobardía para luchar contra las encuestas y la revolución, embarcándonos en una agonía que a diario nos regala -ya sin sorprendernos- una performance de imbecilidad y descaro “constituyente”.

Cobardes son también los intelectuales que transan la verdad por aquella moderación cándida y acomodaticia que les asegura una posición de influencia en los medios. Sus análisis ahorran adjetivos no por cumplir con Huidobro sino por temor a que no los publiquen.

Renunciaron a decir las cosas por su nombre, a separar la paja del trigo, a hablar con la dureza que exige el estar hace rato en un combate a muerte, cultural y espiritual. Creen que construyen puentes cuando en realidad queman las naves, sin reparar en que el enemigo se ríe de ellos y los usa como tontos útiles.

Ni hablar de la burguesía, ese cáncer que corroe la amistad cívica. Sus bravatas arden en las redes sociales, pero la hidalguía desaparece rapidito cuando toca jugar golf el fin de semana o meterse la mano al bolsillo. Nada temen más que complicarse un poco la vida (¿eso es vida?). Mucha tontera, mucho temor, mucha plata. Pésima combinación.

Cobardes nosotros, por ver esto y permanecer como espectadores, sin desenmascarar, encarar, desalojar y mandar a la mierda -sí, como corresponde- a esa manga de chantas que con los ojos blancos se hacen llamar honorables; por no sacarle la cresta a los timoratos que se dicen autoridad pero no la ejercen, no sea que se puedan molestar y así se resientan las redes de poder (“compromisos” le llaman) en que estratégicamente nadamos; por no salir de la comodidad de nuestra Comarca y cargar la cruz, despreciando la pura y épica verdad: somos simples hobbits con una misión que supera nuestras fuerzas.

Sobre todo, cobarde y miserable yo por desahogarme en estas líneas sin asumir mi responsabilidad personal, aterrado de reconocer que estamos en guerra contra los demonios que colonizan mi alma mediante mi pecado y así, cual vampiros, succionan la sangre del Cuerpo Místico.

Sí, estamos en guerra y la única forma de ganarla es siendo santos. ¡Cobarde soy por ni siquiera intentarlo!

Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas C.