Columna de Opinión

NATALICIO DE DON ARTURO PRAT CHACÓN (Armada de Chile) y Reflexiones por Mario Barrientos O— BOMBARDEO DE VALPARAÍSO. 31 de marzo de 1866. Carlos Saldivia Rojas Suboficial Mayor Naval (R)—- MUJER DEL UNIFORME VERDE. Alguacil Mario Barrientos Ossa.

NATALICIO DE DON ARTURO PRAT CHACÓN (Armada de Chile) y Reflexiones por Mario Barrientos O— BOMBARDEO DE VALPARAÍSO. 31 de marzo de 1866. Carlos Saldivia Rojas Suboficial Mayor Naval (R)—- MUJER DEL UNIFORME VERDE. Alguacil Mario Barrientos Ossa.
Las opiniones en esta columna, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión.
El día 31 de marzo de 1866, con las fragatas “Numancia”, “Blanca”, “Villa Madrid”, “Resolución” y “Vencedora”, el Almirante Méndez Núñez bombardeó el primer puerto chileno durante tres horas. Los hombres porteños se unieron en gran número a las tropas de línea y las mujeres, los niños y los ancianos se refugiaron en los cerros y quebradas. En el bombardeo sólo hubo dos muertos.

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Agustín Arturo Prat Chacón nació el 03 de abril de 1848 en la casa patronal de la hacienda de San Agustín de Puñual, ubicada en las cercanías del pueblo de Ninhue, departamento de Itata, provincia del Ñuble, región del Bio – Bio.

Fueron sus padres don Pedro Agustín Prat Barril, de antiguos ancestros en la villa de Santa Coloma de Farnés, corregimiento de Gerona, en la región de Cataluña, España, y doña María Luz Rosario Chacón y Barrios, hija de don Pedro Chacón y Morales, y de doña Concepción Barrios.

A consecuencia de un incendio que destruyó el negocio que su padre poseía en Santiago, que le causó la ruina, la naciente familia debió trasladarse a la hacienda San Agustín de Puñual, donde fueron acogidos por don Andrés Chacón, hermano de su madre, propietario de la hacienda. En este lugar la pareja Prat Chacón tuvo tres hijos que murieron a los pocos meses de vida, siendo Arturo el número cuatro. De salud delicada y contextura muy frágil, su madre confió el fortalecimiento de su salud a la hidroterapia del método Priessnitz.

Durante la llamada “Fiebre del Oro de California”, su tío Andrés Chacón, realizó negocios en los Estados Unidos, con desastrosos resultados, que le costaron la ruina económica, por lo que se vio en la obligación de vender la hacienda. Como resultado, la familia Prat Chacón debió regresar a Santiago. En el invierno de 1849, abordaron un velero del recorrido Talcahuano – Valparaíso. Ningún día dejó doña Rosario de aplicar a su hijo, que contaba en ese entonces con unos quince meses de edad, el sistema Priessnitz, utilizando las gélidas aguas del mar.

En la capital, la familia se radicó en una chacra situada en la actual comuna de Providencia, de propiedad de su abuelo, don Pedro Chacón, en ese entonces cercana a la ciudad. En este ambiente campestre se fue desarrollando físicamente, dejando atrás su “complexión raquítica y endeble… expresión melancólica… aire distraído y apariencia triste y enfermiza”, de acuerdo a lo que recordaba de él su tío Jacinto Chacón, como resultado de su afición por los ejercicios físicos. Ejercicios que no excluían el pugilato con otros niños de su edad. En una ocasión, mientras disputaba una pelea con otro niño fue atropellado por un coche, sin tener que lamentar mayores consecuencias.

En 1854, se vendió la chacra y la familia se trasladó a una modesta casa en la calle Nueva de San Diego, llamada hoy día Arturo Prat. Dos años después, ingresó a una escuelita inaugurada ese año en la misma calle, que tenía una torre con una campana para llamar a clases y por ello se le conocía como la “Escuela de la Campana”. Era dirigida por el visitador General don Bernardo Suárez y el Subdirector, el normalista don Eliseo Otaíza.

Durante sus años escolares demostró ser un alumno de buena conducta, a excepción de pleitos y travesuras propias de la niñez, tenía problemas con las matemáticas, específicamente con la aritmética, que superó posteriormente, tanto así, que en 1856 obtuvo distinción en esta materia, además de lectura, geografía y religión.

Su madre recordaba de este periodo de su vida: “Tenía una tendencia muy marcada al aislamiento y la reserva”; y que “regresaba de la escuela haciendo mil travesuras por el medio de la calle, pero siempre solo”. Usaba la fuerza cuando sentía atropellado en sus derechos. Un compañero se refería a una pelea con él por haberse comido una empanada frita en exceso de las que le tocaban, dejándolo sin ella. En otra oportunidad, alumnos algo mayores lo amenazaron armados de palos. Al día siguiente, se consiguió con un almacenero vecino un cuchillo o machete, con el que enfrentó a sus rivales, quienes lo acusaron al Director Suárez. “Fue sólo para intimidarlos”, se defendía. El profesor castigó la cobardía de los asaltantes y el arrojo del asaltado.

El 25 de agosto de 1858 dejó la escuela y el 28 de ese mes, con solo 10 años ingresó a la Escuela Naval.

Como despedida de la escuela de su alumno el profesor Suárez anotó en sus registros: “Aplicación, excelente; capacidad, buena; asistencia, constante; carácter, inmejorable”.

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Su ingreso a la Escuela Naval se debió a las becas creadas por el Presidente de la República Don Manuel Montt Torres. Eran dos por provincia: Una, de Arauco tocó a él, la otra, a su amigo Luis Uribe Orrego. Ambos tenían como apoderado a Jacinto Chacón, su tío y padrastro de Uribe.

Entonces dirigía la Escuela el Marino francés Juan Julio Feillet, secundado por su compatriota Anatolio Desmadryl. Los jóvenes Prat y Uribe formaron parte del llamado “Curso de los Héroes”, integrado, entre otros, por Constantino Bannen Pradel, Carlos Condell de la Haza, Wenceslao Frías Urrutia, Miguel Gaona Yáñez, Juan José Latorre Benavente, Francisco Javier Molinas Gacitúa, Carlos Moraga Suzarte, Jorge Montt Álvarez, Guillermo Peña Urizar, Emilio Valverde Prieto, por nombrar los más importantes, todos ellos personajes destacados en la Guerra del Pacífico.

Su primer año fue irregular en los estudios, distraído, continuaron sus dificultades con las matemáticas. Sin embargo, al igual que en la escuela, se sobrepuso y logró una medalla de plata por sus logros.

En 1859, su segundo año como cadete, debió iniciar el aprendizaje náutico. Su primer viaje de instrucción lo realizó en el vapor “Independencia”, con maniobras de vela y aparejo, para seguir después con las prácticas de marinería y artillería. Más o menos en diciembre de 1859 zarpó a Caldera y de regreso siguió viaje al sur llevando víveres para el vapor “Maipú”, de estación en la costa de Arauco. En estos primeros quehaceres náuticos visitó los principales puertos del litoral de la república.

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En enero de 1860, abordó por primera vez la casi nueva “Esmeralda”. Embarques y desembarques, simulacros de combate y otros. Permaneció allí hasta marzo de ese año, regresando luego a la Escuela. A mediados de ese año, volvió a embarcarse en la “Esmeralda”, que en unión de los vapores “Independencia”, “Maipú” y “Maule” se dirigieron a Quintero a las órdenes del Contralmirante Roberto Simpson a ejercicios de tiro y maniobras varias.

En el libro de clases de ese año encontramos las siguientes anotaciones: “Condell al encierro, por pegarle a Prat” y “Prat peleó con Condell. Cuatro horas de arresto”.

Por esos días, presenta un marcado desarrollo físico, antes tan débil y enfermizo, fortalecido por la práctica constante de ejercicio gimnástico. Su tío Jacinto, recordaba que podía levantar pesadas barras de hierro y soportarlas por largos minutos con los brazos extendidos.

En julio de 1861, en sus pruebas finales de teoría, obtuvo el primer lugar entre sus compañeros.

 

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Dos semanas después se embarcó nuevamente en la corbeta “Esmeralda”, la que zarpó rumbo a Talcahuano para luego seguir viaje a Lota a abastecerse de carbón. El buque estaba al mando del Capitán de Fragata Manuel Escala. Posteriormente, realizó varios viajes llevando tropas al sur.

Hallándose en Valparaíso el 01 de octubre de 1861, a mediodía apareció una negra y gruesa humareda en el pontón francés “Infernal”, fondeado en la bahía. En este transporte de la armada francesa, que se mantenía como almacén flotante había carbón, artículos navales, explosivos y municiones. Inmediatamente todos los botes de la “Esmeralda” y del “Maipú” se enviaron tripulados con el mayor número de elementos para extinguir el fuego. En la embarcación de la “Esmeralda” iba una bomba de achique y en la lancha a vapor, un cañón y municiones. Ésta iba al mando del teniente 2° Enrique Simpson y uno de los botes lo dirigía el guardiamarina Prat. Acudieron también botes y lanchas del navío francés “Douguay Trouin” y otros buques surtos en la bahía, llevando varias bombas de achique, que no tardaron en ponerse en acción.

La cubierta de la nave fue invadida por oficiales y marinería que no cesaban de echar agua en abundancia por las escotillas y cubierta del buque. Entre ellos él, tiznado por el hollín y el humo y sofocado por el calor reinante. Después de más de dos horas de duro batallar y cuando las llamas hicieron imposible la permanencia a bordo, se tuvo que abandonar la nave.

Perdidas las esperanzas de salvar el buque, la lancha a vapor de la “Esmeralda” comenzó a dispararle algunos cañonazos, pero sin conseguir echarlo a pique. Tanto el “Maipú” como la “Esmeralda” calentaron máquinas para alejarse del pontón, transformado en un brulote de fuego, que podría estallar de un momento a otro.

Todos los buques de guerra, incluso el “Douguay Trouin”, cañonearon al pontón, pero éste no se hundía. Los esfuerzos resultaron inútiles y como a las cinco y media de la tarde, ante unos 10.000 espectadores de tierra, sobrevino una tremenda explosión en la santabárbara del barco.

Prat, tranquilo, permaneció de pie e incluso ayudó a levantarse a algunos, mientras sobre ellos llovían trozos de metal y madera. Después de esta explosión, el pontón se hundió lentamente. En esta ocasión, el joven Guardiamarina demostró su temple y su impasibilidad ante el peligro.

La “Esmeralda” continuó haciendo viajes al sur y en uno de ellos fue al archipiélago de Juan Fernández.

También se envió a la corbeta en busca del vapor inglés “Lima”, que se había varado y naufragado en el bajo “Lagartos”, frente a la península de Mejillones, salvándose todos sus pasajeros, que fueron llevados a Cobija por un clipper norteamericano.

Posteriormente regresó a Valparaíso, para seguir viaje a Talcahuano, Valdivia y Caldera.

Poco después la “Esmeralda” cambió de comandante, quedando al mando del Capitán de Corbeta Galvarino Riveros Cárdenas, dirigiéndose, en julio de 1863, a Chiloé a carenarse en la isla Tenglo, debido al mal estado que presentaba. Reparada la nave regresó a Valparaíso, donde tomó su mando el Capitán de Corbeta Juan Williams Rebolledo, quien hizo un viaje hasta Mejillones a defender los intereses de los chilenos vejados por las autoridades bolivianas de Cobija, donde regresó al poco tiempo, para evitar la extracción de guano que realizaba un ciudadano brasileño autorizado por el gobierno de Bolivia, en territorio perteneciente a Chile.

El 21 de julio de 1864, rindió los exámenes teóricos y prácticos para obtener los despachos de Guardiamarina Examinado, los que aprobó destacadamente.

Ese mismo año se produjeron incidentes internacionales que desembocaron en la Guerra contra España, debido a la política neo colonialista de la corona española, al enviar una poderosa Escuadra a las costas del Pacífico de América del sur y apoderarse de las islas peruanas Chincha.

Al estallar la guerra, el Guardiamarina Examinado Prat se encontraba embarcado en la corbeta “Esmeralda”, al mando del Capitán de Fragata Juan Williams Rebolledo. El 26 de noviembre de 1865 tuvo lugar el Combate Naval de Papudo, ocasión en que la nave chilena capturó a la goleta cañonera española “Virgen de Covadonga”. La captura de la nave española fue premiada por el gobierno con el ascenso en un grado para todos los marinos que participaron en el hecho de armas, siendo Prat ascendido, el 29 de noviembre, al grado de Teniente Segundo. Además, recibió como recompensa el valor de la presa que le correspondía según el reglamento respectivo, el que alcanzó a mil setecientos pesos, de los cuales la mayor parte envió a su madre.

 

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Inmediatamente después de su captura en el Combate de Papudo, la “Covadonga” fue incorporada a la fuerza naval chilena, al mando del Capitán de Corbeta Manuel Thomson Porto Mariño, siendo Prat trasbordado a ésta. La primera misión de la nave fue conducir a Papudo a los prisioneros españoles, para posteriormente dirigirse a Los Vilos a reparar sus averías y luego zarpar a carbonear a Lota, puerto desde donde siguió viaje a Chiloé.

El 24 de diciembre la “Covadonga” zarpó de Abtao hacia Magallanes con el propósito de apresar al vapor español “San Quintín”, que se presumía venía a relevar al “Marqués de la Victoria” o a traer pertrechos de guerra para la escuadra española. Luego de carbonear en Ancud, la nave tomó la ruta de los canales más frecuentada para llegar al Estrecho de Magallanes, donde reconoció varias naves extranjeras. El 07 de enero de 1866 llegó a Punta Arenas, siendo informado su comandante por el Gobernador de ese territorio, que ningún buque hispano había cruzado el Estrecho después del “Marqués de la Victoria”. En ese puerto, una cañonera rusa le informó al Comandante Thomson que a su paso por Montevideo no había ningún buque español en ese puerto, ni tampoco noticias de que llegara alguno.

El 09 avistó un vapor que venía del Atlántico y salió a reconocerlo. Era otra cañonera rusa, por ella se tuvo noticias que en Montevideo había un pequeño vapor español y un bergantín que no había reconocido. En la imposibilidad de obtener noticias más recientes, regresó al norte, fondeando en Playa Parda, donde halló varada a la cañonera rusa “Sobel” que había zarpado horas antes de Punta Arenas. La sacó a flote a remolque por lo que permaneció allí dos días. En esta maniobra de reflotamiento, el teniente Prat tuvo una destacada participación.

Después de soportar tiempos desfavorables en su navegación al norte, en busca de naves enemigas, la “Covadonga” llegó a Abtao el 03 de febrero. Su llegada ocurrió cuatro días antes que se presentaran frente al apostadero las fragatas españolas “Blanca” y “Villa de Madrid”.

La derrota de Papudo, llevó a la escuadra española a buscar rápidamente el enfrentamiento con las naves aliadas, chileno–peruanas, unidas en esta guerra. Así, el 07 de febrero de 1866, en las cercanías de Chiloé, se desarrolló el Combate Naval de Abtao, que no pasó de un intercambio de disparos de artillería entre la “Covadonga” y las fragatas hispanas “Villa de Madrid” y “Blanca”, ya que las otras naves aliadas no participaron por la falta de carbón o por la poca profundidad de las aguas del lugar donde se libró el combate. Prat, como se mencionó anteriormente, se encontraba en la “Covadonga”, nave que resistió con fortuna los tiros de las naves españolas. Los aliados no tuvieron que lamentar bajas, mientras que los españoles tuvieron dos muertos. Al momento del Combate Naval de Abtao, las naves aliadas estaban al mando del Capitán de Navío de la Armada peruana Manuel Villar en reemplazo del Comandante chileno Juan Williams Rebolledo, quien había zarpado con la “Esmeralda” el 05 de febrero a Ancud, en busca de carbón y víveres para las naves peruanas “Unión” y “América”, que habían arribado el día anterior a los canales de Abtao luego de una larga travesía desde Perú.

Después de esto, el buque fue al apostadero de Huito que se fortificó concienzudamente, al extremo que cuando llegaron las fragatas españolas “Numancia” y “Blanca”, desistieron de atacar y regresaron al norte.

Poco antes de llegar la Escuadra a Valparaíso y cuando la flota española había abandonado las aguas del Pacífico, el 30 de septiembre, estalló un motín en la corbeta peruana “Unión”. Para restaurar el orden, el Comandante en Jefe de la Escuadra aliada, Vicealmirante Manuel Blanco Encalada, comisionó al Comandante de la “Covadonga” Manuel Thomson para que dominase el motín. Para ello se desprendieron botes de la “Esmeralda” y “Covadonga”, al mando, respectivamente, de los Tenientes Latorre y Prat. Bastó esto para que el cabecilla se ocultara cuando los botes llegaron al costado de la “Unión” y luego huyera a tierra. Los cómplices fueron inmediatamente apresados, terminando así la intención de sublevar un buque peruano, que formaba parte de una Escuadra mandada por un chileno y en un puerto chileno.

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Mientras la Escuadra estuvo en Valparaíso y aún cuando la flota española había dejado el Pacífico Sur, se mantuvo estrecha vigilancia sobre los transportes peninsulares rezagados que pudieran llegar a nuestras costas. Así fue como se produjo la capturada de la barca inglesa “Thalaba”, que traía víveres y pertrechos para los buques hispanos. Esto se hizo con un bote tripulado por el Teniente Prat. La barca fue declarada buena presa por los Tribunales y pasó a desempeñarse como pontón de la Armada. Prat por su parte, permaneció muy corto tiempo en esta nave, para retornar posteriormente a la “Covadonga”.

El 06 de diciembre de 1866, participó en la misión de auxilio del barco británico “Uruguay”, que viajaba de Valparaíso a Le Havre, cargado de trigo y que fue afectado por un violento temporal. Se rebuscó intensamente sin encontrarse resto alguno de la nave, regresando la “Covadonga” a puerto. Poco después se confirmó su naufragio.

A comienzos de 1867, después de efectuar reparaciones y cambio de su armamento, la “Covadonga” realizó en marzo una exploración hidrográfica en la costa norte hasta Carrizal Bajo, continuando en ejercicios hasta el archipiélago de Juan Fernández, viaje que se repite a fines de año.

En julio de 1868, trasbordó a la corbeta “O’Higgins”, nave comandada por el Capitán de Fragata Ramón Cabieses. Estando a su bordo llegó la noticia del terremoto y maremoto del 13 de agosto de 1868 que afectó la costa sur del Perú, que destruyó completamente las ciudades de Arica y Arequipa.

Chile mandó en el acto alistar el vapor “Maipú”, mandado por el Capitán de Corbeta Julio Lynch Zaldívar, para que llevara socorros a los habitantes de los lugares afectados por la catástrofe natural. Prat fue uno de los oficiales que integraron la dotación de esta nave en su humanitaria misión. Terminada su labor, volvió a la “O’Higgins”.

En este buque, el 09 de diciembre zarpó nuevamente al Perú en unión de las corbetas “Esmeralda” y “Chacabuco”, para repatriar a Chile los restos del padre de la patria, General Bernardo O’Higgins Riquelme, sepultado en Lima. El mando de la Escuadra lo tomó el Almirante Manuel Blanco Encalada, quien izó su insignia en la corbeta “O’Higgins”.

El 26 de enero de 1869, realizó un viaje al archipiélago de Juan Fernández, llevando cadetes navales en instrucción. De regreso fue transbordado al vapor “Ancud” en calidad de oficial del detall. Su comandante era Julio A. Lynch Zaldívar. Este transporte llevaba víveres a la colonia de Magallanes.

A mediados del año, volvió al pontón “Thalaba” por un corto tiempo y luego trasbordó al “Ancud”, realizando viajes a Arauco, Valdivia y el Estrecho de Magallanes.

 

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El 09 de septiembre de 1869 obtuvo su ascenso al grado de Teniente 1° y en enero de 1870 volvió a la “O’Higgins”, como Oficial Detall, a las órdenes del Comandante, Capitán de Fragata José Anacleto Goñi.

Pese al intenso trabajo propio del cargo de Oficial del Detall, o Segundo Comandante, se daba el tiempo para dedicarse al estudio de las matemáticas, especialmente cosmografía y trigonometría esférica, por las cuales tenía predilección. También estudiaba otros ramos que le eran necesarios para obtener su licencia en Humanidades y poder así ingresar a la Universidad, con el propósito de estudiar derecho.

El 08 de enero de 1870, la “O’Higgins” se dirige a Isla de Pascua, llevando cadetes de la Escuela Naval y aprendices de marineros, en viaje de instrucción, con el propósito de levantar planos de las costas que visitaran. La comisión fue cumplida íntegramente. Se hizo un plano general de la isla, dirigido por el Director de la Escuela de Aprendices de Marineros, Teniente Ignacio Gana, al que cooperaron los oficiales del buque y los cadetes de la Escuela Naval.

En el ínterin Prat, con gran preocupación, terminaba la reparación completa de la arboladura del buque y se esmeraba en que imperara a bordo una estricta disciplina y una buena vigilancia y limpieza.

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Antes de dejar la Isla de Pascua, se discutió a bordo sobre la conveniencia de embarcar en el buque algunos de los nativos que solicitaron incorporarse a la dotación del buque, pues virtualmente no pertenecían a nadie y no tenían otra nacionalidad que la de pascuenses. Prat obtuvo del Comandante Goñi que seis de ellos se embarcaran como grumetes y otros tantos como camareros de oficiales, como una obra de caridad por el desamparo total en que se hallaban éstos. De Pascua el buque siguió a Mejillones y Coquimbo, tocando en Juan Fernández, para fondear en Valparaíso el 06 de marzo de 1870.

Con el objetivo de poder rendir los exámenes que le faltaban para poder ingresar a la universidad, elevó una solicitud al Consejo Universitario pidiendo se le concediera el derecho a rendir estas pruebas, en la fecha en que creía estaría de regreso de una comisión que debía cumplir su buque en Mejillones.

Al llegar a Valparaíso el 30 de octubre, solicitó licencia por asuntos particulares, la que le fue concedida, para rendir sus exámenes pendientes en el Liceo de Valparaíso y en el Instituto Nacional de Santiago. En ambos tuvo éxito, quedando en posesión del grado de Bachiller en Humanidades, lo que le permitía estudiar derecho en la universidad.

Todo esto lo logró en una época en que no sólo necesitaba dividir su tiempo, sino que además se veía seriamente entorpecido para presentarse en el momento oportuno a rendir sus pruebas de competencia, debido a sus funciones a bordo.

El 01 de abril de 1871 asumió el cargo de Segundo Comandante del vapor “Arauco”, que bajo las órdenes del Capitán de Corbeta Santiago Hudson, realizó un viaje a Mejillones, para regresar a Valparaíso después de carbonear en Lota, el 12 de mayo, en un día de neblina cerrada, el buque se estrelló en la costa de Viña del Mar, varándose en la playa. El Comandante Hudson lo envió a Valparaíso en procura de los auxilios necesarios para salvar al menos los pertrechos y el aparejo.

Del malogrado “Arauco” pasó al vapor “Valdivia”, buque transformado en pontón, donde funcionaba la Escuela Naval, cuyo director era el Capitán de Corbeta Luis Alfredo Lynch, mientras el Comandante del buque era el Capitán de Corbeta Ignacio Gana. Prat pasó a integrar el cuerpo docente de la Escuela Naval junto al Capitán de Corbeta Ramón Vidal Gormaz, quien era el Subdirector y los Tenientes Miguel Gaona, Ignacio Serrano y Federico Chaigneau.

El 26 de abril de 1871 la Escuela Naval se trasladó a la corbeta “Esmeralda”, tomando su mando el Capitán de Corbeta Luis Alfredo Lynch. El buque, sin perjuicio de servir de escuela, tuvo que desempeñar también algunas misiones requeridas por el gobierno, especialmente en Mejillones, donde la actividad de políticos bolivianos ponía en peligro los intereses económicos y comerciales de ciudadanos chilenos avecindados en ella y que era necesario hacer respetar. Asimismo, la “Esmeralda” tuvo que desarrollar ejercicios para mantener el adiestramiento, especialmente en la artillería. A fines de 1871 la corbeta zarpó a Mejillones, permaneciendo allí de estación hasta febrero de 1872, pasando al regreso por Juan Fernández.

Durante su permanencia en Mejillones, desempeñó funciones de profesor de Ordenanza Naval, obligándose con ello a estudiar detenidamente el texto, compuesto de cláusulas de los cánones españoles monárquicos de Carlos III, en la cual se contrariaban obvios principios de libertad. Es por ello que comenzó a dictar a sus alumnos las teorías de derecho público y administrativo que pudiesen servir de guía para clarificar las atribuciones que la señalada Ordenanza fijaba en una sola persona. Estos estudios de la Ordenanza lo convirtieron en un experto en ella y le sirvieron para sus futuros estudios de leyes.

A partir de marzo de 1872, tomó las cátedras de Táctica Naval y Maniobras Marineras. Al mes siguiente, el Capitán de Corbeta Ramón Vidal Gormaz cambió destinación, al ser designado Comandante de la “Covadonga”, quedando desde esa fecha como Subdirector, Profesor y Oficial del Detall de la “Esmeralda”. Ese mes, por enfermedad del Director, quedó como Comandante accidental hasta junio, en que el Comandante Luis Lynch volvió a tomar el mando del buque y la dirección de la Escuela Naval.

A fines de agosto y hasta comienzos de diciembre su buque fue comisionado nuevamente a Mejillones. Allí se enfermó el comandante Lynch, por lo que tuvo que regresar a Valparaíso, reemplazándolo a contar del 21 de noviembre en el cargo de Comandante y Director accidental de la “Esmeralda” y Escuela Naval, respectivamente. El 28 de ese mes, su nave fue relevada por la corbeta “Abtao”, zarpando a Valparaíso al día siguiente.

 

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El 12 de febrero de 1873 ascendió a Capitán de Corbeta.

El 05 de mayo de 1873 desposó a Carmela Carvajal Briones, con quien tuvo tres hijos: Carmela de la Concepción, Blanca Estela y Arturo Héctor.

Permaneció en el mando accidental de la corbeta hasta junio de 1873, fecha en que la entregó al titular, Capitán de Fragata Luis Lynch, quedando siempre como su Segundo Comandante.

El 24 de mayo de 1875, hallándose la “Esmeralda” en la bahía de Valparaíso, se desató un violento temporal. La nave se encontraba amarrada con cadenas a su boya. Como el tiempo se había presentado bonancible y nada hacía esperar un cambio meteorológico de magnitud en pocas horas, sus dos jefes estaban en tierra. Lynch había bajado como cualquier día y él se encontraba con licencia por una ligera enfermedad.

En la noche del 23 al 24 de mayo el ligero viento del norte fue arreciando rápidamente y se transformó en un desatado temporal. Al amanecer en la bahía inmensas olas barrían las cubiertas de las naves y sus tripulantes a duras penas podían caminar contra el fuerte viento. El vapor “Valdivia” fue arrojado contra la “Esmeralda” cortándole las cadenas, rompiéndole el bauprés y echándole abajo el palo trinquete, quedando la corbeta al garete, para luego embestir al vapor “Maipú”.

En esta angustiosa situación llegó a bordo el Comandante Lynch, quien tuvo que subir por un cabo lanzado desde cubierta al bote fletero en el cual se trasladó desde tierra. Poco después lo hacía el Segundo Comandante, Capitán de Corbeta Arturo Prat, quien pese a encontrase enfermo en su domicilio, se fue a bordo en una embarcación fletera que pagó a precio de oro. Los más animosos remeros habían rehusado llevar al personal a bordo y ni aún pagándoles precios exorbitantes, pero ante las exigencias de Lynch, por un lado y de él, por el otro, cada bote accedió, a su turno, a dejarlos a bordo. Bogó junto a los remeros y todos se afanaron para llegar a la corbeta, subiendo y bajando sobre las crestas espumosas de las olas, exponiendo la vida, tanto a la ida, como a su regreso a tierra.

A pocos metros del costado de la corbeta, al no poder atracar el bote que lo conducía, ya que se podía dar vuelta, se lanzó al agua y se acercó al buque a nado. Fueron sólo algunos pocos metros y desde a bordo le arrojaron un cabo por él que subió a cubierta, desde donde se encargó de dirigir la maniobra que le permitiera a la corbeta capear el temporal. La tarea la realizó con el extremo de un cabo amarrado a la cintura y el otro a un mástil, de modo de tener la suficiente libertad de movimiento y a la vez con la seguridad de no caer al agua por las grandes escoras del buque. Igual procedimiento había adoptado Lynch en la toldilla. Después del agotador trabajo y porfiada lucha, el Comandante Lynch consiguió varar al buque de proa, ya de noche, frente a la actual estación de ferrocarriles, en el sector de El Barón, en la desembocadura del estero de Jaime, actual Avenida Francia.

Allí, como se pudo, se pasaron cabos a tierra. Se despojó del cabo que lo ataba y procedió a dirigir la maniobra de pasar espías, tanto para afirmar el buque como para poder abandonarlo, pues ya no podía hacerse otra cosa a bordo, sino que esperar en tierra que pasase la tormenta. Los oficiales de marina y la tripulación que se hallaba en tierra procedieron al salvamento de la gente, lográndose hacerlo sin ningún percance a las tres y media de la mañana, gracias a la brillante labor que había desplegado desde a bordo. El último que dejó la nave fue el Comandante Lynch.

Pasado el temporal y vuelta la tranquilidad, se logró salvar a la “Esmeralda” gracias a las atinadas medidas tomadas por el Mayor General del Departamento de Marina, Capitán de Navío Juan Williams Rebolledo y sus colaboradores, con ayuda del vapor “Ancud” y el remolcador “Adela,” que pudieron zafarla y remolcarla lejos de la playa para ser llevada al dique.

En muchas ocasiones reemplazó a Lynch como Director accidental de la Escuela Naval y allí su labor fue brillante, de una preocupación permanente, como exigía la importancia de su cargo, con espíritu de responsabilidad y siempre teniendo en mente la equidad, rectitud e imparcialidad en los problemas disciplinarios internos.

Sus notas a la Comandancia General de Marina fueron siempre juiciosas y al pedir los elementos indispensables para la Escuela Naval revelaron su honestidad funcionaria, incorruptible, pero humana.

 

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El año 1870 inició sus estudios para convertirse en abogado. Éstos los inició con su egreso como alumno libre de Humanidades en el Liceo de Valparaíso y el Instituto Nacional. En 1871, obtuvo el diploma del Bachillerato en Filosofía y Humanidades, requisito exigido para iniciar sus estudios de derecho, encontrándose entre sus examinadores el destacado historiador y hombre público Diego Barros Arana.

En 1872, comenzó los estudios de derecho en propiedad, adscrito a la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, estudiando a bordo de la “Esmeralda”, ese año en Mejillones. De regreso en Valparaíso, luego de cumplir su misión, solicitó ser examinado en ésta ciudad, aprobando los ramos requeridos. En 1875, inició la práctica de la abogacía, requisito anterior al título, en un estudio jurídico porteño.

Es del caso destacar que sus estudios de leyes los realizó sin descuidar su labor como Subdirector y frecuentemente, de Director de la Escuela Naval.

En julio de 1876, aprobó sus últimos cursos. Listo para licenciarse, debió sortear una cédula entre diversos ramos y dar examen sobre ella. Su cédula fue derecho romano, que aprobó entre los días 24 y 26 de julio, junto con la aprobación de su Memoria de Prueba para optar al grado de Licenciado, titulada “Observaciones a la Lei Electoral Vijente”, escrita en el marco de la promulgación de la nueva ley electoral, durante el gobierno del Presidente de la República Federico Errázuriz. Prat analizó la ley, planteando que con ella era posible avanzar en la libertad electoral, encontrándole contradicciones y a veces un texto poco claro, sin embargo, recalcó que era una ley “eminentemente liberal”, para terminar opinando “Buena en el fondo, tiene la necesidad de serias e importantes reformas en materia de reglamentación, si ha de alcanzar el alto objetivo que está a ser destinada: ser garantía eficaz de que el resultado de las urnas sea feliz expresión de la voluntad nacional”.

Posteriormente, debía rendir el examen final ante los Ministros de la Corte Suprema de Justicia el 31 de julio del mismo año. Sin embargo, se enteró que el Tribunal había resuelto no oír exámenes ese día. Lo anterior lo molestó, planteando su reclamo al Primer Oficial de la Secretaría de la Corte, quien le aconsejó pidiera audiencia para hablar con el Presidente del Tribunal, don Manuel Montt Torres. Sin dilación alguna, consiguió la audiencia solicitada y expuso a Montt la urgencia de volver a su buque y le rogó se sirviera tomarle el examen correspondiente. El señor Montt consultó el caso con sus colegas y sin vacilaciones, su petición fue aceptada por unanimidad y el portero recibió la orden de hacer entrar a la sala a aquel oficial de Marina tan justamente molesto.

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La historia consigna lo sucedido ese memorable día en la vida del héroe. Vestido de impecable uniforme de parada, con su espada al cinto, llegó a las dependencias de la Corte Suprema. Llamó la atención y causó curiosidad en el recinto de los Tribunales el ver por primera vez a un oficial de Marina en trámites para obtener el título profesional de abogado; hombre sencillo y sin vanidad, quiso en esa ocasión, para él solemne y de imperecedero recuerdo, presentarse con lo mejor que tenía. Al entrar, fue detenido por el portero, quien le manifestó que al Tribunal no era permitido llegar ni con bastón ni mucho menos con espada y que tuviera a bien quitársela. Por primera y única vez en un acto oficial, entregó su espada en manos ajenas, sólo ante la majestad de la ley, en la portería del primer Tribunal de la República. Así, entró en la sala despojado de su espada y como licenciado en leyes, vistiendo su levita de Capitán de Corbeta.

Luego de rendir un excelente examen, fue aprobado unánimemente. Terminada la audiencia fue felicitado por el Secretario, señor Infante, en nombre de la comisión que lo examinó, por la extraordinaria competencia demostrada en el examen.

Antes de obtener su título, ya se había desempeñado como abogado al defender al ingeniero Ricardo Owen, acusado de desobediencia y después a su amigo y compañero de curso de la Escuela Naval, Luis Uribe, acusado del delito de desobediencia y desacato a sus superiores.

En una defensa notable por su precisión y habilidad magistral, dejó de manifiesto la actitud arbitraria del Almirante José Anacleto Goñi y el mal proceder del Ministro Plenipotenciario de Chile en Europa, Sr. Alberto Blest Gana, obteniendo un gran triunfo, ya que el Consejo de Guerra absolvió al acusado, dándole por cumplido el tiempo de seis meses en que Uribe estuvo arrestado y le concedió todas las indemnizaciones a que tenía derecho.

A la muerte del Vicealmirante Manuel Blanco Encalada, ocurrida el 05 de septiembre de 1876, entre otros oradores, hizo oír su voz en sus funerales en Santiago, leyendo un discurso que reveló su erudición.

El año 1876 la Escuela Naval cerró, pasando a desempeñarse como ayudante en la Gobernación Marítima de Valparaíso y fijó su estudio de abogado en la Plaza de la Justicia, en los altos del Banco Consolidado de Chile. Esto le permitía atender sin inconvenientes, en horas de franco, a su clientela, y en horas de servicio los deberes de su cargo.

Cuando se presentó en la Cámara de Diputados el proyecto de Ley de Navegación, EL 14 de diciembre de 1876, algunos de sus autores tomaron contacto con él, para que la revisara y emitiera un juicio y si era el caso, insinuara las modificaciones que estimara conveniente.

Después de algunos meses de trabajos, presentó una gran cantidad de comentarios y observaciones a los autores del proyecto, fundamentados en 152 artículos. Muchas de sus propuestas fueron aceptadas y la ley fue aprobada el 24 de julio de 1878, la que permaneció vigente durante cien años.

 

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Ascendió a Capitán de Fragata el 25 de Septiembre de 1877.

Al año siguiente, se presentaron delicados problemas limítrofes con Argentina, debido principalmente a las intenciones de ese país en hacer soberanía en territorios de la Patagonia, que pertenecían históricamente a Chile, especialmente en el río Santa Cruz, al extremo de que ambos países se alistaron para la guerra.

Lo anterior, llevó al Presidente de la República, Aníbal Pinto, a solicitar a la Comandancia General de Marina un oficial de Marina de absoluta discreción y confianza para mandarlo como agente especial confidencial a Uruguay, con instrucciones de trasladarse a Buenos Aires para obtener informaciones del apresto armamentista argentino. El elegido fue él. De acuerdo a sus propias palabras, al referirse a la reunión privada que tuvo con el Presidente de la República, al encomendarle tan delicada y especial misión fue: “El objeto de su viaje es saber si está dispuesto a trasladarse a Montevideo para saber lo que se haga en la República Argentina, en orden a armamentos, movimientos militares y toda clase de aprestos que revelen un carácter hostil a Chile, pues se está recibiendo continuamente telegramas alarmantes, quizás sin fundamento real y lo que se desea es saber lo que haya de positivo”.

En cumplimiento de su misión, se dirigió a la ciudad de Montevideo, donde arribó el 18 de noviembre de 1878, presentándose como abogado y escritor, alojándose en el hotel de la Paz. Visitó dos veces Buenos Aires en diciembre del mismo año, logrando establecer algunos contactos y encontrándose brevemente con el Presidente de ese país, don Nicolás Avellaneda.

La labor desarrollada fue descollante. Con su informe el gobierno chileno se formó una imagen clarísima de los preparativos argentinos, sin embargo, la misión no era de su agrado, por lo que solicitó su retorno al país tras completar lo esencial de ésta. El 28 de enero de 1879 recibió autorización para volver a Chile, arribando a Valparaíso a mediados de febrero, rindiendo cuentas de los gastos realizados en el desempeño de su misión, incluso, devolvió al gobierno el dinero sobrante que ascendía a la suma de noventa y siete pesos.

Un par de meses antes de viajar a Montevideo, el 07 de junio de 1878, escribe una carta al Presidente de la Sociedad Benjamín Franklin, en la cual agradecía haber sido aceptado para hacer clases gratuitas en la Escuela Nocturna para adultos Benjamín Franklin, que funcionaba en Valparaíso, para dictar las clases de Moral y Lecciones de la Naturaleza.

“Tengo el agrado de acusar recibo de su estimable nota de 4 de junio último, en la que, a nombre del directorio que usted preside, me comunica haber sido aceptada, con agradecimiento, la oferta que, por medio de su secretario, le hice, para llevar algunas clases en la Escuela Nocturna para adultos Benjamín Franklin, que se trata de establecer.

Habéis emprendido una obra de humilde apariencia, pero de vastos resultados en el porvenir.

Estimo un deber ayudaros en su realización, como creo un honor alistarse bajo la bandera de la instrucción del pueblo, que habéis levantado.

No extrañéis, pues, que en vez de recibir las gracias que me dáis por el ofrecimiento que os hice, juzgue deber dároslas por su aceptación.

Desempeñaré con placer y, a medida de mis fuerzas, las clases de Moral y Lecciones de la Naturaleza, que habéis tenido a bien señalarme.

Con sentimientos de la más distinguida consideración y aprecio, quedo de usted A.S.S.                                                                                                                           

Arturo Prat

Al Presidente de la Sociedad Benjamín Franklin”

Su regreso al país coincidió con el zarpe de la Escuadra al norte, con destino a Antofagasta, donde arribó el 14 de febrero, ciudad que fue tomada por las tropas chilenas, con el objetivo de salvaguardar los intereses de los connacionales residentes, pasados a llevar por las medidas tomadas por el gobierno de Bolivia, causa inmediata y directa de la Guerra del Pacífico.

Al estallar el conflicto bélico, como se mencionó anteriormente, venía llegando de su misión en Montevideo, razón por la cual no se le dio un puesto a flote en la Escuadra, pues todos los cargos ya estaban ocupados durante su ausencia en el extranjero, por lo que fue nombrado ayudante de la Comandancia General de Marina. Su trabajo no le agradaba, se consideraba postergado ante la suerte de sus compañeros embarcados, quienes tendrían la oportunidad de luchar por la patria. Por ello, usaba lo menos posible el uniforme, permaneciendo gran parte del tiempo en su estudio de abogado.

Pero esta situación no duro mucho tiempo. Cuando don Rafael Sotomayor debió viajar a Antofagasta llevando el plan del gobierno para la Escuadra, solicitó a la Comandancia General de Marina un ayudante que le sirviera de secretario y asesor en asuntos navales, siendo designado para estas funciones él. Ambos se embarcaron en un vapor de la carrera el 29 de marzo, llegando el 02 de abril, después de hacer escala en Coquimbo y Caldera. Aquí abordaron el buque insignia de la Escuadra, blindado “Blanco Encalada”, siguiendo en él hasta Iquique, donde recibió la orden de notificar el bloqueo de Iquique a las autoridades peruanas. Bajó a tierra el 05 de abril, ya en guerra declarada y con la espada envainada en la mano izquierda y en la derecha un pliego cerrado, pasó entre el gentío curioso y preguntó por la casa del Prefecto de la ciudad, Sr. Dávila. Conocida la dirección, siguió su camino, siempre rodeado de gente que se abría paso ante su presencia, hasta llegar a su destino. El Prefecto lo recibió cortésmente, pero con evidente nerviosismo, al punto que no pudo abrir el despacho, lo que tuvo que hacer el propio Prat. Enterado que el puerto sería bloqueado, el funcionario peruano se limitó a hacer presente una protesta que como contestación entregó a Prat, quien a su vez, le solicitó autorización para dejar una nota similar al Decano del Cuerpo Consular, en la que se manifestaba que la actitud hostil del Perú hacia Chile, en el conflicto con Bolivia, había llevado a nuestro país a bloquear el puerto de Iquique y le indicaba a los extranjeros residentes que podrían embarcarse en los vapores al ancla en la bahía con el pasaporte del respectivo Cónsul.

Antes de retirarse, el Prefecto le ofreció una escolta, en previsión de cualquier acción hostil de la muchedumbre, contestando: “No la necesito, señor”. Luego de esto, le dio las gracias, lo saludó atentamente y se retiró. El regreso a bordo lo realizó sin problemas, no recibió insultos ni vejaciones.

Estando en Antofagasta, se le asignó el mando de la goleta “Covadonga”, que se encontraba en reparaciones en Valparaíso, la que debía llevar a Iquique. Aprovechando esta situación el Almirante Williams Rebolledo y el Ministro de Guerra en Campaña, Rafael Sotomayor, lo enviaron con la comisión de pedir personalmente al gobierno la compra urgente del vapor “Amazonas”.

Terminada su misión en Santiago tomó el mando de la “Covadonga”, cuyas reparaciones estuvieron listas a principios de mayo. El día 03, la corbeta “Abtao”, al mando del Capitán de Corbeta Carlos Condell y la goleta “Covadonga”, bajo su mando, zarparon de Valparaíso, recalando en Iquique el 10. Al llegar a su destino, encontraron a la Escuadra haciendo preparativos para una incursión por sorpresa al Callao, con el objetivo de atacar a la escuadra peruana en ese puerto. Para esto, el Almirante Williams Rebolledo hizo cambios en los mandos de las unidades. Designó Comandante de la “Abtao” al Capitán de Fragata Manuel Thomson, que comandaba en ese momento la corbeta “Esmeralda”, siendo reemplazado por Prat y dejó de Comandante de la “Covadonga” al Capitán de Corbeta Carlos Condell.

 

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El 16 de mayo, la Escuadra zarpó rumbo a El Callao con el plan de sorprender a los buques peruanos. La casualidad o el destino quiso que el mismo día zarpaban desde ese puerto el blindado “Huáscar”, la fragata blindada “Independencia” y los transportes “Oroya” y “Chalaco”, con destino a Arica, con el objeto de llevar tropas, armamento, municiones y vituallas, cruzándose ambas escuadras sin avistarse.

En Arica, el Jefe de la División Naval Peruana, Capitán de Navío Miguel Grau Seminario, fue informado que en Iquique habían quedado bloqueando el puerto solo dos buques chilenos, cuya inferioridad combativa en comparación al “Huáscar” e “Independencia” era inmensa y que un convoy con 2.500 soldados chilenos había zarpado de Valparaíso con destino a Antofagasta. Rápidamente ideó un plan que consistía en hundir las naves chilenas para levantar el bloqueo de Iquique y atacar el convoy para apoderarse de los buques, tropa, armamento, víveres y pertrechos en general. Como acción secundaria, destruiría la máquina resacadora de agua de Antofagasta para evitar el suministro de este vital elemento a las tropas del Ejército que se encontraban allí acantonadas.

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El miércoles 21 de mayo de 1879, a las 6:30 de la mañana, al despejarse la neblina, el vigía de la “Covadonga” dio aviso de la presencia de dos naves con el grito “¡Humos al norte!”. En un principio se pensó que había regresado la Escuadra chilena, sin embargo, a las 6:45 horas, un marinero de la “Covadonga” logró identificar con claridad las arboladuras de los buques y reconocerlos como los peruanos “Huáscar” e “Independencia”. Ante esa información, el Comandante Condell ordenó dar un tiro de aviso a la “Esmeralda” al ancla en el puerto.

No se narrará en esta biografía los combates navales de Iquique y Punta Gruesa, solo se señalarán algunos hechos relevantes que explican el motivo por el cual la figura del Capitán de Fragata Agustín Arturo Prat Chacón es para los chilenos una de las más importantes de toda su historia.

Aunque la diferencia de fuerzas existentes entre las naves chilenas y peruanas era abrumadora, el Comandante Prat optó por enfrentar el desigual combate hasta las últimas consecuencias. Cumplir con su deber y no rendir jamás el pabellón nacional de su nave.

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Su heroica muerte sobre la cubierta del “Huáscar” fue el ejemplo a seguir por todos los chilenos, que hasta ese momento no comprendían el por qué de la guerra. La Nación se cohesionó en torno a su figura y la de sus compañeros de gloria, los que hasta el momento se mostraban impávidos frente a la guerra, ahora se enrolaban tanto en el Ejército como en la Armada.

El 21 de mayo de 1879, marcó un antes y un después en la guerra, sin temor podemos afirmar que ese día en Iquique, la balanza de la victoria se inclinó hacia Chile, gracias a la valentía y heroísmo de Prat y sus camaradas de armas de la “Esmeralda” y de la “Covadonga”.

Fuente: Armada de Chile

Natalicio de Don Arturo Prat Chacón

 

Un día como hoy (03 de Abril), en 1848, vino al mundo el gran prócer naval de Chile, don Arturo Prat Chacón.

Ejemplo de patriota, de padre, de marido, de hombre de honor, abrió sus ojos en San Agustín de Puñual, Ninhue.

Su lección de vida y su gesta de Iquique son para Chile un mensaje eterno de cómo cumplir con el deber con la Patria, que debemos mantener siempre presente.

Agregó a sus grandes prendas morales e intelectuales haberse titulado de Abogado, con un gran esfuerzo pero con gran fruto.

Reflexión de Mario Barrientos Ossa.

 

Bombardeo a Valparaíso

EL BOMBARDEO A VALPARAÍSO: CURIOSIDADES Y DETALLES OLVIDADOS EN LAS  GENERALIDADES DE LA HISTORIA

El origen del conflicto con España, estuvo en Perú donde un hacendado peruano le ganó un juicio a colonos españoles; en represalia, buques españoles que navegaban frente a Perú tomaron las islas peruanas Chinchas y los políticos chilenos lo consideraron una agresión colonialista al continente americano y su independencia y así lo hicieron saber tanto nacional como internacionalmente en el Congreso Americano.

Chile también impidió a los buques españoles abastecerse de carbón en puertos chilenos. El representante de España en Chile firmó con el Gobierno chileno un tratado de entendimiento, pero fue desautorizado en Madrid y cambiaron al representante.

El nuevo representante español le dio un ultimátum al Gobierno de Chile para que se disculpara o destruirían Valparaíso. Chile no aceptó y le declaró la guerra a España el 24 de septiembre de 1865, habiéndose aliado con Perú, Bolivia y Ecuador.

Después del Combate Naval de Abtao, la escuadra española desarrolló una segunda campaña a Chiloé para tratar de destruir a la Escuadra combinada chileno-peruana, ahora con la participación de las fragatas blindadas españolas “Numancia” y la “Blanca”. Sin embargo, el Capitán de Navío Juan Williams Rebolledo había previsto esta posibilidad enemiga con anticipación suficiente para cambiar el Apostadero de sus naves desde Abtao al Estero de Huito, frente a Calbuco, que le ofreció un refugio más seguro, por tener un acceso natural mucho más estrecho.

El Jefe español, Contraalmirante Casto Méndez Núñez, después de explorar Abtao, siguió al sur y ubicó los humos de las naves aliadas en Huito, pero no se aventuró a ingresar al estero para combatir con un espacio de maniobra tan restringido. Posteriormente, la situación de la escuadra española se tornó casi insostenible.

La guerra con Chile no obedecía a objetivo político español alguno, sino más bien a un vehemente apetito de represalia de un Almirante ya desaparecido. Adicionalmente, había redundado en que Perú, Ecuador y Bolivia le hubiesen declarado la guerra a España, con lo que se encontraban privados de toda posible posición para apoyo logístico de las naves cerca del teatro de operaciones. Faltaban el carbón, los víveres y hasta el sebo para las máquinas.

Desde otro punto de vista, el bloqueo comercial no había surtido el efecto esperado, dados la extensión del litoral chileno, los numerosos puertos y el escaso número de naves disponibles para ejecutarlo.

Además, en pocos días arribarían a Chiloé los buques peruanos, el monitor “Huáscar” y la fragata blindada “Independencia” para sumarse a la Escuadra aliada, que con este significativo aporte, quedaría en condiciones de operar ofensivamente en el Pacífico. 

Estos elementos de juicio aconsejaban la retirada. Pero, no se habían obtenido en el mar éxitos de resonancia o trascendencia suficientes como para considerar cumplida la mentada represalia a la nación chilena, que originó el conflicto.

Enfrentado a esta disyuntiva de cursos de acción contrapuestos, el jefe español resolvió la retirada, bombardeando antes la ciudad y el puerto de Valparaíso. Para ello notificó el día 27 de marzo por intermedio del ministro norteamericano Kilpatric al Gobernador de Valparaíso, que cuatro días más tarde bombardearía la ciudad, pidiéndole que se izarán banderas blancas en hospitales, iglesias y establecimientos de beneficencia. Además, que devolviera la Covadonga y saludara a la bandera.

Estaban surtas en la bahía las escuadras inglesa y norteamericana. La primera al mando del Almirante Denman y la segunda al mando del Comodoro John Rodgers.

El Encargado de Negocios de Inglaterra Mr. Taylor Thomson no autorizó la intervención de la escuadra inglesa para impedir el bombardeo, pues ello significaba un combate entre ambas fuerzas navales. El Comodoro Rodgers al conocer el pronunciamiento de los ingleses, no se atrevió a intervenir.

Entonces el Cuerpo Consular en pleno, hizo inútilmente una representación al Almirante Méndez Núñez, indicándole la esterilidad de su acción y la reprobación mundial y el baldón que España sufriría por ello. Poco antes del inicio del bombardeo a Valparaíso, ambas escuadras extranjeras zarparon, dejando abandonada a su suerte a la ciudad.

El día 31 de marzo de 1866, con las fragatas “Numancia”, “Blanca”, “Villa Madrid”, “Resolución” y “Vencedora”, el Almirante Méndez Núñez bombardeó el primer puerto chileno durante tres horas. Los hombres porteños se unieron en gran número a las tropas de línea y las mujeres, los niños y los ancianos se refugiaron en los cerros y quebradas. En el bombardeo sólo hubo dos muertos.

Las 2.600 bombas y granadas disparadas causaron daños avaluados en $14.733.700 de la época, equivalente a 3.6 veces el costo total de la Expedición Libertadora del Perú.

Estas son las consecuencias que Chile debió enfrentar, por no mantener un Poder Naval, consecuente con su condición geográfica esencialmente marítima.

El 11 de abril de 1871, se firma un armisticio mucho después que la escuadra española abandonara las aguas del Océano Pacífico.

Gracias a la gestión del Almirante Patricio Lynch Zaldívar se produce un acercamiento entre ambas naciones, firmándose en Lima el Tratado de Paz y Amistad, el 12 de junio de 1883.

España quedó muy mal parada con este acontecimiento y ello se reflejó en la gran repulsa de la prensa mundial, que los calificó de incendiarios y de atacar una ciudad indefensa.

Las enormes pérdidas comerciales y la pasividad de la Armada Británica causaron escándalo en el Parlamento del Reino Unido, originaron reclamos de vergüenza nacional y arruinaron la reputación de connotados personajes de la época.

Los marinos norteamericanos trataron en varias oportunidades de mediar para que el bombardeo no se consumara, y las comunidades extranjeras valoraron los esfuerzos del comodoro John Rodgers, que comandaba la flota de cinco buques, quien reconocía que no estaban capacitados para intervenir, ya que los intereses en juego eran europeos.

Luego del bombardeo se produjo un general sentimiento anti-español, recordándose que tres años antes (5 de mayo de 1863), se había recibido a algunos de estos buques, como integrantes de la flotilla de una Comisión Científica Española en el Pacífico. Sus integrantes fueron agasajados por las autoridades y comunidad hispánica residente en el puerto, con un banquete en el Teatro Victoria.

Fuentes consultadas:

1. https://www.armada.cl/armada/tradicion-e-historia

2. http://aechile.cl

3. http://segundinos.cl/

4. http://www.memoriachilena.gob.cl

5. http://www.mercuriovalpo.cl

6. http://www.mmn.cl

Carlos Saldivia Rojas. Suboficial Mayor Naval (R).

Un aporte del Presidente de la Sede de la Unión de Vaparaíso, Francisco Alomar M. 

MUJER DEL UNIFORME VERDE.

 Alguacil Mario Barrientos Ossa. Prefectura de Cachapoal.

Carabineras chilenas, carabineras de Chile, policia chilena

Mujer del uniforme verde,

Que cubres tu femenino cuerpo 

Con la capa del honor, 

Recibe mi homenaje con emoción.

Mujer que, sin dejar de ser mujer,

Eres capaz de ser fuerte, de imponer la ley,

De cumplir el mandato divino:

DIOS AMA EL ORDEN, es tu deber.

Mujer que, luego de dulcemente amamantar

La criatura bella surgida de tu seno,

La dejas junto a tu amado

Para cumplir con tu deber.

Mujer que sientes en tu alma

El clarín que grita:

La Patria está primero,

Y sales con orgullo a trabajar.

Mujer, que como tal sabes también de lágrimas,

De secretos dolores, de incomprensiones y desdén,

También tu alma se ilumina, como una estrella,

Cuando recibes el fruto hermoso del amor.

Mujer del uniforme verde,

Orgullosa de tu vida y de tu ser,

Recibe nuestro homenaje sentido

Salido de lo hondo del corazón.

(Homenaje a la Mujer Carabinera en el Día Internacional de la Mujer, marzo de 2022) Fuente imagen: Pinterest. com. 

U al dia

La Independencia y el Ejército de Chile por Ricardo Valenzuela Benavente, Brigadier de Ejército (COSUR). Video Institucional del Ejército de Chile —- Actividades de nuestra sede V Región con motivo del 11 de septiembre.

Esas galas, ¡Oh, Patria!, esas flores, que tapizan tu suelo feraz, no las pisen jamás invasores; con tu sombra las cubra la paz. Nuestros pechos serán tu baluarte, con tu nombre sabremos vencer, o tu noble, glorioso estandarte, nos verá combatiendo caer.

Al evocar en esta promisoria primavera, el nacimiento y formación de nuestra Patria, nos hacen pensar en que quienes fueron los forjadores de nuestra Patria cumplieron a la perfección, estas sencillas, pero determinantes normas de compromiso ciudadano y que hoy, felices, podemos tener el privilegio de nutrir el alma nacional, en la fuente inagotable de nuestras tradiciones.

Dichosos los pueblos que, como Chile, pueden apelar a su glorioso pasado, para vivir un expectante presente y tener derecho a un auspicioso futuro.

Con estos sentimientos queremos exteriorizar nuestra salutación a fechas, instituciones y nombres gloriosos, que alimentan el alma de nuestra chilenidad.

Así, entendida la Patria como esencia que nos fortalece y de la que somos parte, nos lleva a concluir que la Patria tiene algo de verso, mucho de leyenda y más de historia, la que se transforma en el alma que une a quienes hemos nacido en este territorio.

Así expresado, la historia se escribe, se cuenta y debe recordarse, que es lo que ahora tradicionalmente haremos.

El 18 de septiembre se celebra el aniversario de la primera Junta Nacional de Gobierno, constituida el mismo día, pero en el lejano 1810. Este suceso marcó el precedente para que Chile, entonces colonia de España, iniciara su camino hacia la liberación.

En el Chile colonial, la administración centralizada de las riquezas, el descontento de la ciudadanía por las injusticias sociales, la prohibición del comercio entre distintas latitudes, sin previa autorización del virreinato del Perú, entre otras muchas razones, provocaron que los principales intelectuales criollos (hijos de españoles nacidos en América), iniciaran la lucha por la independencia.

El Cabildo era el órgano representativo de la comunidad que se encargaba de administrar las ciudades, y en el caso de regiones muy alejadas o sin comunicación con la corte, actuaba como representante del rey. Para ser parte de él, había que ser vecino o encomendero, y quienes eran nominados para estos cargos estaban obligados a aceptarlos y ejercerlos por el período de un año.

Dicho cabildo, presidido por don Mateo de Toro y Zambrano, estaba formado por dos alcaldes, seis regidores, un secretario y un procurador. Los cabildos tuvieron gran importancia, ya que estaban compuestos por criollos amantes del país que intentaban representar de la mejor forma a sus compatriotas.

Aprovechando que el rey Fernando VII se encontraba preso en Francia, los criollos organizaron un cabildo abierto (una discusión a viva voz) donde se acordó constituir la primera junta nacional de gobierno en espera de la liberación del rey.

A las nueve de la mañana del 18 de septiembre de 1810, se reunió en el salón de honor del consulado (sitio donde actualmente están los tribunales de la Corte Suprema en Santiago), un grupo de personas preocupadas por la forma en que debía gobernarse Chile.

Intentando la conciliación entre los grupos de poder ahora enfrentados, Mateo de Toro y Zambrano entrega el mando voluntariamente ante el cabildo, con el objeto de asegurar que se siguiera gobernando a nombre de Fernando VII con las palabras: “Aquí está el bastón, disponed de él y del mando”.

El secretario, José Gregorio Argomedo, pronunció un corto discurso alusivo al cambio inmediato.

El procurador de Santiago, José Miguel Infante, toma la palabra y fundamenta la necesidad de constituir una junta gubernativa. Argumenta que el poder ostentado por el monarca legítimo, que había sido depuesto, volvía al pueblo, y así éste podía elegir a las autoridades que lo representarían siguiendo el ejemplo de la junta de Cádiz”.

“Fue imposible que los enemigos de innovaciones pretendieran expresar su discrepancia con los argumentos de Infante, los únicos que intentaron hacerlo: el peninsular don Santos Izquierdo, Caballero de la Orden de Montesa, y el criollo don Manuel Manso, administrador general de la aduana, fueron de inmediato silenciados. Los juntistas, dominadores de la asamblea, no aceptaron discusión e impusieron audazmente su voluntad”.

Al finalizar su discurso, la concurrencia pidió a grandes voces la inmediata formación de una Junta de Gobierno. Los patriotas gritaban: “¡Junta queremos! ¡Junta queremos!”. La idea fue aprobada.

Se procedió entonces a designar a los miembros que la integrarían, manteniendo como presidente a don Mateo de Toro y Zambrano. “aplausos se siguieron a las palabras del procurador de ciudad, cuando propuso para vice presidente al obispo electo de Santiago, doctor don José Antonio Martínez de Aldunate”.

“el acta levantada en la ocasión dice que todos los vocales, fueron admitidos con los mismos vivas y aclamaciones, sin que discrepase uno de más de cuatrocientos cincuenta vocales que asistían”.

Se concluyeron las diligencias relacionadas a la hora intempestiva de las tres de la tarde. la alegría que se produjo entre los vecinos de Santiago fue indescriptible, las campanas de las iglesias repicaban y el pueblo celebraba en fiestas y bailes.

Si bien la junta no constituyó un acto independentista como tal, permitió que los criollos buscaran y discutieran la mejor manera de dirigir a Chile. Esta tarea no fue fácil, pues muchas veces los independentistas se enfrentaron entre sí para interponer sus ideas sobre cómo gobernar al país. Todos querían lo mejor para la nación.

La junta de gobierno de 1810 permitió el nacimiento del período conocido como “Patria vieja”. En este lapso de tiempo se crearon emblemas como una bandera y escudo, y se libraron batallas importantes contra el ejército español.

Participaron en este momento de nuestra historia héroes nacionales como Bernardo O’Higgins y José Miguel Carrera, entre otros.

Finalmente, es el 12 de febrero de 1818 el día en que Chile fue reconocido como una nación soberana y libre de la corona española, cuando en la ciudad de Talca, don Bernardo O’Higgins Riquelme firmó la declaración definitiva de la independencia de nuestra república.

La fecha no fue escogida al azar, sino que fue un homenaje a la victoria obtenida por el ejército independentista un año antes, el 12 de febrero de 1817, durante la batalla de Chacabuco. Este hito marca el inicio del período que conocemos como “la Patria nueva”.

¿Por qué entonces celebramos las fiestas Patrias el 18 de septiembre y no el 12 de febrero?

Porque desde 1810 en adelante, los patriotas festejaban cada 18 de septiembre, la constitución de la primera Junta Nacional de Gobierno. Así, en 1818 inclusive, el país ya tenía la costumbre de festejar la independencia nacional en el mes de septiembre, hábito que se traspasó hasta nuestros días.

Finalización del proceso de la independencia.

En la historiografía chilena se hace terminar la Patria nueva en 1823, con la renuncia de O’Higgins. Sin embargo, el último territorio español en Chile, la isla de Chiloé, sería conquistada recién en 1826, durante el gobierno de quien le sucedió, don Ramón Freire.

La independencia de Chile corresponde al proceso histórico que permitió la emancipación del imperio español, acabando con el período colonial y dando inicio a la conformación de una república independiente. Se define entonces este período como a aquel comprendido desde el establecimiento de la primera Junta Nacional de Gobierno el 18 de septiembre de 1810 hasta la abdicación de Bernardo O’Higgins al cargo de Director Supremo, el 28 de enero de 1823, en el que durante la mayor parte del proceso se llevó a cabo una guerra entre realistas de la monarquía española y patriotas libertadores. Este período es dividido en tres etapas importantes: la Patria vieja (de 1810 a 1814), la Reconquista (entre 1814 y 1817) y la Patria nueva (de 1817 a 1823), finalizándose con la anexión del territorio de Chiloé en enero de 1826.

Oficialmente, nuestra soberanía fue declarada a través del Acta de Independencia de Chile, jurada oficialmente el 12 de febrero de 1818, que solo sería reconocida por España el 24 de abril de 1844, 26 años más tarde.

Finalmente, cabe hacer resaltar que íntimamente ligado al nacimiento de la Patria y luego de la batalla de Chacabuco, ocurrida el 12 de febrero de 1817, bernardo O’Higgins sintió la necesidad de contar con una institución que formara unidades armadas para la defensa de la nación. Así, el 16 de marzo de ese mismo año creó la Academia Militar, formadora de los oficiales y suboficiales que conformarían los mandos del ejército, hoy llamada Escuela Militar del General Bernardo O’Higgins.

Las unidades de este establecimiento realizaban su instrucción y ejercicios militares. En terrenos extensos y vacíos y simulaban combates. El espectáculo ofrecido en estos ensayos, resultaba atractivo para los ciudadanos, quienes con el tiempo comenzaron a apostarse en todos los lugares donde estos se realizaban. Como estos ejercicios tenía un objetivo netamente de instrucción militar, cada año se consideraban fechas distintas para su realización.

En 1832 el presidente José Joaquín Prieto estimó que la parada militar debía convertirse en una ceremonia de Estado, en las celebraciones de las Fiestas Patrias, destinando por decreto el día 18 de septiembre para su celebración y en 1896 el presidente Jorge Montt, mediante una orden gubernamental, situó al Parque Cousiño (actual Parque O’Higgins) como el escenario del desfile.

En 1915, bajo el gobierno de Ramón Barros Luco, se declaró al 19 de septiembre como el “Día de las Glorias del Ejército”, ceremonia que se había convertido en un evento solemne, al que asistían distintas personalidades del mundo político, militar y eclesiástico, otorgándole al décimo noveno día del mes de septiembre la calidad de feriado nacional.

Desde ahí en adelante, la parada militar se ha realizado con regularidad cada año y el desfile de las FFAA Se ha convertido en una actividad protocolar ligada a la fiesta del natalicio de la República.

Esta nueva primavera, se nos presenta un septiembre que, con su mágico encanto, nuestros sentidos, perceptivos sensores de la más íntima vitalidad, nos provocan motivaciones que afloran en expresiones de alegría, frescura y lozanía que nos incitan a exteriorizar nuestra salutación, a hechos históricos, instituciones y proceres, forjadores de nuestra chilenidad y que son esencia y elixir vital de los conceptos: Independencia – Patria – Nación y Libertad.

Es por ello que todo el pueblo chileno se expresa abiertamente en estas fechas, para exteriorizar su alegría y orgullo de su historia, que nos une y proyecta hacia el futuro compartiendo en todo el territorio nacional un sonoro ¡Viva Chile!

Fuente: Página Editorial del sitio Web Cosur Chile y de su revista digital “Tres Espadas” Av. Bernardo O’Higgins 1452, piso 3, Santiago. www.cosur.cl y contacto@cosur.cl

Video Institucional del Ejército de Chile: www.youtube.com/watch

Unión Sede Valparaíso participó activamente en misa Capilla Naval Las Salinas Viña del Mar en Homenaje a los caídos el 11 de set 1973. Se completó la iglesia de acuerdo con aforo sanitario.

Posteriormente, se efectuó la tradicional romería a la tumba del Almirante José Toribio Merino Castro en el Cementerio Parque del Mar en Viña del Mar.

El 13 de este mes, el Almirante Migue Vergara Villalobos dictó una exposición sobre la historia del 11 de Setiembre 1973 con gran afluencia de participantes por medio de Internet.

U al dia

FUNDAMENTOS DE LA ESTRUCTURA JERÁRQUICA Y DE CARRERA PROFESIONAL DE LAS FUERZAS ARMADA.

Como ha sido la constante en estos últimos años, diferentes grupos y organizaciones aprovechan el mes de la patria y de las glorias del Ejército, para atacar a las FF.AA. a las que no les perdonan haber librado al país del yugo marxista un 11 de septiembre de 1973. Como todo se quiere refundar y entre ella a las instituciones de la Defensa, compartimos este interesante artículo escrito por el profesor Guillermo Patillo en el diario “El Mostrador”.

La existencia de los escalafones separados de Oficiales y Cuadro Permanente del Ejército, Fuerza Aérea y Gente de Mar, en el caso de la Armada, ha existido desde los inicios de las Fuerzas Armadas (FF. AA.) en todas partes del mundo hasta nuestros días.
Esto permite a las instituciones contar con equipos de trabajo multidisciplinario, necesarios para lograr la operación segura, responsable y eficiente del material asignado a las distintas ramas de la defensa, que cuentan con sistemas de armas complejos de operar y mantener.
Asimismo, permite contar con la estructura de mando necesaria para la toma de decisiones a todo nivel, que es una característica inherente y fundamental de toda institución de naturaleza militar y jerarquizada.

Fusionar los escalafones o las escuelas matrices nunca ha obedecido a una necesidad de las instituciones, ni tampoco a aspiraciones del personal de las Fuerzas Armadas. Pensar en ello, sería menospreciar y atentar contra el legítimo orgullo del personal que compone el escalafón de Cuadro Permanente del Ejército, Fuerza Aérea y Gente de Mar, el que ha sentido por más de noventa años, en el caso de la Fuerza Aérea, y doscientos años, en el caso del Ejército y la Armada, desempeñándose en distintas especialidades y grados, desde su ingreso a las escuelas matrices como soldados o grumetes, hasta su retiro como suboficiales mayores en sus respectivas instituciones.
En efecto, la carrera militar requiere de diferentes competencias para trabajar en equipo. Además, es imperativo tener una estructura de mando (jerarquía) para tomar decisiones según el nivel que corresponda, a objeto de resolver problemas y situaciones propias de la naturaleza militar.
En el caso de los medios de las instituciones, tales como buques, aeronaves, tanques, que pueden ser desplegados y operar por periodos prolongados, incluso sin ningún tipo de apoyo o servicio externo, debe considerarse que su organización es compleja y debe permitir realizar en forma eficiente desde las tareas más cotidianas, como confeccionar y distribuir las comidas, atender enfermos o heridos, hacer mantenimiento preventivo, reparar maquinarias, radares, sonares, entre otros sistemas de alta complejidad, y hasta las exigencias más extremas del trabajo en equipo cuando se debe combatir.
El escalafón de Oficiales tiene como propósito contar con personal formado, entrenado y capacitado para desempeñarse en los niveles directivos de las instituciones, con la finalidad principal de ejercer el mando, conducir al personal y tomar decisiones bajo presión y en situaciones de incertidumbre, las que muchas veces implican el manejo del riesgo, tanto para el material como para la vida del personal subordinado.
Como ejemplo característico, y tal como ocurre en todas las FF.AA. del mundo, una de las funciones principales es ejercer el mando de una unidad de combate o repartición, donde el comandante requiere de competencias y habilidades propias de su formación matriz, adquiridas en las escuelas matrices de oficiales.
El escalafón de Cuadro Permanente del Ejército, Fuerza Aérea y Gente de Mar, en el caso de la Armada, tiene como propósito contar con personal altamente capacitado para desarrollar funciones principalmente técnicas que, por su especificidad, requieren de experiencia y una capacitación particular que los habilita para desempeñarse en tareas muy técnicas al inicio, hasta alcanzar las competencias para desempeñarse como mandos medios y encargados de equipos y sistemas de alta sofisticación. Esta condición se adquiere a partir de su formación matriz en las Escuelas de Suboficiales del Ejército, de Grumetes en la Armada y de Especialidades en la Fuerza Aérea.
De acuerdo a lo anterior, y teniendo en consideración que se requieren dos perfiles de egreso distintos, uno de nivel profesional y otro de nivel técnico, se hace necesario contar con escuelas matrices diferenciadas, a objeto de optimizar y hacer más costo-efectivo todo el proceso formativo.
Por ejemplo, esto es comparable con el área de salud, existiendo procesos diferenciados de formación, donde el médico y el enfermero estudian en diferentes centros educacionales, con distintos tiempos y costos para realizar tareas específicas, pero en equipo. En efecto, en una cirugía, claramente el arsenalero es tan importante como el cirujano, pero ambos decidieron voluntariamente estudiar en distintos centros educacionales para desempeñar distintas tareas. Esta situación se puede extrapolar a muchas áreas del quehacer laboral.
Un ciudadano chileno puede de manera voluntaria postular a cualquiera de las escuelas matrices de las Fuerzas Armadas, de acuerdo a su interés personal, obedeciendo a habilidades distintas, y cuyo ingreso estará condicionado al mérito académico del postulante.
La carrera militar es de alta exigencia y promueve el talento y la capacidad, posibilitando a cualquiera de sus integrantes el perfeccionamiento y los ascensos a lo largo de su carrera y, con ello, asumir mayores responsabilidades de mando y administración del personal y material, que son la base del trabajo en equipo que requiere la función militar, incluso pudiendo, la Escuela de Suboficiales del Ejército, Escuela de Grumetes de la Armada y Escuela de Especialidades de la FACH, de acuerdo a sus méritos, pasar al escalafón de Oficiales, lo cual ocurre periódicamente.
De tal forma, los escalafones diferenciados y las distintas escuelas matrices satisfacen una necesidad de operación de los medios de las FF.AA. que, con el tiempo, se ha ido perfeccionando, no siendo prudente ni recomendable hacer experimentos de fusión de escalafones y escuelas formadoras.
Si lo anterior fuera más eficiente para la operación de las instituciones armadas, más de alguna lo hubiera implementado, cosa que no ha ocurrido en Fuerzas Armadas de países progresistas, ni siquiera en la antigua Unión Soviética o en Venezuela.
Finalmente, fusionar los escalafones o las escuelas matrices nunca ha obedecido a una necesidad de las instituciones, ni tampoco a aspiraciones del personal de las Fuerzas Armadas.
Pensar en ello, sería menospreciar y atentar contra el legítimo orgullo del personal que compone el escalafón de Cuadro Permanente y Gente de Mar, el que ha sentido por más de noventa años, en el caso de la Fuerza Aérea, y doscientos años, en el caso del Ejército y la Armada, desempeñándose en distintas especialidades y grados, desde su ingreso a las escuelas matrices como soldados o grumetes, hasta su retiro como suboficiales mayores en sus respectivas instituciones .

Guillermo Patillo. El Mostrador, Opinión, 13/09/2021

Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

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LA LEGIÓN DEL MÉRITO DE CHILE. por Mario Barrientos Ossa.

Durante el mes de la patria y de las glorias del Ejército de Chile, la Unión continuará entregando aspectos un tanto desconocido de la vida y obra del Libertador Don Bernardo O´Higgins Riquelme. Agradecemos a los historiadores y miembros del Instituto O’Higginiano por apoyarnos con sus estudios y conocimientos.

El 12 de septiembre de 1817, a las doce del día, se constituyó la Legión en el Palacio Directorial, con la presencia de los oficiales nombrados por el Libertador, que concurrieron a prestar juramento, pasando a integrar el Consejo de la Legión, cuyo secretario fue don Antonio Arcos.

El Libertador ingresó al salón, con su casaca de gala y su gran sombrero emplumado, y tomó colocación en su sillón. El resto de los presentes estaba sentado en frente de él, los oficiales presentes también con sus uniformes de parada, los civiles de levita.

Era una ocasión solemne, especial. Dio por abierta la sesión. El secretario expresó que las miras de S.E. al formar la Legión y establecer su Consejo, era reunir la lista de los más constantes defensores de la libertad y de los hombres de mérito, que en ella se darían la mano la gloria militar con las virtudes cívicas, y que la patria tendría la satisfacción de destacar por su mérito con igual gratitud al sacerdote, al legislador, al magistrado y al honrado ciudadano que con sus trabajos, sus talentos y sus virtudes la ilustran, como al militar que con su sangre la defiende.

Los oficiales nombrados prestaron el juramento de “defender la patria, sostener su libertad e independencia, ser siempre fieles al honor, y no olvidar jamás la gloriosa distinción con que se les había condecorado”.
El Libertador expresó su deseo de premiar sin demora el sobresaliente mérito del teniente coronel don Ramón Freire Serrano y del comandante del Cuarto Escuadrón de Granaderos a Caballo, don Manuel Escalada.

De esta sesión se levantó un acta, en la cual se dejó constancia en el Libro respectivo, de lo siguiente:

1.- Que la Legión se declaraba formada y reunido el Consejo que la regiría.

2.- Que se declaraban miembros fundadores de la Legión solo a los que habían obtenido el diploma con fecha 1º de junio último.

3.- Que el Consejo aceptaba desde ya como miembros al teniente coronel don Ramón Freire Serrano y al comandante don Manuel Escalada.

4.- Que los miembros usarían una medalla de oro entregada por el Libertador, prendida de una roseta en el ojal de la casaca. Agregan las crónicas de la época que S.E. quiso celebrar este día sirviendo una espléndida comida a los oficiales de la Legión, y que por la noche se dio un lucido baile, en que se notó con no poco interés que muchas bellas señoras combinaron en el adorno de sus graciosos trajes el tricolor que distingue y ha adoptado la Legión.

La creación por O’Higgins de la Legión de Mérito es una manifestación más de su espíritu republicano, imponiendo una política de mérito por sobre los privilegios de nacimiento o de clase, tan comunes en esos años. Por eso lo destacamos en esta perla,

Mario Barrientos Ossa (La Legión al Mérito de Chile)

Un aporte del Co Presidente Gustavo Basso C.

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11 de septiembre de 1973.

Como todos los años la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional, rinde un sentido homenaje a esos grandes hombres que asumieron la tremenda responsabilidad de encabezar la reconstrucción de un país al borde del abismo.

 Junta de Gobierno de Chile (1973-1990) - Wikipedia, la enciclopedia libre

Junta de Gobierno de Chile (1973-1990) – Wikipedia, la enciclopedia libre

Hace 48 años, y a la misma hora en que se escriben estas líneas, ya nos habíamos enterado de la identidad de nuestros primeros camaradas caídos.

Todos muy jóvenes, todos subalternos.

Ninguno deliberó ni participó de las decisiones que llevaron a reemplazar por la fuerza un gobierno caído en la ilegitimidad.

Se limitaron a cumplir con su deber de obediencia, a costa de sus vidas.

Honraron su juramento a la Bandera y murieron sin saber si su temprano sacrificio tendría valor y significado para nuestra Patria.

Hoy los hemos recordado nuevamente en forma privada y respetuosa, con aprecio por los camaradas perdidos y rogando porque algo similar no vuelva a producirse en el devenir de nuestra sociedad.

También, sin alterar el orden público ni ofender a quienes pudieran aun percibirnos como enemigos, hemos rendido homenaje a esos grandes hombres que asumieron la tremenda responsabilidad de encabezar la reconstrucción de un país al borde del abismo.

Mientras ello sucedía en nuestra sede, una masiva manifestación se organizaba en las proximidades del palacio de La Moneda.

El ambiente se apreciaba festivo, mientras predominaban banderas rojas y emblemas de los partidos que conformaban la Unidad Popular de triste recuerdo, junto con himnos y canciones de esos felizmente lejanos 1000 días.

¿Algo que celebrar?

Probablemente la respuesta sea positiva para quienes han logrado imponer su sesgada versión de la Historia.

Para quienes seguimos asumiendo todos los costos, nada habría que celebrar, sólo recordar con la esperanza de días mejores en un país más justo y en donde en algún momento se encuentre la justicia para quienes se encuentran privados de libertad por entregar paz y prosperidad a este Chile tan querido.

Lamentablemente, la historia pareciera repetirse, cuando vemos un país divido en donde muchas instituciones no funcionan y otras dan un triste espectaculo sin que prevalezca el estado de derecho en algunas regiones del país.

Chile se hunde y vamos derecho al abismo con un país en caida libre, es de esperar que prime la cordura y no tengamos que volver a vivir los tristes días de un gobierno nefasto como lo fue el de la Unidad Popular.

Las FF.AA. no debieran seguir pagando los errores de la clase política.

U al dia

Septiembre: El fantasma de la venganza, por Fernando Barros T.

En el mes de la patria y de las glorias del Ejército de Chile, la Unión ha querido compartir este articulo del abogado Fernando Barrros T. Junto a lo anterior saludamos a todos los integrantes de la Unión que fueron parte del Ejército y a todos quienes hicieron grande a Chile en un mes como el que estamos recordando.

Septiembre: el fantasma de la venganza


La tradición patria nos enseña que en septiembre, junto con la alegría de la llegada de la primavera, es el momento de la unión de un pueblo en un nuevo aniversario de la independencia nacional y las glorias de nuestro ejército, al que se suma todo Chile en uno de los eventos de mayor significación nacional, como lo es la parada militar.

La oportunidad de encontrarnos y superar las divisiones y conflictos que nos separaron, se choca con el afán revanchista de los que fueron derrotados en Chile con la intervención de las FFAA y en el mundo con el derrumbe del muro de Berlín gracias al liderazgo de Margaret Thatcher, Ronald Reagan y San Juan Pablo II.

A diferencia de Cuba con una eternizada dictadura, o en Cambodia donde los parientes de la Unidad Popular masacraron a un 10% de la población en nombre de su revolución marxista, lo que perfectamente pudo ocurrir en nuestro país, o de Corea del Norte o Alemania Comunista tan admirada por nuestra izquierda, en Chile tuvo lugar una revolución realmente libertaria, en la que el gobierno militar rescató los principios y valores fundamentales y transformó el país en una democracia ejemplar inspirada en la persona humana, su familia, su libertad y el rol subsidiario de un Estado al servicio de los ciudadanos.

El gobierno militar se dio un itinerario para transitar a una democracia plena, elaboró la Constitución Política de 1980, aprobada en plebiscito, modificada y ratificada por plebiscito y por el congreso pleno, y de acuerdo con la cual se celebraron elecciones ejemplares y el entonces Presidente Augusto Pinochet entregó el poder a Patricio Aylwin.

Los otrora derrotados en Chile, los que trajeron las guerrillas cubanas, quienes reivindicaron la lucha armada contra los gobiernos democráticos y para quienes la muerte de civiles inocentes en el mundo es un mero efecto colateral de su revolución sangrienta y hoy se pasean por el parlamento mofándose de haber sido partícipes directos del asesinato de cinco jóvenes soldados y herido gravemente a otros 11 en el atentado cuyo aniversario 31 recordamos hoy, no pueden conciliar el sueño al comprobar que se ha consolidado el modelo que legó a Chile el gobierno militar.

Es esa desesperación de la izquierda la que, como pesadilla infantil, de la que surgen en este mes los ataques en contra de quienes sirvieron en nuestras FFAA.

Esta vez partieron los que insisten, en curiosa coincidencia con procesos eleccionarios y contra opiniones expertas, en ver veneno en los cuerpos, cuando solo está en sus mentes; los llamados a hacer justicia que se amparan en la fuerza de la ley para despreciar el valor de informes médicos sobre la incapacidad y demencia senil de quien la misma “justicia” condenó sobre la base de suposiciones, ya que no hay elementos siquiera para presunciones, pero además con desfachatez se confiesa que esa condena deja de aplicar el derecho chileno, con el soberbio sustento de no estar de acuerdo con la ley.

Todos seguiremos viendo en silencio, como verdaderos cómplices pasivos, la repetición de casos de condenas a soldados, cada vez de más baja graduación, al parecer tratando de expiar culpas o espantar fantasmas del pasado con la denegación de justicia a los que vistieron el uniforme que este mes honramos. Nadie quiere saber del general que, tras una década de proceso judicial fue absuelto en primera instancia, sentencia confirmada por la Corte de Apelaciones y vista su causa en algo más de media hora por la Corte Suprema, sin decir sobre qué base ni qué razón de hecho, y mucho menos de derecho, se envía a la cárcel a quien a los 20 años de edad iniciaba su carrera militar.

Ahora la cueca del odio se entonará contra ancianos uniformados, ilegal e inhumanamente encerrados en Punta Peuco, unos que no saben dónde están ni el por qué y otros llevados a los 90 años en pijamas, y cerrará el penal para trasladarlos a penales civiles con el fin de seguir construyendo la fábula del exterminio de la izquierda como bálsamo para atenuar la frustración de su derrota.

Puede que no se cumpla eso de que tanto va el canto al agua que…. pero cada día los chilenos estamos más conscientes que el Chile que estaba al borde del desarrollo, el del espacio amplio para el emprendimiento, el de la libertad y modernidad, es el verdadero legado del 11 de septiembre de 1973.

Junto con rendir homenaje a los soldados asesinados el 7 de septiembre de 1986, reivindico mi derecho a discrepar de la “historia oficial” y saludo con respeto y admiración a las Fuerzas Armadas y de Orden en los aniversarios de este septiembre.

Fernando Barros T.

Abogado. Consejero de SOFOFA

Un aporte de nuestro Director Francisco Alomar.

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135° ANIV. DE LA ACADEMIA DE GUERRA DEL EJÉRCITO DE CHILE. Día de la especialidad de Estado Mayor. —- Memoria y balance en adjunto.

Después de 135 años la Academia de Guerra se presenta como el instituto de educación superior por excelencia del Ejército de Chile y como referente internacional en la formación de los oficiales de Estado Mayor.

135° ACADEMIA DE GUERRA DEL EJÉRCITO DE CHILE

Terminada la Guerra del Pacífico que enfrentó a Chile contra Perú y Bolivia (1879 – 1884), se buscó un referente para modernizar y profesionalizar su ejército.
Uno de los primeros pasos para dar inicio a esta modernización fue la contratación en 1885 del capitán Emilio Körner, profesor de historia militar y táctica en la escuela de artillería de Charlottemburgo, Berlín.
A raíz de esto, en un trabajo conjunto con el sargento mayor Jorge Boonen Rivera, Körner propuso la creación de la Academia de Guerra de Chile según el modelo alemán, para el perfeccionamiento de los oficiales del ejército.


Historia – Academia de Guerra
Así, el 9 de septiembre de 1886, se concreta su creación con la incorporación, a partir de 1887, de un curso de 15 oficiales. Su primera sede fue en la Inspección General del Ejército ubicada en la Alameda. Tras la Guerra Civil de 1891 funcionó en diversos recintos, entre ellos el Cuartel de Ingenieros en la plaza Vicuña Mackenna y una casa en Avenida España Nº 26.
Después de estos años la Academia de Guerra se presenta como el instituto de educación superior por excelencia del Ejército de Chile y como referente internacional en la formación de los oficiales de Estado Mayor.
En su trayectoria ha colaborado en la organización de otras Academias o Escuelas de Guerra en Latinoamérica y muchos de sus profesores han prestado servicios en universidades nacionales.
En la actualidad, la Academia acoge en sus aulas a docentes y alumnos de Alemania, Argentina, Brasil, Colombia, Corea, Ecuador, España, El Salvador, Estados Unidos de América y los Estados Unidos Mexicanos.
A partir de 2015, en forma inédita, se incorporan como alumnos funcionarios chilenos pertenecientes al Ministerio de Defensa Nacional y Ministerio de Relaciones Exteriores.
Actualmente, la formación que reciben los oficiales que ingresan a la Academia los capacita para desempeñarse como comandantes de las unidades del Ejército de Chile y como asesores en todos los niveles de la conducción militar, incluso en organismos civiles relacionados con la defensa nacional.
Dentro del aporte de la Academia hoy en día, pone a disposición de la comunidad una variada gama de diplomas y maestrías, entre las que se destacan las de Magíster en Historia Militar y Pensamiento Estratégico, Magíster en Planificación y Gestión del Riesgo de Desastres y Estratégica y Magíster en Planificación y Gestión Estratégica.
En la misma fecha de aniversario de la academia, el Ejército celebra la especialidad primaria de Estado Mayor, evento que involucra a todos los oficiales que cumplieron con los requisitos requeridos y obtuvieron su título de “Oficial de Estado Mayor” del pasado, del presente y los que lo obtendrán en el futuro.

Academia de Guerra Ejército de Chile – Acague
La Unión de oficiales en Retiro de la Defensa Nacional saluda a los socios que pertenecieron al Ejército y que ostentan el título de Especialista Primario otorgado por la Academia de Guerra del Ejército.
Igualmente, en la oportunidad de su aniversario, hacen llegar su saludo y congratulaciones al Director, Profesores, Alumnos y personal de la Academia, felicitándola por el grado de prestigio alcanzado a través de los años.

 

FECU UNOFAR (1)