Columna de Opinión

Y NO ÉRAMOS ANDINOS

Y NO ÉRAMOS ANDINOS

Tamara Avetikian

El Mercurio, Columnistas, 19/09/2022

Hace poco más de un año, antes del inicio del trabajo de la Convención Constitucional, escribí una columna en que preguntaba si éramos un país andino. No en el sentido geográfico, lo cual es evidente, sino en el reconocimiento de esa identidad en el texto constitucional.

Los convencionales dijeron que sí, pero los chilenos decidieron que no lo somos, al menos del modo como se planteó esa idea.

La definición de Chile como un Estado Plurinacional en el borrador rechazado categóricamente estaba en la línea exacta del llamado “constitucionalismo andino” o “nuevo constitucionalismo latinoamericano”, promovido por catedráticos españoles y adoptado con entusiasmo por sectores radicales de izquierda e indigenistas de Ecuador y Bolivia, y por los convencionales de escaños reservados indígenas chilenos y sus aliados de varios colectivos de la constituyente.

Probablemente hubo múltiples razones para que esa mayoría aplastante votara a favor de mantener la actual Constitución, tal como se acordó en noviembre de 2019, para reformarla o redactar una nueva, de acuerdo a normas y pautas democráticas dentro del marco institucional, y no por reglas especiales —que distorsionen la voluntad de los electores—, en igualdad de condiciones, sin discriminación ni privilegios indebidos.

”El proyecto plurinacional es tan irrealizable que ni en Bolivia ha prosperado”.

Pero todo parece indicar que el tema de la plurinacionalidad fue determinante en la decisión de los electores.

Carlos Sánchez Berzaín es un politólogo boliviano que ha estudiado en profundidad las constituciones “andinas” y aplaude que los chilenos —incluida la mayoría de los electores mapuches, como lo indica la altísima votación del Rechazo en La Araucanía— hayan desahuciado el borrador propuesto. Según Sánchez, la “plurinacionalidad” es un “ataque contra la democracia”, porque se suplanta el concepto de “cultura” por el de “nación”, lo “pluricultural” por lo “plurinacional”, lo cual genera confrontación entre pueblos que viven en el mismo territorio.

A su juicio, la idea de plantear múltiples naciones tiene que ver con una supuesta aspiración de cada una de ellas (36 en Bolivia, 11 en nuestro caso, aparte del pueblo chileno) a tener derecho a la plena autonomía. “Esa es una estrategia que lleva al fraccionamiento territorial del Estado, porque no hay nación sin territorio”, dice el experto boliviano.

En realidad, ese proyecto es tan irrealizable que ni en Bolivia ha prosperado. Son contadas con una mano las autonomías territoriales indígenas campesinas que se han formado desde que se promulgó la Constitución de 2009.

En varios casos, las comunidades rechazaron los estatutos propuestos; en otros, no cumplían los requisitos. Pero, además, ni el gobierno de Evo Morales ni el de Luis Arce han mostrado interés en que, a los múltiples conflictos sociales existentes, se sumen nuevos con cada uno de los 36 pueblos, y le impidan al Estado decidir sobre proyectos considerados necesarios para todo el país.

Cualquiera sea la salida al proceso constitucional que se tome en Chile, es improbable que lo plurinacional vuelva a ser considerado.

Y por buenas razones.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel.

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional.

RELACIONES INTERNACIONALES Y SEGURIDAD

NECESIDAD DE UN GIRO EN RR.EE

NECESIDAD DE UN GIRO EN RR.EE.

El Mercurio, Editorial, 20/09/2022

Pudo pensarse que el resultado plebiscitario y los ajustes en los equipos asesores de La Moneda impulsarían también un giro en materia de política exterior, que volviera a privilegiar el manejo profesional en la defensa de los intereses nacionales.

El impasse con el Estado de Israel generado por el Presidente de la República lleva sin embargo a concluir que parte sustantiva del problema se vincula con la forma en que el propio mandatario concibe su rol en este ámbito.

La confusión entre las tareas de un jefe de Estado y el compromiso con ciertas causas y visiones ideológicas está ya trayéndole costos al país, los que, de no haber una pronta corrección, pueden seguir escalando.

Como se sabe, el jueves pasado el Presidente Boric decidió a último minuto no recibir al embajador de Israel, quien en esos momentos ya se encontraba en La Moneda y debía presentarle sus cartas credenciales.

Según explicó posteriormente Cancillería, la decisión habría sido una forma de manifestar su preocupación por la muerte, en la Cisjordania ocupada, de un menor de edad, a manos de efectivos del ejército israelí.

Por cierto, se trataba de una inquietud legítima, pero el modo de expresarla rompió con las prácticas de la diplomacia, redundando en un agravio hacia un Estado con el que Chile mantiene lazos históricos y que calificó el episodio como “desconcertante”, junto con citar para una “conversación de amonestación” a nuestro representante en Israel.

La confusión entre las tareas propias de un jefe de Estado y el compromiso con ciertas causas y visiones ideológicas está trayéndole costos al país.

Pero además la situación ha provocado reacciones de otros actores internacionales e incluso en Estados Unidos el senador republicano Marco Rubio —miembro del influyente Comité de Relaciones Exteriores— la calificó como un “insulto” a “nuestro aliado más importante en Medio Oriente”.

En cambio, el grupo Hamas, al que el Departamento de Estado incluye en su listado de organizaciones calificadas como “terroristas”, agradeció el gesto de Boric.

Lo ocurrido dejó así en una incómoda posición al mandatario, precisamente cuando estaba en la víspera de viajar a Nueva York para participar en la Asamblea de la ONU.

A todo ello se suma el efecto de haber instalado en la disputa política interna el conflicto del Medio Oriente, dando pie a duras recriminaciones entre las comunidades judía y palestina, ambas de valiosa presencia y aporte al país.

El episodio solo vino a darse por cerrado el domingo, tras declaraciones de la Cancillería de Israel y del propio Presidente Boric, y es de esperar que efectivamente no siga causando repercusiones negativas para Chile y sus autoridades.

Las relaciones exteriores han sido una cuestión compleja en los seis meses que lleva esta administración, pese a la positiva forma en que el mundo recibió la elección del Presidente Boric y al atractivo que despertó su figura.

El conflicto con la Corona española a propósito de los atrasos en la ceremonia de cambio de mando y el igualmente inexplicable episodio con el ex secretario de Estado John Kerry tuvieron como protagonista directo al mandatario, desgastando su imagen internacional en polémicas absurdas.

Inentendible continúa siendo a su vez la negativa a haber apoyado al abogado Claudio Grossman como candidato a la Corte de La Haya, renunciando a la posibilidad de integrar el más importante órgano jurídico internacional. Y mientras fallidos nombramientos mantienen a Chile sin un embajador en países tan relevantes para nuestros intereses como son China y Brasil, motivaciones políticas continúan postergando la ratificación del TPP, hoy objeto de una agria disputa entre las dos coaliciones de gobierno.

Subyace en la mayoría de estos casos una visión ideologizada de las relaciones exteriores, no muy distinta de aquella que se expresaba en el rechazado proyecto constitucional, con su intento de imponerle primacías geográficas a nuestra política exterior.

En este contexto —de acuerdo con lo que ha informado repetidamente la prensa—, los intentos realizados desde la Cancillería en pro de una mirada más profesional habrían chocado con el entorno asesor de La Moneda.

Si algo pudiera obtenerse de positivo en el malhadado episodio con Israel, sería que este sirviera para impulsar un urgente cambio en estas materias, abriendo paso a una etapa menos signada por compromisos ideológicos que ya le están creando problemas de insospechadas consecuencias al país.

Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Ofíciales en Retiro de la Defensa Nacional.