Seguridad y defensa

Revista Tres Espadas. Año 4 N° 29 diciembre 2022

 

TRES ESPADAS es una publicación mensual del Cuerpo de Oficiales Superiores en Retiro de las FFAA – Cosur Chile, la cual tiene por finalidad divulgar el pensamiento reflexivo de nuestros redactores y colaborar con las FFAA, tanto en la preservación de los valores nacionales como en la promoción de la profesión militar.

 Sus contenidos reproducen las publicaciones que la Corporación ha venido haciendo en Internet desde el año 2017. Estas se refieren a las actividades corporativas durante el período de la publicación; editoriales y colaboraciones de socios y amigos de Cosur; y testimonios afines a nuestros objetivos en medios de comunicación.

Las ediciones digitales antes mencionadas acogen las publicaciones semanales en portada del sitio Web cosur.cl, las cuales se agrupan en 8 colecciones temáticas.

 Las opiniones expresadas en dichas ediciones son de exclusiva responsabilidad de sus respectivos autores.

Nuestra revista pretende ser un vehículo que transmita, especialmente a las nuevas generaciones, las virtudes que, durante más de doscientos años, han motivado en nuestra Nación el comportamiento heroico en situaciones de conflicto bélico y en las múltiples formas de desastres naturales, las que han ido forjando el temple de los chilenos frente a la adversidad. Más allá del heroísmo que se da en especiales circunstancias, invitamos al lector a cultivar el sentido de altruismo que impulsa a las organizaciones sin fines de lucro y al común de  las personas en su natural buena voluntad.

Ver revista:

Tres Espadas 2022-29

Las opiniones en esta sección son de responsabilidad de sus autores y no representan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

Columna de Opinión

METODOLOGÍA PARA EXPERTOS CONTRA RELOJ

METODOLOGÍA PARA EXPERTOS CONTRA RELOJ


Jaime Arancibia Mattar

El Mercurio, Columnistas, 03/01/2023

El Acuerdo por Chile contempla una comisión de expertos que elaborará un proyecto de nueva Constitución en tres meses. ¿Pueden 24 peritos con convicciones y egos tan diversos como sólidos acordar un centenar de artículos sobre los poderes y derechos fundamentales de la Nación, con un quorum de 3/5, en apenas 12 semanas?

Siendo realistas, semejante encargo solo es viable mediante el método de codificación aplicado por juristas de la talla de Triboniano, Portalis y Bello, con el orden y ritmo de Toscanini.

Podemos resumirlo en tres criterios pragmáticos: a) mantener intactas o actualizar con exactitud geométrica las normas de vigencia centenaria, aquellas que honran la sabiduría de nuestros ancestros; b) eliminar disposiciones innecesarias; y c) introducir preceptos modernos con arraigo en la práctica jurídica del pueblo, evitando entelequias o caprichos ideológicos.

Este método supone que el Derecho se hace a lo largo del “tiempo” más que en un “momento”, y que el trabajo legislativo de los juristas consiste en sintetizar más que en inventar el Derecho, de modo eficiente.

”…solo podrán elaborar una buena Carta Magna contra reloj si son pequeños en hombros de gigantes, si siguen con docilidad la lógica de las bases del Acuerdo…”.

Los políticos no podrían reemplazar a los juristas en esta tarea, porque el Derecho “no se encuentra en el secreto pecho del Emperador, sino en el escritorio de sus doctores” (de Pistoia, s. XIV) y es “un arte que requiere de largo estudio y experiencia” (sir Coke, s. XVII).

Pero tampoco los juristas deberían dárselas de neodespotistas ilustrados. Ya Cicerón (s. I a. C.) decía que la Constitución romana “no se formó en una generación, sino en varios siglos de continuidad”, porque “jamás pudieron todos los ingenios proveer tanto en un solo momento, que pudieran abarcar todo sin la experiencia de la realidad prolongada por mucho tiempo”.

El método aparece en la comisión presidida por Triboniano para elaborar el Digesto de Justiniano (s. VI), instruida para terminar el encargo “lo más rápido posible”. Para eso se dividió en comités temáticos a cargo de destacados profesores de Beirut y Constantinopla, que escogieron principalmente aforismos probados e intercalaron algunos modernos.

Portalis, escogido por Napoleón por su conocimiento y pragmatismo, recurrió al método para terminar el trabajo de codificación civil en cuatro meses. Su Discurso Preliminar advirtió que elaborar una normativa absolutamente nueva estaría “por encima de las fuerzas humanas… si se desdeñara aprovechar la experiencia del pasado y la tradición de sentido común, de reglas y de máximas que han llegado hasta nosotros y que forman el espíritu de los siglos”.

La historia se repite con Andrés Bello. Acomete su labor codificadora civil con una “sabiduría y expedición” aplicable también a las constituciones, para cuya elaboración propone remedios caseros en vez de teoremas, evitando poner en planta “una máquina enteramente nueva, cuya acción es imposible de dirigir y calcular si no se emplean instrumentos conocidos, en manos acostumbradas a usarlos”, “porque si la Constitución está en lucha con las costumbres, con el carácter nacional, será viciosa”.

Estas experiencias enseñan que los expertos solo podrán elaborar una buena Carta Magna contra reloj si son pequeños en hombros de gigantes, si siguen con docilidad la lógica de las bases del Acuerdo, que recogen los principios del Derecho Constitucional chileno, asentados en los textos constitucionales desde el albor republicano.

Deberían ser intérpretes fieles, ágiles y austeros de las fuentes modernas que perfeccionan nuestra identidad político-jurídica. Es preciso evitar extremos de vaguedad, casuismo y detalle, de tradicionalismo y revolución. Por razones de tiempo, conviene concentrarse en el diseño arquitectónico o estructura jurídica de la Constitución, confiando lo demás a los representantes del pueblo.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

Columna de Opinión

UN BUEN PORTERO

UN BUEN PORTERO.

Eugenio Tironi.

El Mercurio, Columnistas, 03/01/2023.

Lo usual es que en estas primeras horas del nuevo año se formulen buenos deseos o se hagan pronósticos. Me rehúso. Los buenos deseos son vanos; y en cuanto a los pronósticos, luego de los sucesos que han venido ocurriendo en los últimos tiempos —pandemias, guerras, sesenta y dos por ciento, entre otros—, son absolutamente inservibles.

Me limitaré entonces a un ejercicio más modesto: volver sobre lo que pasó en el año que ha terminado, y examinar qué nos enseña; no sobre todo, pues sería a la vez pretencioso e imposible, sino sobre lo que, estimo, lo marcó a fuego: el plebiscito del 4-S.

Hay cosas que por obvias se pasan por alto. La jornada electoral de septiembre transcurrió sin incidentes. Los resultados se conocieron rápidamente. El oficialismo aceptó la derrota de inmediato. Nadie alegó fraude, engaño o corrupción. Los números hablaban por sí solos: una votación apabullante y transversal a favor del Rechazo.

Esa noche, y en los días que le siguieron, no hubo euforia ni angustia. No se produjo un estallido liberador; tampoco la ola de violencia que muchos temían en caso de que no triunfaran los abanderados del “estallido” de 2019.

En otras palabras ganó el Rechazo, pero no llegó la parusía ni tampoco murió el proceso constitucional; perdió el Apruebo, pero no se produjo la hecatombe.

”Que en el año que comienza retengamos lo que aprendimos en el que pasó…”.

Disparar sobre la Convención y los convencionales se ha transformado en los últimos meses en deporte nacional. Pero si miramos con más perspectiva, a pesar de fallas y excesos, lo vivido el 2022 fue una experiencia democrática excepcional.

Se canalizó con éxito el estallido social, se vinculó a las nuevas generaciones con la democracia, se llevaron a la escena institucional dolores y resentimientos sumergidos, se dio pie a una catarsis que a la larga ha sido reparadora, se cumplieron los procedimientos y los plazos, y se realizó un plebiscito ejemplar. La sociedad chilena mostró, una vez más, que ha aprendido —no sin dolor— a resolver pacíficamente sus crisis.

Es cierto que el texto que propuso la Convención fue rehusado. No en las calles, sino en una instancia democrática previamente establecida, el plebiscito de salida. Se lo ideó como garantía de que la nueva Constitución contaría con el consentimiento directo de la ciudadanía, y así funcionó. Fue un ejercicio formidable.

El hecho de tener ante nuestros ojos el texto emanado de la Convención fue una ocasión única para evaluar íntimamente qué realmente queríamos cambiar y qué, en el fondo, deseábamos conservar. Lo manifestamos ante la urna, sin coacción ni amenazas, con total autonomía. La conclusión fue fuerte y clara.

Ahora el país se encamina a clausurar el proceso constitucional bajo nuevas reglas concordadas transversalmente por los partidos políticos. Curioso. Ellos fueron rechazados rudamente por la ciudadanía en el plebiscito de entrada y en la elección de convencionales. Luego fueron excluidos implacablemente por la Convención, celosa de monopolizar para sí el “poder constituyente”. No obstante, tras el 4-S, los políticos profesionales volvieron en gloria y majestad a ejercer el protagonismo de la cuestión constitucional: en buena hora.

Chile seguirá un año más debatiendo intensamente sobre su orden deseado, ojalá esta vez sin esa ansiedad que conduce a la desmesura. El resultado no será jamás el esperado, y esto no tiene por qué ser negativo. Cualquiera sea, por lo demás, el mismo estará siempre abierto a los ajustes que empujan las nuevas mayorías, los nuevos consensos, el nuevo conocimiento.

Finalmente me voy a rendir a la costumbre y expresar un deseo, aunque sea ilusorio: que en el año que comienza retengamos lo que aprendimos en el que pasó. Esto nadie lo ha expresado mejor que Manuel Jabois, del diario El País, esa noche mágica en que Argentina derrotó a Francia en el Mundial de Qatar: “Todo se puede torcer en cualquier momento, que se tuerza tampoco tiene por qué ser malo, pero andá por la vida, bobo, con un buen portero”.

Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional