HISTORIA MILITAR Y HÉROES OLVIDADOS, News

PERLA OHIGINIANA. LA VISITA. Por Mario Barrientos Ossa

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PERLA OHIGINIANA.

LA VISITA.

Mario Barrientos Ossa.

Vicepresidente Instituto O’higginiano de Rancagua.

Le casona del comerciante portugués, afincado en la noble ciudad de Talca,          le parecía inmensa. En sus patios circulaba y jugaba el niño de escasos años, sin tener muy en claro el por qué se encontraba allí, por qué no vivía con su padre y su madre, como acontecía con los otros que habitaban el mismo hogar y con los cuales jugaba. Recordaba haber llegado allí en brazos de un militar, que lo trajo en su caballo, durante largas horas, como un encargo de confianza. Al llegar, fue recibido con mucha consideración, se hablaba de alguien importante, y a la vez muy querido de los dueños de casa, que lo enviaba a su cuidado.

Era curioso que nunca veía ni a su padre, ni a su madre, ni a ningún pariente, y aunque ya sabía leer, no recibía cartas, ni misivas o mensajes. Nadie, tampoco, le dio explicación alguna, sentía en su alma infantil algo extraño, pero su timidez le impedía hacer preguntas, lo que no se les permitía a los niños en esos lejanos años.

Doña Bertolina, era como su madre, le prodigaba muchos cuidados, lo mimaba, le hacía sentir que estaba en manos de gente buena y que lo quería. Don Juan Albano, igualmente, lo trataba muy bien, por lo cual la soledad disminuía algo al vivir con gente tan cariñosa y preocupada de su persona.

Un día, la casa se revolucionó, había una febril espera, alguien muy importante vendría de visita.

El niño presenció los preparativos, olores muy apetitosos salían de la cocina, don Juan buscaba en su bodega un vino especial.

Junto con los otros niños de la casa husmeaban los preparativos, y en algún momento, se oyó pasar al salón a varias personas, y al asomarse a la calle, pudieron ver un grupo de militares que esperaba que quien había entrado a la casa, se retirara. Mercedito, el mayordomo, les comentó que el recién nombrado Gobernador del Reino, de paso a Santiago, se había detenido a visitar a su compadre Juan Albano, lo que era un enorme honor. Su voz temblaba al decir estas palabras.

De pronto, doña Bertolina se acercó y lo llamó, con su dulce vez, lo tomó de la mano, y lo llevó al salón, donde se encontraban varias personas. Uno de ellos vestía con un elegante uniforme, era ya algo entrado en años, rubicundo, de grandes ojos azules, a quien todos los dedicaban un respetuoso trato. La mano de doña Bertolina lo acercó a ese personaje, el corazón de Bernardo latía agitadamente, sentía en su joven alma que era un momento importante en su vida, sintió una mano severa tocarle los cabellos y una voz acostumbrada al mando hacerle algunas preguntas, que contestó con voz temblorosa. Sentía que algo muy especial lo ligaba al Gobernador del Reino de Chile, que había pedido ver a ese solitario niño que vivía con esa familia.

Luego, la mano de doña Bertolina lo llevó suavemente fuera del salón, a reunirse con los otros chiquillos. La entrevista había durado escasos minutos, sin ningún gesto de cariño, fría y solemne como una revista militar.

Nunca más, el niño Bernardo volvió a ver a ese misterioso y linajudo señor, que un día, de paso en Talca, mesó sus rojizos cabellos. Solo quedó de él un lejano y borroso recuerdo, uno más de su solitaria infancia.

Un aporte del Pas Presidente Gustavo Basso Cancino

 

 

 

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional.

 

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BERNARDO O’HIGGINS RIQUELME (1778 – 1842)

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BERNARDO O’HIGGINS RIQUELME (1778 – 1842)

Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de Chile

Bernardo O’Higgins llevó a cabo la independencia de Chile y consolidó sus primeros años como nación. Sus acciones como Director Supremo le valieron diversos juicios historiográficos y hoy continúa considerándose como el padre de la patria.

General Benardo O'Higgins Riquelme - Libertador y director supremo de Chile | Historia de america, Jose de san martin, Personajes históricos

Bernardo O’Higgins Riquelme es considerado el padre de la patria. Su presencia, como militar y gobernante, fue crucial en todo el proceso de emancipación chilena del dominio español, ya fuera luchando en las batallas de la Independencia o ejerciendo como primer Director Supremo de la nueva nación.

Hijo natural del que fuera gobernador de Chile y virrey del Perú, Ambrosio O´Higgins, nació el 20 de agosto de 1778, en Chillán Viejo.

Realizó sus estudios en Lima y luego en Inglaterra, donde conoció a Francisco Miranda, quien lo inició en las ideas independentistas.

Muerto su padre en 1801, regresó a Chile a tomar posesión de la hacienda de Las Canteras cercana a la ciudad de Los Ángeles.

En 1810, fue elegido diputado de la recién formada Junta de Gobierno y nombrado coronel de ejército en 1811.

En 1813, se enfrentó por primera vez a los realistas en la batalla de El Roble. Su rivalidad con José Miguel Carrera, el otro líder de la Independencia, la llevó a enfrentarse, en 1814, en el combate de Tres Acequias.

No obstante su espíritu patriota primó y O’Higgins se unió a Carrera para enfrentar la invasión de las fuerzas realistas dirigidas por Mariano Osorio.

Durante el período de la Reconquista, organizó en Mendoza, junto a José de San Martín, el Ejército Libertador de Los Andes y dirigió la ofensiva chilena.

Derrotadas las fuerzas realistas, asumió como Director Supremo y firmó, el 12 de febrero de 1818, la Proclamación de la Independencia de Chile.

En algunas de las proclamas dirigidas por O’Higgins a los soldados enemigos que aún resistían, dejó claramente establecida su posición antimonárquica.

Sin embargo, su afán por incrementar el desarrollo económico del país, lo impulsó a establecer relaciones comerciales con las principales monarquías europeas; las cartas enviadas a los reyes, escritas en un lenguaje equilibrado y cauteloso, quedaron para la posteridad como un testimonio de su carácter eminentemente pragmático.

Entre las obras de su gobierno, tuvo especial relevancia la construcción de escuelas primarias, la reapertura del Instituto Nacional y la Biblioteca Nacional, además de la creación de la Escuela Militar, la Escuela Naval y la Primera Escuadra Nacional.

En su gestión como Director Supremo tomó medidas que le significaron ganarse la antipatía de la aristocracia criolla, como la abolición de los mayorazgos y los títulos de nobleza, la supresión de los escudos de armas y la creación de la legión al mérito.

En estas disposiciones puede observarse la influencia de la logia masónica Lautarina -a la que O’Higgins pertenecía-, que se caracterizaba por su rechazo al orden nobiliario.

Su gloriosa vida pública -aunque no desprovista de episodios oscuros, como su participación en la muerte de José Miguel Carrera y Manuel Rodríguez– fue evaluada por él mismo en un manifiesto dirigido a su pueblo.

Paradójicamente, su abdicación al cargo de Director Supremo de Chile el 28 de enero de 1823, uno de los episodios más tristes de su vida, fue la máxima expresión de su adhesión a la causa del país, ya que voluntariamente se despojó del poder para evitar una guerra civil, dejando como testimonio una emocionada despedida.

Falleció en Lima el 24 de octubre del año 1842.

Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

 

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