¿VOTAR POR TEMOR O FASTIDIO?
Principal motivación para optar entre alternativas mutuamente excluyentes.
Humberto Julio Reyes
Las recientes primarias “allende los Andes” y el parcialmente sorprendente resultado llevaron a varios analistas y comentaristas del quehacer político a aventurar diversas explicaciones para lo sucedido, así como adelantar la posible distribución de votos de la perdedora, en el próximo ballotage.
Conviene tener presente que, en forma previa, un escenario daba como perdedor al candidato oficialista (prescindo de los dos que no tenían chance) y otro daba como ganador en primera vuelta a Milei, sin embargo, este último resultó segundo, frente a un sorprendente ministro de economía que repuntó en relación con las encuestas.
Pero lo pasado ya está pasado y, por ello, prefiero detenerme en lo que vendrá.
En opinión de expertos (yo no lo soy) existirían dos factores que inclinarían la balanza en el ballotage: el miedo “al loco Milei” de los sectores más conservadores y el fastidio, ellos lo llaman “bronca”, respecto a la conducción de los actuales gobernantes.
Ello hace pensar, a priori, en un resultado estrecho, pero eso lo sabremos ya cuando nosotros debamos votar por el nuevo texto constitucional que se nos propondrá.
Así, aventuro que estos dos factores que motivan el título estarán presentes cuando cada uno deba marcar su preferencia.
Me refiero a este tercio que dio la sorpresa el 4 de septiembre, ya que está claro que los partidarios del gobierno, obedientemente, se opondrán a aprobar el proyecto. Ya conocemos sus opiniones.
Otro tercio, siguiendo a sus líderes políticos, votaría por aprobarlo. Hasta ahí virtual empate.
Vuelvo al tercio que debiera decidir y la forma en que el temor o el fastidio podrían influenciarlo en su decisión.
El temor puede referirse a las amenazas no tan veladas de caer en una espiral de violencia igual o peor que lo ya sufrido; o a “la pérdida de derechos” asociada al nuevo texto en opinión de sus detractores y que una creativa socialista llama “Kastitución”; también a prolongar la incertidumbre asociada a un proceso interminable.
Como bien dice el dicho “el miedo es cosa viva”, de ahí que resulte comprensible el intento de un pintoresco personaje político, que hoy oficia de presidente de un partido en virtual extinción, de comenzar una campaña del terror como las que habitualmente se atribuyen a la derecha “temerosa de perder sus fueros”.
El fastidio, por otra parte, puede ser forma de sancionar una sostenida conducta del gobierno que se estima perjudicial para nuestro desarrollo y seguridad; también como un “basta” a seguir priorizando un proceso que no ha estado exento de críticas de todos los sectores; finalmente por la justa aspiración de abocarse, de una vez por todas, a los temas que la ciudadanía estima como más importantes y que han sido sistemáticamente postergados en espera de una constitución de no sea “ilegítima de origen”, aunque su letra no lo sea; tampoco se debiera ignorar el efecto nocivo en las ventas del comercio establecido al elegir una fecha tan próxima a la Navidad.
En mi caso particular y sin sugerirle a usted, estimado lector, que comparta mi punto de vista, el temor solamente podría asociarlo a la prolongación de la incertidumbre en caso de rechazo y pesan mucho más aquellos aspectos que por años han fastidiado mi existencia, como los que he mencionado previamente.
También, y en forma naturalmente subjetiva, podré ir registrando mentalmente si las declaraciones de nuestros dirigentes políticos me producen temor, fastidio o algún sentimiento positivo. Ello debiera ayudarme a inclinar la balanza en la dirección correcta el próximo 17 de diciembre.
1° de nov. de 23
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