ISABEL
R Rigoter
El Mercurio, Día a Día, 24/12/2023
Soy Isabel, prima de María. Con mi marido, Zacarías, estábamos resignados a no tener hijos hasta que un ángel se le apareció anunciando que yo daría luz a un hijo que debería llevar por nombre Juan.
Todavía recuerdo cuando María vino a visitarme. Yo ya estaba en mi sexto mes de embarazo y ella de poco tiempo.
Cuando me saludó, mi hijo se estremeció de alegría en mi vientre, y sentí que el de María sería un niño extraordinario que Dios había enviado para salvar a la humanidad.
Así, no pude evitarlo y exclamé en voz alta: bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu seno; ¿quién soy yo para que venga a visitarme la madre de mi Señor?
Y ella me respondió humildemente que su alma alababa la grandeza del Señor, y que su espíritu se alegraba en Dios porque había puesto sus ojos en ella, su humilde esclava.
Y que desde ahora siempre la llamarían dichosa porque el Todopoderoso había hecho en ella grandes cosas.
Hasta ayer estaba preocupada por mi prima, ya que supe que había viajado a Belén a causa del censo, estando ya en avanzado estado de gravidez.
Sin embargo, esta noche, mientras hacía dormir a mi hijito Juan, vi que había aparecido una estrella en la dirección en que está Belén, y en ese momento advertí una sonrisa de felicidad en mi niño.
Y entonces sentí en mi corazón la certeza de que mi sobrino, el niño extraordinario de María, había nacido, y que Juanito, mi hijo, tendría por misión predicar su llegada como Mesías.
Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel