Gonzalo Rojas Sánchez
El Mercurio, Columnistas, 01/05/2024
”Y, en esas tareas, ha perseverado el PC chileno con la constancia, coherencia y desfachatez que lo caracterizan”.
Tres carabineros asesinados. Cañete.
Mi memoria —que a veces flaquea en datos del día a día— esta vez se dirigió con seguridad a la sesión de la Cámara de Diputados del 11 de junio de 1963. Por supuesto, eso fue posible porque había leído su contenido pocos días atrás.
En esa ocasión, habló el diputado comunista por Lebu, Arauco y Cañete, Santos Medel, para denunciar el “alevoso atentado de que fue víctima una familia indígena de la provincia de Arauco por las fuerzas de Carabineros”, afirmó, y a consecuencia del cual habría fallecido María Silva Huenulao, “quedando dos heridos graves a bala y otros a sablazos y culatazos”.
Según Medel, 35 carabineros armados habían disparado de noche sobre los habitantes de una choza indígena, “y luego, como cualesquier malhechores, emprendieron la fuga, dejando incluso olvidadas gorras y balas sin disparar”. La que el diputado comunista calificó de “verdadera cacería humana” habría sido encabezada por un capitán de la dotación de Cañete.
A pesar de que el propio Medel consignaba que la versión de Carabineros era que habían sido “asaltados por una poblada y de que tuvieron que disparar sus armas al aire en defensa propia”, concluía que los hechos que relataba eran parte de “una serie de irresponsables actuaciones del Cuerpo de Carabineros, que evidencia que cada día esta institución, que debe estar al servicio del pueblo, se va convirtiendo en un feroz cuerpo represivo contra el pueblo, cuyas actuaciones representan una verdadera vergüenza, impropias de un país civilizado”.
Medel fallecería cuatro años después, como miembro del Comité Central del PC. Por su escasa educación formal, quizás el diputado no conocía un texto de Lenin al respecto, pero sin duda lo tenía bien asumido en sus propósitos. “La conquista del poder político pasa… necesariamente por la destrucción del ejército permanente y la policía, en tanto instrumentos de represión a favor de la burguesía en contra del proletariado, puesto que en el uso de la fuerza que ellos suponen se fundamenta el uso de la violencia de la burguesía”, había escrito el líder soviético en “¿Se sostendrán los bolcheviques en el poder?”.
Hace ya 61 años, en un lejano rincón del planeta —Chile— y en un lejano rincón de Chile —Cañete—, Medel desplegaba toda la perversa retórica leninista: Carabineros era una feroz fuerza represiva contra el pueblo. Había que desmoralizarlos, desprestigiarlos, demolerlos. Y, en esas tareas, ha perseverado el PC chileno con la constancia, coherencia y desfachatez que lo caracterizan.
Como la memoria es asociativa, se me representó a continuación la necesidad de ir a buscar otros materiales. Sí, por supuesto, había que revisar la “Rueda roja”, de Alexandr Solzhenitsyn; en concreto, el tomo I de “Marzo, 1917”.
Ahí el Nobel ruso, relatando la sublevación de esos días en San Petersburgo —encabezada por los partidos de izquierda—, se mete en la cabeza de los policías: “Una sombra había caído sobre su gallardía; sabían que les estaba prohibido usar sus armas, pero que las armas podían usarse en su contra”.
Debían permanecer aislados en sus puestos, blancos de los proyectiles, ya sin confianza, dentro de un clima creado para hacerles pensar que toda la población estaba en su contra, nos dice Solzhenitsyn.
Bolcheviques, mencheviques y social revolucionarios, todos habían ido desmoralizando, desprestigiando y demoliendo a la policía.
¿Y los civiles? “¿Por qué estamos paralizados ante esta plaga de langostas? ¿Por qué nos agobia el letargo? ¿Por qué nuestras fuerzas están tan dispersas? ¿Por qué estamos todos y cada uno de nosotros tan aislados?”… era el lamento que consignaba el propio Solzhenitsyn.
Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel
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