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Tratado de paz y amistad y plataforma continental. Jorge Guzmán. La Prensa Austral

 

                                                                                 TRATADO DE PAZ Y AMISTAD Y PLATAFORMA CONTINENTAL

Jorge Guzmán – La Prensa Austral, 24/11/2024

La conmemoración de los 40 años de la firma del Tratado de Paz y Amistad con Argentina (TPA, 29 de noviembre) vuelve a poner la atención sobre el asunto pendiente de la delimitación de las respectivas soberanías sobre los recursos vivos y no vivos del suelo y subsuelo marinos del Mar Austral y la Antártica.

Si bien en principio se trata de un diferendo acotado a cierto sector del Mar Austral, en contexto geopolítico sabemos que el problema de fondo se refiere a la proyección chilena hacia la Antártica y, de por medio, a nuestra soberanía de los recursos naturales de cientos de miles de km2.

Se trata de un problema limítrofe originado en pretensiones argentinas que datan de hace un siglo, esta vez “vestidas” de “reclamo” al amparo de la normativa sobre plataforma continental hasta y más allá de las 200 millas de la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar.

Como ya es de público dominio, bajo ese precepto (y junto con una “reinterpretación de su reclamo antártico”), en 2009 Argentina “reclamó soberanía” sobre el suelo y subsuelo marino de varios archipiélagos del Mar Austral Circumpolar (Georgia, Sándwich y Orcadas del Sur), además de una “medialuna” que sobrevuela “el martillo” de la delimitación marítima del TPA, para, en este caso, “reaparecer” más allá del Mar de la Zona Austral (así lo designa el TPA) y prolongar el límite internacional con Chile a lo largo “el meridiano del cabo de Hornos”.

A estas alturas “es pasado” lo establecido en el TPA respecto que la delimitación en él contenida constituye “el confín definitivo e inconmovible” entre ambos países y que, consecuentemente, estos se comprometen a no presentar nuevas “reivindicaciones” territoriales. En 2009, de jure y de facto, el vecino reinterpretó sus compromisos con el tratado de 1984.

En 2020 la Cancillería notificó a su par argentina que tal pretensión nos resultaba “inoponible” y, acto seguido, la Armada “actualizó” la Carta Marina de la región austral para ilustrar la proyección de la “plataforma continental legal de 200 millas” de las islas del cabo de Hornos y Diego Ramírez (solamente). Esa proyección se sobrepuso a la proyección de “plataforma continental más allá de las 200 millas” proyectada desde el extremo sureste de la Tierra del Fuego argentina.

En 2022 el gobierno argentino protestó ante el secretario General de Naciones Unidas indicando que los actos afirmativos chilenos constituían violaciones del TPA y, en el último cuarto de 2022, invocó el “Procedimiento de Conciliación” previsto en su texto para invitar a Chile a comenzar a resolver el problema.

Si bien se sabe que en mayo de 2023 el gobierno designó representante ante dicho ente, no sabemos si los asesores respectivos (previstos en el TPA) fueron también designados, ni tampoco si el presidente de la misma fue acordado con Argentina o, como establece el Tratado, éste fue nombrado por la Santa Sede.

En definitiva, aunque sus deliberaciones son reservadas, la opinión pública no sabe si la Comisión de Conciliación fue finalmente establecida para abocarse en el plazo previsto (6 meses) a la cuestión de la plataforma continental magallánico-antártica más allá de lo pactado en 1984.

Por largo tiempo Chile subestimó la complejidad del reclamo de plataforma continental argentino adyacente al área marítima delimitada con el TPA, ignorando que, antes que una cuestión técnico-jurídica, se trataba de un asunto de profundas implicancias geopolíticas.

Bajo la “doctrina” que en un “excanciller progresista” calificó de “importancia ninguna”, Chile no sólo permitió que las aspiraciones argentinas comenzaran a consolidarse, sino que otorgó a la contraparte el argumento del “plazo vencido”.

Sin duda Argentina alegará que la actualización de la proyección de la plataforma continental de las islas del cabo de Hornos y Diego Ramírez ocurrió después de mayo 2019, ergo más de 10 años contados desde mayo 2009, plazo previsto en la normativa sobre plataforma continental.

Y aunque -por razones de forma y fondo- esto no es necesariamente así, lo concreto es que Argentina utilizará este argumento para forzar a Chile a rechazarlo.

Con esto en consideración, todo indica que Argentina ya comenzó a prepararse para un diferendo mucho más largo que, en su primera fase, considera “quemar” la etapa del procedimiento de conciliación del TPA para, en definitiva, elevar el asunto o al “procedimiento arbitral” previsto en el mismo tratado o, “saltándose” ese trámite, directamente recurrir a un tribunal internacional establecido.

Como sea, con la Comisión de Conciliación activa o no, parecería que no sólo para la cuestión de la plataforma continental magallánico-antártica, sino que, parafraseando al poeta uruguayo Mario Benedetti, para todas las delicadísimas cuestiones australes con Argentina, Chile no tiene “ni táctica ni estrategia”.

Sin duda un enorme hándicap que, por ejemplo, quedó al descubierto en el “audio de la Cancillería”, en el que diplomáticos profesionales refieren ciertos “favores a Argentina” que comprometen no sólo la libre navegación, sino que la neutralidad del estrecho de Magallanes.

Dicho “audio” no sólo dejó entrever liviandad e ignorancia, sino que, en un contexto político, jurídico y geopolítico más amplio, ilustró la superficialidad con la que se entienden en Santiago los problemas del austro chileno.

La evidencia señala que, para el conjunto del interés nacional, la cuestión de la plataforma continental magallánico-antártica tiene complejos y urgentes desafíos. El más inmediato es aquel de rechazar, de una vez por todas, la pretensión argentina de limitar la proyección chilena hacia el Polo Sur a la longitud del cabo de Hornos.

Chile debe derrotar el llamado “principio bioceánico” argentino, y para eso debe emplear a su favor no sólo sus recursos jurídicos, sino que debe aprovechar tanto la conformación del suelo y subsuelo marino del Mar Austral Circumpolar, como las fórmulas geo-científicas de la Convención del Mar. Allí está la clave.

Para eso, sin embargo, es necesario mucho trabajo y una clara voluntad política. Por ahora seguimos “al debe”.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de  Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional.

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Los protagonistas de la histórica mediación Papal que evitó la guerra. Valentina González. El Mercurio

                                                                              LOS PROTAGONISTAS DE LA HISTÓRICA MEDIACIÓN

                                                                   PAPAL QUE EVITÓ LA GUERRA

Valentina González – El Mercurio, Reportajes, 24/11/2024

POLÍTICOS, MILITARES Y EXPERTOS.

El intenso trabajo diplomático que consiguió asegurar la paz entre Chile y Argentina requirió la dedicación de distintos personajes que, desde sus respectivos campos de acción, dedicaron años a estas negociaciones. Ernesto Videla pasó a la historia como el hombre clave tras el acuerdo, mientras que las gestiones del canciller Cubillos y la experticia de embajadores y asesores de Cancillería fueron fundamentales.

ERNESTO VIDELA, EL GRAN ARTÍFICE DEL ACUERDO

Cuando en 1976 Augusto Pinochet le comunicó a Ernesto Videla que al día siguiente debía presentarse en el ministerio de Relaciones Exteriores, el militar quedó extrañado. Le planteó de vuelta que no tenía nada de diplomático, pero Pinochet le replicó “¡Por eso lo mando!”

Jefe de la Dirección de Planificación y Subsecretario de Relaciones Exteriores

Esa sorpresa inicial marcó su llegada a Cancillería como director de Planificación, con 38 años y el grado de teniente coronel.

Allí comenzó una carrera que se extendería por más de una década, donde también tuvo el rol de subsecretario y jefe de la delegación chilena ante la mediación papal en la disputa con Argentina.

Previo a los intensos años que culminaron con la firma del Tratado de Paz y Amistad de 1984 con Argentina, Videla ya había construido una extensa trayectoria pública. Militar de carrera -además de diplomático y académico-, ingresó a la Escuela Militar en 1953, estuvo en la Academia de Guerra y luego viajó a especializarse a Estados Unidos.

De vuelta a Chile, estuvo en la dirección de Operaciones del Estado Mayor del Ejército y en el Comité Asesor de la junta de Gobierno. En esta última instancia se encontraba en 1976, cuando fue destinado a la Cancillería.

Llegada con los civiles. Quienes trataron con él en esos años lo recuerdan inteligente, caballeroso e imaginativo. Dicen que destacaba por las diversas características que coincidían en él: era militar pero, a la vez, tenía modos y comportamientos que daban cuenta de un nivel político “poco habitual de encontrar”, describe un colaborador.

Evidencia de estas cualidades es la buena relación que tuvo con contrapartes como Marcelo Delpech, jefe de la delegación argentina, con quién forjó una amistad.

Se entendía muy bien con los civiles y además tenía un conocimiento importante del diferendo. Había sido parte de las conversaciones previas y de los diálogos presidenciales en Mendoza y Puerto Montt, por lo que previo a la mediación, ya estaba involucrado en la materia.

En los años de mediación papal, Videla encabezó en todo momento al equipo que trabajaba en Santiago, cuyos miembros se desplazaban a Roma cuando era necesario. Julio Philippi, Helmut Brunner, Francisco Orrego, Patricio Pozo y Patricio Prieto eran parte del grupo, en que también colaboró Santiago Benadava.

En 1988, año en que fue designado vicecanciller, solicitó su retiro voluntario del Ejército con el rango de general de Brigada. Continuó como analista de temas políticos e internacionales; realizó diversas publicaciones y en el primer gobierno de Sebastián Piñera fue asesor del canciller Alfredo Moreno.

Cumplió este rol hasta su fallecimiento en2013.

EL EQUIPO DE ABOGADOS QUE TRABAJÓ JUNTO A VIDELA EN LA DELEGACIÓN CHILENA

La posibilidad de tener un contacto más directo con el Gobierno fue uno de los factores para decidir que la delegación más extensa estuviera en Santiago, liderada por Ernesto Videla.

Julio Philippi, Helmut Brunner, Francisco Orrego Vicuña, expertos en materias internacionales y colaboradores de la Cancillería, eran parte del grupo. Había experiencia directa con el diferendo: Philippi (exministro de Jorge Alessandri), por ejemplo, estuvo encargado de las conversaciones con el general argentino Osiris Villegas tras el laudo y Orrego encabezó otra comisión, donde la delegación transandina era encabezada por el general Ricardo Echeverry Boneo.

Philippi, Brunner, Orrego, Pozo, Prieto y Benadava

Otros dos funcionarios muy valorados por su preparación y criterio estaban en la delegación: el ministro consejero Patricio Pozo y el abogado de la Armada Patricio Prieto.

Santiago Benadava, internacionalista, diplomático y dos veces embajador en Israel, también formó parte del grupo y, más tarde, estuvo a cargo de la misión en Roma, como embajador alterno.

Alta experiencia. Del grupo se destaca especialmente su conocimiento y rigurosidad De Brunner y Benadava, en particular, se comenta su extrema precisión en el uso del lenguaje, al punto que algunos describen sus correcciones en los documentos como “terribles”, para así dar con conceptos que eliminaran cualquier duda.

DELPECH, LA CONTRAPARTE ARGENTINA DE VIDELA

Entre los diversos representantes de Argentina, Marcelo Delpech, abogado, diplomático y académico, tuvo un rol especialmente relevante. Se desempeñó como jefe de la delegación argentina en la mediación papal, por lo que jugó el rol de contraparte directa de Ernesto Videla.

En la representación argentina

En 1984, mientras se encontraba en la delegación de su país en las Naciones Unidas en Ginebra, Delpech fue convocado para esta misión dado su manejo en las materias jurídicas y su conocimiento del diferendo.

La relación que construyó con Videla fue, a juicio de distintos conocedores del proceso, un factor importante para influir confianza y fluidez al diálogo entre sus respectivos equipos. “Nos hicimos amigos casi desde el principio y nos tuvimos confianza mutua. Cuando uno de los dos decía voy a llevar este tema a la Cancillería, lo hacía. Nos caímos tan bien que nos tuteamos casi de entrada y siempre hablamos como dos amigos. Es un milagro, un pequeño milagro. Parece mentira a veces que temas como un tratado dependen de cuestiones totalmente ajenas a lo intelectual. Simplemente es el buen contacto humano” contó Delpech a “El Mercurio” en 2014.

Los nombres del presidente Raúl Alfonsín y el canciller Dante Caputo, en sus cargos al momento de firmar el tratado, también quedaron inscritos en la historia de la mediación.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de  Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional.

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A 40 años del tratado de paz y amistad entre Chile y Argentina. Alejandro Kusanovic. El Líbero

 

 

                                                                                         A 40 AÑOS DEL TRATADO DE PAZ Y AMISTAD

                                                                             ENTRE CHILE Y ARGENTINA

Alejandro Kusanovic, Senador por Magallanes y Antártica Chilena – El Líbero, Tribuna, 20 julio, 2024

El negociador. Al recordar el Tratado de Paz y Amistad de 1984, es importante recalcar la figura del general Ernesto Videla, quien se destacó como un negociador sagaz y hábil durante el proceso de mediación papal (1979-1984).

A lo largo de esos años, no sólo dirigió con prudencia al equipo chileno, sino que demostró un profundo sentido de patriotismo, paciencia y realismo práctico.

La mediación papal derivó en una transacción política de gran importancia geopolítica, por su proyección política hacia el mar austral y la Antártica.

Haber refugiado toda la política austral chilena en la trinchera del derecho internacional, ha terminado desnudando la debilidad estratégica con que Chile gobierna este territorio y visibilizando las diferencias con lo que hace Argentina.

También delimitó el mar austral al sur de Tierra del Fuego, fijó el límite en la boca oriental del Estrecho de Magallanes, trazó un camino para la integración subnacional y estableció un nuevo mecanismo de solución de controversias

Desarrollo v/s deconstrucción. Luego de la firma del tratado, el sur chileno y argentino adoptaron caminos distintos, transformando una fisonomía geopolítica hasta entonces equilibrada entre ambos países. Argentina destinó en Tierra del Fuego significativos recursos políticos y económicos en construir caminos, aeropuertos, puertos, universidades, colegios, hospitales, etc., empleando de manera balanceada, pero estratégica, su territorio y recursos.

En contraste, Chile fue abandonando paulatinamente el extremo austral, no tanto por la falta de empuje con que sus pioneros provenientes mayoritariamente de Chiloé y posteriormente algunos de Europa, sino que como resultado de la imposición de políticas que provocaron la intangibilidad de gran parte de su territorio y el estancamiento poblacional.

Si en 1984 Tierra del Fuego argentina contaba con 27.000 habitantes (6.000 en el lado chileno), en 2022 aumentó a 195.000 habitantes (8.500 en el lado chileno). Un freno poblacional provocado en parte por el alto porcentaje de protección de su borde costero (más del 80%) y el territorio continental (casi 60%), entorpeciendo el desarrollo de actividades económicas y limitado gravemente el uso de sus recursos.

Un volumen antártico disminuido. El contraste en desarrollo entre ambos austros ha consolidado una brecha casi insalvable, alterando piezas clave y fracturando el volumen político con que ambos Estados proyectan la efectividad de su posesión hacia la Antártica.

Por ejemplo, la interlocución de Rusia con Argentina (ignorando a Chile) en torno al posible hallazgo de petróleo en una zona antártica bajo soberanía chilena (también reclamada por Argentina) devela cómo una potencia global y más allá de los formalismos, dialoga con Argentina y relega a Chile.

No hay que olvidar que Argentina tiene una base (Belgrano II) asentada en el mismo continente antártico, que deslinda con las costas del mar de Wedell, donde se supone se produjo el hallazgo de hidrocarburos, a más de 1.800 kms. de las islas Shetland del Sur (el Caribe antártico) donde operan la gran mayoría de las bases chilenas.

Es decir, la misma clave geopolítica que Argentina desarrolló en su austro continental la emplea en la Antártica: usar el territorio como variable de presencia efectiva y control político (soberano).

Pero aún más grave es el mensaje que Rusia envía al sistema antártico, exteriorizando su creciente incomodidad ante el régimen de intangibilidad que impera en el continente blanco, especialmente si el mensaje proviene de un país que con la guerra en Ucrania muestra desapego por el derecho internacional.

Por eso que haber refugiado toda la política austral chilena en la trinchera del derecho internacional, ha terminado desnudando la debilidad estratégica con que Chile gobierna este territorio y visibilizando las diferencias con lo que hace Argentina.

Una integración contusionada. Al rememorar el Tratado de Paz y Amistad, es vital también reconocer las dificultades que impiden la integración en el extremo sur entre ambos países. A los temas territoriales pendientes (Campos de Hielo y plataforma continental magallánica), se agregan problemas en la gestión de lagos y ríos transfronterizos en Magallanes que requieren de una urgente reforma de los acuerdos vigentes, ya que éstos no proporcionan soluciones modernas a un territorio cada vez más afectado por la sequía.

También es imprescindible resolver de una vez por todas las dificultades en la circulación de personas y mercancías a través de nuestras fronteras. La falta de avances en estos temas ha dañado la integración, exhibido la incapacidad e insensibilidad de sucesivos gobiernos hacia nuestra ciudadanía magallánica, y transgredido tratados (2009), que instaron a lograr un acuerdo de libre circulación de personas.

Es necesario que los servicios fronterizos modernicen sus criterios de control, adaptándolos a la realidad regional austral y busquen modelos de fiscalización menos intrusivos y más eficientes, utilizando menos funcionarios y más equipamiento tecnológico.

Patio de fondo. Finalmente, la zona de nuestros países que más llama la atención a nivel global es justamente la que abarca desde el cono sur hasta la Antártica, debido a su condición subantártica, sus vastos recursos naturales, sus rutas marítimas y sus condiciones ambientales.

Es como lo hemos dicho en varias oportunidades, la región más compleja y emergente para la acción internacional de Chile. La disputa por sus materias primas interesa no sólo a potencias, sino también a ONG globales con presencia en Magallanes, ambas con agendas distintas que en ningún caso representan el interés de nuestra población en Magallanes y Tierra del Fuego.

Transformar a Magallanes en el vergel, zoológico o acuario del globalismo universalista que operan digitados por diversas ONG, constituye la principal amenaza a la viabilidad política de nuestra región y el futuro de Chile en la Antártica.

Por lo mismo, la fortaleza y primacía de este tipo de agendas que no se condicen con el interés mayoritario de los magallánicos, será puesta a prueba en las próximas elecciones regionales y nacionales.

Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

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