LO QUE ES DE TODOS, NO ES DE NADIE… EL DRAMA DE LO
ESTATAL
Magdalena Merbilháa, Periodista e Historiadora de la UGM. M.A. Education, Kingston University, Londres, UK. Associate Director IERG Simon Fraser University, Vancouver, Canadá. Directora de Red Cultural – El Líbero, 10/06/2025
El derroche del dinero fiscal en Chile es algo escandaloso. Gastan sin ninguna prioridad y como si el dinero cayera del cielo y sobrara. Aparte de los casos de robos y de crear deliberadamente “mecanismos” para defraudar al Estado, un 70 % de lo recaudado se va en remuneraciones de quienes logran convertirse en “dueños” de sus puestos, ya que son inamovibles. Es decir, da lo mismo que lo hagan bien o mal, se quedan.
De hecho, el Estado puede tener malos funcionarios y debe asumirlos, ya que los puestos son prebendas vitalicias. En Chile, hay dos tipos de personas, los trabajadores estatales y el resto. Esas prebendas debieran ir aparejadas de más responsabilidades, cosa que no es así.
Nadie devuelve el dinero mal habido o gastado, porque se ha instalado la idea que “el Estado somos todos”, es el ente en el que debemos diluirnos y ser. No se cuida lo que no se produce y por eso, el derroche es total |
En el caso de licencias médicas mal usadas evidenció poca seriedad, poca responsabilidad y literalmente robo. Los sumarios, serán eternos y no sacarán del Estado quienes evidentemente debieran salir. Nadie devuelve el dinero mal habido o gastado, porque se ha instalado la idea que “el Estado somos todos”, es el ente en el que debemos diluirnos y ser.
No se cuida lo que no se produce y por eso, el derroche es total. Lo cierto es que “lo que es de todos, no es de nadie” y nadie se hace responsable. La falta de noción de que no existe algo así como el “dinero estatal” es parte del problema. El Estado no tiene dinero, es el dinero que el Estado le quita a los contribuyentes.
La noción real que alguien renuncia a su propiedad privada por el bien colectivo es esencial para el buen funcionamiento del Estado y evitar el mal gasto. Los beneficios eternos son inmorales, ya que la “fiesta” la pagan con el dinero de otros, no con el propio. No es algo que reciban por mayor producción y esfuerzo, sino por muchas veces hasta “vegetar”. Por lo mismo, es de toda justicia terminar con esas prebendas no merecidas, que cargan el peso que lleva Atlas -los que producen- sobre sus hombros.
“¿Nuestro Chile está condenado? Lo cierto es que si no se corrige el estatuto administrativo y se pueda sacar del Estado a los que no aportan o defraudan, sí estamos condenados”
Como decía la escritora estadounidense, Ayn Rand -frase que parece estar dirigida al Chile actual, pero que fue escrita en 1950-: “Cuando adviertas que para producir necesitas obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebes que el dinero fluye hacia quienes no trafican con bienes sino con favores; cuando percibas que muchos se hacen ricos por sobornos y por influencias más que por su trabajo, y que las leyes no te protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra ti; cuando descubras que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrás afirmar, sin temor a equivocarte, que tu sociedad está condenada.”
¿Nuestro Chile está condenado? Lo cierto es que si no se corrige el estatuto administrativo y se pueda sacar del Estado a los que no aportan o defraudan, sí estamos condenados. Si no logramos destrabar la excesiva burocracia innecesaria para crear y crecer, sí estamos condenados. Si no logramos entender que las naciones grandes se levantan desde el esfuerzo y el trabajo, sí estamos condenados. Si no volvemos a introducir el mérito en la educación y a reprobar a quienes no aprendan, sí estamos condenados. Si no comprendemos que tenemos primero deberes y luego derechos, sí estamos condenados.
Todos estos males que hoy sufrimos vienen del colectivismo que nos pretende hacer creer que todos somos parte del Estado, un simple engranaje, lo que no es así. Somos personas individuales con identidades distintas y creamos el Estado para que esté al servicio de la persona y no al revés. Le entregamos el monopolio de la fuerza para poder trabajar y crecer en paz
Desde hace mucho, las “pulsiones” colectivistas han tenido cabida en las opiniones de pensadores. De hecho, mucho antes de Marx, Platón es ya el primer comunista, colectivista. Sus ideas manifestadas en “La República” sobre la justicia y la sociedad ideal implicaban la negación de la propiedad privada y la colectivización de la educación y los guardianes. Tenía buenas intenciones, pero su visión estaba errada.
Para él, la clase gobernante en su sociedad ideal, no debiera tener propiedad privada, para evitar que fueran corruptos por el deseo de riquezas y poder. Incluso proponía colectivizar a la familia individual, dando origen a mujeres y niños “públicos” con educación común y propiedad compartida. Así, en su teoría con educación estatal se formaría una elite virtuosa y sabia para gobernar de una manera justa.
Aristóteles, discípulo de Platón, respondió contundente a esta mala idea en el siglo IV a.C., para que vean que el problema es viejo. Desde un realismo que se alejaba del idealismo, vio que el comunismo platónico era algo impracticable e imposible. Algo “contra natura”, que atenta contra el deseo individual humano por la felicidad.
Para él la propiedad privada es esencial en lo humano y parte de la justicia (darle a cada uno lo que es de propio suyo y no darles lo mismo). Para él la familia, célula básica de la sociedad es la base de la felicidad y la estabilidad social. Aristóteles la tenía clara, “cuando las cosas son de todos, no son de nadie” y de hecho nadie las cuida. Eso le pasa a Chile.
En el Estado hay corruptos y es de justicia que de ahí salgan. ¡Hay que terminar con el injusto Estatuto Administrativo ahora!
Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel
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