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Destacados del Editor. El Mercurio

 

                                                Destacados del editor. Jueves, 12 de junio de 2025

Crítico se anticipa el trámite en la Cámara de la reforma al sistema político aprobada por el Senado. A los diputados no les acomoda el contenido de la iniciativa despachada antenoche a segundo trámite; junto con eso, promotores de la propuesta ven una suerte de “torpedeo” en contra de su reforma, lo que al parecer tendría sentido.Abonan a esa percepción de “boicot” la acción del Gobierno de promover un texto “complementario” para elevar los requisitos para constituir partidos políticos apuntando a la atomización y fragmentación, con 23 colectividades con existencia legal vigente. De la arremetida del Ejecutivo, la senadora Luz Ebensperger (UDI), coautora de la reforma al sistema político, valoró su aprobación en el Senado, pero lamentó “que el Gobierno no solo no la haya apoyado, sino, por el contrario, la boicotea, sobre todo la sanción al voto obligatorio en que hace reserva de constitucionalidad usando como excusa la falta de informe financiero y no haber pasado por comisión de Hacienda, lo que no es necesario”, en referencia a la otra moción visada anteayer, la que multa por no votar a todos los electores, incluidos los extranjeros.

Felipe Ramos Hajna
Editor de Newsletter
En esta edición de “El Mercurio”:

Un aporte de nuestros socio Raúl Godoy Casas-Cordero

Ls opiniones en esta sección son de responsabilidad de sus autores y no refleja necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional

 

Columna de Opinión, News

Cambia la gente, y la gente cambia. Alejandro San Francisco. El Líbero

 

                                                  CAMBIA LA GENTE, Y LA GENTE CAMBIA

Alejandro San Francisco investigador senior, Instituto Res Publica; académico Facultad de Derecho P. Universidad Católica de Chile – El Líbero, 08/06/2025

 

No se trata de un juego de palabras. Simplemente, es preciso constatar una realidad social, con indudables repercusiones políticas, económicas y sociales, además de involucrar la vida misma de cada persona

Cambia la gente significa que las personas no son siempre las mismas.

Si un país -pensemos en Chile- tenía una población de 15 millones de habitantes hace algunos años, después puede tener 18 o 19 millones. De ellos, muchos se repiten, en tanto otros fallecieron o se fueron del país, y el número ha sido reemplazado con quienes han nacido y con los que han llegado a vivir en esta tierra que está entre la Cordillera y el mar.

Chile seguirá cambiando, quizá más de lo que estimamos o en una línea distinta a la que nos gustaría. El mundo también tendrá modificaciones importantes, en la tecnología, los ejes del poder y en otras tantas áreas

Pero también la gente cambia: es decir, las personas modifican sus ideas, sus convicciones y creencias, su forma de vivir, vestir o proyectarse. Esto significa que las mismas personas evolucionan, fórmula magistralmente resumida en un verso de Neruda: “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”, reflejo de un amor que se acabó o de dos existencias que se distanciaron.

El tema cobra especial actualidad en diversos planos. Comencemos por la política: el 18 de octubre de 2019, en plena efervescencia destructora y anuncios posteriores de cambios profundos, se advertía en el horizonte no solo un momento de incertidumbre, sino el avance hacia una transformación mayor, para llegar a un país distinto.

“Chile cambió, se dijo con gran entusiasmo. Pero a la larga, el proceso de la Convención Constituyente fracasó, el pueblo votó en contra de su propuesta y el cuerpo electoral se amplió de manera decisiva”.

 

Chile cambió, se decía con cierta jactancia, y parecía verdad. Con ello, no solo era previsible que la clase política revirtiera algunas de sus ideas o programas: el gobierno de Sebastián Piñera había comenzado sepultando el problema constitucional, pero el 15 de noviembre se vio involucrado en un proceso de cambio inédito en democracia. “Entregó la Constitución”, decían sus partidarios devenidos en detractores. El gobierno decidió modificar su posición, también lo hicieron sus votantes.

A fines de 2019 se daban varias situaciones. Primero, la Constitución había pasado a ser uno de los tres problemas más relevantes para los chilenos; segundo, se advertía un cambio constitucional que solucionaría casi mágicamente numerosos asuntos pendientes; tercero, como mostraría el plebiscito de entrada, la mayoría de los ciudadanos favorecía el cambio de la Carta Fundamental, frente a sólo un 21 % que seguía convencido de la vigente.

Chile cambió, se dijo con gran entusiasmo. Pero a la larga, el proceso de la Convención Constituyente fracasó, el pueblo votó en contra de su propuesta y el cuerpo electoral se amplió de manera decisiva.

En el camino, también se produjo un cambio de gobierno: el presidente Gabriel Boric reemplazó a Sebastián Piñera. Para mayor abundamiento, poco después falleció el dos veces gobernante, en momentos en que recuperaba la popularidad en la opinión pública e incluso aparecía como alternativa para las elecciones que habrá este 2025.

El gobierno de Boric y la Convención fueron decisivos para la derrota del 4 de septiembre de 2022. Si a fines de 2019 la revolución de octubre parecía tener un gran futuro por delante -como suele ocurrir con las utopías o incluso con los sueños políticos más modestos- a mediados de 2022 ya se podía evaluar la experiencia, del camino constituyente y de Boric y su equipo en La Moneda. El hermoso horizonte había trocado en una dudosa realidad.

Lo mismo pasa a nivel económico. Muchas veces las personas tienen grandes expectativas y reclaman algunos derechos y condiciones con fuerza; en otras ocasiones son más modestos y les basta un trabajo seguro. Después de octubre de 2019 salieron miles de millones de dólares de Chile, que había dejado de tener certeza jurídica y ponía en tela de juicio su estado de Derecho. Si miramos con atención algunas propuestas programáticas de diferentes candidatos presidenciales, este año parece ser más lógico bajar impuestos que volver a subirlos, como lo hicieron Piñera y Bachelet y como quiso hacerlo Boric. Chile cambió y con él su gente, en parte al menos.

En materia social también se pueden advertir algunos mutaciones culturales, como queda en evidencia con las nuevas generaciones, hoy más abiertas a tener mascotas que hijos, son menos creyentes que sus padres y prefieren cambiar de trabajo que la estabilidad laboral de otros tiempos.

En otro plano, si en el pasado cantábamos con orgullo “Y verás como quieren en Chile, al amigo cuando es forastero”, hoy las cosas se ven distinto: la inmigración descontrolada ha hecho mirar con sospecha al distinto y en ocasiones emerge algún rasgo de racismo o xenofobia.

El tema de fondo es que debemos mirar la realidad tal cual es, para comprender mejor la sociedad en la que vivimos. Por cierto, podemos luchar por modificarla y ojalá mejorarla, pero con una certeza previa: la gente cambia y también cambia la gente.

Lo saben muy bien los expertos en marketing, algo lo intuyen los políticos (hoy todos se manifiestan partidarios de la seguridad y del crecimiento económico; en el pasado reciente muchos prefirieron dos procesos constituyentes que transcurrieron en medio de la mediocridad económica y de la inseguridad social).

Chile seguirá cambiando, quizá más de lo que estimamos o en una línea distinta a la que nos gustaría. El mundo también tendrá modificaciones importantes, en la tecnología, los ejes del poder y en otras tantas áreas, como alguna eventual guerra.

Algunos verán aquello y quizá otros no contemplaremos esos cambios. Tal vez, por lo mismo, vale la pena volver a las raíces, a aquello que es permanente, que no depende de las veleidades de la vida o de las mutaciones de la historia, sino de las convicciones más profundas y que tienen perspectivas de largo plazo.

Dios y la familia se encuentran en esa condición, pero sin duda hay factores que deben estar también en los primeros lugares, como el amor a Chile, el compromiso personal de servicio, la fortaleza de la amistad, un buen libro o una película, o simplemente pedir por favor y dar las gracias. Sabemos que cambia la gente y que la gente cambia: pero es necesario que exista permanencia en las cosas buenas de la vida, aquellas con las cuales vale la pena morir.

Un aporte del Director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel

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