Su alcance se extiende más allá, reuniendo a sus habitantes, entre operativos Aero médicos, evacuaciones de emergencia, y su rol como puente aéreo hacía el territorio antártico e insular. Su presencia internacional ha sido visible y reconocida en la reconstrucción de la paz en Israel, India y Pakistán, Kosovo, Kuwait, Irak, Bosnia Herzegovina y Timor Oriental, y también el pasado conflicto entre Perú y Ecuador; y lo es y será en Haití, la República Centroafricana y Colombia.
Hoy 21 de marzo del 2017, nuestra Fuerza Aérea celebra un aniversario más, y es un motivo de alegría para todos nosotros. Es una ocasión para reconocer y reflexionar sobre lo que significa una institución tan grande, que es tanto más que la recolección de aeronaves y equipo, bases y personas. Sobre sus hombres descansa no solo la defensa y control de nuestro cielo azulado, sino también el zurcir ese campo de flores bordado, acortando sus distancias extremas y acercando a sus habitantes.
Hace ya 17 lustros y 2 años se emprendió la tarea ardua de resguardar la soberanía nacional, en una apuesta en la que el Presidente Carlos Ibáñez del Campo siguiera el consejo sabio y visionario del Comodoro Arturo Merino Benítez.
Semejante decisión se mostraría acertada, pero no estaría exenta de peligros, desafíos y a ratos tragedias heroicas.
En los albores de la aviación, surcar el cielo era una aventura riesgosa, sometida a las inclemencias del clima, y sujeto a la inclinación humana a desconocer un medio que no le era históricamente natural y que debió conquistar a punta de esfuerzo, disciplina e inventiva.
Pero su labor, como la de las instituciones hermanas en la seguridad, no se agota en la defensa del territorio o del espacio aéreo, tarea titánica ya de por sí; considerando la extensión de nuestro territorio, desde los desiertos del norte, hasta el hielo del polo sur, y desde la calidez de la Isla de Pascua, hasta las inclemencias de la Cordillera de los Andes. Su alcance se extiende más allá, reuniendo a sus habitantes, entre operativos Aero médicos, evacuaciones de emergencia, y su rol como puente aéreo hacía el territorio antártico e insular. Su presencia internacional ha sido visible y reconocida en la reconstrucción de la paz en Israel, India y Pakistán, Kosovo, Kuwait, Irak, Bosnia Herzegovina y Timor Oriental, y también el pasado conflicto entre Perú y Ecuador; y lo es y será en Haití, la República Centroafricana y Colombia.
Su mirada atenta y su mano confiable son sentidas en el Servicio de Búsqueda y Salvamento Aéreo (SAR), que como centinela infatigable, se despliegan para auxiliar a los caídos, a los heridos y a los añorados, que no solo salvan seres humanos, sino también recomponen y reconfortan familias e historias de vida.
Su profundo conocimiento de nuestras tierras, es cultivada y compartida por el Servicio Aero fotogramétrico (SAF); su tesón, construido y forjado por la Empresa Nacional Aeronáutica (ENAER). Su respeto, ganado y validado, por la convocatoria y relevancia que cada dos años se atestigua en la Feria Internacional del Aire y del Espacio (FIDAE), próxima a efectuar su vigésima versión.
Ya mucho puede decirse y tanto más quedará sin mencionarse, he de centrarme en un punto clave de nuestra Fuerza Aérea y que responde a una pregunta fundamental de nuestro desarrollo como país ¿Por qué aparatos que desafían la gravedad pasaron en menos de un siglo de ser una excéntrica novedad, a un medio rutinario para mover personas a través de continentes y de paso transformar el dominio de nuestro espacio aéreo en una actividad tan segura? La respuesta hemos de buscarla en personas más grandes que yo. El Barón Manfred von Richthofen más conocido El Barón Rojo, del Servicio Aéreo Alemán durante la Primera Guerra Mundial una vez dijo: “El éxito solo brota de una perseverancia constante, perseverancia sin descanso”.
La anterior expresión resuena semejante, a otra de k?ngz?, más popularmente conocido como Confucio, filósofo chino del siglo VI antes de Cristo, quién pronunció:
Se dijo, … y lo olvidó.
Lo vió, … y lo creyó.
Lo hizo, … y lo comprendió.
Solo la inusual combinación de coraje y disciplina, le permitieron conquistar y ganar palmo a palmo el control de nuestra quebrada y caprichosa geografía. La presencia de múltiples cumbres no hace fácil dominar el espacio aéreo, que si embargo es vigilado prácticamente en su totalidad desde hace décadas, hazañas aún no completadas en el país, donde tal esfuerzo sería inconmensurablemente más fácil.
Lo que está detrás no son solamente las máquinas, las pistas, los hangares y las oficinas. Es una institución construida sobre la base del esfuerzo, de mantener constancia en el ámbito donde el cambio es una rutina. ¿Cómo olvidar que lo que hoy es común y corriente, en su tiempo rayaba lo imposible? ¿Qué hoy día se puede volar a la Isla de Pascua gracias a que el Capitán Parragué y su tripulación incursionaron en una ruta que no existía?
La respuesta yace en la combinación necesaria de ciertos elementos, pero también de personas seleccionadas, entrenadas y promovidas en algo más grande que la vida de un solo ser humano. En algo más permanente que el tiempo que le toma a alguien ir de la cuna a la tumba. Algo que ha crecido y evolucionado, que, si bien ya no contiene ni los mismos aeroplanos, bases, o pioneros que la vieron nacer, nos permite seguir hablando de una sola, misma y única Fuerza Aérea de Chile.
Allí, donde Icaro o Fetón fracasaron, donde agua, tierra, aire y fuego pueden tornarse enemigos, la FACH triunfó.
Hace setenta años el continente helado fue por primera vez explorado por Teniente Parodi. Desde los años cincuenta las bases Presidente Gabriel González Videla y Presidente Pedro Aguirre Cerda se convirtieron en parte de las venas que unen la tierra que el estrecho de Drake separa.
El centro meteorológico Presidente Frei, el aeródromo Teniente Marsh es parte de ese desarrollo. Y también lo es, esa huella de nuestra nación, Villa las Estrellas, en uno de los extremos más inhóspitos del planeta que algunos han podido llamar hogar. Son parte del testamento inicial y de la proclama constante de los intereses de nuestra patria sobre el continente blanco, que se ha legado a las generaciones venideras.
Que los verdaderos héroes se deben a su propio trabajo de toda una vida, y de equipos, que contribuyeron al germinar los laureles. Que los pilotos no son tanto caballeros andantes, sino más bien miembros de una falange alada que trabaja codo a codo con tripulantes, ingenieros, personal de base, defensa aérea y administración, técnicos y mantenimiento, telecomunicaciones e informática y servicios y otras tantas especialidades de las que soy solo un externo y admirado observador.
A los hombres y mujeres acuñados en el sello de la institución, empujados por el irrefrenable deseo de dejar la tierra desde que posaron por primera la vista en las estrellas, cuya pasión fue templada en el rigor del estudio, el entrenamiento y la práctica, hecha brotar como una técnica que nació como arte, les deseamos un Feliz día
Nos sentimos con el orgullo y convencimiento que lo que recibieron de sus antecesores y que hicieron brillar con mentes y manos propias, forman parte de una historia que no será olvidada y de la cuales los chilenos de corazón estaremos por siempre agradecidos.
Feliz aniversario a todos nuestros camaradas de la Fuerza Aérea de Chile.
Prof. sebastián Briones R.