CESANTÍA, TRAGEDIA Y REFLEXIÓN: EL AÑO MÁS DURO DE LOS EXCONVENCIONALES,
Gianluca Parrini, Amelia Eguiguren y Andrés Gómez
La Tercera, 03/09/2023
El triunfo del Rechazo en el plebiscito del 4 de septiembre de 2022 marcó las vidas de varios constituyentes. Algunos vieron truncos deseos de seguir en la política, mientras que a otros el estigma de la Convención, dicen, los persigue. No obstante, varios siguen defendiendo el proceso y el texto. “Creo que los constituyentes nos adelantamos 50 años al Chile que tenemos hoy en día”, sostiene una.
Cuando Bessy Gallardo (38) vio los resultados del plebiscito del 4 de septiembre del 2022, ese que marcó el triunfo del Rechazo, se largó a llorar. Acompañada de su pareja y de sus tres hijos, veía en esas cifras en la televisión cómo dos años completos de trabajo como constituyente, encarnados en una propuesta de nueva Constitución, eran diluidos. La gente le dijo que ese trabajo no los representaba.
La militante comunista dice que una angustia la recorrió. Pero fue por fases.
¿Conoces las etapas del duelo? Yo las viví todas– dice.
Ese primer día dice que solo atinó a desmaquillarse, ponerse el pijama e irse a dormir.
Les dije a mis hijos que me iba a acostar. Y dormí como cuatro días. Es que ya no había nada más que hacer -asegura Gallardo-. ¿Nunca has tenido ese llanto como de que se murió alguien que no vas a volver a ver? Ese de impotencia.
Gallardo mira hacia atrás. Dice que lo que la motivó a postular como constituyente el año 2020 fue terminar con el Estado subsidiario: “Sacaba la cuenta y me di cuenta de que si los tres iban a estudiar, tenía que pagar dos millones de pesos mensuales. ¿Qué familia aguanta eso?”.
Lo que motivó a Alejandra Pérez (45), una dueña de casa y dirigente, no era tan distinto. Luego de un cáncer de mamas por el que perdió sus dos pechos el 2017, decidió postular para visibilizar el problema que es atenderse en la salud pública en Chile. Su torso desnudo con consignas escritas en su pecho fue lo que hizo a la gente empatizar con ella. Logró ser electa.
Pero su tratamiento del cáncer no estaba terminado. A pesar de que ya estaba controlado, tenía que seguir examinándose cada seis meses para descartar cualquier reaparición. Por eso, su doctora le recomendó un estilo de vida tranquilo: evitar el estrés y pasar rabias.
Pero eso, dice, fue lo que más encontró dentro de la Convención.
Fueron meses estresantes. A veces salía a las 10 de la noche de la Convención y me quedaba en unos Zoom hasta las tres de la mañana -cuenta Pérez- Yo antes llevaba una vida relajada, pero me metí en algo sin horarios, donde comíamos la mitad de una empanada, un sándwich, un chocolate y un café. La hora de almuerzo, por lo general, pasábamos en reuniones.
Gallardo también dice que el proceso fue arduo. Mientras era constituyente estudiaba Derecho en los ratos que le quedaban. Por eso, el costo personal fue alto.
Hay horas de trabajo muy arduos. De perderse a la familia. De dejar a mis hijos solos -lamenta-. El costo más alto que he pagado es la maternidad. No fui mamá durante dos años. Crecieron entremedio, y cuando volví, me encontré con tres hombres. Tienen 18, 16 y 14. Entonces, fue complicado retomar la maternidad. Porque ya no son enanos.
El ritmo de trabajo durante ese año, dice Alejandra Pérez, le terminó pasando la cuenta. Un día de enero del 2022, mientras estaba en los jardines del exCongreso, Pérez recibió un correo. Eran los resultados de un examen que se había realizado meses atrás. Le habían encontrado una mancha. El diagnóstico fue demoledor: su cáncer no solo había regresado, sino que se expandió a sus caderas.
Se me vino el mundo encima. Corrí a la oficina de Gaspar Domínguez (médico y vicepresidente de la Convención). Lloré como una cabra chica. Le dije que no me quería morir.
Una vez que Pérez supo los resultados del plebiscito del 4 de septiembre de 2022, comenzó a sentir otra vez dolores. Al tiempo, reflexionó algo.
Yo lo conversé con mi doctora. Yo creo que el cáncer me volvió por el estrés que viví en la Convención.
Bessy Gallardo recuerda que pasó esos días después de ese domingo 4 durmiendo, incomunicada y sin ver televisión. Lo primero que comió después de días fueron papas fritas y una Coca Cola con azúcar. “Mi esposo me sirvió comida. Necesitaba que mi cerebro volviera a funcionar. Estaba disociada”, recuerda.
Lo que vino después fue una etapa de furia, dice.No entendía algunas cosas de lo que estaba pasando.
Luego empezó la ira. No quería saber nada de Chile. Y después aparece la pena de que Chile es como tu amor tóxico, ¿cachái? Porque dices, ¿cómo la gente es tan pelotuda? Y luego dices, no, es que la gente no sabe. No le hemos enseñado a la gente. Tenemos la culpa de esto. No puedo pretender que alguien que anda en micro y ve noticias por TikTok entienda lo que es un Estado social y democrático de derecho. Es imposible.
El difícil rearme. El hecho de haber sido constituyente es una marca que, dicen miembros de la extinta Convención, es difícil de llevar.
Eso lo cuenta Cristóbal Andrade, un mecánico automotriz de Quilpué, quien ganó popularidad en las marchas del estallido social de octubre del 2019. Ahí se metía dentro de un corpóreo de dinosaurio azul. Eso lo hizo conocido y fue asociado a figuras como Giovanna Grandón, la Tía Pikachu. Salió electo en el distrito seis, de la mano del pacto independiente Lista del Pueblo. Su fama iba de la mano con su disfraz. Lo conocían como “Dino Azulado”.
Andrade dice que luego de su labor como constituyente se proyectaba en política. Pero cuando triunfó el Rechazo en septiembre, no lo llamó nadie. Se tomó un mes de vacaciones y, después de eso, empezó a buscar trabajo en su rubro.
Pero lo que encontró Andrade en esa búsqueda lo desilusionó. Le pasó cuando fue a mostrar su currículo a una automotora en septiembre del 2022, a dos meses del triunfo del Rechazo.
Cuando fui a postular, me dijeron: no das con el perfil de la empresa. Que me conocían, pero aún así no calzaba -dice-. Es que al postular uno se da cuenta de las indirectas que te tiran las empresas. Yo creo que pensaban que yo iba a entrar a la empresa y hacer un sindicato. Como que iba a revolucionar a los trabajadores.
Andrade dice que la situación le pasó en más empresas. Sin fuentes de ingreso nuevas, se gastó sus ahorros -parte de ellos lo que ganó en la Convención- para subsistir ese tiempo.
Pasé siete meses sin trabajo, desde septiembre a marzo de este año. Al final ya estaba desesperado. Prácticamente quería trabajar en lo que saliera.
Andrade le da una explicación a esto: no le dieron trabajo porque era constituyente.
Lo que le pasó a Andrade es algo que otros constituyentes también vivieron en este año: una difícil inserción a la vida laboral. Y si bien algunos volvieron a los trabajos que tenían antes de la Convención -en muchos casos pidieron permisos sin goce de sueldo por un año-, otros vieron cómo las puertas se les cerraban.
Lo mismo le pasó a Bessy Gallardo. Dice que por haber sido convencional hay empresas que la miran distinto.
Para el ejercicio libre de la profesión no he tenido problemas. Pero si quisiera postular a un estudio jurídico, lo primero que van a mirar es que fui convencional. Probablemente digan que soy una persona conflictiva por eso.
Margarita Vargas, convencional del pueblo kawésqar, había trabajado durante años para visibilizar la causa indígena, y creía que finalmente podían plasmar eso en una Constitución a través de la plurinacionalidad. Pero el resultado del plebiscito la golpeó.
Tomó varias decisiones. La primera fue retirarse de la vida pública. La segunda, tomar un curso de motivación y de desarrollo personal en una fundación.
Entramos ahí con otras convencionales. Nos sirvió bastante para empatizar y apoyarnos entre las convencionales que estábamos más débiles emocionalmente.
Lo otro que añade es algo que otros convencionales han dicho que es una gran dificultad: postular a un cargo público.
Yo podría postular al Estado para trabajar como administradora pública. Pero he visto que está tan difícil para los convencionales, que al final no he querido. Aparte, para eso hay que tener amigos.
Andrade dice que él esperaba que lo llamaran para alguna candidatura, pero no pasó.
Es que cuando eres independiente es más difícil. Los que eran de partidos políticos agarraron cargos importantes, porque estaban en partidos del oficialismo. A ellos se les hace más fácil.
Lo que dice Andrade se condice con hechos.
La primera llegada de un convencional al gobierno fue Ricardo Montero (PS). Criticado en la interna de su partido por haber votado por la disolución del Senado, asumió como jefe de gabinete de la ministra del Interior, Carolina Tohá, solo cuatro días después del triunfo del Rechazo. El 16 de agosto pasado ascendió a un nuevo cargo: subsecretario de Defensa.
Otros convencionales han entrado a otras carteras, como Interior, Desarrollo Social, Hacienda, Culturas y hasta una embajada. Así, en total son 12 los exconvencionales que llegaron en algún momento al gobierno.
Sin embargo, no es solo en La Moneda donde aterrizaron exconvencionales. Al municipio de Valparaíso llegaron cuatro exconstituyentes en julio de 2022, a días del fin de la Convención. Entre ellos, Alejandra Pérez.
Esta serie de nombramientos fueron catalogados por la oposición como “premios de consuelo”. Pero entre los constituyentes de derecha también hubo quienes, a la larga, ganaron pasando por la vitrina de la Convención.
Por ejemplo, Martín Arrau, constituyente por el Maule, apenas ganó el Rechazo abandonó la UDI para entrar al equipo de campaña de José Antonio Kast. Pasó en poco tiempo de ser un constituyente desconocido, a ser vicepresidente del Partido Republicano.
Otra ganadora del proceso fue Teresa Marinovic. La licenciada en Filosofía se hizo conocida a nivel nacional por su estilo incisivo y provocador en la Convención. Hoy, Marinovic asume que su paso por ahí le permitió llegar a mucha más gente. Ahora, cuenta, piensa en lanzar una candidatura para un cargo público.
Estoy considerando una campaña senatorial por La Araucanía o la RM. Si es diputación, sería el distrito 10, 15 o 22. Si es municipal -que lo veo improbable, porque es incompatible con mi vida familiar-, sería en Santiago, Providencia o Peñalolén-, dice Marinovic.
Pero la gran ganadora del proceso es indiscutiblemente Elisa Loncon.
Luego de la asunción como la primera presidenta del órgano, el suceso fue noticia en medios de todo el mundo. Figuró en el listado de la revista Time como una de las 100 personas más influyentes del 2021. También la destacó el Financial Times, como una de las 25 mujeres más influyentes de ese año.
Ese diciembre, el gobierno del País Vasco le concedió el premio René Cassin de Derechos Humanos.
Esto levantó la figura de Loncon a un nivel internacional. Por eso, fue invitada desde instituciones en Francia, Nueva Zelandia y Estados Unidos. Esos viajes pudo realizarlos a pesar de ser académica de la Usach, por un permiso de un año que le concedió esa casa de estudios.
Esto generó cuestionamientos, ya que Loncon se negó a entregar antecedentes de sus actividades como académica a una solicitud de Transparencia, acusando persecución y racismo.
Consultada, Elisa Loncon no quiso participar en este reportaje.
Cobrando cuentas. Además de los costos laborales y económicos, el proceso acarreó costos emocionales entre los miembros del extinto órgano.
La académica Amaya Álvez, según relatan personas que la conocen, cayó en un profundo estado de tristeza. Tanto ella, como la expresidenta María Elisa Quinteros, Patricia Politzer, Cristina Dorador y Bárbara Sepúlveda fueron contactadas para este reportaje, pero prefirieron no ser entrevistadas.
Todas volvieron a sus antiguos trabajos en la academia. De hecho, Dorador fue elegida el año pasado como una de las “30 Mujeres Poderosas” por la revista Forbes Chile.
Gaspar Domínguez, el sucesor de Jaime Bassa en la vicepresidencia de la Convención, volvió a ser médico general en Palena apenas ganó el Rechazo.
Jaime Bassa no respondió los mensajes de este medio. En su cuenta de Twitter se mantiene activo, muy atento al proceso Constitucional. Su tuit fijado es un enlace a una reflexión que publicó en el diario digital El Mostrador el 13 de septiembre del año pasado. En él habla de varios “rechazos” que se juntaron en una misma votación, y defiende el texto presentado.
“Creo que la propuesta de nueva Constitución no fue maximalista ni radical, pero sí trazó un proyecto político ambicioso (…). Y sin perjuicio de que se fracasó en este intento, ahora el pueblo de Chile cuenta con un texto al cual podremos recurrir en el futuro”, escribió el abogado.
El rol de Bassa fue duramente cuestionado, no solo por la oposición, sino que por militantes de partidos que iban por el Apruebo. Le cobran -dicen en reserva exconstituyentes- que se perdió mucho tiempo en las primeras semanas de la Convención que pudo ser utilizado para enriquecer el debate. Semanas que, meses después, hicieron peligrar que se terminara el texto dentro del año que tenía el órgano como plazo legal para esta tarea, que finalmente la cumplió la administración de Gaspar Domínguez.
Lo otro que comentan convencionales que iban por el Apruebo es que Bassa era uno de los constituyentes que tenían una trayectoria académica importante para encarar el proceso. En su caso, por ser doctor en derecho y hacer clases de derecho constitucional en la Universidad de Valparaíso.
Esas mismas credenciales traía Christian Viera, autor de varios libros sobre temas constitucionales, y Fernando Atria, profesor en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, quien desde el 2013 empujaba la idea de que el país debía tener una nueva Carta Magna.
Viera hoy sigue dedicado a la academia. Dice que el Rechazo fue un golpe duro. “Me afectó anímicamente. Dejé mucha energía, y tuve costos familiares importantes. El texto rechazado habilitaba cambios por la vía legislativa -dice-. Lo vivo con amargura, porque esperaba que el texto se aprobara”.
Por otro lado, no cree que él haya tenido más responsabilidad que el resto de los convencionales.
La Convención era una conversación entre iguales. Al interior yo era uno más. No fui elegido por ser un especialista. Adentro podía ser más o menos respetado, no por mis estudios, sino por la pertinencia del argumento que podría ofrecer.
Atria, en tanto, volvió a hacer clases en Pío Nono. Dice que el proceso no le significó grandes costos personales y que no se arrepiente de su trabajo en la Convención. Eso sí, acusa que él y los convencionales han sufrido una “campaña de desacreditación”.
Hay mucha gente que tenía cuentas por cobrar -advierte Atria-. Y vieron en este momento la posibilidad de cobrarlas
Predicando en el desierto. Cristóbal Andrade, “Dino Azulado”, encontró trabajo en una automotora en Viña del Mar. Quiere postularse como concejal en Quilpué. Eso sí, el traje de dinosaurio, comenta, esta vez no lo usará.
Lo tengo en la casa. Igual lo uso para eventos. En Quilpué bailé con él en el Día de la Niñez. Le escribí a la alcaldesa, le pregunté si podía ir por último a entretener a los niños. Me dijo ningún problema, si la plaza es pública, usted puede ir.
Bessy Gallardo no logró tumbar el Estado subsidiario. Pero no cree que el proceso fue un fracaso.
Cuando perdimos, no me sentí perdedora. Me sentí como la gente que predica en el desierto. Ahí dije: esto no es para mí. Yo tengo mi carrera, y si no, tengo mi familia. Tengo una mamá con plata suficiente para solventar su vida y la de sus nietos. Yo voy a salir adelante igual. ¿Pero y los demás? ¿Qué hace la demás gente? Ayer pagué sueldos, por ejemplo. Y tengo gente que gana 500 mil pesos. Y yo 500 mil pesos me los gasto en cinco minutos pagando cuentas. Y no todas las cuentas. ¿Qué haría yo si ganara 500 lucas? ¿Qué hago? ¿Cómo solvento la vida de mis hijos? Y la gente lo hace, a punta de créditos. Yo creo que esa es mi pena más grande.
Fernando Atria ha reflexionado sobre el proceso. Cree que la gente rechazó la propuesta no por el texto, sino que por la conducta de algunos convencionales. También dice que con el tiempo ha observado el proceso de una forma distinta.
Cuando veo lo crispado y difícil que está el contexto político para llegar a acuerdos, me lleva a notar lo extraordinario que fue que ese grupo de personas, con todas esas desconfianzas recíprocas que teníamos, haya sido capaz de hacer una propuesta al país dentro de un año. Cada quien podrá observar eso como quiera -lanza-. Yo supongo que con el paso del tiempo el ejercicio de la Convención va a ir ganando en su real dimensión.
Gaspar Domínguez defiende el texto. Dice que tanto la propuesta actual de los expertos como la del 2022 son mejores que el texto vigente. Lo otro que dice es que el proceso fracasado terminará siendo visto de otra forma con el tiempo.
Todos los procesos se van reinterpretando a medida que pasa el tiempo. Con el resultado del proceso vigente, de los futuros ciclos políticos, vamos a ir viéndolo de forma diferente. No sé si de una forma mejor o peor. Pero distinta.
Alejandra Pérez afirma que entró en cuidados paliativos. Que los dolores son muy fuertes. Que ya no se quiere enterar de lo que está pasando en el proceso constituyente. Que cambia las noticias cada vez que empiezan a hablar de eso. Pero aunque no logró consagrar la salud pública en la Constitución, no piensa que sea una derrota.
Yo siempre supe que este proceso era difícil. Y lo que veo es que fue una oportunidad para que la gente le tomara realmente el peso a que sí podíamos cambiar los problemas estructurales de nuestra sociedad -dice Pérez-. Yo creo que el texto que hicimos tiene de todo. Creo que los constituyentes nos adelantamos 50 años al Chile que tenemos hoy. Nosotros venimos del futuro. Para mí, la Convención fue el futuro.
Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel
Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional.