Brigadier Bernardo O’Higgins Riquelme.
De su genialidad en Chacabuco a Director Supremo de Chile.
Gabriel Alliende Figueroa ❖
Brigadier de Ejército
El Ejército Libertador se encontraba cercano a la cuesta de Chacabuco. San Martín envió al baqueano Justo Estay con la misión de observar fuerza, presencia, ubicación de los realistas y su grado de actividad el 11 de febrero de 1816. La información obtenida le hizo adelantar al 12 de febrero la batalla prevista para el día 14, con el fin de evitar que Marcó del Pont incrementara sus fuerzas con otras que marchaban desde el sur hacia la Capital.
En el plan de ataque, San Martín le restó a la división O´Higgins sus dos mejores compañías, los Granaderos y los Volteadores. La artillería tuvo centro de gravedad en Estanislao Soler con 7 piezas y a O’Higgins sólo le dejó dos piezas.
En la práctica Soler mandaba la ofensiva, O’Higgins no podía iniciar su desplazamiento sin que Soler lo indicara (1).
El desplazamiento hacia la cuesta fue a las 02:00 horas, media hora después.
Las fuerzas hispanas adelantadas en la cumbre eran 200 infantes y 25 jinetes al mando del capitán Mijares, quien al divisar la vanguardia de la división O’Higgins ordenó la retirada.
El comandante de la división entendió que la persecución se imponía, Maroto dispuso que la caballería protegiera la retirada de Mijares, la batalla había comenzado con O’Higgins, quien mantuvo contacto estrecho con su adversario
impidiéndole reagruparse. En esta fase Soler, demorado no pudo participar.
En su desplazamiento O’Higgins se encontró con el grueso realista, el cual esperaba el ataque desplegado para la defensa causando severas bajas a los patriotas. Ante la ausencia de Soler, que seguía sin aparecer en el campo de
batalla, debió reorganizar sus fuerzas reiniciando la ofensiva con la caballería ofendiendo por la derecha y la infantería en ancho frente. Soler ingresa al campo de batalla a las 13:30 horas, seis horas después del primer ataque chileno.
En la reunión posterior a la batalla Soler y O’Higgins se recriminaron mutuamente a tal nivel que el Director Pueyrredón de las provincias unidas del río de la plata decretó el regreso de Soler a Buenos Aires.
Soldados chilenos que combatieron bajo bandera realista se enrolaron en el ejército de los Andes. Maroto alcanzó a embarcar en Valparaíso a 700 hombres.
Ocupado Santiago por las fuerzas patriotas, el brigadier Bernardo O’Higgins fue nombrado Director Supremo de Chile por el Cabildo abierto de Santiago el 16 de febrero de 1817. Una de sus primeras decisiones fue iniciar la campaña hacia el sur para reconquistar Concepción y Talcahuano. San Martín viajó a Buenos Aires
en busca de apoyo financiero para la Expedición Libertadora al Perú.
Recién instalado como director supremo, O’Higgins se enfrentó a la creación, fundación y organización de diversas instituciones y organismos considerados vitales para la naciente república como: El ejército de la patria nueva, la Escuela Militar y de Guardiamarinas, el Ministerio de Hacienda, hospitales, cementerios, colegios, la Biblioteca Nacional, reapertura del Instituto Nacional, repatriación de patriotas prisioneros en Juan Fernández, la construcción de la Cañada en la Alameda y la organización administrativa del Estado.
Los oficiales argentinos que mandaron divisiones en el ejército de Los Andes Brigadier Juan Gregorio de las Heras, quien se quedó a vivir en Chile hasta su muerte y el Brigadier Estanislao Soler quien mantuvo serias rivalidades con
O’Higgins debiendo regresar a Buenos Aires.
La Legión de Mérito de Chile fue creada por el Padre de la Patria, principalmente para destacar a quienes combatieron en Chacabuco y se distinguieron en el campo de batalla. No se trató de una condecoración abierta para todos, a ella no se podía postular, los miembros de la Legión proponían los nombres de los candidatos. La idea era organizar un grupo de referencia que luchó por la Independencia de Chile y que al estar presente en Chacabuco, permitieron conquistar la Capital y la organización de la Dirección Suprema del Estado.
Hubo algunos casos en los cuales también se otorgó la condecoración a quienes estuvieron presentes en la batalla de Maipo. La principal tarea del estado era reconquistar el territorio nacional de fuerzas extranjeras y nacionalizar el ejército creando nuevas unidades chilenas con sus mandos que a la fecha eran masivamente argentinos.
La base del nuevo ejército partió del batallón de infantería N° 1, cuyo decreto lo firmó en Mendoza San Martín con fecha 1 de junio de 1816, asignándole 37 oficiales chilenos al mando del coronel Juan de Dios Vial, quienes cruzaron Los Andes en la retaguardia de las columnas.
El contingente se reclutó en el valle del Aconcagua, junto a lo anterior se conformó un cuerpo de artillería, al mando del teniente coronel Joaquín Prieto.
En cuanto a la caballería los criollos patriotas pretendieron formar escuadrones al estilo Granaderos a Caballo, lo que conseguiría Ramón Freire posteriormente con los Cazadores a Caballo.
El coronel español José Ordoñez, Intendente de Concepción, contaba con milicias que seguían apoyando al rey más la colaboración que desde Chillán le daba el coronel Francisco Sánchez, ambos prepararon la resistencia realista en espera de nuevos refuerzos.
Freire había organizado las tropas, con las que venía desde Mendoza, incrementadas por chilenos, en la línea del Maule, para impedir refuerzos realistas desde el norte a Ordoñez y Sánchez. Mantiene una estrecha comunicación con O’Higgins, quien resuelve enviar una columna al mando del coronel Juan Gregorio Las Heras con el batallón de infantería N° 11, 1 escuadrón de Granaderos a Caballo, 4 cañones y dos obuses de artillería, con dirección de marcha hacia el sur, Concepción.
Freire, impaciente, no esperó a de las Heras y marchó hacia el sur, lo que motivó la retirada de tropas realistas desde Linares y Chillán, llegando a Longaví el 13 de marzo. Finalmente, las fuerzas de Freire y de la Heras se reúnen en la orilla del estero Diguillín.
Se produce el ataque realista a las fuerzas de Las Heras en Curapalihue con resultado exitoso para los patriotas.
La visión de O’Higgins era que las fuerzas de Freire y de Las Heras serían suficientes para vencer a Ordoñez, quien contaba con una fuerza de mil hombres y el dominio del mar. Debido a la solicitud de refuerzos, O’Higgins preparó un destacamento con infantería, caballería y artillería al mando del coronel Pedro Conde quien salió desde Santiago el 10 de Abril. Acompañó a esa fuerza el ministro de defensa José Ignacio Zenteno.
El 1 de mayo arribaron a Talcahuano 4 buques con refuerzos desde El Callao al mando del teniente coronel Antonio Morgado, entre los refuerzos venían los que se embarcaron en Valparaíso, después de Chacabuco, a los cuales el virrey Pezuela ordena que regresen a Chile.
Ordoñez suma ahora 1.600 hombres. El 4 de mayo antes del amanecer Ordoñez trata de sorprender a De Las Heras con una fuerza de 550 infantes, 218 jinetes y 4 cañones, mientras que Morgado accionaba sobre el flanco con 400 infantes, produciéndose el Combate de Gavilán.
De las Heras y Freire no se dejan sorprender, resisten a dos intentos de ataques, logrando detenerlos y ponerlos en retirada. Los patriotas logran capturar 1 cañón, 200 fusiles y 25 mil municiones, Ordoñez sufre 150 bajas y 80 prisioneros, lo que permite a O’Higgins entrar a Concepción.
O’Higgins debía emplear sus fuerzas para conquistar Talcahuano y destruir a las tropas realistas que resistían como representación del virrey. Esa era una difícil tarea, la poderosa defensa y las torrenciales lluvias competían para dificultar la misión autoimpuesta.
Con el Director Supremo rodeando Talcahuano bajo una intensa lluvia, Zenteno le informa a O’Higgins que el virrey había enviado a Chile una gran expedición reconquistadora al mando del brigadier Mariano Osorio. En Santiago el Director Supremo Delegado Quintana había entregado el cargo a una Junta presidida por el coronel Juan de la Cruz.
San Martín le aconseja a O’Higgins el abandono del sitio de Talcahuano y el repliegue de su ejército hacia Santiago para unir todas las fuerzas de Chile para enfrentar a Osorio.
O’Higgins comprendió que debía informar a todas las naciones que Chile era un país independiente. Para ello encargó la redacción del Acta de la Independencia al ministro Miguel Zañartu, Juan Egaña, Manuel de Salas y Bernardo de Vera,acta que, una vez corregida, se firmó en la ciudad de Talca el 12 de febrero de 1818.
Una perenne voluntad de existir libres había de ser el norte de la nueva nación, que ahora pedía un sitio individualizado en la comunidad de los pueblos ( 2 ).
Osorio no perdió tiempo, desembarcó y avanzó hacia el norte sin mayor oposición. En las cercanías de Talca ambos ejércitos se organizaron. San Martín organizó las fuerzas en tres divisiones, una al mando del Brigadier argentino Hilarión de la Quintana, la segunda al mando de O´Higgins y la tercera de
reserva a su mando.
Osorio observa la separación de las fuerzas patriotas y ataca con fuerzas superiores a la división O’Higgins, causando bajas e hiriendo al comandante de la división en su brazo derecho siendo auxiliado por Bueras y Viel el 19 marzo de 1818. En Cancha Rayada hizo historia nuevamente.
Las divisiones De las Heras y de reserva estaban intactas por no haber participado en la batalla. O’Higgins quería seguir combatiendo, pero San Martín lo convenció de lo contrario por estar herido, demacrado, afiebrado y debilitado.
La noticia de Cancha Rayada provocó en Santiago angustia y temor por mantener en su recuerdo el período de la Reconquista. Manuel Rodríguez buscó ser el Director delegado sin contar con la venia del comandante de la guarnición Joaquín Prieto que se negó. Rodríguez formó en ese momento el escuadrón Húsares de la muerte. O’Higgins en el intertanto estaba en reposo médico en San Fernando. Santiago se mantenía convulsionado por los intentos de Manuel Rodríguez de tomar el poder, lo que obligó a don Bernardo a ir a la capital, para hablar a la población después de lo cual regreso optimista.
San Martín ya tenía in mente situarse en los “Llanos de Maipo” para frenar al brigadier Osorio. En esos aciagos momentos de incertidumbre por la proximidad del poderoso ejército de Osorio, Chile confió en sus dos líderes: O’Higgins, quien no podía combatir por su brazo herido, pero seguía como Director Supremo, y San Martín, que nuevamente encabezaba las tropas del ejército chilenoargentino en los Llanos de Maipo.
❖ Oficial especialista Estado Mayor y Magíster en Ciencias Militares por la Academia de Guerra del Ejército (AGE) y profesor de Historia Militar y Estrategia de la AGE.
1 Tellez Indalicio, Historia Militar de Chile 1520-1883 Tomo I, Imprenta Balcells, edición 1925, pág.275 Página 3 de 7
2 Eyzaguirre Jaime, O´Higgins, Imprenta Zigzag, edición 1946, Santiago de Chile, pág. 199 y 200 Página 7 de 7
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