LA PÉRDIDA DE LA ESPERANZA
Antonio Yakcich Furche, historiador, presidente del Instituto O´Higginiano de Rancagua
El Tipógrafo, Actualidad, 21/03/2024
¿Quién no ha estado alguna vez en su vida esperanzado?, ¿quién no ha querido con toda la fuerza que entregan las emociones, lograr un objetivo que se ha planteado y que sabe difícil?
Muchas veces nos formulamos metas inalcanzables y mantenemos viva la esperanza de lograrlas, aunque conscientemente sepamos que ello es imposible.
Para dar sentido a lo anterior, debemos tener presente que la esperanza siempre estará asociada con algún elemento que le da fuerza y sentido.
Me esperanzo en algo específico amparado en la fe de una religión, o en falsas promesas de otros seres humanos que nos ofrecen algo que nunca cumplirán, o simplemente en un optimismo desmesurado sin respaldo de la realidad, entre otros muchos motivos.
De cualquier forma, es evidente que, el que se encuentra en esa disyuntiva, solo tiene dos caminos, esperar pacientemente algo que nunca llegará y que pese a ello, bajo el amparo de la esperanza mantiene como sueño, o simplemente renunciar a ello, cayendo en la desesperanza.
Bien por todos aquellos que nunca pierden la esperanza, manteniéndola como una llama viva en sus corazones y bien también por aquellos que la perdieron y fueron capaces de continuar su camino, adquiriendo al hacerlo nuevos sueños que le hicieron recuperarla.
Días atrás vi en televisión una entrevista a uno de los sobrevivientes de la tragedia de los Andes, ocurrida el 13 de octubre de 1972 al vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, donde de 45 pasajeros y tripulantes solo sobrevivieron 16.
Lo que escuché de parte de uno de ellos, Nando Parrado, me hizo meditar profundamente sobre el tema de la esperanza, dándome cuenta que a lo que he planteado en forma previa, hay que sumarle a lo menos un nuevo componente, que generalmente nunca es considerado.
El protagonista de tan trágica y a la vez extraordinaria aventura, por sus características únicas, quien de hecho fue uno de los que caminó en busca de auxilio cruzando el macizo andino, planteaba en la entrevista que lo que hizo, no fue inspirado en esperanza alguna, sino que en todo lo contrario.
Lo hizo porqué la esperanza la había perdido y por tanto, nada de lo que podría pasar en adelante lo podría afectar, ya no tenía nada, ni esperaba nada.
La lógica de sus argumentos y reflexiones me impactó profundamente, ya que descubrí que el ser humano colocado en situaciones extremas, encuentra caminos insospechados, que en circunstancias normales nunca pensaría.
Un aporte del director de la revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel
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