Cuando se pierde la excelencia
Pilar Lizama
17 presidentes de Chile estudiaron ahí, miles de familias se esforzaban para que sus hijos estudiaran ahí y hoy, el Instituto Nacional hace noticia por rociar con bencina a tres profesoras, pasando de ser el semillero de los líderes políticos del Estado al emblema del deterioro de la educación pública de excelencia.
“Gobernar es educar” decía Pedro Aguirre Cerda poco antes de mediados de siglo XX, como una manera de destacar la importancia de la educación y la formación cívica. Pero, todo eso ha quedado en los libros de historia, pues los chilenos nos transformamos en testigos del deterioro de educación y de la pérdida de la sala da clases en manos de grupos violentos que están lejos de fomentar la educación cívica y la construcción de una sociedad educada que contribuya a fortalecer el Estado.
La educación es la base para construir las respuestas que Chile necesita hoy. Es eso que nos permitirá reconstruir pilares sólidos para enfrentar a quienes destruyen nuestro tejido social, es lo que presentará alternativas reales de desarrollo, contribuyendo, desde la primera infancia, a formar ciudadanos comprometidos con la comunidad, con su comunidad. No necesitamos soldados adoctrinados por movimientos ideológicos, necesitamos jóvenes con pensamiento crítico, que miren fuera de la caja, que sean revolucionarios, pero en su sentido literal, es decir, que sean innovadores, inventores, transformadores, pero no tendremos nada de eso si nuestros liceos de excelencia han perdido el rumbo y los que se llaman revolucionarios visten overoles blancos y portan bombas molotov.
El blanco de sus ropas y el amarillo del fuego intimida, sobre todo cuando se combina con esa personalidad temeraria que acompaña a la juventud, pero no puede detenernos pues, ellos también son víctimas, víctimas de movimientos que los utilizan para fines desestabilizadores transformándolos en un fusible más de su panel.
Por esos jóvenes y por todos los demás, debemos retomar ese sentido innovador de la revolución, pensar fuera de caja, recuperar la sala de clases para que vuelva a ser ese lugar seguro para crear y formar ciudadanos. Ese lugar donde los más pequeños están lejos del narco que también los usa como fusible, ese lugar desde donde nace y se potencia el país.
Porque, como dijo Pedro Aguirre Cerda, “gobernar es educar”, pero, sin educación no podríamos gobernar. La educación es el motor que potencia a un país y hoy, en Chile, ese motor, en algunos casos, se está apagando y eso, no podemos permitirlo.
Tal y como están las cosas hoy, más que “gobernar es educar”, “educar es gobernar”. Formar a los futuros líderes del país, con sentido democrático, compromiso con Chile y los chilenos y que desde una mirada innovadora proponga las mejores soluciones requiere valentía para enfrentar a esos overoles blancos, sus antorchas y a quienes desde las sombras los azuzan.
Recuperar la sala de clase, la rigurosidad y constancia son asuntos en los que no se puede transar, de lo contrario, seguiremos perdiendo.
Experta en seguridad, narcotráfico y defensa. Más de Pilar Lizana
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