ACERCĂNDONOS A 1984
                                          Humberto Julio Reyes
Con este tĂtulo no pretendo viajar imaginariamente en el tiempo para recordar ese aĂąo ya algo lejano o intentar un paralelismo con la actual situaciĂłn que vivimos.
Nada de eso.
Ocurre que por una curiosa coincidencia la noticia que el gobierno ha difundido su historia oficial de los 50 aĂąos me sorprendiĂł leyendo â1984â, ese libro de George Orwell que, junto a âLa granja de animalesâ, resulta necesario leer para imaginar lo que puede llegar a ser un sistema totalitario basado en un partido Ăşnico y un Estado omnipotente.
Me refiero naturalmente a personas que hemos tenido la suerte de no vivir en uno de esos paraĂsos terrenales donde todas las necesidades son satisfechas por el Estado, naturalmente que una vez determinadas por ese mismo Estado. Quien ha habitado en alguna de esas repĂşblicas que se autodenominaban âdemocrĂĄticasâ, salvo hiciera vista gorda, las conoce perfectamente.
Conviene tener presente que Orwell era un hombre de izquierda que, al igual que algunos âconversosâ nacionales, conociĂł por dentro lo que puede llegar a ser una utopĂa que pretende que todos seamos felices e iguales.
Para volver al tema de la historia oficial elaborada por el actual gobierno hay que recordar que en la ficciĂłn de Orwell, escrita a inicios de la Guerra FrĂa, existiĂł una revoluciĂłn que puso fin al capitalismo y dio origen a una naciĂłn socialista donde no existe aspecto alguno que no sea controlado por un Estado omnipresente y que cuenta, dentro de sus cuatro ministerios, justamente con un âMinisterio de la Verdadâ, encargado de cautelar que las noticias, entretenciĂłn, educaciĂłn y las artes sean solamente las que promueve el Gobierno.
ÂżLes suena parecido a nuestro Ministerio de las culturas y etcĂŠtera donde se ha elaborado la versiĂłn oficial de los 50 aĂąos?
Parece positivo en todo caso que la gran cantidad de ministerios que conocemos y que habitualmente superponen muchas de sus funciones se hayan reducido a cuatro, pero veamos cuales son los otros tres:
El Ministerio del Amor que mantiene la ley y el orden.
El Ministerio de la Paz a cargo de la guerra que, en esta ficciĂłn, es permanente.
El Ministerio de la Abundancia (o saciedad) encargado de los asuntos econĂłmicos.
Sin embargo, la trampa estarĂa justamente en sus nombres que no expresan realmente sus propĂłsitos tal como con el correr del tiempo predomina en el caso nacional un lenguaje que facilita el equĂvoco y la ambigĂźedad.
Es como el plan âBuen vivirâ para la macrozona Sur, Âżuna cruel ironĂa? O la PolĂtica Exterior âTurquesaâ, ÂżquĂŠ significa eso?
Volviendo a la imposiciĂłn de una verdad oficial, aspecto que ya ha sido criticado en diversos medios, lo grave no estĂĄ solo en ocultar deliberadamente otras visiones sino que, con el transcurso de los aĂąos, cuando ya no existan personas que recuerden lo que realmente ha ocurrido, sĂłlo se disponga de una versiĂłn que, al modificar el pasado, asegure el futuro al que se nos pretenda conducir, ese estado benefactor que en la novela se personifica en âEl gran hermanoâ que es infalible y vela constantemente por nuestro bienestar, naturalmente que de acuerdo a sus reglas.
No se piense que bajo ese rĂŠgimen la gente lleva una vida opaca y aburrida ya que se efectĂşan celebraciones que se preparan con esmero, como la âsemana del odioâ, por ejemplo. ÂżLes suena algo parecido en nuestro querido Chile donde de vez en cuando los partidarios del âni perdĂłn ni olvidoâ salen a celebrar?
En la novela el sistema ha perfeccionado hasta tal punto la verdad oficial que se despliega un enorme esfuerzo para que constantemente se modifique aquello que ya no parezca âpolĂticamente correctoâ, adulterando todo tipo de registro de lo que verdaderamente ocurriĂł lo que incluye por supuesto reescribir libros y prensa escrita.
Eso ya se estĂĄ haciendo en paĂses desarrollados recurriendo a personas âsensiblesâ. Ya nos llegarĂĄ este âprogresoâ.
Casi olvidaba mencionar que en la ficciĂłn existe una âPolicĂa del Pensamientoâ que se encarga justamente de asegurarse, recurriendo a recursos de alta tecnologĂa como tambiĂŠn a antiguos y expeditivos mĂŠtodos, que no exista disidencia. Una eficiente forma de castigar el negacionismo y que prevalezca âla verdadâ.
En similar empeĂąo promovido precisamente por quienes se declaran haber sido perseguidos y abusados âpor pensar distintoâ, tambiĂŠn ha colaborado eficazmente el poder judicial a partir del momento en que se permitiĂł vulnerar la cosa juzgada y desconocer el ordenamiento vigente al momento de haberse cometido los delitos que se investigan.
QuĂŠ mejor ejemplo que el reciente intercambio de opiniones sobre la media prescripciĂłn aplicada por la Sala Penal, que no se distingue por su benevolencia, para aminorar la pena en algunas sentencias en causas ejecutoriadas de derechos humanos.
Quienes sostienen que hay que invalidarlas -no imagino cĂłmo- pretenden que la costumbre internacional respecto a crĂmenes de lesa humanidad la hacĂa inaplicable. Si asĂ fuera, ÂżquĂŠ sentido tuvo el que en el aĂąo 2009 se legislara al respecto y se incorporara a nuestro ordenamiento âsin efecto retroactivoâ si habrĂa bastado con aplicar el ius cogens?
Pido excusas al paciente lector por esta aparente digresiĂłn respecto al tema central, pero me parece otra forma de imponer lo que ahora estĂĄ plenamente vigente a situaciones del pasado.
Termino haciendo ver que en la reciente cuenta pĂşblica de la Corte Suprema se recordaron los principios del Poder Judicial, la cosa juzgada entre otros como pilar fundamental de todo Estado de Derecho, la misma que sigue siendo repetidamente atropellada en los interminables procesos que se instruyen bajo el antiguo sistema penal que coexiste con el aprobado en 2005, anĂłmala situaciĂłn que nadie demuestra voluntad por corregir ya que permite a los tribunales desentenderse del contexto en que se produjeron los hechos que hoy se investigan y juzgar a los presuntos culpables como si estos hubieran ocurrido en el presente.
14 de mar. de 23
Las opiniones consideradas en esta secciĂłn, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la UniĂłn de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional.
Totally agree with your points, nicely done.
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