LAS ANCHAS ALAMEDAS
Lucía Santa Cruz
El Mercurio, Columnistas, 22/10/2021
“El más grave problema de la Unidad Popular fue su legitimación de la vía armada, de la violencia como elemento legítimo para lograr sus objetivos políticos”.
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LAS ANCHAS ALAMEDAS
Lucía Santa Cruz
El Mercurio, Columnistas, 22/10/2021
“El más grave problema de la Unidad Popular fue su legitimación de la vía armada, de la violencia como elemento legítimo para lograr sus objetivos políticos”.
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EL DEBATE SOBRE LA VIOLENCIA —MAGRO BALANCE—-LA VIOLENCIA ¿PARA QUÉ?— REINDIVICAR LA HISPANIDAD. (Adjunto en Pdf)—DIEZ AÑOS SIN ETA: ELEMENTOS BÁSICOS PARA UNA DISCULPA (Pdf)
Las opiniones en esta columna son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional
Hemos querido incorporar en esta columna de opinión, interesantes artículos, todos ellos relacionados con la jornada de violencia que recientemente viviera el país con motivo del 18 de octubre. Llama profundamente la atención, la falta de coraje de algunos candidatos o constituyentes que dicen representarnos en condenar con fuerza todo tipo de violencia, incluso llegando en algunos casos a justificarla.
Las violentas jornadas del pasado 18 de octubre han vuelto a revivir la discusión sobre una pretendida validez del uso de la violencia como método de cambio social.
Ello, pues distintas figuras políticas han argüido, de modo más o menos explícito, que habría sido la violencia de octubre de 2019 la que habría abierto el paso a la Convención Constitucional.
EL DEBATE SOBRE LA VIOLENCIA
El Mercurio, Editorial, 23/10/2021
Han deslizado así una suerte de apoyo moral o al menos justificación de esos hechos, expresada en sus propuestas para indultar a los imputados y condenados por ellos. Algunos han llegado a diferenciar los actos de 2019 de los ocurridos esta semana; estos últimos carecerían de igual justificación al estar ya en desarrollo un proceso constituyente y no serían por tanto merecedores de indulto.
Conforme esa argumentación, sería en definitiva la eficacia política —esto es, la capacidad de generar un resultado favorable a las propias visiones ideológicas— el rasero para evaluar la violencia y no la naturaleza de esta ni el inmenso daño ocasionado a sus víctimas.
Tal planteamiento parece desconocer uno de los logros más notables alcanzados en el proceso de institucionalización de las naciones modernas, cual es desterrar el uso de la coacción física como forma de imponer la voluntad de unos por sobre otros.
Las actuales democracias representativas entregan por ello el monopolio del uso legítimo de la fuerza al Estado, el que solo puede ser ejercido bajo criterios de prudencia y siguiendo estrictos protocolos, con el objetivo de garantizar la libertad y los derechos de todos los ciudadanos. De este modo, la solución de las diferencias y conflictos en torno al orden social queda entregada a los mecanismos democráticos institucionales y no a la simple ley del más fuerte.
“En nombre de la eficacia política, se pretende desconocer logros civilizatorios básicos”. |
El significado ambiguo que sectores de la izquierda chilena le han dado al vocablo “violencia” como concepto, al considerar que situaciones de pobreza, injusticia o desigualdad equivalen a ejercer “violencia” sobre quienes las sufren en el mismo sentido que la agresión física lo hace, ha facilitado que durante los últimos dos años acciones como el incendio de las estaciones del metro y de iglesias, el asalto a tiendas comerciales o la destrucción del espacio público proliferen sin recibir la inequívoca condena que merecen, pues se trataría de una justificada “respuesta” frente a la “violencia” inherente al denostado “modelo neoliberal”.
En particular han alentado esta actitud sectores que buscan la refundación del país bajo sus propios criterios políticos. Para ellos, fragilizar la institucionalidad y debilitar a las autoridades democráticamente elegidas —todo ello inducido por la violencia a la que se entrega la ambigua aprobación moral indicada— contribuiría a generar las condiciones apropiadas para el logro de sus fines.
En ese contexto, es tarea compleja pero sin duda urgente fortalecer los cauces institucionales y restablecer un amplio consenso en el rechazo inequívoco a la violencia. Fundamental en ese objetivo será una ciudadanía que ya empieza a manifestar su hastío frente a estos desbordes.
MAGRO BALANCE
El Mercurio, Editorial, 24/10/2021
Entre las consecuencias de la violencia callejera desatada a partir de octubre del 2019 se encuentra la aplicación de ingentes recursos policiales y de la Fiscalía para instruir las investigaciones penales correspondientes.
Mientras la autoridad y las víctimas de los actos vandálicos intentan impulsar la aplicación de la ley y el castigo de los culpables, las personas afectadas por la actuación policial y una serie de organizaciones instan por que se persiga y condene a los uniformados que hayan ejercido violencia innecesaria o incurrido en violaciones de los derechos humanos en su calidad de agentes del Estado.
A dos años, los resultados de estas investigaciones son más bien magros.
Si se considera, por ejemplo, que, de las 136 estaciones del metro de Santiago, 118 fueron dañadas y 25 incendiadas, es revelador que solo haya ocho personas condenadas por estos hechos.
Desde la perspectiva de cualquier observador informado, este resultado es anómalo y exige identificar las causas de lo que parece un estrepitoso fracaso del sistema penal.
Una hipótesis es que se trate de hechos de enorme complejidad investigativa, cometidos por turbas anónimas y acéfalas que desaparecen tan pronto como llegaron. Sin embargo, tanto la magnitud y extensión de la destrucción, como la dificultad física para causar daños de la entidad producida, hacen difícil comprobar esta hipótesis en una medida necesaria para explicar las malas cifras.
Explicaciones alternativas podrían ser la escasa capacidad investigativa de la Fiscalía y de las policías, que por regla general solo serían aptas para lidiar con los casos más simples de detención en flagrancia.
Por último, también cabe la posibilidad de que una parte de los jueces simpatice con los hechos de violencia o con sus autores, y aplique, en perjuicio de los acusadores, estándares más exigentes que los utilizados en relación con otros hechos o imputados.
“Los resultados de las investigaciones abiertas tras el 18 de octubre de 2019 son pobrísimos”. |
Otro tanto puede afirmarse de las causas contra agentes del Estado por violación de derechos humanos. A marzo del 2020, solo el Instituto Nacional de Derechos Humanos había presentado 1.432 querellas, a nombre de 1.800 víctimas, a lo largo del país.
Sin embargo, hasta hace algunas semanas, solo se registraban tres condenas por esta clase de hechos, un porcentaje ínfimo en relación con el número total de causas, que algunas organizaciones cifran por sobre las 4.500.
Aquí se plantean similares hipótesis explicativas, a las que, eventualmente, podría añadirse una falta de efectiva colaboración de los superiores o autoridades. Naturalmente pude haber también casos de denuncias sin fundamentos, pero sería exigible una mayor información y claridad de la Fiscalía en las situaciones en que ello haya ocurrido.
La calidad y celeridad de las investigaciones penales es una garantía esencial para las víctimas y para los imputados, pero también, un presupuesto elemental de la cohesión social.
En el caso de las víctimas, restablece el orden y desincentiva la violencia privada; en el caso de los imputados, les permite hacer valer sus derechos y, eventualmente, mostrar su inocencia.
En fin, para la sociedad en su conjunto no habría peor negocio que confiar un conflicto de esta magnitud a la justicia penal, pero solo para recibirlo de vuelta, un par de años después, agravado y sin resolver.
LA VIOLENCIA ¿PARA QUÉ?
Gonzalo Rojas Sánchez
El Mercurio, Columnistas, 20/10/2021
Nuevos ataques en La Araucanía e incidentes graves en varias ciudades.
De nuevo la violencia aguda, de nuevo la fuerza destructora de tantos bienes materiales y, más importante aún, de la convivencia racional.
¿Para qué?
Solo si hay buenas respuestas para esta pregunta, habrá posibilidades de enfrentar y de derrotar a la violencia. Buenas respuestas, en plural, porque sería muy torpe pensar que con el fuego, con las bombas y con las piedras se busca un único fin, que es una sola la meta que se persigue. Incluso, ese reduccionismo podría ocultar que existen en el despliegue de la violencia objetivos contrapuestos e incompatibles entre sí.
Hay quienes atacan, insultan y destruyen sin un propósito definido. Su violencia es consecuencia directa de un odio desesperanzado, de una rebeldía inconducente.
Sus actos concretos se expresan en niveles altísimos de furia, pero detrás de esa agresividad no hay ni sentido ni proyecto. Son los más peligrosos en apariencia, pero, a la corta, son los más inocuos.
A lo más, babean de felicidad frente al carabinero herido o a la iglesia quemada. Su deleite por el mal causado se agota rápido y la contemplación del daño inferido solo los mueve a la próxima acción. Y así, en un runrún sinfín.
Un segundo grupo es de mucho más cuidado. Son los que usan la violencia para provocar el enfrentamiento. Instigadores o provocadores —en realidad, ejecutores— que lo que buscan es la reacción del agredido. Como en muchos casos la violencia se desata sobre la fuerza pública, lo que se pretende es calificar su reacción como represión.
El agresor se disfraza así de víctima, la violencia se presenta entonces como epopeya, las instituciones que nos defienden a todos son calificadas como ilegítimas.
Pero cuando esa tarea está ya muy avanzada —y en Chile es así desde hace dos años— entonces se provoca a otro “enemigo”, a simples ciudadanos a quienes se agrede para revivir la manida lucha de clases.
La violencia es el medio previsto para destruir —sí, físicamente— a quienes se opongan. Esta etapa está recién incubándose —La Araucanía es ciertamente todo un laboratorio— y no sabemos aún hasta qué extremos inverosímiles puede llegar.
El tercer segmento es el más peligroso, es el que realmente puede destruirlo todo. Está integrado por quienes tienen como objetivo único la anulación de aquellos a los que consideran sus enemigos.
No se trata de conseguir que se organicen, que reaccionen y que se defiendan sino, todo lo contrario, que caigan en un estado de completo desánimo y pasividad, que huyan de sus espacios e instituciones y, finalmente, que abandonen Chile. “Por qué no se vaaaaan, no se van del paíiiis”.
“Solo si hay buenas respuestas para esta pregunta, habrá posibilidades de enfrentarla y de derrotarla”. |
La violencia opera en este caso como terror dosificado. A veces es tan estridente como grotesca, aunque en otros momentos es simplemente amenaza sutil, funa selectiva. Pero en todos estos casos, el objetivo es el mismo: impedir la reacción del agredido, despejar el campo para avanzar sin oposición hacia el objetivo final, la conquista del poder total.
Lenin se preguntó con absoluto cinismo: “La libertad, ¿para qué?”. Y aquella interrogante, que parece tan lejana, en realidad se vincula directamente con la violencia actual en Chile.
Así es, obviamente, porque cuando la libertad no tiene más contenido que el que le otorgan los comunistas a favor de su proyecto totalitario, entonces la violencia asume uno o todos los sentidos antes descritos. Pretende ser un sustituto de la libertad, aunque haciéndose pasar por ella. Es lo que viene sucediendo en Chile.
Por eso, mezclados y potenciándose entre sí, esos distintos objetivos volvieron a hacerse presentes, una vez más, en este triste lunes 18 de octubre.
Un aporte del Director de la Revista UNOFAR. Antonio Varas C.
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47 Reinvindicar la hispanidad – Eleonora Urrutia 15 10 Web-converted.pdf | 166.91 KB |
47 10 años sin ETA – The Conversation 19 10 Web-converted.pdf | 153.86 KB |
Luego de que en horas de la noche, el “Huáscar” y la “Unión” que regresaban del sur fueran sorpr08endidos a la altura de Antofagasta por el “Almirante Blanco Encalada”, la “Covadonga” y el “Matías Cousiño”, el blindado “Almirante Cochrane”, la “O’Higgins II” y el “Loa”, la división mandada por el Capitán de Fragata Juan José Latorre, logró dar caza al monitor del Almirante Grau el que a las 10.55 horas arrió su pabellón.
Esta batalla tuvo una extraordinaria importancia en el desarrollo de la guerra, pues constituyó el aniquilamiento del Poder Naval enemigo. Con el dominio del mar asegurado, el Ejército obtuvo la libertad de acción estratégica que le permitiera atacar al adversario donde, cuando y como lo estimara más conveniente
Fuente: Efémerides
La Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional cumple hoy un nuevo aniversario de su creación ocurrida un 24 de octubre de 1963
Muy estimados Directores, Asesores y Socios de UNOFAR en este día aniversario me permito hacerles llegar un caluroso saludo y los votos para que el destino nos depare un futuro que sea pleno de felicidad y bienestar para cada uno de nosotros que nos colme de salud y bienestar en compañía de nuestras respectivas familias que nos son tan queridas.
Luego deseo representar mi dolor por el retiro del soldado desconocido desde el lugar de su más que merecido descanso, que fue un acto cobarde y oprobioso provocado por las manos desenfrenadas que proyectan un odio político que afecta a toda la sociedad en su seno y de mentes descarriadas de malos chilenos que profesan doctrinas totalitarias y que no buscan la paz ni el progresa para Chile y su gente.
Nuestro deber es mantener en alto nuestra frente y sobre todo nuestro ánimo siempre leal a Chile y sus FF.AA.
Queridos amigos la fuerza del soldado desconocido mancillado nos debe servir de incentivo para mantener nuestra frente en alto en la certeza que somos adalides del verdadero Patriotismo, que hoy desgraciadamente se ve como perdido en un gobierno que se sabe feble y cobarde, frente a hordas irracionales que sólo desean destruir nuestra sociedad por ambiciones espurias y que son perdedores y no conocen la valentía ni el arrojo que por lo demás caracterizan a nuestras FF.AA.
Querido amigos en pocas semanas más se estará jugando de alguna manera el futuro de Chile, pues bien nosotros inspirados por el patriotismo acrisolado en el alma de este soldado debemos concurrir a cumplir con nuestro deber cívico y arrojar de nuestro Chile a aquellos izquierdistas totalitarios que tanto mal han causado al mundo.
La blanca estrella de nuestra bandera iluminará el camino que permitirá retornar al País a su senda de paz, progreso y bienestar
Un fuerte abrazo con afecto y patriotismo para todos.
CDA (R) Jaime Parra Santos.
Presidente
Quienes somos:
La UNIÓN DE OFICIALES EN RETIRO DE LA DEFENSA NACIONAL es una corporación de derecho privado fundada el 24 de octubre de 1963, con domicilio en la ciudad de Santiago, Región Metropolitana, para reunir en una organización unitaria a todos los Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional, es decir Ejército, Armada y Fuerza Aérea.
Su fundador fue el Coronel de Ejército Don Romeo de Jesús Barrientos Rosas.
Actualmente y desde 2013, incorpora a oficiales de Carabineros en retiro y a personas no provenientes de instituciones castrenses, estos últimos como socios cooperadores.
Las normas que rigen el actuar de la Unión son las siguientes:
DESDE MI TUMBA por General (R) Hernán Núñez Manríquez. Ver ceremonia en el Cementerio General — Al anochecer del 26 de mayo de 1880 —-
Las opiniones en esta columna, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión
¿Dónde están los míos? ¿Dónde están mis camaradas? ¿Dónde está los que cantan los himnos y canciones de la Patria en nuestro recuerdo?
Siento gritos, groserías, bestias pateando mi tumba, la tumba con que la Patria me honró como testimonio de gratitud por haber entregado mi vida por ella y mi Bandera. No me lo merezco quizás, pero represento a miles de soldados que cumplimos nuestro sagrado deber.
Me insultan babosos de odio y drogados; borrachos quieren llegar a mis huesos, a mi lugar de descanso eterno. ¿Por qué me odian si antes me querían y respetaban?
Con una linda ceremonia me trajeron desde el Campo de la Alianza hasta este lugar el año 1955; me acompañaron viejos soldados con los que peleé a su lado, y quizás fue la viuda de alguno del cual nunca más se supo igual que yo, que saludó militarmente y llorando emocionada, cuando las tropas desfilaron frente a la estatua de mi General Baquedano y ante mi tumba, la de un hombre muy humilde.
Meten fierros y chuzos alrededor de mi sepulcro. ¡Siento como rompen la placa tan hermosa que me escribiera mi Capellán Abarzua!
Recuerdo que un fotógrafo de delantal blanco sacaba fotos de cajón a familias enteras que venían a visitarme, niños corrían a mi alrededor; o más de algún galán declaró su amor sentado a mis pies.
¡Aumentan los gritos, siento calor por el fuego que prenden en mi lápida, vacían botellas de cerveza, estoy hecho un basural!
¿Dónde están los míos? ¿Dónde están mis camaradas? ¿Dónde está los que cantan los himnos y canciones de la Patria en nuestro recuerdo?
¿Por qué han permitido esta ofensa, este oprobio, este deshonor?
¡Yo que junto a una legión de bravos di la gloria a este Ejército!
Estoy debajo de una carpa; escucho que hablan de mí; que yo, un humilde soldado chileno, estoy creando problemas políticos a un hombre que hace poco vino, torpe y jocosamente, a sacarse fotos a los pies de mi general.
Dicen que me sacan de aquí y me llevan a un mausoleo entre gallos y medianoche y como una solución de parche. Improvisadamente.
Lo siento por Chile y el Ejército.
Ya no tienen a su Soldado Desconocido.
Nos derrotaron, y me han dejado abandonado tras las filas enemigas.
Mi homenaje al Soldado Desconocido que visité anualmente de la mano de mi abuelo.
General (R) Hernán Núñez Manríquez
Fuente imagen: latercera.com
Ver ceremonia en el cementerio General :www.youtube.com/watch
Al anochecer del día 26 de Mayo de 1880
Cuando el rugir de los cañones ya se había apagado y solo se escuchaban a lo lejos algunos tiros de fusil, el General Manuel Jesús Baquedano González pide a sus ayudantes que den la orden de tocar el “toque de dispersos”. Hermosas y tristes melodías de corneta, que desde distintos lugares del campo de batalla, llamaba a reunirse a las tropas chilenas desperdigadas en el Campo de la Alianza, al terminar con un triunfo para Chile, una de las más grandes batallas de sud América.
Poco a poco fueron reuniéndose grupos de soldados que a pesar de la fatiga, lograron llegar a sus regimientos, otros con menos suerte, al escuchar el llamado y encontrarse heridos y sin posibilidad de moverse, hicieron tiros al aire para alertar a otros soldados y a las ambulancias de la necesidad de auxilio.
Pero 448 soldados no tuvieron la fortuna de oír el toque para reunirse, ni pudieron recibir ayuda.
Para ellos ya todo había terminado, pues las balas enemigas habían silenciado sus gritos de ¡Viva Chile…!
La guerra continuó y quienes quedaron tendidos en el campo, lejos de su patria por la cual murieron, desaparecieron a retaguardia de un Ejército que seguía hacia Lima.
Años después, cuando comenzaba un nuevo siglo y Tacna aún estaba bajo bandera chilena, un oficial que recorría los lugares de viejas glorias, se encuentra con los restos de uno de los aquellos patriotas que entregaron su vida por Chile en aquella jornada, y que a simple vista pudo ser reconocido su batallón, pues tenía un uniforme y kepí distintos al resto de las unidades, más al estilo de la Marina, aunque pertenecían al ejército.
Era un soldado del Batallón Cívico de Artillería Naval, más conocido como los Navales…
Sus restos son repatriados y guardados hasta encontrar un lugar donde puedan ser venerados por el pueblo al cual defendió y por el cual murió y que fuese adornado por la bandera tricolor de la estrella solitaria que los guió.
Treinta años después, es depositado a los pies del Monumento al General Manuel Jesús Baquedano, inaugurado recientemente y que fue erigido por el pueblo, en homenaje a quien guió a la victoria a Chile, terminando de completar un cuadro de honor y gloria en representación de no solo los caídos en la guerra del Pacífico, sino de cada uno de los hombres y mujeres que partieron al norte entre los años 1879 – 1884.
Su epitafio fue solo:
“Aquí descansa uno de los soldados con que el General Baquedano forjó los triunfos del heroísmo chileno…”
Había vuelto a Chile y puesto en un lugar de honor en representación de sus miles de compatriotas como “El soldado desconocido…..
Era uno de los mártires que tan solo un año antes de morir habían dejado Valparaíso en busca del enemigo.
¿Serán los restos de uno de los soldados González, Villacura, Villalón, Pérez, Vargas, Arredondo? o quizás de Acosta, Anativia, Cartajena, Pardo, Parraguez, Peña, Urbina, Varas o quizás Vera? Jamás lo sabremos.
141 años después de su muerte, primero olvidado en el campo de batalla, luego repatriado y años después homenajeado por el pueblo chileno y sus compañeros en la guerra que lo sobrevivieron, sus restos serán exhumados y trasladados, para evitar que los descendientes de los Héroes, sigan pisoteando y destruyendo no solo su tumba y su memoria, si no la de todo el pueblo chileno que partió en busca del enemigo a tierras lejanas, para evitar que llegara a sus hogares.
Pero el enemigo llegó al final.
Los tiempos cambian, lo sé, pero nunca me convencerán que el héroe que años atrás fuera el que defendía Chile, sea remplazado hoy por el que lo destruye.
Quedó por último con la tranquilidad que el “Soldado Desconocido”‘ no seguirá siendo vandalizado… por lo menos por un tiempo
Un hombre solo muere cuando se le olvida…
Un aporte de Oscar Saa y Francisco Alomar
En tiempos como los que vivimos, donde se está dando forma al futuro, pareciera que la lección del genial zapoteco está más vigente que nunca, ya que el respeto al derecho ajeno debiera ser sin lugar a duda, uno de los elementos centrales de nuestra convivencia.
Benito Juárez fue uno de los presidentes mexicanos más notorios producto de su vida y obra, lo que le ganó el derecho a ser conocido como el “El Benemérito de América”.
Durante su mandato enfrentó al denominado Segundo Imperio Mexicano encabezado por Maximiliano I, quien era respaldado por el Emperador Francés Napoleón III.
Juárez, que pertenecía a la etnia zapoteca y había nacido en el Estado de Oaxaca, era abogado de profesión, desarrollando una reconocida carrera académica, judicial y política.
Se enfrentó a las tropas francesas que respaldaban al Emperador, a través de un gobierno itinerante que se trasladaba por México evadiendo la persecución imperial, a bordo de un pequeño coche tirado por caballos, siendo en la práctica su palacio de gobierno.
Una de sus frases más célebres, que aún se mantiene y se mantendrá en el recuerdo colectivo de todo México, es; “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”, la que pronunció cuando se restauró la República el año 1867.
Dicha frase ha sido interpretada a lo largo de los años de diversas formas, entendiéndose en lo genérico que todos, personas o países, son libres y soberanos y deben ser respetados individual y colectivamente, ya que dicho respeto es la base de la dignidad humana.
Cuando vemos nuestro entorno, descubrimos como dicho respeto, eje central de la lección juarista, en ocasiones se pierde, o más aún, ni siquiera está presente entre seres humanos que con visiones contrapuestas, se olvidan de que sus opiniones pueden ser tan valederas como las de los demás. Tanto así, que en lugar de aplicar el respeto, se emplea la descalificación.
Desgraciadamente, dicha conducta utilizada en las relaciones humanas se usa en ocasiones también en las interacciones entre países, afortunadamente en forma esporádica, cuando fallan los caminos diplomáticos.
El mensaje de Juárez es simple en sus contenidos y complejo en su ejecución, simple porque es entendible, directo y claro, por lo que no es difícil asimilarlo, pero complejo por el hecho que algunas personas no lo aplican, por cuanto al hacerlo, sienten que perderían la supuesta autoridad moral que creen tener en el plano de las ideas.
En tiempos como los que vivimos, donde se está dando forma al futuro, pareciera que la lección del genial zapoteco está más vigente que nunca, ya que el respeto al derecho ajeno debiera ser sin lugar a duda, uno de los elementos centrales de nuestra convivencia.
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