Columna de Opinión

ROMERÍA el Cementerio General recordó la hazaña del Piloto Pardo en Santiago Publicado en 31 agosto, 2016

ROMERÍA el Cementerio General recordó la hazaña del Piloto Pardo en Santiago Publicado en 31 agosto, 2016

LAS OPINIONES EMITIDAS EN ESTA COLUMNA DE OPINIÓN, ES DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR

Esta hazaña naval no sólo es reconocida en nuestro país, también en el resto del mundo, y por supuesto en Reino Unido, lugar de origen del explorador Shackleton. En su representación asistió como invitada especial la Embajadora Fiona Clouder, quien resaltó la acción heroica de Pardo Villalón ya que considera que “es muy importante de recordar este importante evento porque sin el heroísmo de Pardo no existiría la historia de Shackleton y su equipo. Pardo demostró los valores de liderazgo, creatividad, y heroísmo, siendo un gran honor hoy el estar aquí en el buque de la Armada de Chile y también el buque de la Real Armada HMS Protector, que también está acá en Punta Arenas para celebrar este importante día”. @prensaantartica

Con una romería en la tumba del Piloto 1º Luis Pardo Villalón, ubicada en el Cementerio General de Santiago, se conmemoró el centésimo aniversario del rescate de la expedición a cargo de Sir Ernest Shackleton a bordo del HMS “Endurance” por parte de la dotación de la Escampavía “Yelcho”.

La actividad fue presidida por el Comandante en Jefe de la Primera Zona Naval, Contraalmirante Arturo Undurraga Díaz, y participaron delegaciones de la Estación Naval Metropolitana, del Centro de Telecomunicaciones Santiago, familiares descendientes de Luis Pardo, estudiantes del Colegio Piloto Pardo de Santiago y representantes de la Embajada del Reino Unido en Chile.

Tras la acción de gracias del Capellán de la Estación Naval Metropolitana, Presbítero Jaime González, se realizaron diversos discursos alusivos a la gesta realizada hace 100 años por Piloto Pardo y a enaltecer su figura como un “héroe de paz”.

Para el Contraalmirante Undurraga “lo más importante es el ejemplo que dejó Pardo para todos los marinos, con su sencillez y humildad (…) porque realmente lo que hizo es una hazaña, teniendo en cuenta las condiciones de la época y la infraestructura con la que contaban”.

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La Hazaña

El 30 de agosto de 1916 se realizó el rescate de los 22 miembros de la expedición científica inglesa a cargo de Sir Ernest Shackleton, la cual se encontraba aislada en isla Elefantes, territorio chileno antártico, a bordo del HMS “Endurance”.

La hazaña fue realizada por la Escampavía “Yelcho”, de la Armada de Chile, al mando del Piloto 1º Luis Pardo Villalón, hecho que tuvo gran relevancia por ser el único navío que logró llevar a cabo la proeza de rescate, luego de diversos intentos fallidos del gobierno británico y de más de 14 meses de desesperada lucha contra las inclemencias antárticas. @prensaantartica

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Con una romería en el Cementerio General se recordó la hazaña de Piloto Pardo en #Santiago http://bit.ly/2bysYHc

15:32 – 30 ago 2016

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Fuente: https://prensaantartica.com/2016/08/31/romeria-en-el-cementerio-general-recordo-la-hazana-del-piloto-pardo-en-santiago/

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Chile entregó un merecido homenaje a cien años de la hazaña del piloto Pardo en la Antártica

Publicado en 31 agosto, 2016

A bordo del buque OPV “Marinero Fuentealba”, se realizó durante la mañana de este martes en Punta Arenas un homenaje a la máxima hazaña naval de Chile en tiempos de paz, el rescate por parte del Piloto Luis Pardo Villalón de la tripulación de Ernest Shackleton desde la Antártica, hace exactamente 100 años.

La ceremonia se realizó en aguas del Estrecho de Magallanes, y fue encabezada por el Comandante en Jefe de la Armada, Almirante Enrique Larrañaga; el Secretario General de la Armada, Contraalmirante Leonel Muñoz; el Comandante en Jefe de la Tercera Zona Naval, Contraalmirante Ivo Brito; el Subsecretario de Defensa, Marcos Robledo, y contó con invitados especiales como la Embajadora de Reino Unido, Fiona Clouder, y Fernando Pardo, representando a la familia del Piloto. Sumados a diversos representantes del mundo castrense, político y civil de la zona.

En su discurso, y como representante de la Armada, el Contraalmirante Brito destacó que “hoy a bordo de este buque en el Estrecho de Magallanes, a 100 años de iniciarse la presencia efectiva del Estado de Chile en la Antártica y al evocar esta hazaña en la cual le cupo un rol protagónico, la figura del Piloto Pardo se agiganta y su temple y valentía se transforman en el legado invaluable para todos aquellos que anhelan el progreso y gloria de nuestra Armada, de Magallanes y de nuestra querida patria.”

El trayecto de navegación de hoy emuló el mismo que realizara hace 100 años la escampavía “Yelcho” con los rescatados cuando volvieron del continente blanco, tras la exitosa operación.

En representación del Gobierno, el Subsecretario de Defensa, Marcos Robledo comentó que “ésta es una forma de renovar un vínculo importante entre los dos países conmemorando el centenario de una hazaña, que es la palabra que define el rescate que lideró el Piloto Pardo, la que permitió cumplir de manera exitosa un desafío humanitario importante que demostró la capacidad del Estado chileno de operar satisfactoriamente en aguas antárticas, contribuyendo al desarrollo de una identidad antártica que posteriormente fue muy importante para la afirmación de Chile como un  Estado Antártico”.

Fernando Pardo, nieto del Luis Pardo Villalón, agradeció los homenajes: “realmente yo he quedado muy impresionado de los esfuerzos que ha hecho, tanto el Gobierno Regional, como la Armada, para poder conmemorar los 100 años del rescate de la expedición Shackleton, de tal suerte que es realmente muy gratificante para mí, como Presidente de la Fundación Piloto Pardo, y en representación de la familia estar aquí hoy día”.

Al igual que hace 100 años, en 1916, cuando la ciudad de Punta Arenas recibió a la “Yelcho” y sus tripulantes con celebraciones, hoy se realizó una intervención sonora por parte de los buques que se encontraban en la bahía, el Cuerpo de Bomberos haciendo sonar sus sirenas, y las iglesias de la ciudad con sus campanas. A los que se sumaron población civil con las bocinas de sus autos.

Esta hazaña naval no sólo es reconocida en nuestro país, también en el resto del mundo, y por supuesto en Reino Unido, lugar de origen del explorador Shackleton. En su representación asistió como invitada especial la Embajadora Fiona Clouder, quien resaltó la acción heroica de Pardo Villalón ya que considera que “es muy importante de recordar este importante evento porque sin el heroísmo de Pardo no existiría la historia de Shackleton y su equipo. Pardo demostró los valores de liderazgo, creatividad, y heroísmo, siendo un gran honor hoy el estar aquí en el buque de la Armada de Chile y también el buque de la Real Armada HMS Protector, que también está acá en Punta Arenas para celebrar este importante día”. @prensaantartica

FUENTE: https://prensaantartica.com/2016/08/31/chile-entrego-un-merecido-homenaje-a-cien-anos-de-la-hazana-del-piloto-pardo-en-la-antartica/

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Parte de actividades del centenario de rescate de náufragos del Endurance.

AL RITMO DEL CHARLESTÓN, PÁRVULOS DE PUNTA ARENAS RECORDARON AL PILOTO PARDO Y SU HAZAÑA

31-08-2016 – 07:06:51

Hasta el salón principal del Instituto Antártico Chileno (INACH) llegaron cientos de niños y niñas personificados como el Piloto Luis Pardo Villalón, con el objetivo de conmemorar su heroico acto al rescatar a los náufragos del Endurance hace exactamente 100 años.

El INACH capacitó este año a educadoras de la Junta Nacional de Jardines Infantiles (Junji), de colegios pertenecientes a la Corporación Municipal de Punta Arenas, de Fundación Integra y a estudiantes de educación parvularia de la Universidad de Magallanes. El tema de este año fue la hazaña del Piloto Pardo y la actividad de hoy fue la culminación de este ciclo de capacitaciones.

Los pequeños asistieron a cantar y bailar el charlestón “Piloto Pardo y la Yelcho”, que fue interpretado por el biólogo de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso Ramón Ramírez, acompañado de un selecto grupo de músicos de la Banda Insignia de la Armada de Chile. Los párvulos bailaron acompañados de la compañía de teatro “La Juana”, quienes personificaron a los protagonistas de esta hazaña: Pardo, Ernest Shackleton y el pueblo de Magallanes.

Ramón Ramírez, compositor e interprete de la canción, agregó que “si bien soy científico y no cantante, cuando leí por primera vez el libro Odisea antártica me imaginé que también mediante una canción uno puede educar y entretener a los niños con contenido. Este proyecto lo comencé grabando con un celular y verlo reflejado en lo que es ahora, realmente me llena de orgullo”. Ramírez no descartó seguir componiendo canciones inspiradas en temas científicos o tecnológicos.

Por otro lado, agradeció a la Banda Insignia de la Armada de Chile y sus integrantes, ya que sin los excelentes arreglos que realizaron los músicos esto no podría haber sido posible, en particular al cabo segundo Leonardo Arriagada, sargento primero José Rubio, cabo segundo Agustín Jiménez y al cabo segundo Jaime Lewis, quienes participaron en la actividad de hoy.

Cabe señalar que este es el octavo año consecutivo en que el INACH viene capacitando a las educadoras de párvulos en temas polares.

FUENTE: http://radiopolar.com/noticia_123418.html

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Noticias navales y marítimas desde Punta Arenas

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 Lunes 29 de agosto de 2016 18:21,

El HMS Protector, buque de la Rea Armada Británica, recaló en el puerto de Punta Arenas para participar y honrar de forma presencial la figura del insigne Piloto Luis Pardo Villalón. La actividades se han dado comienzo hoy lunes 29 de agosto (a las 10:30 hrs) con una muestra visual en el Museo Marítimo y Naval de la ciudad relativa al rescate  de los 27 náufragos del Endurance en la isla Elefantes. Dentro de la muestra se exhibe la espada del Piloto Pardo, las preseas con que se le honró tras el rescate. Esta actividad ha sido organizada por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile con el apoyo de la Dirección de Bibliotecas y Museos (DIBAM)

Además, en la sala de exposiciones Tierra del Fuego (calle O Higgins 1235) se inaugurará, a las 19:00 hrs, la muestra cultural de la odisea de Sir Shakleton procedente de del Instituto de Investigación Scott Polar de la Universidad de Cambridge que lleva por título “By Endurance We Conquer: Shackleton and his Men”. Contará con la asistencia de la embajadora del Reino Unido, lady Fiona Clouder.

Durante los días precedentes al de hoy, se desarrollaron dos actividades importantes: el sábado un homenaje de la comunidad croata al centenario de la hazaña del Piloto Pardo con un concierto titulado “En el corazón de los hielos” a cargo del Dúo Lluvia ácida” en la Biblioteca Municipal de Puerto Natales y, ayer domingo, un desfile militar en la plaza Benjamín Muñoz Gamero de Punta Arenas con la participación de destacamentos de la Armada de Chile y del HMS Protector y las compañías de bomberos de la ciudad.

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EDITORIAL

Las repercusiones de la hazaña del piloto Pardo

Por La Prensa AustralMartes 30 de agosto del 2016

Noticias relacionadas

Las repercusiones de autoridades visionarias

Un 30 de agosto, pero de hace cien años, una embarcación no apta para cruzar los hielos, en pleno invierno antártico, logró llegar hasta la isla Elefante y rescatar a los náufragos del bergantín Endurance. El 3 de septiembre de 1916, el escampavía Yelcho llegaría a Punta Arenas con sus preciados pasajeros.

Se trata de una hazaña que fue lograda por la tripulación de la nave chilena, a cuyo mando estaba Luis Alberto Pardo Villalón, quien había aceptado el desafío de ir en socorro de la célebre expedición científica británica, incluso entendiendo que existía la posibilidad de no regresar con vida de tan difícil misión.

Poco conocen los chilenos y los magallánicos, en particular, del temple del piloto Pardo, el cual se ve reflejado en la carta que escribió días antes de partir a su padre, anunciándole la tarea encomendada y el riesgo que implicaba:

“La tarea es grande, pero nada me da miedo: soy chileno”, escribió, añadiendo aún palabras más estremecedoras: “Dos consideraciones me hacen hacer frente a estos peligros: salvar a los exploradores y dar gloria a Chile”.

A través de las páginas de este diario, se han recogido opiniones y reseñas investigativas que han apuntado a valorar el carácter, honor y coraje de Luis Pardo Villalón. Se trata de una verdadera cruzada, impulsada principalmente por sus nietos, para dar a conocer su figura y lograr que la comunidad nacional y las instituciones pertinentes, como la Armada y el gobierno, otorguen al marino chileno el sitial que se merece.

A nivel de la historia antártica y de las expediciones polares, el nombre de Pardo quedó inscrito, si bien la diplomacia chilena está en deuda respecto de impulsar gestiones que permitan un mayor reconocimiento internacional.

Con Pardo, su tripulación y la Yelcho, nuestro país selló tempranamente su soberanía sobre el continente helado, registrando el nombre de Chile en la edad heroica de la exploración antártica y afianzando sus títulos como país antártico por posición geográfica, capacidad de su gente de mar y vocación solidaria.

“Cuando usted lea esta carta, o su hijo estará muerto o habrá llegado a Punta Arenas con los náufragos. No retornaré solo”. Hoy conmemoramos, precisamente, esta última de-terminación de Pardo.

http://laprensaaustral.cl/opinion/las-repercusiones-de-la-hazana-del-piloto-pardo/

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Con imágenes inéditas de la hazaña del piloto Pardo se inauguró exposición en el Museo Naval y Marítimo de Punta Arenas

Publicado en 30 agosto, 2016

Punta Arenas. Diseñada por el Ministerio de Relaciones Exteriores, y con apoyo de la DIBAM, se inauguró una completa muestra visual sobre el rescate de los náufragos del ”Endurance”, en el Museo Naval y Marítimo de Punta Arenas, en el marco de las celebraciones del aniversario de la hazaña del Piloto Pardo en la Antártica, hace 100 años.

La actividad fue encabezada por el Secretario General de la Armada, Contraalmirante Leonel Muñoz; el Comandante en Jefe de la Tercera Zona Naval, Contraalmirante Ivo Brito; la Embajadora de Reino Unido, Fiona Clouder y el Agregado de Defensa, Militar, Naval y Aéreo del Reino Unido, Coronel de Aviación Paul Joseph Warwick.

El Jefe del Estado Mayor de la Tercera Zona Naval, Capitán de Navío Lars Christiansen, fue el encargado de realizar la bienvenida y destacar que “esta exposición intenta sacar del anonimato al Piloto Pardo, poniendo en valor y visibilizando su nombre y proeza, así como el trabajo realizado por la Armada de Chile en el continente blanco. Como dijo un marino y explorador inglés hace poco tiempo atrás: sin Piloto Pardo, Shackleton no existiría.”

Por su parte, el Sub Director de la Biblioteca Nacional, Pedro Pablo Zegers, señaló que “todo esto tiene para nosotros un significado muy especial, porque fue en la Biblioteca Nacional donde la Sociedad Chilena de Historia y Geografía le rindió homenaje a este valiente hombre, luego del rescate, en 1916, lo que quiere decir que hemos cerrado un círculo de 100 años, siendo parte de las primeras celebraciones y, también, de las que se hacen a un siglo del ya mítico rescate. Sin duda, esperamos que el espíritu del Piloto Pardo viva por siempre”.

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La muestra cuenta con imágenes inéditas y exclusivas, cartas del “Diario de Viaje”, entre otros archivos, es organizada por el Ministerio de Relaciones Exteriores, a través de la Dirección Antártica y de la Dirección de Asuntos Culturales (DIRAC), con el apoyo de la Dirección de Bibliotecas Archivos y Museo, DIBAM; la Armada de Chile; la Fundación Piloto Pardo y con el Instituto Antártico Chileno.

Este esfuerzo conjunto dio como resultado esta exposición con imágenes y documentos de la hazaña marítima, la que fue exhibida por primera vez durante la Reunión Consultiva Antártica (RCTA) y posteriormente en una variante, en distintos puertos de Chile a bordo del buque “Marinero Fuentealba”. Luego de viajar por nuestro país, esta muestra se organizará para visitar varios puertos del mundo en el Buque Escuela Esmeralda.

Para el Contraalmirante Brito “es tremendamente relevante, y especialmente para mí, como Comandante en Jefe de la Tercera Zona Naval, recibir esta muestra, y dejarla en forma permanente aquí en el Museo Naval y Marítimo de Punta Arenas, para que sea un testimonio vivo, de lo que fue esta hazaña para que toda la comunidad de Punta Arenas, especialmente los más jóvenes, puedan tener esta oportunidad y acceder a esta detallada muestra.”

La Embajadora de Reino Unido, Fiona Clouder considera que ésta “es una ocasión en que se está conmemorando un gran rescate hace 100 años, pero que ahora tiene relevancia, particularmente, para resaltar los valores del Piloto Pardo, de resiliencia, innovación y liderazgo. Porque existe el Piloto Pardo es que existió el rescate, porque ejerció un liderazgo.

“Su heroísmo en el rescate de la tripulación de Shackleton es la razón de que estemos aquí hoy. Y en el Reino Unido hay mucho interés en la Antártica, pero no se conoce mucho de la historia de Pardo, y es mi intención promoverla y su nombre en particular.” Señaló finalmente la diplomática.

En la ocasión, también se dio realce a la reciente publicación del libro “No Se Asegura Regreso”, editado por la Biblioteca Nacional y escrito por Julio Carrasco, ilustrado por Ignacio del Real y con fotografías del holandés Roderik Henderson, quienes recorrieron la ruta que realizó la Yelcho para rescatar a la tripulación de Shackleton, en el buque “Marinero Fuentealba”, en diciembre del año pasado. @prensaantartica.

https://prensaantartica.com/2016/08/30/con-imagenes-ineditas-de-la-hazana-del-piloto-pardo-se-inauguro-exposicion-en-el-museo-naval-y-maritimo-de-punta-arenas/

Columna de Opinión

QUERIDOS FAMILIARES Y AMIGOS (AS)

QUERIDOS FAMILIARES Y AMIGOS (AS)

LAS OPINIONES EMITIDAS EN ESTA COLUMNA DE OPINIÓN, ES DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR

En el presente hay mucha gente que piensa y dice que no hay que creerle a los políticos porque todos roban plata al estado. Aunque sea una verdad, sabida por una gran cantidad de gente, debemos saber que el actual y futuro de la política de nuestra Patria, en manos del comunismo y que la izquierda de Bachelet y compañía nos lleva al desastre.

En el presente hay mucha gente que piensa y dice que no hay que creerle a los

políticos porque todos roban plata al estado. Aunque sea una verdad, sabida por

una gran cantidad de gente, debemos saber que el actual  y futuro de la política 

de nuestra Patria, en manos del comunismo y que la izquierda de Bachelet y compañía

nos lleva al desastre.

Debemos recordar que el gobierno actual  ha establecido intencionadamente su intención y deseo de futuro triunfo en las próximas elecciones parlamentarias y presidenciales en base a sus nuevas leyes de juego político. Debemos recordar lo del voto voluntario y del voto de chilenos que viven en exterior. Yo me pregunto, si los chilenos que residimos y pagamos los impuestos en Chile, hasta por el kilo de pan y otros artículos indispensables para vivir, dejemos de  votar  y permitir  ganar nuevamente al indeseable marxismo que lleva a la muerte a nuestro querido país.

 ¿Por quienes votarán la mayoría de los exiliados y sus hijos que viven en países del exterior?

¿No están llenas la ciudades extranjeras de monumentos, plazas, calles, etc. con el nombre de Allende y de la Unidad Popular, que sirven de propaganda antichilena?  El voto voluntario, por su parte,  ¿no es una invitación para no votar, propia de chilenos de  que tienen una segunda casa en un balneario o en un terreno propio en el campo? No hay que ser muy inteligente para saber que le estamos siguiendo el juego a los marxistas.

La retroexcavadora del actual gobierno de Bachelet revela su intención de continuar con lo propuesto por Allende. Sus reformas comprueban que está cumpliendo sus deseos de finalizar   los deseos latentes de aquel especimen marxista fallecido en la Moneda en 1973. ¿No les recuerda la intención de crear una nueva ESCUELA UNIFICADA y fiscal con su reforma educacional y fin del lucro? Ya lo ha logrado, en parte, pero falta cambiar las reglas del juego con otras reformas, incluida una nueva Constitución Política. Para allá vamos si un gran número de cómodos(as) y flojos (as) chilenos (as) dejan de votar. No hacer caso de “los cantos de Sirena”que invitan a no votar para castigar a la derecha. En efecto, algunos de ellos “se dieron vuelta la chaqueta”, pero la mayoría está firme y existe aún. Piñera es el  mejor ejemplo de acomodo político hacia la izquierda. No votaré por él porque no es confiable

Dios quiera  que los chilenos, que vivimos en Chile y queremos vivir en paz, luchemos para hacer de nuestra Patria un lugar seguro para vivir y de trabajo para nuestros hijos y nietos. 

No hay peor ciego que el no quiere ver ni sordo que no quiere escuchar…

Guillermo A-. Toledo L.

Columna de Opinión

Comisión de DD.HH aprueba fin del secreto del Informe Valech. Noticias ASOFAR24/08/2016 – 21:30

Comisión de DD.HH aprueba fin del secreto del Informe Valech. Noticias ASOFAR

LAS OPINIONES EMITIDAS EN ESTA COLUMNA DE OPINIÓN, ES DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR

Durante la discusión, la comisión recibió un informe del Consejo para la Transparencia que indicaba que dicha información no debía ser pública, y el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH)

Aunque esta polémica decisión debe ser vista en la Cámara de Diputados y en el Senado, el hecho marca un precedente, ya que para los datos del informe rige una cláusula de secreto durante 50 años.

Por Qué Pasa. Agosto 19, 2016

Con los votos en contra de los diputados de la UDI Jaime Bellolio y Juan Antonio Coloma, la semana pasada la comisión de Derechos Humanos de la Cámara Baja aprobó que la información de la Comisión sobre Prisión Política y Tortura, reunida en el Informe Valech, sea pública, a menos que la persona que entregó los antecedentes lo rechace expresamente, dentro de un plazo de 90 días, una vez promulgada la ley.
Aunque esta polémica decisión debe ser vista en la Cámara de Diputados y en el Senado, el hecho marca un precedente, ya que para los datos del informe rige una cláusula de secreto durante 50 años.
Durante la discusión, la comisión recibió un informe del Consejo para la Transparencia que indicaba que dicha información no debía ser pública, y el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) —el custodio de los antecedentes— señaló que no poseía la capacidad para responder a las solicitudes de cada persona que demande la información.

http://www.quepasa.cl/articulo/ojos-de-la-llave/2016/08/comision-de-dd-hh-aprueba-fin-del-secreto-del-informe-valech.shtml/

Sres. se sabe que el informe Valech es falso. Pidan los antecedentes porque en  el período de tiempo en que lo hicieron era físicamente imposible revisar y certificar los informes que dicen que tenían. Los datos falsos que entregó la izquierda eran prácticamente todo lo que formaba el falso informe Valech.

Recuerden que mas de la mitad del informe Rettich fue rechazado por falso y ese se demoró años en ser revisado y asi igualmente se les colaron datos falsos. No olviden que la izquierda se alimenta de la mentira.

Ej. Empezando por la Bachelet que dice ser separada y no se ha casado NUNCA.

Tambien se sabe que no es medico y hasta se pone delantal blanco y estetoscopio al cuello. Ella misma lo declaró en un video en la Universidad de Humboldt.(yo lo puedo sacar) .

Nosotros estamos juntando ayuda para publicar los muertos de las Fuerzas Armadas el 11 de setiembre 1973. Pero yo tengo muchos mas porque la UP asesinó a muchos desde 1964 a 1990.

No se olviden que el atentado al General Pinochet fue en 1986 y eso demuestra que la guerrilla. Clandestina de la UP no cedió jamás y nunca se encontraron las toneladas de armas que entraron al país entre 1970 y 1990.

Saludos

Cecilia Ugalde

 

Votaron a favor:

Tucapel Jiménez Fuentes    PPD

Claudio Arriagada Macaya     DC

Gabriel Boric Font     Independiente

Felipe De Mussy Hiriart     UDI

Hugo Gutiérrez Gálvez    PC

Felipe Kast Sommerhoff     Independiente

Felipe Letelier Norambuena   PPD

Sergio Ojeda Uribe   DC

Denise Pascal Allende   PS

Diego Paulsen Kehr   RN

Roberto Poblete Zapata  Independiente.

NOTICIAS ASOFAR:   https://youtu.be/WWt21t0xB3Q

Columna de Opinión

General Director de Carabineros y las pensiones

General Director de Carabineros y las pensiones
LAS OPINIONES EMITIDAS EN ESTA COLUMNA DE OPINIÓN, ES DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR
“Las declaraciones formuladas por el General Director de Carabineros, Bruno Villalobos, en torno a ser el primero que defenderá la previsión del personal de la institución que comanda si es que se presenta una situación que les afecte, cuenta con toda la admiración y respaldo de la Multigremial Nacional del Personal en Retiro de las Fuerzas Armadas, Carabineros, PDI y Montepiadas de Chile”, enfatizó el presidente de la entidad, Alejo Riquelme Solis, añadiendo que estas acciones son un ejemplo de cómo debe actuar un verdadero conductor de hombres de una institución tan prestigiosa como es Carabineros de Chile.

 “Las declaraciones formuladas por el General Director de Carabineros, Bruno Villalobos, en torno a ser el primero que defenderá la previsión del personal de la institución que comanda si es que se presenta una situación que les afecte, cuenta con toda la admiración y respaldo de la Multigremial Nacional del Personal en Retiro de las Fuerzas Armadas, Carabineros, PDI y Montepiadas de Chile”, enfatizó el presidente de la entidad, Alejo Riquelme Solis, añadiendo que estas acciones son un ejemplo de cómo debe actuar un verdadero conductor de hombres de una institución tan prestigiosa como es Carabineros de Chile.

Riquelme Solis, quien está a la cabeza de una de las Multigremiales más grandes que existen en el país y que convoca miles de personas en retiro de las Fuerzas Armadas, de Orden y Seguridad de Chile, desde Arica a Tierra del Fuego,  dijo que lo afirmado por el General Director surge en respuesta al anuncio efectuado por la Presidenta Michelle Bachelet respecto que el gobierno revisará los otros sistemas de pensiones con el objetivo de “evitar distorsiones”, como por ejemplo el sistema de la Dirección de Previsión de Carabineros de Chile (Dipreca).

CRITICAS

“Carabineros de Chile es una de las instituciones más prestigiosas y valoradas en el país, solo basta ver los índices de reconocimiento que tienen las Fuerzas Armadas y de Orden y Seguridad en la ciudadanía que las ubica en los primeros lugares, por lo que las críticas que han surgido a los dichos del General Director por parte de algunos sectores políticos provienen desde las instituciones que hoy precisamente están más desaprobadas y ubicadas en el otro extremo de la misma escala de valoración de la ciudadanía”, explicó el Presidente de la Multigremial de Militares (R).

Finalmente, Alejo Riquelme Solís insistió que para hablar de las pensiones de las Fuerzas Armadas y de Orden y Seguridad se debe conocer y manejar el tema, porque hablar desde el desconocimiento induce a equívocos y a generar discusiones que se quedan en la forma y no en el fondo.

Valparaíso, 12 de agosto del 2016

BIOBIO LA RADIO 12/08/2016. Militares en retiro respaldan al director de Carabineros en su “defensa” de las pensiones

biobiochile.cl/noticias/nacional/chile/2016/08/12/militares-en-retiro-respaldan-al-director-de-carabineros-en-su-defensa-de-las-pensiones.shtml

DIARIO EL PULSO (GRUPO COPESA). 12/08/2016. Multigremial de Militares (R) respalda declaraciones de Director General de Carabineros sobre pensiones  

pulso.cl/noticia/actualidad—politica/actualidad/2016/08/2-90492-9-multigremial-de-militares-r-respalda-declaraciones-de-director-general-de.shtml

MEDIABANCO (AGENCIA DE NOTICIAS). 12/08/2016. Multigremial de Militares (R) hace suyas declaraciones de General Director de Carabineros sobre pensiones

mediabanco.com/2016/08/12/multigremial-militares-r-suyas-declaraciones-general-director-carabineros-pensiones

Columna de Opinión

Continúa la guerra de la religión.Por el Profesor Roberto de Mattei De Il Tempo, 16 de julio del 2016

Continúa la guerra de la religión.Por el Profesor Roberto de Mattei De Il Tempo, 16 de julio del 2016

LAS OPINIONES EMITIDAS EN ESTA COLUMNA DE OPINIÓN, ES DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR

Traducido de Catholic Family News De Mattei-Niza: Continúa la guerra de la religión “Las grandes civilizaciones no expresan desde el interior, a las grandes religiones, como una especie de sub producto; las grandes religiones son la base en la que descansan las grandes civilizaciones. Una sociedad que ha perdido su religión, está destinada a perder, tarde o temprano, su cultura.”

Cuando, hace un año, el Papa Francisco declaraba que “una guerra del tercer mundo ya está en progreso”, librada “poco a poco”, estaba en lo cierto, pero es preciso añadir que es una guerra de religión, porque los motivos que han declarado quienes la han iniciado, son religiosos y hasta los homicidios que han perpetrado, son asesinatos rituales.

Francisco  llamó un acto de “ciega violencia” a la masacre de Niza, pero la furia homicida que impulsó al chofer de un camión a diseminar la muerte a lo largo del paseo de Niza no es un acto de locura irracional: surge de la religión que incita al odio e instiga la violencia. Los mismos motivos religiosos causaron las carnicerías en el Bataclán de Paris, en el aeropuerto de Bruselas y Estambul, así como en el restaurante de Dacca. Todos estos actos, aunque bárbaros, no son “ciegos”, sino parte de un plan lúcidamente expuesto por el Estado Islámico (EI), en sus documentos.

Abú al Adnani, vocero del EI, en un audio difundido en twitter, a fines de mayo, llamaba a matar en el nombre de Alá, con estas palabras: “destrocen sus cabezas a piedrazos, descuartícenlos con cuchillos, aplástenlos con sus autos, arrójenlos desde lo alto, asfíxienlos o envenénenlos”. El Corán no dice nada diferente, respecto de los infieles. Seguir ignorando todo esto es una señal de ciega locura.

Nos engañamos creyendo que la guerra que se libra no es una guerra declarada por el islam al Occidente, sino una guerra que está siendo librada en el mundo islámico y el único modo de salvarnos es ayudar al islam moderado a derrotar al islam fundamentalista. Excepto que un islam moderado es una contradicción, puesto que cuando los musulmanes se tornan secularizados o se integran  en la sociedad moderna, dejan de ser musulmanes o se convierten en musulmanes no practicantes. Un verdadero musulmán puede renunciar a la violencia, por razones de oportunidad, pero siempre la considera legítima en contra del infiel, que es lo que Mahoma enseña.

La guerra en desarrollo es un guerra en contra del Occidente, pero también en contra de la Cristiandad, porque el islam desea reemplazar la religión de Cristo, por la de Mahoma. A causa de esto, no es París o Nueva York su objetivo final, sino Roma, el centro de la única religión que el islam, desde sus mismos orígenes, ha querido barrer. La guerra contra Roma se remonta al nacimiento del islam, en el siglo VIII. Los árabes tenían como objetivo a Roma, en al año 830 y también en el 846, cuando ocuparon, saquearon y hasta que, eventualmente, se vieron forzados a abandonar la Ciudad Eterna. Tenían como blanco a Roma, los musulmanes que decapitaron a 800 cristianos en Otranto, en 1480 y los que asesinaron a nuestros hermanos campesinos y mujeres, en Dacca, este año 2016.

Es una guerra religiosa la que el EI ha declarado en contra de la irreligión de Occidente y en contra de su religión, que es la Cristiandad. En tanto la Cristiandad esté secularizada, allana el camino a sus adversarios, que solo pueden ser doblegados por una sociedad con una fuerte identidad religiosa y cultural. Tal como lo plantea el historiador inglés Christopher Dawson, es el ímpetu religioso el que proporciona la fuerza de cohesión, a una sociedad y su cultura:

“Las grandes civilizaciones no expresan desde el interior, a las grandes religiones, como una especie de sub producto; las grandes religiones son la base en la que descansan las grandes civilizaciones. Una sociedad que ha perdido su religión, está destinada a perder, tarde o temprano, su cultura.”

Esta guerra religiosa es ahora una guerra civil europea, dado que se está librando al interior de naciones y ciudades de un continente invadido por millones de inmigrantes. Hemos oído reiteradamente que, enfrentados a esta invasión, debemos construir puentes, en lugar de erigir murallas, pero una fortaleza solo es atacada alzando el puente levadizo, no dejándolo abajo.

Alguien está empezando a entender esto. El gobierno francés ha previsto el estallido de una guerra civil, destinada a tener lugar principalmente al interior de los grandes centros urbanos, donde el multiculturismo ha hecho imposible la convivencia de diversos grupos étnicos y religiosos. El 1 de junio del 2016, un comunicado del Alto Mando anunció oficialmente, la creación de una fuerza convencional del Ejército. “Un Comando de Control para el Territorio Nacional (COM TN), destinado a combatir la jihad, en suelo francés. El nuevo modelo estratégico, bautizado “au contact”, incluye dos divisiones, bajo un solo mando, con un total de 77.000 hombres, destinadas a enfrentar la amenaza de una insurrección islámica.

En contra de esta amenaza, son necesarias las armas físicas que son empleadas en todo conflicto, para destruir al enemigo, pero lo que más necesitamos son las armas culturales y morales, que consisten en la conciencia de ser herederos de una gran civilización, que ha definido su identidad, a lo largo de los siglos, precisamente en el combate al islam.

Respetuosa y urgentemente, pedimos al Papa Francisco, Vicario de Cristo, ser la voz de nuestra historia y de nuestra Tradición cristiana, en contra del peligro que nos amenaza.

Originalmente traducido [del italiano] por Rorate Cæli.

Columna de Opinión

La Rendición Incondicional No Sirvió

La Rendición Incondicional No Sirvió
LAS OPINIONES EMITIDAS EN ESTA COLUMNA DE OPINIÓN, ES DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR
El 10 de diciembre de 2004 el general Cheyre, a la sazón comandante en jefe del Ejército, emitió su famoso “Nunca Más” y le echó a su institución todas las culpas de lo sucedido en Chile, pues proclamó lo siguiente: “El Ejército de Chile tomó la dura pero irreversible decisión de asumir las responsabilidades que como institución le caben en todos los hechos punibles y moralmente inaceptables del pasado”.
Este es el país y la justicia socialista que estamos viviendo, los que defendieron su patria están siendo procesados, presos y condenados, sin embargo los que la destruyeron están libres, absueltos o amnistiados.

Donde están los cobardes y timoratos representantes de nuestro sector que siguen guardando un vergonzoso e inaceptable  silencio, mientras faenan públicamente a nuestro valientes soldados, no están y no existen a pesar de haberse enriquecido y lucrado con el gobierno militar.

La justicia divina tarda pero llega

          El 10 de diciembre de 2004 el general Cheyre, a la sazón comandante en jefe del Ejército, emitió su famoso “Nunca Más” y le echó a su institución todas las culpas de lo sucedido en Chile, pues proclamó lo siguiente:

“El Ejército de Chile tomó la dura pero irreversible decisión de asumir las responsabilidades que como institución le caben en todos los hechos punibles y moralmente inaceptables del pasado”.

Obviamente el aplauso de los totalitarios que habían intentado tomarse el poder por las armas fue atronador. Quien hacía de cabeza de los militares se echaba toda la culpa y de todo lo malo. Los marxistas, que habían puesto a diez mil hombres en armas para tomarse el poder y establecer una dictadura a la cubana y que habían ingresado clandestinamente a más de diez mil extranjeros en apoyo a esa tarea, llevando a los líderes democráticos chilenos al pánico y a pedir el auxilio de las fuerzas armadas para evitar el golpe marxista –contemplado tentativamente para el 19 de septiembre de 1973 en el Plan Zeta— resultaba ahora que eran inocentes, pues “todos los hechos punibles y moralmente inaceptables del pasado” eran responsabilidad de los militares. La “vuelta de chaqueta”, tan típica chilena, que encabezó la DC, se hizo general y terminó con la derecha abrazando el “No” a Pinochet, pidiendo perdón y llegando al gobierno encabezada por un sujeto que la tachaba de ”cómplice pasiva” de los “atropellos a los derechos humanos”.

Pasaron los años y, en vista de la rendición incondicional, la izquierda decidió tomar venganza y sistemáticamente persiguió ante la justicia –que ya estaba en sus manos–  a los uniformados, pasando por sobre todas las leyes, aprovechando la mayoría que había ido construyendo en el Poder Judicial. Pero había una gran excepción: al general Juan Emilio Cheyre no lo tocaban. Los comunistas publicaban denuncias en su contra, con la esperanza de que los jueces de izquierda lo persiguieran como a tantos otros, sólo sobre la base de numerosos testigos ad hoc, pero los “abogados de DD. HH.” sentían que tenían una deuda con él y no se prestaron para perseguirlo. Y así el general Cheyre alcanzó nombramientos y dignidades que son inimaginables para cualquier militar en retiro víctima de la prevaricación judicial de la izquierda. Hasta que una denuncia completamente ilegal en su contra –por haberse limitado a entregar a un convento, cumpliendo órdenes, a un niño huérfano cuyos padres de extrema izquierda murieron intentando atravesar la cordillera— lo obligó a renunciar a su designación como Presidente del Servicio Electoral.

Es que los pactos con el Diablo nunca son eternos. Sobre todo que ahora la izquierda judicial se ha descargado contra el general Cheyre y le ha pagado su “Nunca Más” y su confesión de todas las culpas como si hubiera sido sólo un militar más, poniéndolo en prisión por hechos amnistiados, prescritos y en los cuales no le cupo la menor responsabilidad.

Yo he estudiado esos hechos y escribí un libro al respecto, “La Verdad del Juicio a Pinochet”, que publiqué en 2001 con motivo de la persecución ilegal desatada por el inefable Juanito Guzmán, que era de derecha pero “se dio vuelta la chaqueta” y cobró nombradía mundial procesando a Pinochet por cosas de las cuales no tenía la menor idea y de las cuales, por tanto, no era en absoluto responsable.

El general Cheyre era un teniente que oficiaba de ayudante del comandante del regimiento “Arica” de La Serena cuando, sin conocimiento de ese comandante ni del general Sergio Arellano, que había arribado en su helicóptero y se hallaba reunido con él, muy lejos del lugar de los hechos, un oficial de la comitiva del mismo Arellano y otro, amigo suyo, incorporado a la dotación local, sacaron a quince personas de la cárcel, las llevaron al regimiento y las fusilaron sin forma de juicio.

Como en ese momento estaban teniendo lugar juicios de guerra contra los presos y quienes los conducían se horrorizaron de la ejecución sumaria e ilegal, los autores de la misma pusieron una nota en los expedientes justificando el asesinato masivo. Pero con los años toda esa documentación –que hasta después de 1990 existía— desapareció; y la izquierda lo aprovechó para culpar a Arellano y Pinochet de las muertes –y de otras de las que eran igualmente ajenos— y se forjó la historia falsa de la “Caravana de la Muerte” que todos conocemos y que hoy día los medios están aprovechando de repetir, con motivo de la prisión de Cheyre, que no tuvo tampoco la menor responsabilidad. Pero eso ante la actual “Justicia” chilena carece de importancia.

La rendición incondici9onal no les ha servido de nada a él ni a otros que se adhirieron. A los responsables directos de los fusilamientos ilegales, que les dijeron a los jueces de izquierda lo que éstos querían oí, es decir, que actuaban por órdenes de los generales Arellano y Pinochet, esto les sirvió por muchos años para quedar libres de la persecución judicial ilegal, pero al final la izquierda, que es muy malagradecida, les dio el zarpazo y han terminado todos también en Punta Peuco, aunque sean nonagenarios y estén enfermos e inválidos.

Ni la traición ni la rendición incondicional sirvieron de nada. La izquierda nunca ha tenido palabra, como lo demuestran los “pactos de caballeros” que hace con la derecha para nombrar ministros de la Suprema y que no cumple: la derecha vota por el izquierdista y queda nombrado; pero cuando la izquierda debería cumplir no lo hace y el favorecido por la derecha no es nombrado. Por eso tenemos el Poder Judicial de izquierda que tenemos. Y por eso la historia la escribe la extrema izquierda, antes totalitaria, hoy “democrática”. La misma que agredió a la democracia por las armas y, derrotada, hoy es oficialmente ”agredida”, porque se autodescribe como “víctima”, aunque quiso ser victimaria y declaró la guerra armada a la “democracia burguesa” para hacerse del poder matando a quienes se le opusieran.

Pero esa izquierda le debe mucho al general Cheyre y sería el colmo que en lo que, resta del proceso, lo siguiera tratando como a un militar más y prevaricara con él del mismo modo en que lo ha hecho con el resto de sus camaradas..


Lisandro
 Carroza.

Importante Noticia que nadie comenta.  Raúl Meza- Abogado

— A raíz del procesamiento del Gral Cheyre me permitiré informarles, algo que a los medios de comunicación no tienen interés alguno por difundir, el Ministro Carroza, el 23 de junio de este año, sobreseyo la causa judicial en contra del MIR, FMR y Lautaro en la que investigaba los asesinatos y atentados de 190 victimas civiles y uniformados cometidos durante el gobierno militar,  sin citar a  declarar al Dip Teillier, Bunster, Vozkovic(Qpd),  la Sra.Honecker y la Sra Bachelet, no obstante que en el curso de la investigación se logró acreditar que todos los personajes individualizados pertenecieron y formaron parte en distintos roles y funciones operativas o de inteligencia en estas organizaciones terroristas de izquierda sin embargo decide sobreseer temporalmente  la causa judicial sin procesados ni condenas.

Las opiniones reproducidas son de exclusiva responsabilidad de sus 
autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de UNOFAR

La probabilidad de perder en la lucha no debe disuadirnos
de apoyar una causa que creemos que es justa.

                                                               Abraham Lincoln

 

UNION DE OFICIALES EN RETIRO DE LA DEFENSA NACIONAL

                                          UNOFAR FILIAL VALPARAISO
                                         fundada el 25 de junio de 1991
Columna de Opinión

Me niego a arrodillarme

Me niego a arrodillarme
LAS OPINIONES EMITIDAS EN ESTA COLUMNA DE OPINIÓN, ES DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR
LA VENGANZA Y EL ODIO DE LA IZQUIERDA INTERNACIONAL, QUIEREN GANAR LA BATALLA CON LA JUSTICIA COMPROMETIDA Y NO EN EL CAMPO DE BATALLA, A TRAVES DE MONTAJES JUDICIALES AL IGUAL QUE EN ARGENTINA Y CHILE.
Me niego a arrodillarme
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Coronel Hernán Mejía Gutiérrez
Pag. 320
US21
“Un relato apasionante que recoge el estremecedor testimonio de quien fuera considerado el Mejor Soldado de América”. Plinio Apuleyo Mendoza – Prólogo.
Reseña:
“Ese joven subteniente (Hernán Mejía), herido dos veces en el rescate al Palacio de Justicia -la primera en una pierna, no fue obstáculo para que continuara valientemente su misión-. Carta amarga, dirigida a su padre, quien al lado de la camilla en que era conducido al Hospital Militar le propuso retirarse de esa vida llena de peligros e ingratitudes”. Gral. Álvaro Valencia Tovar – Columna El Tiempo “Palacio de justicia, un documento estremecedor”  5 de marzo de 2012
“No voy a referirme en detalle a lo que ha padecido hasta hoy Mejía Gutiérrez relatado en la segunda parte de este libro. Después de haber recibido en 1999 el título de Mejor Soldado de América, quedó convertido de la noche a la mañana en un despreciable villano. Me limitaré en este prólogo a compartir la espantosa serie de sorpresas que en ráfagas continuas recibió Mejía Gutiérrez”. Plinio Apuleyo Mendoza – Prólogo del libro
El autor
CORONEL HERNÁN MEJÍA GUTIÉRREZ – Presenta como soldado, por casi cuatro décadas en la más cruda realidad del conflicto armado colombiano, una realidad con esperanza de dignidad para una sociedad que está a punto de darse por vencida asistiendo a su propia tragedia. El Coronel Hernán Mejía Gutiérrez trata las experiencias de la guerra desde la óptica triste y angustiosa de los soldados,  con letras  salidas del alma de quien vivió cada experiencia terrible del enfrentamiento, la esperanza y la desesperanza cambiantes en cada escenario del combate irregular. Despojándose del temor reverencial que asiste a los soldados, y más aquellos privados de la libertad, este Oficial Abogado plasma crudamente las miserables actuaciones  entre los jefes militares y gamonales políticos que han costado la vida, el honor y la libertad de muchos soldados y otros miles de colombianos a lo largo de una guerra intestina en la que siempre ganan los mismos y pierden y mueren los mismos de siempre. Es una contundente descripción de las batallas en la cual se revela lo que muchos saben pero nadie se atreve a decir.
LA VENGANZA Y EL ODIO DE LA IZQUIERDA INTERNACIONAL, QUIEREN GANAR LA BATALLA CON LA JUSTICIA COMPROMETIDA Y NO EN EL CAMPO DE BATALLA, A TRAVES DE MONTAJES JUDICIALES AL IGUAL QUE EN ARGENTINA Y CHILE.

 

LA GRAN TRAICIÓN. ¿QUIÉN ES EL ENEMIGO
DE LOS SOLDADOS?

Nunca sabréis quienes son vuestros
Amigos hasta que caigáis en
la desgracia.
Napoleón

Es agotador, porque se enrabia la sangre y se enceguecen de tristeza las pupilas. Se arruga el alma, al escribir sobre la traición y sus implicaciones para un pueblo. Desde Judas que entregó por unas monedas a Jesús, quien lo contaba entre sus discípulos preferidos, hasta los integrantes del actual gobierno colombiano, que eran los más cercanos en el mandato de Álvaro Uribe Vélez, y le voltearon la espalda en el instante mismo de asumir el poder de la Nación. Pasaron dos mil años entre este par de monumentos a la deslealtad y ocurrieron muchas traiciones mortales que afearon el rumbo de la historia. Definitivamente las personas no cambian, simplemente fingen que lo hacen para lograr sus propósitos.

No encuentro cómo dejar plasmado lo que repite muchas veces  la historia en sus pasajes, y es que las ratas abominables que se volvieron contra sus otrora benefactores, no merecieron jamás por parte de la sociedad indulto ni clemencia. Sin embargo, esos seres mezquinos aparecen frecuentemente como protagonistas del transcurrir humano. He apreciado en las sagradas escrituras que Jesús perdonó muchos pecados de muchos seres, pero es evidente que Judas se ahorcó el mismo día que vendió a su líder y las monedas cayeron bajo los pies cuando el cuerpo se balanceaba en un árbol. La traición no tiene perdón de Dios.

Cada noticia de lo que ocurre hoy en mi nación es la recriminación cruda por no haber seguido los consejos de mis viejos. Cuán equivocado estaba en la construcción del edificio de mi vida. Aún no puedo explicarles a mis pequeños hijos que su padre fue un soldado que los abandonó para entregarlo todo en una misión ingrata por la patria.

No he sido capaz de explicarles a mis hombres por qué, sin haber sido vencido jamás en los campos de batalla, sin haber fallado como líder en los más cruentos combates contra los terroristas por el bien de un país, sin haber tenido un solo segundo de conducta ilícita; he sido aniquilado por el Estado que defendí. Ese Estado que se alió hoy con los más sanguinarios delincuentes, movido por extrañas fuerzas políticas formando un diabólico dúo, destrozó la dignidad, el honor y la esperanza de la República, y con ello mató en vida a los mejores soldados y sus familias.

Eran más de tres décadas en las filas castrenses cuando inició este infernal episodio que ha roto en mil pedazos mi alma. Es muy  angustioso descubrir que por tanto tiempo me utilizaron y me engañaron como a muchos de los soldados, y que los altos dignatarios del poder político y judicial son más corruptos, más cobardes, más traicioneros y más criminales que todos los terroristas juntos.

Precisamente hoy, mientras escribo estas líneas, aparecen en los medios las encuestas sobre la credibilidad de la sociedad en las instituciones. El Ejército es la más querida y confiable de todas, por encima del ochenta por ciento. Las peores, las más rechazadas por su evidente corrupción y traición a los compatriotas son el Congreso Nacional, la Justicia y la Guerrilla.

Entonces, cómo asimilar que esos repudiados por corruptos y marcados con el sello de la desconfianza de la Nación, tengan prisioneros injustamente a los más queridos por un pueblo.

Esa es una leve muestra de que en Colombia no importa lo que sienten los ciudadanos cuando el poder lo ostentan los mismos sin escrúpulos desde hace dos siglos.

Era enero y despegaba el 2007, llevaba más de siete meses sin ver a mi esposa, a mi madre y mis hijos. La última navidad la había pasado muy lejos. Era el comandante de una emblemática Brigada de combate terrestre que estaba incrustada en otro mundo, en las selvas amazónicas. Lideraba allí tres mil hombres que sacrificaban diariamente su vida en la guerra contrainsurgente, para salvar la de millones de compatriotas que ni siquiera se enterarían de su existencia y de su heroico sacrificio. Mientras tanto en la capital, en el propio Ministerio de la Defensa, ya se tramaba, ya se cocinaba la última parte de la brutal traición contra el Ejército.

Era martes en la noche. Recién llegaba al puesto de mando de mi brigada en Santana, Putumayo, ubicado dentro de la jungla exótica y silenciosa, pero muy estratégicamente diseñado para controlar y apoyar las operaciones militares en la región. Venía cansado de supervigilar las maniobras de mi poderosa Unidad en la frontera sur del país; estuve varios días motivando a mis hombres para el cumplimiento de la ardua misión. Bajé del helicóptero y recibí la información de mi inmediato subalterno, el coronel Alfonso Murillo, jefe del Estado Mayor de la Unidad Operativa Menor.

El coronel algo preocupado se me presentó y en una sola frase selló el futuro de su comandante. Debía comunicarme inmediatamente con el comandante del Ejército.

Creí en ese momento, como soldado, haber considerado mentalmente todas las posibilidades de por qué me llamaba ese día y a esa hora, el comandante de mi Ejército, pero estaba equivocado y la incertidumbre se agigantó cuando telefónicamente sin más palabras me dijo que me presentara en la sede del Comando del Ejército, en la capital, a primera hora del día siguiente. Le informé, con la cortesía acostumbrada, que no tenía disponible ningún medio de transporte que me permitiera cumplir tal orden, ante lo cual me dijo que enviaría de inmediato el avión asignado a él, y así sucedió.

Ese detalle fue peor para mi presionada imaginación. Lo sentí como una puntilla en mi cerebro. No tenía ni idea para qué era requerida en esa forma tan urgente mi presentación ante el alto mando. Lo más acertado que me permitía deducir era que se trataba de aspectos operacionales secretos sobre las maniobras contra el secretariado de las Farc en la frontera sur del país.

A las siete de la mañana del miércoles, estaba yo perfectamente uniformado en el imponente despacho del comandante del Ejército, general Mario Montoya Uribe. Luego de hacer mi presentación marcial ante el comandante de la Fuerza, me hizo seguir a su despacho. Nadie más se encontraba allí, lo que me desconcertó. No me preguntó por las operaciones, no me preguntó por mi Unidad Militar, solamente dijo:

–Hernán Mejía Gutiérrez, usted a partir del momento está relevado del mando de su brigada, del comando de las tropas especiales y de la dirección de todas las operaciones militares. No sé aún que pasó, pero según el ministro de Defensa Juan Manuel Santos, viene un escándalo de proporciones internacionales y usted hace parte de él.

Fue un mazazo sobre mi cabeza, era como si un mundo enloquecido girara en mi mente a mil kilómetros por hora. No podía asimilar aún la frase de mi comandante. Solo atiné a decir:

–Mi general, ¿cuál escándalo?, ¿de qué se trata esto? Yo soy un soldado limpio, yo no he actuado mal jamás.

El comandante de la Fuerza respondió sin mirarme:

–Mire, Hernán Mejía, vaya descanse con su familia estos días y se presenta aquí el lunes para asignarle un nuevo cargo.

Le respondí conmocionado si debía ir a entregarle la brigada a mi reemplazo como era lo legal y reglamentario. Me contestó que no era necesario, que todo ya estaba hecho. Eso me dolió más, me retorcía de rabia e indefensión. Me dijo que agradeciera que él había intercedido, porque la orden del ministro Juan Manuel Santos Calderón era echarme de la institución.

Es una triste pero comprobada verdad que muchos de los generales de hoy, como los políticos desde siempre, aprendieron a decir palabras perfectamente convincentes pero difíciles de creer. También los subalternos hoy tienen perfectamente claro que sus jefes muchas veces no son sinceros y por tanto indignos de la confianza de sus hombres.

Noté claramente que el comandante del Ejército tenía algo más al respecto, que no me había dicho toda la verdad. Salí del despacho nublado, sin entender nada, estaba en el máximo grado de aturdimiento posible. No supe con quién hablar, debía ir a casa, contarle a mi familia lo ocurrido, pero ¿qué era lo ocurrido? Tampoco tenía respuesta. Pasaron horas, siglos, mientras buscaba organizar las ideas. De todas formas, no lo pude hacer, le faltaban muchas piezas al rompecabezas.

La noche de ese miércoles fue un infierno. Sentí más presión que en los momentos del último atentado en mi contra, cuando los terroristas atacaron con explosivos el vehículo en que me desplazaba por la Sierra Nevada y volé medio muerto o medio vivo por los aires, venciendo la gravedad herida y rasgando el viento con mi sangre.

Esta sensación era mucho peor. A mi mente concurrían locuras y fantasmas. ¿Qué fue lo que hice tan grave?, ¿cuál era la causa de todo ese laberinto? Pasarían varios años de tragedia, de infamia y soledad en prisión para entenderlo.

Muy temprano, el jueves veinticinco de enero de 2007, salí con mi familia para la sede del Club Militar “Las Mercedes”, en Melgar, una población cálida, distante cien kilómetros de la capital en la vía hacia el sur, en el departamento del Tolima.

Muy cerca de ese Club de oficiales, a menos de cinco minutos en carro, se encuentra el gran fuerte de Tolemaida. Es el centro de entrenamiento militar más completo de la Nación, la catedral de los mejores guerreros de América. Allí funcionan la Escuela de Lanceros, la Escuela de Paracaidismo de Combate, la Brigada de Helicópteros y, antes, los famosos batallones aerotransportados Colombia, Bogotá y Rifles.

El prestigio de Tolemaida es legendario por su rigor en la preparación de las Unidades élite y porque desde allá egresan los mejores combatientes del mundo.

Mi cerebro funcionaba al máximo de revoluciones cuando pasamos frente de la guardia imponente del fuerte Tolemaida. Mientras conducía la pequeña camioneta, trataba de distraer y hacer sentir bien a mis niños, contándoles cuántas veces hice parte como alumno y como instructor en aquella guarnición. Ellos aún no conocían la situación y no tenía por qué amargarles el mágico momento. Además, yo tampoco tenía una idea nítida del asunto. Quería encontrar respuestas en mi cabeza.

Lo que sí tenía bien claro, y eso me tranquilizaba, era que mi conciencia estaba limpia, que nunca había actuado mal.

Llegamos a la sede campestre del club, me instalé con mi esposa e hijos en una espaciosa y fresca cabaña. Llevaba casi un año sin verlos y una eternidad sin compartir con ellos unos días. Le di gracias a Dios por aquellos momentos, pero seguía pensando en el porqué de todo.

Transcurrió el jueves en plena alegría. Era como si estuviera recuperando mil años perdidos de mi hogar; a veces estuve distante, escudriñando en el firmamento qué era lo que acontecía conmigo, y qué pasaría después, pero unas sonrisas y el abrazo cálido y simultáneo de mis tres hijitos me regresaban felizmente a tierra.

Viernes. No eran aún las siete de la mañana. Estaba tratando de jugar tenis con mi hijo mayor; nunca supiste padre que son tres mis retoños, esos nietos que no conociste. El mayorcito tenía entonces siete años y los mellizos cinco años. Les hablo mucho de mis antepasados, les cuento de la gran lucha que diste viejo por la vida, de tu recia manera de existir, de esos inquebrantables principios innegociables, de su pulcra manera de vestir, muchas veces de lino blanco, de la lección tan valerosa en los últimos momentos de tu existir. Les mostré en algunas ocasiones la carta que me dejaste con esa letra palma impecable y les digo cuánto te admiré, cuánto te respeto y cuánto te he necesitado.

Estaba en la cancha de polvo de ladrillo y a esa hora, recibo una llamada al teléfono móvil; era el general Montoya Uribe, el comandante del Ejército:

–Hola, Hernán Mejía. ¿Qué hace?, ¿dónde está?

Inmediatamente repliqué:

–Descansando con mi familia, mi general. Estoy en el club militar de “Las Mercedes”.

Esa respuesta, inexplicablemente para mí, descompuso al general comandante del Ejército. Cambió radicalmente el tono de voz:

– ¿Qué hace allá, Mejía? No la vaya a embarrar. Mire que podemos manejar las cosas, no se le ocurra hacer una locura.

Ahí, menos entendí la situación; quedé perdido, no sabía qué palabra pronunciar. Antes de que me repusiera, el general Montoya gritó:

–Ya envío un helicóptero y se regresa inmediatamente a la capital.

–Como ordene, mi general.

En pocos minutos mi familia me vio partir de nuevo. Esposa e hijos se quedaron solos, sin explicación, sin abrazo. Debieron suspender violentamente ese lapso de vida y de sonrisa, arreglaron las cuentas en el club, empacaron incluso mi ropa y regresaron llenos de intranquilidad unas horas después. Yo fui transportado al aeropuerto militar de la capital, y luego al Comando de la Fuerza donde me esperaba el general, el comandante de mi Ejército. Eran casi las diez de la mañana.

Ese viernes veintiséis de enero de 2007 fue lento. Ya habían ocurrido muchas cosas y eran hasta ahora las diez de la mañana. En el despacho del comandante de mi Ejército el ambiente estaba enrarecido, o por lo menos así lo percibí. El general sin mirarme a los ojos me dijo:

–Hernán Mejía, ¿está tranquilo?

Le dije:

–No. Cuénteme, mi general, qué es lo que pasa.

Ahora sí me miró. No encontraba palabras; no sé hoy si era capacidad histriónica o realmente le dolía. Se mostraba abatido, y atinó a decir con voz muy baja:

–Hernán, en pocos minutos el ministro Santos saldrá en una rueda de prensa con los medios de comunicación desde el Club militar de “Las Mercedes”. Todo lo que hablará será contra usted, le hará públicamente acusaciones terribles.

Luego agregó:

–Dejemos que todo se enfríe y lo manejaremos, Mejía. Usted sabe que en este país rápidamente un escándalo tapa el otro. Vaya descanse sin salir de la ciudad, por si lo necesito.

Fui educado para ser fuerte, pero jamás estuve preparado para esos instantes, y creo que nadie lo está. La sensación es horrible. Fue como si mi cerebro y mi corazón se enfrentaran a un choque descomunal que requería de toda su capacidad de respuesta o explotarían en mil pedazos.

En ese instante solo me quedó claro que era un plan siniestro. Que cuando el general de mi Ejército se entera de que estoy en el club militar de “Las Mercedes”, se desconcierta y siente que yo he descubierto la patraña. Se imagina que reaccionaré allí mismo porque el ministro Santos Calderón y yo coincidiríamos en el mismo lugar; porque ignorando todo, estaba con mi familia en el cadalso que en secreto me habían preparado.

He cavilado mucho, si tal vez fue mejor así. Creo que Dios evitó que esta historia hubiera cambiado radicalmente en aquel día de deshonor.

Llegué desolado a la casa. Mi pequeña familia había arribado pocos minutos antes. No alcancé a prepararlos, no era capaz de organizar mis ideas, no asimilaba cómo estaba ocurriendo esa catástrofe. Eran las once y cincuenta minutos de la mañana de ese mismo viernes veintiséis de enero de 2007 que duró mil años; en todos los canales nacionales el flash informativo: “El ministro de la Defensa Juan Manuel Santos Calderón hace graves denuncias contra un alto oficial del Ejército desde la sede del Club militar de “Las Mercedes” (…). Ese oficial de grado coronel es Hernán Mejía Gutiérrez, quien se desempeñaba hasta hace pocos días como comandante de las Unidades élite de Combate anti Subversivo en el sur del país”.

En ese momento, la institucionalidad que siempre defendí me asesinó brutalmente. Cada palabra en los medios era una estocada en mi corazón de soldado; el arma homicida esgrimida por Juan Manuel Santos fue la prensa, y esta se prestó gustosa para el crimen.

Meses después, varios periodistas conocidos que estuvieron allí, me relataron cómo los habían convocado a Tolemaida con mentiras sobre la compra de helicópteros; y ante la negativa a asistir, les anunciaron que saldría una bomba. Me describieron estos comunicadores, cómo el viceministro Sergio Jaramillo Caro repartía entre ellos un panfleto con atroces falsedades incriminándome en hechos que jamás cometí.

Puedo aseverar que la educación recibida en el seno de mi hogar fue estricta. Se basaba en los principios intransables de la moral, la fidelidad de sentimientos y la decencia. Aquellos preceptos no negociables que se heredan del hogar y que no pueden aprenderse en las escuelas y universidades.

En el Ejército y en los cursos de combate me entrenaron para las inclemencias de la guerra; pero que alguien me diga cómo se prepara uno para esta maldad. Cómo se hace para dar el primer paso, luego de ser decapitado a mansalva por el ministro de la Defensa en un espectáculo transmitido en directo. Díganme la forma de encontrar las mejores palabras, libres de rencor, pero llenas de sentido, para mirar a los ojos a mis pequeños hijos que estaban estupefactos y derrumbados, y explicarles que todo era

un error que pronto se aclararía, y que su papá no era el monstruo que el ministro Santos Calderón acababa de describir.

Luego, casi en minutos, debí correr hasta la clínica “Reina Sofía”, no muy lejos de mi casa, porque mi madre, tu esposa, viejo, tu compañera de la vida, mi linda vieja, había sufrido un paro cardiorrespiratorio ante la noticia del ministro Juan Manuel Santos y se encontraba en una sala de reanimación. Allí debía tratar de explicarles a propios y extraños lo que yo mismo aún no entendía. No sé todavía cómo sobreviví en aquel día. Mi Dios nuevamente estuvo ahí, silencioso, aterrado también, observando la prueba.

Regresé ya entrada la noche. Venia caminando en medio de una horrible sensación de abatimiento. Me esperaban en la puerta de la casa los dos soldados y el suboficial de mi seguridad. Fue otro sorbo amargo para rematar el día, como si no hubiera sido suficiente. El nuevo comandante de la Brigada, mi reemplazo, mi subalterno, el coronel Rigoberto Martín, ordenaba quitarme inmediatamente el esquema que cuidaba la familia y el vehículo asignado. Les agradecí a esos compañeros sus leales servicios. Los despedí con gratitud porque cumplieron la misión y entré en mi refugio. Intenté la mejor sonrisa para mi esposa y mis pequeños; necesitaba tranquilizarlos pero inexorablemente ese día había destrozado para siempre mi vida.

El sábado desde la madrugada, el teléfono de mi residencia repicaba sin descanso, llamada tras llamada. Era el turno de los medios escritos en la horrible novela. Cada pariente, amigo o curioso, o por qué no decirlo, enemigo satisfecho, me hacía saber la versión que acababa de leer:

En la edición 1.291 de la revista Semana, dirigida por Alejandro Santos Rubino, sobrino del ministro de Defensa, apareció en la portada mi fotografía con el título, en grandes caracteres, DE HÉROE A VILLANO y un subtítulo que decía: Uno de los oficiales más condecorados del Ejército ganó sus medallas gracias a una alianza macabra con Jorge 40..

En el periódico diario El Tiempo se titulaba en la primera página: “Cae el coronel estrella del Ejército”.

En la revista Cambio, se desplegaba un artículo que decía “El coronel Mejía no va más”.

Era ni más ni menos como estar en un campo de batalla, de pie, porque jamás arrodillado, recibiendo ráfagas y sintiendo los impactos que se alojaban destrozando tus carnes y tu espíritu. Estaba sin armas, sin cómo responder, porque el fuego provenía de los que creía amigos, las propias tropas, el Estado al que había servido.

Aquel sábado fue eterno también. Lo soporté en silencio, sin opinar, sin entender; no salí de mi casa, estuve como resguardándome de una tempestad que no amainaba. No me llamó nadie de la cúpula de mi Ejército por la sencilla razón de que ellos ya sabían la emboscada; ya me habían entregado para morir en ella. Aún no sé, qué se debe hacer en esas circunstancias, pero sí sé, que no se lo deseo a nadie.

Llegó el domingo 28 de enero de 2007. Era un día soleado para todos y gris opaco para mí. Había desconectado el teléfono desde la medianoche anterior; quería retornar a la vida normal, creí que podría vivir.

Fui caminando hasta un supermercado Carulla en la avenida 116 con autopista norte a comprar algunas cosas; de pronto noté que la gente me miraba como si estuviera sin ropa. Se susurraban los unos a los otros, no entendía la razón. Segundos después encontré el motivo; cerca de las cajas registradoras de pago había revisteros y allí reposaban ejemplares de la última edición deSemana. Algunas personas la ojeaban mientras hacían la cola para pagar sus compras. En la portada a página completa mi foto con el titular que en segundos destruyó treinta años de servicios a la patria y me convirtió, porque sí, de soldado en hampón. Salí de allí presuroso, triste y sin comprar nada.

Hacia el mediodía, decidí, a pesar de todo, ir a almorzar con mi familia. Le sugerí a mí esposa un restaurante típico, no tan conocido, en el sector de Chapinero, barrio tradicional de la ciudad. En una mesa apartada y medio oculta nos acomodamos. Había un televisor en una columna y estaba iniciando el noticiero del mediodía. Nuevamente la noticia era la denuncia del ministro de Defensa, Juan Manuel Santos contra el coronel Hernán Mejía. Puse atención, grabé para siempre en mi mente y mi corazón las palabras y las imágenes; las acusaciones eran atroces y descabelladas. Manifestó el ministro, entre otras cosas, que todo había sido conocido y consultado con el comandante general de las Fuerzas Militares y el comandante del Ejército. Traté, con la cara entre las manos y los codos apoyados sobre la mesa, de buscar en mi cabeza el origen de la macabra imputación. Rondaba y rondaba en mi cerebro, sin parar, el porqué, si mis comandantes de muchos años lo sabían, nunca me dijeron nada.

Tras unos minutos, se acercaron a nuestra mesa unas cinco personas ya de edad, uno de ellos dijo: “Coronel, usted es un héroe, nosotros creemos en usted, Dios lo ayudará para librar esta nueva batalla”, me abrazó fuerte, luego las personas que estaban en el restaurante empezaron a aplaudir, fue lindo pero doloroso, no pude evitar que se humedecieran mis ojos, también los de mi valiente esposa y los de mis desconcertados hijitos. Ese fue el preludio de la más canalla de las pesadillas para un ciudadano inocente.

Pasó el fin de semana, lo sobreviví con la familia, sin una voz de apoyo o un aliento de la institución a la cual le entregué mi vida. Era el último lunes de enero de 2007. Antes de las seis de la mañana estaba uniformado en la antesala del despacho del comandante de mi Ejército. Ese día era la reunión del Estado Mayor, asisten todos los generales y coroneles que asesoran al Comandante; es un acontecimiento solemne, es tensionante, es marcial. Es una ceremonia que muchas veces decide el destino de aquellos guerreros sin padrino.

Yo estaba de pie junto a la puerta. Caía de repente sobre mí otro desplante miserable. Los generales y coroneles que hicieron presencia en el recinto voltearon la cabeza hacia otro lado o miraron al piso para evitar mi saludo. El segundo comandante de la Fuerza, un buen oficial, un general bajo cuyo mando vencimos en difíciles batallas en las fronteras del sur, me extendió la mano. Fue el único. Me ordenó colocar una silla en el rincón más apartado del salón, lejos de la mesa de reunión. Qué momento tan triste, muchos de los que allí estaban debían sus ascensos o medallas a las tareas de guerra efectuadas por mis hombres y yo. Todos me conocían. Le rogué en esos instantes a Dios para que me diera la fortaleza de no flaquear, de no quebrar mi voz, de hablar sin odio pero con claridad.

El general Mario Montoya Uribe ingresó raudo al salón, se descargó sobre la silla principal en la cabeza de la mesa, recorrió con mirada intimidante y ceño fruncido a cada integrante del Estado Mayor, como revistando su presentación personal. Era su característica forma de verificar que los intimidaba porque sabía que no lo apreciaban ni lo admiraban.

Ordenó el general comandante de la fuerza tomar asiento y soltó, como ignorando mi presencia: “El fin de semana se ha presentado un hecho bochornoso para la institución. El propio ministro de la Defensa ha hecho públicamente graves denuncias contra un coronel del Ejército. Como era mi responsabilidad, he relevado del mando y he traído hasta aquí al oficial. ¿Qué puede decir al respecto, coronel Hernán Mejía? Tiene cinco minutos para que nos explique la situación”.

Que son cinco minutos para resumir treinta años de sacrificio honesto por la Nación. Cinco minutos para responder a una orquestada patraña que el comandante del Ejército conocía con mucha antelación. Él sabía que me habían escogido de manera canalla para el fusilamiento y se prestó a ello sin siquiera averiguar los antecedentes.

Me puse de pie con una mezcla de temor y de ira. Miré a cada uno buscándoles los ojos, pero se escabulleron simulando que estaban muy concentrados tomando notas. Respiré profundo, te llamé, padre, con mi corazón para que estuvieras ahí, sosteniendo a tu hijo herido gravemente por la espalda:

—Agradezco, mi General, que me permita esta oportunidad. Antes que todo les quiero decir a los señores generales, a los señores coroneles aquí presentes, que su gesto de evitar mi saludo al entrar a esta sala, de darme tratamiento de enfermo infecto contagioso, lo asumo como un acto de cobardía de su parte. Es como si dejaran a un hombre mortalmente herido en el campo de batalla, abandonado a su suerte. Claro que muchos aquí ignoran lo que es una batalla y entonces estoy hablando de lo que no saben. Pero igual, todos aquí me conocen, saben quién soy y he sido. En segundo lugar, quiero recordarles que soy soldado de este glorioso Ejército desde los catorce años, que no ingresé desde niño a las filas de la institución, treinta años atrás, para ser un delincuente. No tengo nada de qué avergonzarme, ni ante Dios, ni ante mi patria, ni ante mis hijos y que mi Ejército no tiene por qué avergonzarse del coronel Hernán Mejía Gutiérrez. Soy inocente de todas y cada una de esas terribles acusaciones y lucharé por la verdad hasta el último suspiro, así se vaya mi vida en ello”.

Se hizo un silencio que me agradó a pesar de todo.

–Ahora solicito permiso para retirarme, debo acudir a la Fiscalía y a la Procuraduría para colocarme a disposición de las autoridades.

Abandoné rápido ese recinto que creía sagrado. Confieso que no quería estar allá; respiré un aire de intriga, de traición y de cobardía en aquellos momentos. Me sentí en el Capitolio Nacional o en el campamento del Enemigo agazapado entre las selvas. No se notó la diferencia.

Había llamado el día anterior a un gran abogado, un maestro del derecho penal, y ante todo un hombre que conocía mi origen, sabía quién era mi familia. Considero que así es más fácil creer y asumir la defensa de una persona. El me acompañó antes de las doce del día a la Fiscalía General de la Nación a presentarme y dejar por escrito mi entera disposición de atender los probables requerimientos de la justicia a raíz de las noticias emitidas en diferentes medios. Igual procedimiento hicimos ante la Procuraduría.

Luego del mediodía de ese mismo lunes, en el final de enero de 2007, como a las tres de la tarde, me encontraba en la oficina de la dirección de planeación del Ejército, una sección que había sido errónea y totalmente subestimada por el mando, a la cual asignaban los oficiales incómodos o innecesarios para que se aburrieran o completaran tiempo para el retiro. Hoy afortunadamente corrigieron esa tendencia y desde esa jefatura han emanado excelentes planes y proyecciones institucionales, que así no se cumplan y queden en el papel son una brújula para el futuro.

Estando allí me comunicaron que debía acudir inmediatamente al despacho del comandante del Ejército. Descendí rápidamente por las escalas un piso hasta la segunda planta. ¿Ahora qué otra cosa sería?

Llegué a la sala de espera y estaban en el lugar unos funcionarios del cuerpo de investigaciones de la Fiscalía, CTI; los identifico por sus overoles negros, sus accesorios y su notable deseo de parecer soldados. En la puerta, con llanto en los ojos, el comandante de mi Ejército, el general Mario Montoya, me dice:

–Hernán Mejía, malas noticias, han venido a capturarlo. El fiscal general de la Nación dispuso su traslado inmediato a la sede de la Fiscalía en el Búnker.

–No entiendo, mi general, yo hice presentación personal en la Fiscalía General hace dos horas y no existía siquiera denuncia en mi contra.

El comandante del Ejército se volvió hacia un señor que ya estaba sentado en la mesa de reunión dentro de la oficina, quien luego se identificó como el fiscal Carlos Arzayús.

–Este es el día más triste de mi vida – agregó mi general -; es una tragedia para el Ejército: vienen a llevarse detenido al mejor soldado de la patria, y lo hacen en mi Comando.

Por las mejillas del comandante de mi institución rodaron lágrimas. Tal vez eran verdaderas.

Les pedí a los funcionarios judiciales que esperaran por favor unos minutos mientras arribaba al lugar mi abogado, el doctor Óscar Lombana Trujillo. Son instantes de tristeza, de rabia, de infamia. Hacía pocas horas me había puesto a disposición de las autoridades y ellos ignorándolo, querían hacer el show. El plan era mostrar al coronel Hernán Mejía Gutiérrez amarrado delante de su país y de su Ejército.

Los medios de comunicación ya estaban emplazados convenientemente en la entrada del patíbulo de los soldados, el llamado Búnker de la Fiscalía. Ellos, dentro de la gran patraña en una política criminal sistemática, exaltan a los terroristas y promocionan la tragedia de los que cumplieron derrotando la amenaza en los combates.

Llegó presuroso el doctor Lombana hasta el despacho del comandante del Ejército y solicitó al fiscal que le mostrara la orden de captura. El fiscal Carlos Arzayús, como por salir del paso, dijo que ya la estaban enviando por fax desde la Fiscalía General al Comando del Ejército. Eso de por sí es anormal e ilegal. El doctor Lombana hace ver la irregularidad y le pide al general Mario Montoya que por favor llame al Fiscal General de la Nación, Mario Iguarán, pues es él quien él debe aclarar la situación. Pasaron tres eternas horas. Finalmente el fiscal General le responde al general comandante del Ejército; le manifestó que no existía ninguna orden de captura contra el Coronel Mejía, que ningún funcionario de su institución había emitido tal orden, que era un desagradable malentendido producto de rumores.

¿Cómo explicar este episodio? ¿Qué pretendían hacer conmigo? Es un interrogante que nueve años después a pesar de las peticiones y denuncias ante las autoridades, no se ha respondido.

Pasados tres años, tuve la oportunidad de coincidir en una diligencia judicial en los Juzgados Especializados con el fiscal Arzayús. Le pregunté por aquella situación y me respondió que la orden de capturarme ese día se la dio personalmente el fiscal general de la Nación, Mario Iguarán Arana; que si era del caso, lo llamara a declarar bajo la gravedad del juramento sobre ello. ¿Quién mintió y cuál era la verdadera intención de quienes en ese día me querían sacar encadenado? A pesar de las denuncias aún no se sabe.

Aquel día, el de la falsa orden de captura, regresé muy golpeado a casa, a las diez de la noche. Mis niños dormían, mi esposa aguardaba valiente pero intranquila; sin palabras se preguntaba qué estaba pasando con nuestras vidas.

Traté de organizar las frases para resumir el amargo día, pero el timbre aborrecido del teléfono me interrumpió; a esa hora es anormal que suene y por ello no suena, truena. Tomé el aparato y al otro lado sentí la voz del general Montoya, el comandante de mi Ejército:

–Coronel Hernán Mejía Gutiérrez, ¿cómo está?

–Totalmente consternado y desconcertado por los acontecimientos que se han producido, mi general.

–Bueno, usted es un soldado y debe sortear los vendavales, Hernán Mejía. Hace unos minutos se recibió información sobre un posible atentado contra usted en su casa, le acabo de asignar un apartamento fiscal, mueva a su familia para allá inmediatamente.

No hubo más palabras, ni explicaciones, ni nada. El general Mario Montoya colgó la llamada y mil sensaciones me invadieron. Todos los interrogantes, toda la furia se adueñó de mí espíritu, como si estuviera poseído por el infierno.

No entendía quién quería matarme de nuevo. ¡Si ya hacía tres días el ministro de la Defensa, Juan Manuel Santos Calderón, me había asesinado en rueda de prensa!

Con la espeluznante arrastrada a la picota pública, con el despliegue miserable de los medios de comunicación, todos los grupos ilegales me convirtieron en su objetivo. Era otra consecuencia lógica de la infamia. Solo atinaba a pensar que no podía permitir que tocaran a mi familia. Debería salvarla pero no sabía cómo ni de dónde vendrían los ataques. Eso me derrumbó sin darme cuenta.

Al amanecer, con autorización del Comando del Ejército, viajé para el norte del país, hasta Valledupar. Necesitaba tratar de recopilar copias de los documentos que acreditaban cada minuto de mi gestión como comandante del Batallón de artillería No 2 La “Popa” en esa región, cinco años atrás.

Era prioridad buscar el cabo suelto que habían empleado para retorcer la verdad y crear la gran patraña. Al mismo tiempo, mi familia adolorida intentaba acomodarse en un angosto apartamento de las Casas Fiscales del Cantón militar del Norte. Les tocó, a mi esposa y mis pequeños hijos de siete y cinco añitos, adaptarse a sobrevivir en el más mezquino de los ambientes; fueron permanente blanco de todas las humillaciones por parte de los otros niños y hasta de los mayores, quienes con el infame dedo acusador y destructor los arrinconaban más, los pisoteaban más y eso también envenenó mi alma.

Comenzaron a pasar días sin fin. Era un sufrimiento enfermizo ingresar al edificio del Comando del Ejército cada mañana. Me sentía tratado como un paria, no salía del pequeño cubículo asignado en el tercer piso.

Notaba claramente que nadie se sentía bien con mi presencia. Descubrí muy pronto que estaba solo para librar esa injusta guerra, asimilé que cada batalla haría hilachas mi vida, pero no tuve duda de que era necesario llegar hasta el final, porque la única herencia para los hijos de un soldado es el honor de su padre.

Desde el mismo comienzo de la siniestra y amarga pasada del destino, hice encarecida la solicitud para hablar personalmente con el ministro de la Defensa, Juan Manuel Santos. Pensé que si esa persona salió a arrasar mi vida en una rueda de prensa sin haberme visto jamás, debería conocerme de manera personal y entonces responderme con la verdad sobre el origen de todo.

Ese despacho del Ministerio de la Defensa, que una vez, hace mucho, fue el epicentro de la disciplina, de la estrategia de seguridad nacional y del porte militar, porque lo ocupaba el soldado más antiguo de la República, ahora es la sede principal de las campañas presidenciales. Desde 1990, el cargo de Ministro de la Defensa se convirtió en la plataforma de lanzamiento para los candidatos y por ende en una olla repleta de burocracia politiquera, que se justificaba diariamente con la sangre y el honor de muchos soldados en los campos de batalla.

Empezaron a llegar los hijos de muchos caciques políticos cobradores de favores, quienes recién graduados de las universidades eran contratados en extrañas asesorías sobre temas que no conocían y simultáneamente obtenían, sin méritos pero por orden del ministro de turno, becas para especializarse en el país y en el exterior por cuenta de los gastos de la guerra.

La lista de delfines que recorrieron ese fácil camino que necesariamente les quitaba oportunidades a oficiales y suboficiales que sí las merecían, es inmensa.

Se volvió muy extraño que un coronel arrimara hasta el despacho del Ministerio de la Defensa. Siempre alguien de esas odiosas oficinas estaba encargado de dilatar y obstaculizar las solicitudes de los militares. No hubo para esos días una sola persona, ni militar, ni civil que se atreviera a abordar el tema espinoso del coronel Hernán Mejía Gutiérrez; fueron mil peticiones para que alguien me dijera lo ocurrido.

Padre, ¿sabes cuánto tiempo transcurrió para lograr la entrevista con mi verdugo? Diez meses. El ministro Juan Manuel Santos Calderón no permitió que entrara mi abogado, como yo solicité. Coordinó la cita con su jefe de prensa, el periodista Fernando Barrero Chávez, y evitó los testigos como condición inexplicable para hacerme pasar. Nadie más asistió al encuentro.

Me recibió displicente a las diez de la mañana, haciéndome saber que tenía otro compromiso muy importante casi de inmediato, por lo cual no ocupó el puesto en el macizo escritorio.

El ministro Santos tenía puesta una camisa verde pálido con una corbata suelta de un azul muy oscuro, sin saco. Yo tenía puesto el uniforme camuflado con los distintivos de combate bordados en hilo negro.

Permanecí de pie en silencio, en tanto él deambulaba contando los pasos por la espaciosa oficina para eludir mi mirada. Es una estrategia recomendada por los psicólogos a los inseguros para eludir la confrontación. Finalmente le dije:

–Señor ministro, el único motivo de estar aquí es que me digan la verdad, que me expliquen de donde salió la versión que usted dio a la prensa contra mí, que le digan al país de dónde proviene esta infamia. Usted tiene en su escritorio mi hoja de vida, yo no he tenido en mi carrera como soldado un segundo de conducta criminal.

El ministro ni siquiera me miró. Observando hacia otro lado a través del ventanal que daba a la plaza de armas interna, mientras se componía el nudo de la corbata azul, me manifestó:

–Coronel, estoy muy preocupado con su caso. Creo que ha ocurrido un error con la información. A mí me engañaron con los datos, es un lamentable episodio que solucionaré a mi regreso de los Estados Unidos. Le prometo aclarar la situación, mientras tanto vaya hablando con Marilú, la del CTI.

No fue más, no dijo más. Dio por terminada la reunión al tiempo que aparentemente verificaba la seguridad dispuesta para sus desplazamientos. No tenía idea quién era Marilú y menos porqué el ministro Santos la mencionaba. Después me enteré de que era la directora Nacional del Cuerpo Técnico de Investigaciones de la Fiscalía General y que tenía mucha relación con Fondelibertad, un organismo que manejaba millonarios fondos y se administraba como la caja menor del Ministerio de la Defensa.

Sin embargo, a pesar del desaire, tuve esperanzas porque en privado el futuro presidente había reconocido el error con el que destruyó muchas vidas. Da mucha rabia que un alto personaje tenga el poder para arruinar la vida de unos soldados inocentes y sus familias.

Salí del despacho del ministro Santos Calderón e inmediatamente me dirigí dos pisos arriba, dentro del mismo edificio, a la oficina del comandante general de las Fuerzas Militares. Me permitieron seguir a su despacho, luego de seis largas horas de antesala.

El general Fredy Padilla es un hombre inteligente; evidentemente no llegó a la cúspide por sus méritos como líder o soldado en las batallas, sino por sus dotes de político. Mi saludo marcial es fuerte y siempre fue así. Mi general me mira, me hace seguir y nos sentamos frente a frente en una sala de inmensas poltronas en cuero color vino tinto. Me conoce desde cuando yo era subteniente de artillería y él, capitán de ingenieros. Me habló en forma amigable pero sin comprometerse. Entonces le dije:

–Mi general, hablé hace unos minutos con el ministro Santos. He venido a ponerlo al tanto de la situación, ya que usted no me llamó. Solo quiero decirle que esto es una absoluta canallada. No sé de donde salió, pero lucharé hasta el fin por la verdad y por mi honor.

Hubo un silencio preocupante pero casi comprensible. El comandante general se incorporó y me dijo en su marcado acento costeño:

–Hernán Mejía Gutiérrez, yo sé quién eres tú. Te conozco desde hace mucho tiempo, se de tu valor y sobresaliente desempeño en muchas batallas; eres un héroe y vas a salir bien de esto. Te creo, pero no puedo hacer nada, yo soy el comandante general de las Fuerzas Militares y tengo que apoyar al ministro de la Defensa, Juan Manuel Santos. Espero entiendas mi posición.

Qué desolación tan inmensa sentí. Solamente me puse de pie y le dije:

–Gracias, mi general. Permiso, me retiro.

Abandoné rápido el edificio pero sin rumbo; no sabía adónde ir.

Tengo claro que si volviera a vivir esos momentos, sería igual; tal vez no sabría cómo actuar ni a quién acudir. Es la sensación extremadamente angustiosa que se debe sentir cuando no abre el paracaídas principal y se enreda la reserva; lástima que no conozco a nadie que haya sobrevivido para contarlo.

Tú, viejo, debes recordar mis accidentes en paracaidismo, cuando llegabas a la Base de Tolemaida, y me encontrabas enyesado con las piernas fracturadas y me regañabas. Pero en esas ocasiones siempre me funcionó la reserva.

Dentro de mi desasosiego, creí inocentemente que en esos momentos lo mejor era acudir a donde el comandante de mi Ejército, el general Montoya. Debía enterarlo de mi entrevista con el Ministro de Defensa y con el comandante general. Él nunca me hizo esperar para atenderme; de inmediato pasaba a su oficina; siempre me recibió sin prisa. En esa ocasión me preguntó cómo iba todo. Le narré entonces, detalladamente, lo que había acontecido en las entrevistas previas con el ministro Santos Calderón y con el general Padilla. Me observó y algo sorprendido por mis actividades osadas en busca de la verdad, pronunció la frase que finalmente constituyó el punto de partida para desenredar los oscuros nudos, tejidos de manera criminal:

–Todo eso está muy bien, pero dígame, Coronel Hernán Mejía Gutiérrez, si quiere de manera confidencial, ¿cuál es su problema con Sergio Jaramillo, porqué lo odia tanto ese señor?

–Mi general, ¿quién es Sergio Jaramillo? –respondí de inmediato–No lo conozco, no sé quién es, jamás he tratado persona alguna con ese nombre.

Mi general Montoya, fingiendo incredulidad, me observó fijamente a los ojos como confirmando mi respuesta y me dijo sin quitar la mirada:

–Mejía: es el Viceministro de la Defensa para los Derechos Humanos, y es él precisamente quien está organizando todo el complot contra usted.

Salí del Comando del Ejército sin entender nada. El túnel por el que había sido empujado era cada vez más oscuro, más frio y más lejana su luz final.

Decidí, como era lo lógico, como creo hubiera hecho un hombre de honor, buscar al viceministro Sergio Jaramillo en su despacho, que era contiguo al del ministro Santos Calderón. Poco había estado en esas dependencias. Llegué en mi uniforme camuflado. Ingresé hasta la recepción; todas las puertas estaban abiertas. Solo hasta ese día me enteré de que existían dos viceministros de la Defensa. Una secretaria amablemente me preguntó qué necesitaba y cuando le pedí el favor de anunciarme con el viceministro Sergio Jaramillo Caro, ella me solicitó que quién quería verlo. Cuando le dije que era el coronel Hernán Mejía Gutiérrez hubo un silencio extraño. Quienes estaban allí, no sé si asesores o secretarios, se miraron entre sí. La secretaria no hallaba cómo hacer. Después de que se cerraran varias puertas de oficinas, se acercó y me dijo, casi al oído, que el viceministro Jaramillo no se encontraba.

Me di cuenta que él estaba en una de las oficinas que cerraron, que se había escondido y ordenado a sus subalternos que lo negaran. Pienso que algún día veré de frente a ese personaje artífice canalla de mi tragedia. Sueño con ello.

Permanecí unos instantes ahí. Miraba a todos como buscando respuestas que no vendrían. De pronto un hombre joven, de cuidada presentación me tomó el brazo derecho y me dijo:

–Mi coronel Mejía Gutiérrez, es un honor conocerlo. Yo soy el Viceministro de la Defensa, Juan Carlos Pinzón. Siga, por favor, a mi oficina y hablamos.

Lo seguí en silencio y una vez traspasamos la puerta la cerró con seguro, me hizo sentar y se acomodó en un sillón frente a mí. Me contó que era hijo de un oficial a quien conocí varios años y grados atrás, y que estaba muy angustiado con mi caso. Me hizo ver que sabía muchas cosas de mi vida, de mi carrera. Me dije para mis adentros que era lógico, posiblemente habían estudiado al detalle el perfil completo del trofeo que entregarían.

Para resumir, esta persona trató de disculparse conmigo, pero sus términos me inquietaron infinitamente. Sus palabras aún taladran mi cerebro: “Mi Coronel, su cabeza la negociaron, era un momento coyuntural del país. Se requería aliviar la presión internacional por el tema de los Derechos Humanos, deberían entregar en bandeja a alguien, a un oficial reconocido. El montaje lo hizo el viceministro Sergio Jaramillo por disposición de Juan Manuel Santos Calderón. Luego, ellos se dieron cuenta de la brutal embarrada y ahora no saben cómo salir del embrollo. Necesitan al precio que sea encontrar algo contra usted para hundirlo y salvar su credibilidad”.

Abandoné el edificio del Ministerio de la Defensa totalmente desconcertado. Me parecía increíble que se jugara con la vida y el honor de los soldados para satisfacer intereses políticos. No podía creer que sacrificaran a unas personas inocentes cuyo único pecado era haber buscado la excelencia en el cumplimiento de su deber. El viceministro Juan Carlos Pinzón sería más tarde el Ministro de la Defensa y Sergio Jaramillo Caro el Alto Comisionado de Paz, cuando Juan Manuel Santos Calderón ostentara la presidencia de la República.

A partir de aquella mañana, mi corazón y mi mente comprendieron con desesperada indefensión que era víctima de la más absurda pero poderosa componenda. Asimilé con terror que quienes nos llevaban a la ruina a mí, a mis hombres y a nuestras familias, no eran los terroristas contra los que siempre combatimos, sino que el verdugo era el propio Estado que defendimos con lealtad hasta el máximo sacrificio.

La melancolía, cada día se prolongaba, era más deprimente cada despertar con el mundo encima sin razón, todo aquello acentuaba sin piedad las heridas del corazón.

Como si fuera parte de la tragedia, he podido percatarme, que los días más amargos de la vida siempre comenzaron con unas mañanas grises, opacas y melancólicas. El tiempo transcurrido durante mi muerte en vida, en la abominable prisión, ha mostrado muy nítidas las curvas oscuras del camino de los ruines para acceder y mantener el poder. No puedo creer que tuve que vivir esto para comprender que mis más descabellados presentimientos se quedaron cortos frente a la realidad que abraza mi país y ante todo, el futuro del glorioso Ejército.

Me agoto meditando y comparto la angustia con mis compañeros de prisión de saber si fue un gran error ser soldado. Concluir que haber sentido en lo más profundo del corazón los avatares y las angustias de una nación doblegada por el terrorismo y hacer parte de un ejército humilde pero noble y bravo, no estuvo bien.

He hablado contigo sobre estos episodios padre, tratando de contarte sin odios cómo se orquestó la traición a tu hijo. Relatarte lentamente mis torturantes secretos me alivió mucho. Lo hice como si estuviera repasando en mis agendas sobre las que escribía sin falta a manera de diario y por eso discúlpame el desorden. En ellas, intencionalmente dejaba las esquinas de algunas hojas dobladas como indicando acontecimientos más traumáticos o muy diferentes. Años después las encontré y las recorro una y otra vez con la curiosidad y el asombro de que aún existieran, o de que tales circunstancias las hubiera plasmado yo mismo alguna vez.

En los días aciagos en que arañaba algunas letras y documentos para organizar mi defensa, apareció en los medios el gran escándalo mundial de la revelación de mensajes cifrados del gobierno de los Estados Unidos por parte del periodista Assange en los llamados “WikiLeaks”.

Fue una sorpresa encontrar que en aquellos archivos secretos alguno refería la conversación en 2007, de Sergio Jaramillo con el Embajador de los Estados Unidos en Colombia, respecto del caso de un coronel Mejía Gutiérrez.

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