Columna de Opinión

CARTA ABIERTA A MARCO ENRÍQUEZ-OMINAMI SOBRE LAS DESVENTURAS DEL IDEALISMO por Mauricio Rojas, 30/10/2014

LAS OPINIONES EMITIDAS EN ESTA COLUMNA DE OPINIÓN, ES DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR

La conclusión a la que llegué es que las propuestas revolucionarias en general y el marxismo en particular eran una secularización del pensamiento mesiánico que atraviesa –creando grandes tensiones y conflictos muchas veces sangrientos– toda la historia del cristianismo.

Estimado Marco:

He visto la reciente entrevista en CNN donde dijiste que habrías sido mirista y calificaste al MIR como “un movimiento intelectualmente preclaro, brillante”. No es la primera vez que te expresas de esa manera. Así, por ejemplo, en una entrevista de julio de 2013 decías: “Yo habría sido mirista cien veces, porque creo que era una forma de entender la política muy fascinante, de mucha lucidez”. No se trata, por lo tanto, de un desliz ni de una pose, sino de algo sobre lo que has reflexionado largamente cosa nada extraña siendo tu padre la figura sin duda más prominente de lo que fue el MIR.

Es por ello que te escribo, pero no solo por ser quien eres sino por todos aquellos jóvenes que te escuchan pronunciarte de esa forma acerca de un movimiento que fue uno de los grandes responsables de la entronización de la violencia política en Chile y la destrucción de aquella democracia que personas como tu padre tanto despreciaron y tanto hicieron por hundir. Me cuesta entender que se pueda considerar como intelectualmente preclara una propuesta política que propugnaba la así llamada dictadura del proletariado y la insurrección armada contra la democracia, como lo hizo el MIR desde su fundación a mediados de los años 60. O usar calificativos como brillante, lúcido y fascinante para referirse a un movimiento que se inspiraba en regímenes dictatoriales como el de Cuba, China, Vietnam o Corea del Norte y que tenía por ícono a Lenin.

Entiendo tu dilema personal. Es también el mío, pero en cierta medida aún más cercano ya que yo fui mirista e incluso llegué a conocer a tu padre, que estuvo un par de veces en nuestra casa de la calle Catedral. Además, mi madre fue socialista y estuvo detenida en Villa Grimaldi en 1975. Lo que te quiero comunicar no es por ello una reflexión distante sino un relato, que conoce algunas versiones anteriores, de mi intento por comprender tanto la atracción como la peligrosidad de ideas como aquellas en las que tanto tu padre como muchos otros creímos. Permíteme empezar con algunos recuerdos de mi abuelo en el Chile de los años 60.

Mi abuelo me hablaba siempre de la soberbia. Me miraba con cariño pero también con temor cuando yo le contaba, lleno de entusiasmo, de mis ideas revolucionarias, de cómo pronto cambiaríamos completamente el mundo y liberaríamos al ser humano de todo aquello que lo atribula, humilla y empequeñece. Él era profundamente religioso y no podía dejar de reconocer la veta mesiánica en su nieto. Conversábamos largamente bajo el parrón de nuestra casa en ese Santiago de comienzos de los años sesenta, que pronto vería llenarse sus calles de jóvenes como tu padre y como yo, deseosos de revolución. Mi abuelo insistía en la soberbia y yo lo miraba como una reliquia del pasado.

Todo lo que él quería decirme está plasmado en una frase de Jesús en los evangelios cuya profundidad no entendí sino mucho después: “Mi reino no es de este mundo”. Es una advertencia sabia, un llamado a la modestia acerca de lo que humanamente podemos alcanzar. Con mi abuelo hace ya mucho que no puedo conversar. Un ataque al corazón puso fin a su vida en 1968 y no alcanzó a ver como su Chile tan querido se hundía en una lucha fratricida que terminaría desquiciando a su pueblo y destruyendo su antigua democracia. Yo sí lo vi y, además, puse mi granito de arena en esa triste obra de destrucción. Ni cambiamos el mundo ni liberamos a nadie. Terminamos como mártires o como víctimas, y como tal nos acogieron generosamente por todas partes. Pero también podríamos haber terminado como verdugos, como lo han hecho todos aquellos que han llegado al poder inspirados por la idea de la transformación total del mundo y la creación del hombre nuevo.

A esta triste certidumbre llegué hace ya mucho tiempo, cuando luchaba contra mí mismo a comienzos de los años 80 en la biblioteca universitaria de aquella hermosa y apacible ciudad del sur de Suecia llamada Lund. Allí escribí mi tesis doctoral, Renovatio Mundi, que no es otra cosa que un arreglo filosófico de cuentas con aquellas ideas que en nombre de la redención de la humanidad nos invitan a lo que no es otra cosa que un genocidio, es decir, a la destrucción del ser humano tal y como es para poblar al mundo con una nueva especie, salida de nuestros sueños utópicos. Es precisamente ese sueño deslumbrante el que un día nos lleva, como dijo Karl Popper en La sociedad abierta y sus enemigos, a “purificar, purgar, expulsar, deportar y matar”. Es la soberbia en acción, la hybris del bien o la bondad extrema que nos lleva a su contrario. De ello me hablaba mi abuelo al final de su largo peregrinar, pero su nieto tuvo que recorrer un largo camino para entenderlo.

El camino que emprendí tuvo su punto de partida en lo que para mí era evidente por mi propia experiencia: que la fuerza de los movimientos que pretenden instaurar el paraíso en la Tierra –como lo hace el marxismo con su propuesta del comunismo– está dada por su capacidad de atraer a aquellos sin los cuáles esos movimientos no llegarían muy lejos, a saber, a los altruistas e idealistas o, para decirlo de otra manera, a aquellos que se van a entregar a la causa de la revolución con la devoción de un santo, poniendo de una manera ejemplar todas sus fuerzas e inteligencia al servicio de una causa que para ellos encarna la bondad plena. Justamente por ello los admiramos y se hace tan difícil entender que se trata de seres –como tu padre y mi madre– que se hacen revolucionarios para hacer el bien pero terminan –si tienen la oportunidad– haciendo un mal espantoso. Ese fue mi punto de partida, la dramática paradoja que necesitaba explicar.

La conclusión a la que llegué es que las propuestas revolucionarias en general y el marxismo en particular eran una secularización del pensamiento mesiánico que atraviesa –creando grandes tensiones y conflictos muchas veces sangrientos– toda la historia del cristianismo. Se trata de la idea del retorno inminente del Mesías y la instauración del Reino de Cristo en la Tierra de que habla el Apocalipsis, un reino de armonía y felicidad que duraría mil años –por ello se conoce a estos movimientos como milenaristas–, y que definitivamente superaría la condición precaria de la vida tal como la hemos conocido hasta ahora, recreando al mismo ser humano, que sería así convertido en un hombre nuevo para un mundo depurado del mal.

Propio del mesianismo –tanto medieval como moderno, religioso o ateo– es la creencia no solo en la cercanía de un paraíso terrenal sino en la intervención de un grupo iluminado que juega un papel protagónico en la gran conflagración que, según el arquetipo bíblico, precedería a la recreación del mundo y del hombre. Se trata de la “vanguardia revolucionaria” –para usar la jerga mirista tomada del leninismo– que con su accionar abre paso a la instauración de una sociedad sin clases ni egoísmos, donde impera la justicia, la armonía y la abundancia.

Todo ello modernizado en el caso del marxismo, usando un lenguaje seudocientífico, mediante el cual el plan redentor de la Divina Providencia se convierte en las “leyes de la historia”, impulsadas por el desarrollo incontenible de las fuerzas productivas y finalmente descubiertas por Marx y el “socialismo científico”. Así, la victoria del comunismo no es concebida como un acto antojadizo de voluntad –si bien requiere de ella en la forma de esa violencia revolucionaria que Marx y Engels llamaron “la partera de la historia”– sino como la conclusión necesaria e inevitable de la historia de la humanidad.

Este fue el marxismo que me “robó el alma” cuando yo era muy joven, esa fue nuestra fe, una religión atea deslumbrante que nos invitaba a jugar a ser dioses. Por ella nos convertimos en revolucionarios profesionales, en “bolches”, como decíamos en esos tiempos con tanto orgullo. Me dio –al menos así lo creía entonces– una comprensión total de la historia y un rol sublime en una gesta épica de proporciones grandiosas. ¿Cómo negarse entonces a tomar parte en ese capítulo extraordinario de la historia de la humanidad? ¿Cómo no entregarse de lleno a esa fiesta de liberación de nuestra especie de todos aquellos males que siempre la habían aquejado? ¿Cómo no ser santo, misionero y mártir de una causa tan bella por la cual, sin duda, valía la pena dar la vida propia y también la de muchos otros?

Pero es justamente allí, en esa entrega total y sublime, donde se enturbian definitivamente las aguas cristalinas de la utopía y Maquiavelo aparece, donde la bondad extrema del fin puede convertirse en la maldad extrema de los medios, donde la supuesta salvación de la humanidad puede hacerse al precio de sacrificar la vida de incontables seres humanos, donde se puede “amar” al género humano y despreciar a los hombres de carne y hueso. Che Guevara lo expresó con claridad en su célebre Mensaje a la Tricontinental: “qué importan los peligros o el sacrificio de un hombre o de un pueblo, cuando está en juego el destino de la humanidad”. Y por ello mismo nos instaba a transformarnos en una “fría máquina de matar” a fin de poder materializar el sueño revolucionario del hombre nuevo.

Es en ese intersticio de amoralidad absoluta –también llamada, como bien lo sabrás, “moral revolucionaria”–, donde todo lo que fomenta la causa de la revolución está permitido, que se ubica la alabanza a la violencia de la revolución comunista hecha ya por el joven Marx o el llamado de Lenin a usar “todos los procedimientos de lucha”, incluyendo explícitamente el terror, y a “no escatimar métodos dictatoriales” para instaurar la utopía comunista. Ya en 1901, en el cuarto número de su periódico clandestino (Iskra), escribió: “En principio nunca hemos rechazado, ni podemos rechazar, el terror”, y después del golpe de Estado que lo llevó al poder en 1917 hizo justamente del terror su arma fundamental de opresión (no olvides que la feroz policía política leninista, la Cheka, fue creada ya ese mismo año). Todo eso es importante recordarlo, ya que nosotros fuimos marxistas-leninistas en serio, es decir, dispuestos a morir y a matar por la revolución.

Los “campos de la muerte” de Pol Pot o el intento demencial de la revolución cultural de Mao y sus guardias rojos de borrar la herencia cultural de la humanidad para crear, desde cero, un nuevo tipo de ser humano, son hijos del mismo espíritu mesiánico, donde un fin que se propone como sublime justifica los medios más atroces. Por ello es que un día no solo podemos sino que debemos convertirnos, cuando las circunstancias así lo requieren, en dictadores, inquisidores y verdugos.

Esto fue lo que entendí un día, pero lo entendí no como un problema de otros o de una categoría especial de seres singularmente malos, sino como un problema mío y de los seres humanos en general. Vi todo ese potencial de hacer el mal que todos, de una manera u otra, llevamos dentro y vi como yo mismo podía transformarme en un ser absolutamente amoral y despiadado respecto del aquí y el ahora con el pretexto de un más allá y un mañana gloriosos.

Así pude reconocer en mí al criminal político perfecto del que tan certeramente nos habla Albert Camus en “El hombre rebelde”: aquel que mata sin el menor remordimiento y sin límites ya que cree hacerlo a nombre de la razón y el progreso. Y me di cuenta de que yo no era esencialmente distinto de los grandes verdugos del idealismo desbocado, de los Lenin, Stalin, Mao o Pol Pot, pero también, a su manera, de los Hitler y los redentores totalitarios de todos los tiempos. Y me asusté de mi mismo y me fui a refugiar en el pedestre liberalismo que nos invita a la libertad pero no a la liberación, que defiende los derechos del individuo contra la coacción de los colectivos, que no nos ofrece el paraíso en la tierra sino una tierra un poco mejor, que no nos libera de nuestra responsabilidad moral sino que nos la impone, cada día y en cada elección que hacemos.

Eso es lo que quería decirte. Espero que estas líneas te ayuden a comprender mejor a tu padre y a quienes nos dejamos llevar por la tentación de la bondad extrema. No es una excusa por lo que hicimos, pero sí un intento de explicarlo que, a mi juicio, le debemos a Chile. De otra manera seguiremos construyendo mitos nada inocentes y contando medias verdades.

Nota: Este “ex-mirista convertido” fue exiliado a los 25 años y vivió desde 1973 en Suecia. Conoció a la izquierda dura desde adentro y como tantos otros, maduró y se dio vuelta la chaqueta con todo, siendo ahora un gran crítico de su anterior militancia.

Columna de Opinión

Algo huele a podrido en Dinamarca…(Patrricio Quilhot Palma)./ Universidades: ¿Porque tan tranquilas?Gonzalo Rojas Fuentes)/ La vuelta al “justo medio” (Arturo Herrera Verdugo. Ex-Director de la PDI)

LAS OPINIONES DE ESTA COLUMNA DE OPINIÓN SON DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR
La Familia Militar debe estar consciente de que la amenaza se cierne con mayor fuerza que nunca sobre ella y que existe la posibilidad concreta de que algo peor pueda estar siendo preparado por el gobierno de la UP 2.0. La escalada de que somos objeto no podría tener otro propósito que preparar o “repasar” a la opinión pública con el odio sembrado hacia los militares, a fin de generar el ambiente para que se apruebe a priori algo que termine por hundirla.

 

 

 

Esta famosa frase shakespeareana, viene a alertarnos acerca de lo que está  pasando o a punto pasar con la Familia Militar, la que se encuentra ante una reposición extemporánea y sin aparente justificación táctica de la campaña jurídico-comunicacional
en contra de los ex-uniformados. En las últimas semanas, hemos visto un rebrote fuera de contexto de los programas anti−militares de TV, radio y prensa escrita, junto con insólitos fallos judiciales, en los que predomina nítidamente el propósito de inducir a la
opinión pública a rechazar al mundo militar, atosigándola con la exposición reiterada de casos de violaciones a los derechos humanos, junto con la difusión de fallos judiciales de un alto contenido político.
No es posible interpretar de otro modo el propósito de programas de televisión como el que muestra una Colonia Dignidad formando parte de un sistema de inteligencia destinado a la violación sistemática de los derechos humanos, exponiendo
a través de las cámaras fichas que se sugieren conteniendo información clasificada de personajes de la política de aquellos años, cuando en realidad se trata de recortes de prensa, donde se lee el nombre del medio y la fecha de publicación y en otros casos, de extractos de información pública sin la menor relevancia. Por supuesto que es extraño −por decir lo menos− que un organismo autodefinido como de carácter benefactor haya realizado este trabajo de recopilación de información, similar al que llevaba el
Departamento de Informaciones de la PDI (Depinf o Policía Política), sin que se haya investigado la justificación o legalidad de ello, lo que en ningún caso puede ser atribuido a los militares.
El programa exhibido en Chilevisión sobre los ex−conscriptos del 73, no se queda atrás en el objetivo de manipulación de la opinión pública, al entrevistar a verdaderos “soldados universales” que con seguridad habrían querido tener en sus filas
los SEALS de Estados Unidos, ya que –si se llegase a dar crédito a sus declaraciones− nos encontraríamos con que el ejército tuvo en sus filas conscriptos recién acuartelados en Abril que eran capaces de interrogar a los prisioneros e incluso aplicarles por sí
mismos electricidad para torturarlos… Ello no supera ni el más mínimo análisis y corresponde claramente a una manipulación artera y cobarde del débil ego del ser humano, el cual es estimulado con mayor facilidad cuanto más mediocre o irrelevante
haya sido la actuación de su portador.
Coinciden estos programas y otra serie de publicaciones que agreden el alma militar, con una escalada de fallos judiciales que rayan en lo insólito, dejando de lado su no olvidada ilegalidad e inconstitucionalidad, por corresponder éstas a materias que
han sido hábilmente impuestas en la opinión pública y alabadas por el mundillo político que rige nuestra vida nacional y que quedarán para el juicio de la historia. A una serie de condenas tan injustas como extemporáneas, sumamos el fallo de la Corte de
Apelaciones de Valdivia que desaforó a un Diputado y ex−Capitán de Ejército por haber sido “el brazo armado del ejército para eliminar a unos jóvenes que intentaban instalar una guerrilla en Neltume”, valorando tácitamente esta última conducta
criminal y desconociendo, en perjuicio del afectado, la existencia de una orden superior emitida por escrito y en una situación de Estado de Sitio. Más recientemente, hemos conocido el fallo de una Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, en que condenan a un ex−Subteniente de la Armada de Chile, asignándole responsabilidades como “participante en un golpe de estado” y señalando que por haberse desempeñado en el Ministerio de Defensa, (probablemente como Oficial de Guardia o algo así) “no
puede minimizar su responsabilidad alegando ignorancia”…por tratarse dicha instalación del “epicentro de la toma de decisiones y organización de operaciones”… O sea, tenemos a un joven oficial, probablemente con 19 o 20 años de edad a esa fecha, responsable de haber estado en el Ministerio de Defensa, ¡seguramente siendo consultado o informado de cada decisión que adoptaban los Almirantes y Generales de la época….!
Todo esto −que sin duda alcanza ribetes ridículos e irrisorios− tiene sin embargo terribles consecuencias para la Familia Militar, al ver que la acción vengadora ya no se limita a ciertos actos que superan la capacidad de aceptación general, si no que
comienza a desbordar los límites de lo comprensible (al menos para aquellos menos solidarios que otros), amenazando la paz de quienes pretenden que nada les puede pasar porque nada hicieron. Los que aún no lo creen posible, debieran comenzar a
mirar lo que ocurre a su alrededor y a prepararse para lo que viene, ya que no se ve un horizonte de paz posible, al menos después del cobarde debilitamiento generado por quien traicionó sin empacho a los militares, el ex−presidente y descarado precandidato Sebastián Piñera.
La Familia Militar debe estar consciente de que la amenaza se cierne con mayor fuerza que nunca sobre ella y que existe la posibilidad concreta de que algo peor pueda estar siendo preparado por el gobierno de la UP 2.0. La escalada de que somos objeto no podría tener otro propósito que preparar o “repasar” a la opinión pública con el odio sembrado hacia los militares, a fin de generar el ambiente para que se apruebe a priori algo que termine por hundirla. Desde luego, es posible que esta campaña coyuntural pueda jugar un rol de “cobertura estratégica”, destinado a cubrir eventuales daños
causados por el fracaso de la nueva intentona revolucionaria, sirviendo de viciada amalgama para mantener la unión en sus fuerzas. Sin embargo, ello no quita la importancia de reunir sus propia fuerzas y salir del letargo que ha aquejado por años a la Familia Militar y a sus pocos y leales amigos que aún le quedan y que agradecen el sacrificio del ayer y el futuro conseguido a través de éste. Es hora de aunar esfuerzos en la forma que sea posible y dejar la calma del hogar para defender lo nuestro.
10 de Julio de 2014
Patricio Quilhot Palma

Universidades: ¿Porque tan tranquilas?

La pregunta es recurrente: ¿cómo está la Universidad? (Blog de Gonzalo Rojas Fuentes)

Tiene sentido que profesionales y madres de familia,emprendedores y profesores de colegios, se interesen por igual respecto del estado de nuestras casas de estudios

superiores al terminar el primer semestre.

la respuesta constante, por ahora, es: tranquila.

Mira qué bueno, suele ser el comentario que cierra la conversación, peroŠ ¿puede ser bueno que las universidades estén tranquilas?

Si por tranquilidad se entiende en un periodo que abarca ya cuatro años  -2011-2014-   la ausencia de tomas, funas, paros y encapuchados, bienvenida sea esa tranquilidad.

Efectivamente, anarquistas y autónomos, comunistas y revolucionario-democráticos (especies diferenciables por los especialistas en zoología estudiantil) llevan varios

meses comportándose con ponderación: a veces da la impresión que de los pocos activistas que movían esas organizaciones de tan enorme presencia tres años atrás, los que ya egresaron, están casi todos colocaditos en los ministerios y en el parlamento; y que los que ahora los imitan, no tienen la misma fuerza o están esperando un escenario diferente para moverse. ¿La inorganicidad, la frivolidad de los proyectos de reforma educacional que propicia el gobierno de Bachelet, quizás?

Es muy probable.

Pero hay otra tranquilidad muy ingrata. Tiene que ver con la pasividad de tantos bienpensantes que justamente en estos momentos de un cierto vacío en la presencia de las

izquierdas  -la Confech se muestra hoy pálida y deslavada-   no toman la iniciativa.

¿Porqué no ha habido una clara ofensiva intelectual y comunicacional de los dirigentes estudiantiles partidarios de una educación libre? ¿Qué ha faltado para que se organice un gran Congreso de alumnos universitarios gremialistas, independientes y otros grupos afines, en que se demuela con los argumentos obvios la pésima formulación gobiernista para la educación chilena? ¿Hemos fallado también los profesores al descuidar nuestras tareas formativas en estas dimensiones?

Estas son las preguntas que modifican aquella respuesta inicial: que la universidad  esté tan tranquila, no debe tranquilizar a nadie.

La vuelta al “justo medio” (Arturo Herrera Verdugo. Ex-Director de la PDI)

Estamos anclados a un mundo en cambio. Hoy se habla de la “sociedad del riesgo”, de la “sociedad red”, de la “sociedad del conocimiento” o de la “sociedad de la incertidumbre”.Estos escenarios se viven como extremos irreconciliables, lo cual hace difícil el diálogo. Frente a esto, es posible distinguir tres ejes de reflexión para el

Chile de hoy: Derechos – Deberes, Libertad – Responsabilidad, Deontología – Teleología.

En efecto, nos movemos en un mundo (y en una sociedad chilena) que lucha por los derechos, pero poco se habla de los deberes. Se trabaja por la libertad, pero se nos olvida la responsabilidad.Estamos involucrados en la búsqueda de metas y nos alejamos de nuestras convicciones.

Hay que recordar que derechos y deberes se implica mutuamente. Chile ha transitado desde la primacía de las obligaciones a la supremacía de los derechos. En este transitar el concepto de “autoridad” ha sido el gran damnificado, pues hoy se le asocia a imposición y arbitrariedad. Se olvida que este concepto tiene una dimensión moral y fuera de ésta pierde su sentido más pleno.

El segundo eje es la tensión entre libertad y responsabilidad. Hoy se pone énfasis en las libertades, lo

cual es correcto y necesario para una efectiva ciudadanía.

Sin embargo, la responsabilidad queda en un segundo plano, por lo que se requiere de una nueva visión que integre ambas dimensiones. Cómo no recordar a Víctor Frankl, quien planteaba el reto de construir junto a la estatua de la

libertad una estatua de la responsabilidad.

El tercer eje de reflexión es el binomio: deontología y teleología. Lo relevante es cumplir los objetivos sin

dar mayor importancia a los medios.En este contexto, las

utopías y la retórica – que daban sentido a la política – han quedado en segundo plano.

¿Cómo romper estas posiciones antagónicas? Volviendo a la idea aristotélica del “justo y recto medio”.

Ahora bien, un justo equilibrio no es una postura simplista que busca evitar conflictos.

Gran error. El “justo medio” aristotélico era un desafío de vida que implicaba preparación, prudencia y disposición de espíritu. Una justa moderación implica tener la valentía de

tomar postura, de salir de la indiferencia y de no sucumbir

en una neutralidad sin sentido.

Avanzar en el “justo medio” tampoco significa borrar las diferencias. Pretender suprimir las divergencias de opinión como exigencia de “moderación aristotélica”, es no entender la profundidad de la propuesta del filósofo de Estagira. El

“medio” aristotélico es una respuesta que nace de la más honda racionalidad humana y, como tal, jamás podría desconocer las diferencias que nacen de los pensamientos y las convicciones de cada cual.

Como esfuerzo racional supone conocimiento, indagación, respeto, reconocimiento del otro, tolerancia, empatía, humildad y capacidad de diálogo. Implica tener la disposición de ánimo para poner el acento en el bien común. Chile no puede ni debe perder esta perspectiva.

El debate actual nos presenta varios ejemplos de estos escenarios contrapuestos y de sus desafíos éticos. Para

algunos la educación debe ser gratuita porque es un derecho, mientras otros ponen el acento en la libertad de enseñanza. En materia de debate político, la diferencia no se asume como proposición dialógica, sino que como imposición destructiva. En política criminal, unos ponen énfasis en la represión policial y otros se centran en la prevención, deslegitimando

cualquier política de control.

Frente a esta realidad se pierde la capacidad de diálogo. Chile requiere de políticas que rompan estos ejes para

llegar a un justo medio racional, que como dice Aristóteles

se aleje del “exceso y del defecto”.

Tarea difícil, pues implica reconocer que en el otro también hay parte de la verdad.

Columna de Opinión

Algo huele a podrido en Dinamarca…Universidades: ¿Por qué tan tranquilas?….La vuelta al “justo medio”

Algo huele a podrido en Dinamarca…(Patrricio Quilhot Palma)./ Universidades: ¿Por qué tan tranquilas? Gonzalo Rojas Fuentes)/ La vuelta al “justo medio” (Arturo Herrera Verdugo. Ex-Director de la PDI)
La Familia Militar debe estar consciente de que la amenaza se cierne con mayor fuerza que nunca sobre ella y que existe la posibilidad concreta de que algo peor pueda estar siendo preparado por el gobierno de la UP 2.0. La escalada de que somos objeto no podría tener otro propósito que preparar o “repasar” a la opinión pública con el odio sembrado hacia los militares, a fin de generar el ambiente para que se apruebe a priori algo que termine por hundirla.
Esta famosa frase shakespeareana, viene a alertarnos acerca de lo que está  pasando o a punto pasar con la Familia Militar, la que se encuentra ante una reposición extemporánea y sin aparente justificación táctica de la campaña jurídico-comunicacional en contra de los ex-uniformados. En las últimas semanas, hemos visto un rebrote fuera de contexto de los programas anti−militares de TV, radio y prensa escrita, junto con insólitos fallos judiciales, en los que predomina nítidamente el propósito de inducir a la  opinión pública a rechazar al mundo militar, atosigándola con la exposición reiterada de casos de violaciones a los derechos humanos, junto con la difusión de fallos judiciales de un alto contenido político.
No es posible interpretar de otro modo el propósito de programas de televisión como el que muestra una Colonia Dignidad formando parte de un sistema de inteligencia destinado a la violación sistemática de los derechos humanos, exponiendo a través de las cámaras fichas que se sugieren conteniendo información clasificada de personajes de la política de aquellos años, cuando en realidad se trata de recortes de prensa, donde se lee el nombre del medio y la fecha de publicación y en otros casos, de extractos de información pública sin la menor relevancia. Por supuesto que es extraño −por decir lo menos− que un organismo autodefinido como de carácter benefactor haya realizado este trabajo de recopilación de información, similar al que llevaba el
Departamento de Informaciones de la PDI (Depinf o Policía Política), sin que se haya investigado la justificación o legalidad de ello, lo que en ningún caso puede ser atribuido a los militares.
El programa exhibido en Chilevisión sobre los ex−conscriptos del 73, no se queda atrás en el objetivo de manipulación de la opinión pública, al entrevistar a verdaderos “soldados universales” que con seguridad habrían querido tener en sus filas los SEALS de Estados Unidos, ya que –si se llegase a dar crédito a sus declaraciones− nos encontraríamos con que el ejército tuvo en sus filas conscriptos recién acuartelados en Abril que eran capaces de interrogar a los prisioneros e incluso aplicarles por sí mismos electricidad para torturarlos… Ello no supera ni el más mínimo análisis y corresponde claramente a una manipulación artera y cobarde del débil ego del ser humano, el cual es estimulado con mayor facilidad cuanto más mediocre o irrelevante haya sido la actuación de su portador.
Coinciden estos programas y otra serie de publicaciones que agreden el alma militar, con una escalada de fallos judiciales que rayan en lo insólito, dejando de lado su no olvidada ilegalidad e inconstitucionalidad, por corresponder éstas a materias que han sido hábilmente impuestas en la opinión pública y alabadas por el mundillo político que rige nuestra vida nacional y que quedarán para el juicio de la historia. A una serie de condenas tan injustas como extemporáneas, sumamos el fallo de la Corte de Apelaciones de Valdivia que desaforó a un Diputado y ex−Capitán de Ejército por haber sido “el brazo armado del ejército para eliminar a unos jóvenes que intentaban instalar una guerrilla en Neltume”, valorando tácitamente esta última conducta criminal y desconociendo, en perjuicio del afectado, la existencia de una orden superior emitida por escrito y en una situación de Estado de Sitio. Más recientemente, hemos conocido el fallo de una Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, en que condenan a un ex−Subteniente de la Armada de Chile, asignándole responsabilidades como “participante en un golpe de estado” y señalando que por haberse desempeñado en el Ministerio de Defensa, (probablemente como Oficial de Guardia o algo así) “no puede minimizar su responsabilidad alegando ignorancia”…por tratarse dicha instalación del “epicentro de la toma de decisiones y organización de operaciones”… O sea, tenemos a un joven oficial, probablemente con 19 o 20 años de edad a esa fecha, responsable de haber estado en el Ministerio de Defensa, ¡seguramente siendo consultado o informado de cada decisión que adoptaban los Almirantes y Generales de la época….!
Todo esto −que sin duda alcanza ribetes ridículos e irrisorios− tiene sin embargo terribles consecuencias para la Familia Militar, al ver que la acción vengadora ya no se limita a ciertos actos que superan la capacidad de aceptación general, si no que comienza a desbordar los límites de lo comprensible (al menos para aquellos menos solidarios que otros), amenazando la paz de quienes pretenden que nada les puede pasar porque nada hicieron. Los que aún no lo creen posible, debieran comenzar a mirar lo que ocurre a su alrededor y a prepararse para lo que viene, ya que no se ve un horizonte de paz posible, al menos después del cobarde debilitamiento generado por quien traicionó sin empacho a los militares, el ex−presidente y descarado precandidato Sebastián Piñera.
La Familia Militar debe estar consciente de que la amenaza se cierne con mayor fuerza que nunca sobre ella y que existe la posibilidad concreta de que algo peor pueda estar siendo preparado por el gobierno de la UP 2.0. La escalada de que somos objeto no podría tener otro propósito que preparar o “repasar” a la opinión pública con el odio sembrado hacia los militares, a fin de generar el ambiente para que se apruebe a priori algo que termine por hundirla. Desde luego, es posible que esta campaña coyuntural pueda jugar un rol de “cobertura estratégica”, destinado a cubrir eventuales daños causados por el fracaso de la nueva intentona revolucionaria, sirviendo de viciada amalgama para mantener la unión en sus fuerzas. Sin embargo, ello no quita la importancia de reunir sus propia fuerzas y salir del letargo que ha aquejado por años a la Familia Militar y a sus pocos y leales amigos que aún le quedan y que agradecen el sacrificio del ayer y el futuro conseguido a través de éste. Es hora de aunar esfuerzos en la forma que sea posible y dejar la calma del hogar para defender lo nuestro.
10 de Julio de 2014
Patricio Quilhot Palma

Universidades: ¿Porque tan tranquilas?

La pregunta es recurrente: ¿cómo está la Universidad? (Blog de Gonzalo Rojas Fuentes)
Tiene sentido que profesionales y madres de familia, emprendedores y profesores de colegios, se interesen por igual respecto del estado de nuestras casas de estudios superiores al terminar el primer semestre. La respuesta constante, por ahora, es: tranquila.

Mira qué bueno, suele ser el comentario que cierra la conversación, peroŠ ¿puede ser bueno que las universidades estén tranquilas?
Si por tranquilidad se entiende en un periodo que abarca ya cuatro años  -2011-2014-   la ausencia de tomas, funas, paros y encapuchados, bienvenida sea esa tranquilidad.
Efectivamente, anarquistas y autónomos, comunistas y revolucionario-democráticos (especies diferenciables por los especialistas en zoología estudiantil) llevan varios meses comportándose con ponderación: a veces da la impresión que de los pocos activistas que movían esas organizaciones de tan enorme presencia tres años atrás, los que ya egresaron, están casi todos colocaditos en los ministerios y en el parlamento; y que los que ahora los imitan, no tienen la misma fuerza o están esperando un escenario diferente para moverse. ¿La inorganicidad, la frivolidad de los proyectos de reforma educacional que propicia el gobierno de Bachelet, quizás?

Es muy probable.

Pero hay otra tranquilidad muy ingrata. Tiene que ver con la pasividad de tantos bienpensantes que justamente en estos momentos de un cierto vacío en la presencia de las izquierdas  -la Confech se muestra hoy pálida y deslavada-   no toman la iniciativa.

¿Porqué no ha habido una clara ofensiva intelectual y comunicacional de los dirigentes estudiantiles partidarios de una educación libre? ¿Qué ha faltado para que se organice un gran Congreso de alumnos universitarios gremialistas, independientes y otros grupos afines, en que se demuela con los argumentos obvios la pésima formulación gobiernista para la educación chilena? ¿Hemos fallado también los profesores al descuidar nuestras tareas formativas en estas dimensiones?

Estas son las preguntas que modifican aquella respuesta inicial: que la universidad  esté tan tranquila, no debe tranquilizar a nadie.

La vuelta al “justo medio” (Arturo Herrera Verdugo. Ex-Director de la PDI)

Estamos anclados a un mundo en cambio. Hoy se habla de la “sociedad del riesgo”, de la “sociedad red”, de la “sociedad del conocimiento” o de la “sociedad de la incertidumbre”. Estos escenarios se viven como extremos irreconciliables, lo cual hace difícil el diálogo. Frente a esto, es posible distinguir tres ejes de reflexión para el Chile de hoy: Derechos – Deberes, Libertad – Responsabilidad, Deontología – Teleología.

En efecto, nos movemos en un mundo (y en una sociedad chilena) que lucha por los derechos, pero poco se habla de los deberes. Se trabaja por la libertad, pero se nos olvida la responsabilidad. Estamos involucrados en la búsqueda de metas y nos alejamos de nuestras convicciones.

Hay que recordar que derechos y deberes se implica mutuamente. Chile ha transitado desde la primacía de las obligaciones a la supremacía de los derechos. En este transitar el concepto de “autoridad” ha sido el gran damnificado, pues hoy se le asocia a imposición y arbitrariedad. Se olvida que este concepto tiene una dimensión moral y fuera de ésta pierde su sentido más pleno.

El segundo eje es la tensión entre libertad y responsabilidad. Hoy se pone énfasis en las libertades, lo cual es correcto y necesario para una efectiva ciudadanía.

Sin embargo, la responsabilidad queda en un segundo plano, por lo que se requiere de una nueva visión que integre ambas dimensiones. Cómo no recordar a Víctor Frankl, quien planteaba el reto de construir junto a la estatua de la libertad una estatua de la responsabilidad.

El tercer eje de reflexión es el binomio: deontología y teleología. Lo relevante es cumplir los objetivos sin dar mayor importancia a los medios. En este contexto, las utopías y la retórica – que daban sentido a la política – han quedado en segundo plano.

¿Cómo romper estas posiciones antagónicas? Volviendo a la idea aristotélica del “justo y recto medio”.
Ahora bien, un justo equilibrio no es una postura simplista que busca evitar conflictos.
Gran error. El “justo medio” aristotélico era un desafío de vida que implicaba preparación, prudencia y disposición de espíritu. Una justa moderación implica tener la valentía de tomar postura, de salir de la indiferencia y de no sucumbir en una neutralidad sin sentido.

Avanzar en el “justo medio” tampoco significa borrar las diferencias. Pretender suprimir las divergencias de opinión como exigencia de “moderación aristotélica”, es no entender la profundidad de la propuesta del filósofo de Estagira. El “medio” aristotélico es una respuesta que nace de la más honda racionalidad humana y, como tal, jamás podría desconocer las diferencias que nacen de los pensamientos y las convicciones de cada cual.

Como esfuerzo racional supone conocimiento, indagación, respeto, reconocimiento del otro, tolerancia, empatía, humildad y capacidad de diálogo. Implica tener la disposición de ánimo para poner el acento en el bien común. Chile no puede ni debe perder esta perspectiva.

El debate actual nos presenta varios ejemplos de estos escenarios contrapuestos y de sus desafíos éticos. Para algunos la educación debe ser gratuita porque es un derecho, mientras otros ponen el acento en la libertad de enseñanza. En materia de debate político, la diferencia no se asume como proposición dialógica, sino que como imposición destructiva. En política criminal, unos ponen énfasis en la represión policial y otros se centran en la prevención, deslegitimando cualquier política de control.
Frente a esta realidad se pierde la capacidad de diálogo. Chile requiere de políticas que rompan estos ejes para llegar a un justo medio racional, que como dice Aristóteles se aleje del “exceso y del defecto”.
Tarea difícil, pues implica reconocer que en el otro también hay parte de la verdad.

LAS OPINIONES DE ESTA COLUMNA DE OPINIÓN SON DE RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO REFLEJAN NECESARIAMENTE EL PENSAMIENTO DE UNOFAR
Columna de Opinión

ALMIRANTE MERINO

Todo este desquiciamiento de Allende se premia con una estatua, y hay hombres que hicieron mucho más que él por la Patria y ni siquiera tienen una placa para recordarlos. Esa es la estatua que hay que remover y no la del Almirante Merino.
Nuevamente me veo en la obligación de salir en defensa, del Almirante don JOSÉ T. MERINO C. ante la persistencia de las típicas mentes afiebradas del comunismo criollo, en atacar la figura del Sr. Almirante MERINO para destruir todo vestigio de su fructífera obra en el Poder Legislativo y en la ARMADA. Es la típica táctica comunista de destruir la imagen de una persona que los ha combatido para evitar la destrucción de la sociedad. Las personas que se han reunido en asociaciones han pedido a la Presidente de la República para que se remueva una estatua del almirante instalada en el FRONTIS DEL EDIFICIO del Museo Naval de Valparaíso. Este país es único, que se destaca cuando se trata de mostrar falta de sentido común, envidia, odio, ninguna cultura y reconocimiento a una labor bien hecha. Salvador Allende, el peor presidente que ha tenido Chile, dicho por chilenos e historiadores extranjeros, sin embargo, el comunismo ha logrado levantar una estatua de este inepto que llevó a Chile al borde de
una guerra civil, destruyó la economía y el aparato productivo del país. Hizo tabla rasa de las instituciones básicas de la República al extremo que la Corte Suprema le comunicó que se había puesto al margen de la ley, y el Congreso, que había hecho notable abandono de sus deberes; eso en lo principal. AHORA TODO ESTE DESQUICIAMIENTO de Allende se premia con una estatua, y hay hombres que hicieron mucho más que él por la Patria y ni siquiera tienen una placa para recordarlos. Esa es la estatua que hay que remover y no la del Almirante Merino.
Por otra parte, aquellos que se autodenominan “marinos constitucionalistas”, me huele, a que no son marinos, más bien a traidores comunistas que fueron derrotados. No señores lectores, esa estatua debe permanecer en su puesto y el museo que él fundó es una obra viva, no sólo por los fondos que exhibe, sino que su biblioteca, documentos y cuanto tiene que hacer, con la MARINA, ESTAN AHÍ para difundir nuestra cultura y hacer un trabajo de extensión. Todo este quehacer terminó en la construcción de una
réplica en escala 1:1 de la gloriosa corbeta “ESMERALDA” EN EL PUERTO DE IQUIQUE. Por eso que tiene esa estatua donada por diferentes personas y constituye un ejemplo vivo de su espíritu realizador. La
réplica del “Esmeralda “se construyó con aportes de la minera Collahuasi. Al momento de pasar a retiro, entregó una Armada moderna y en plena etapa de actualización, lo que habla muy bien de su visión de futuro y de su responsabilidad con el servicio, algo que los políticos que lo atacan nunca han cumplido. En fin, podría extenderme mucho más sobre este hombre de muchos
talentos pero por sobre todo hay que destacar el amor a su familia, a Dios, a la Armada, a su Patria, todo ello quedó plasmado en sus obras y en un libro con las cartas que enviaba a los oficiales, sobre temas valóricos como: el amor a la Patria, la lealtad, el cumplimiento del deber, el honor y muchos otros.
La Sra. Presidente debe pesar muy bien lo que le están pidiendo y no ceder por ningún motivo; esa estatua debe permanecer en su puesto y nadie debe removerla, porque ello sería una falta de respeto con la ARMADA. Pienso que esto constituye un provocación inútil para la Armada. Si se llegare a materializar tal falta de criterio habrá que buscar las formas legales para impedirlo e incluso oponerse con la fuerza.
Fernando Navajas I.
Vicealmirante
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Columna de Opinión

Falta de patriotismo. Escribe don Fernando Navajas I. Vicealmirante

Las opiniones vertidas en esta columna de opinión, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de UNOFAR

Da tristeza, rabia, impotencia ver a estas personas actuar contra su propia Patria, sin ninguna reciedumbre interior, sobre todo cuando son líderes políticos que forman opinión.
Falta de patriotismo. Escribe don Fernando Navajas I. Vicealmirante

Hoy (este lunes) día leyendo La Tercera, me quedé perplejo ante las declaraciones del embajador Felipe Bulnes y de las interferencias que debe sufrir de parte de sus propios compatriotas en el cumplimiento de su misión.

Siempre nos hemos definido como un pueblo patriota, al ver nuestros hechos guerreros y el arrojo tanto colectivo como individual, pero eso no basta. El patriotismo debe practicarse día a día; en el estudio, en el amor a la familia, en el trabajo, en crear una Patria grande y muchas otras cosas.

He tenido el convencimiento de ser un pueblo poco patriota, al ver a los argentinos defendiendo sus intereses. Activos, adelantándose a los hechos, con personas que conocen los problemas; igual cosa podemos decir de los peruanos y, como muestra hay que observar su actuación en La Haya.

Nosotros: faltos de prolijidad, descuido en nuestras opiniones y carencia de discreción. Lo expresado por el embajador Bulnes es una muestra de acciones que demuestran escaso sentido común, lo que en este caso conduce a la falta de patriotismo porque están indicando que a altos dirigentes
políticos nada les interesa nuestro país.

¿Cómo es posible que el Sr. Ominami o el Sr. Bitar expresen públicamente que debe darse una salida soberana al mar a Bolivia? y, no se puede decir que sean personas ignorantes.

Estos últimos son la masa de chilenos que aceptan estas opiniones sin que se produzca reacción alguna.
Vale decir, no hay patriotismo, a todo el mundo le da lo mismo por falta de conocimientos y un férreo concepto de Patria.

Personas de esta tendencia son los mismos que en el siglo XIX abogaban por el americanismo, las mismas que nos hicieron ir a la Guerra con España en defensa del Perú, cuando Chile
sólo poseía un solo buque de guerra, la Corbeta “Esmeralda”.

¿Qué recibimos a cambio? algunos hechos heroicos por parte de Chile y nada por la destrucción material de nuestro primer puerto comercial, hasta la fecha.

El gobierno reacciona débilmente, ante estas desmesuras, y las palabras ahí que dan las que seguramente serán empleadas a su favor por Perú y Bolivia.

Da tristeza, rabia, impotencia ver a estas personas actuar contra su propia Patria, sin ninguna reciedumbre interior, sobre todo cuando son líderes políticos que forman opinión.

Estas personas deberían ser expulsadas de Chile por actuar contra los intereses permanentes de este país y obstaculizar una defensa ante un tribunal internacional.

Malos chilenos, falta de patriotismo, y comodidad. El país que se vaya al carajo…

Nota: esta última expresión no es una grosería. Averigüen de que se trata.

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No Hay Mal Que Dure Cien Años. BLOG DE HERMOGENES PEREZ DE ARCE, 30 DE MAYO DE 2014

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En síntesis, ninguna de las medidas impulsadas por el ministro ex JJ. CC. y no-experto en educación conduce a mejorar la enseñanza, y todas a consumar la revolución. Luego, lo que rinda la Reforma Tributaria, en la parte que irá a educación (si es que aquélla rinde algo, porque va a castigar el crecimiento y, por tanto, también la recaudación) contribuirá en nada a mejorar el aprendizaje. Será plata botada a la calle. Mejor dicho, más plata botada a la calle.

El peor de todos los males, el comunismo, duró setenta. Y en Chile sólo mil treinta y siete días, en su primera pasada. En la actual, si nada extraño sucede, va a durar en total mil cuatrocientos sesenta. Yo casi podría decir quién va a ser el próximo Presidente, y les garantizo que no va a ser comunista. Pero la mala noticia para él es que se va a tener que hacer cargo de un desastre.

Pues este gobierno nos va a dejar más pobres, menos libres y peor educados. Más pobres, porque ya está haciendo todo lo necesario para disminuir el crecimiento, es decir, “la torta a repartir”. La misma ya crece menos, con sólo el anuncio de las medidas. Ya nadie habla del 5% y ni siquiera del 4% en 2014, como pronosticaban el año pasado, sino que los optimistas dicen 3,4% y los pesimistas menos de 3%.

Vamos a ser menos libres porque desde todos lados hay amenazas a la libertad de emprender. Y desde ya se está destruyendo metódicamente un sector en el cual ella ya estaba constreñida, pero permitía señalados éxitos, como el de la educación. La libertad de fundar universidades, consagrada, como tantas otras, por el Gobierno Militar, y que hizo posible acceder a la enseñanza superior a más de un millón de jóvenes chilenos que antes quedaban marginados de la misma, ha sido virtualmente suprimida debido a la persecución contra el lucro. Se ha dado la señal de que ningún emprendedor puede formar una universidad y hacer una ganancia. Cuando ello era posible, se crearon grandes universidades privadas con capitales nacionales y extranjeros. Ahora estos últimos hacen empeños por escapar del país y rescatar algo de lo que invirtieron en él, pero sufriendo enormes pérdidas. La industria universitaria privada completa está en jaque.

Y la persecución contra el lucro en la enseñanza particular subvencionada está ya haciendo huir de ella a muchos emprendedores. ¿Alguien cree que cerrando colegios particulares, a los cuales los padres, que no son nada de tontos, estaban llevando a sus hijos aunque tuvieran que pagar, en lugar de llevarlos a la enseñanza estatal gratuita, va a mejorar la educación? Nadie. Y entonces ¿por qué se hace? ¡Porque está en curso una revolución comunista, conducida por un ministro ex miembro de las JJ. CC., que no entiende nada de educación pero sí de revolución! ¿Alguien cree que sin copago los alumnos van a aprender más? ¡Por favor! Este es un tema político-ideológico.

¿Y alguien cree que en un colegio cuyos alumnos no han sido seleccionados, sino ingresados a través de una tómbola, ellos van a aprender más que cuando había selección, si sigue habiendo los mismos profesores?

En síntesis, ninguna de las medidas impulsadas por el ministro ex JJ. CC. y no-experto en educación conduce a mejorar la enseñanza, y todas a consumar la revolución. Luego, lo que rinda la Reforma Tributaria, en la parte que irá a educación (si es que aquélla rinde algo, porque va a castigar el crecimiento y, por tanto, también la recaudación) contribuirá en nada a mejorar el aprendizaje. Será plata botada a la calle. Mejor dicho, más plata botada a la calle.

Porque anoche me enteré en Teletrece que ya el fisco ha gastado en el Transantiago diez mil millones de dólares, desde que Michelle Bachelet 1.0 le dio el “vamos” en 2006 y reemplazó a un sistema privado que dejaba excedentes y trasladaba mejor a la gente por otro peor y que arroja gigantescas pérdidas. Con la suma de ellas se podría haber dotado de buses de lujo, silenciosos y con televisión en colores a los trece mil dueños de micros amarillas y haberles construido autopistas exclusivas, para que no hicieran tacos y los pasajeros demoraran menos. Pero se ha gastado esa enorme suma en un plan socialista que empeora el servicio. Y no hay visos de que la hemorragia pueda detenerse, pues se anuncia que se destinará otros mil y tantos millones de dólares adicionales para tratar de mejorar el engendro. En el mismo noticiero los pasajeros le ponían nota 3 o 4 al Transantiago, igual o menos que a las antiguas micros amarillas.

Todo esto es un desastre, y hay muchos otros en preparación o en curso. La mala noticia es que nos faltan 1.373 días de despropósitos. Se nos van a hacer muy largos, pero no hay mal que dure cien años: la gran ventaja de los gobiernos cortos es que, cuando son tan malos como éste, desde su inicio se puede divisar la luz al final del túnel.

La probabilidad de perder en la lucha no debe disuadirnos
de apoyar una causa que creemos que es justa.
Abraham Lincoln

UNION DE OFICIALES EN RETIRO DE LA DEFENSA NACIONAL
UNOFAR FILIAL VALPARAISO
fundada el 25 de junio de 1991

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CUALQUIERA PUEDE SER GUERRILLERO EN CHILE.Fallo judicial por acciones de contraguerrilla

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Cumplieron destinaciones en organismos de inteligencia de válida existencia legal y aún cuando todas ellas fueron ejecutadas con conocimiento y aprobación de la Contraloría General de la República.

Aunque parezca extraño, esto es lo que se deduce de la lectura del fallo de la Corte de Apelaciones de Valdivia, a través del cual se desaforó al Diputado Rosauro Martínez Labbé, por haber dado la orden que causó la muerte de tres guerrilleros en la zona de Neltume, cuando en el año 1981 se desempeñaba como Comandante de la Compañía de Comandos N° 8, hecho calificado por la Corte como un “asesinato”. No sería raro que más de alguien considere exagerada una aseveración de esta naturaleza, sin embargo, la simple lectura de esta resolución judicial nos indica claramente que para el sistema judicial chileno actual es mejor ser enemigo del Estado antes que cumplir con las tareas que la Defensa Nacional impone a sus Fuerzas Armadas.

No hay otra interpretación posible cuando los ministros de la Corte de Apelaciones de Valdivia señalan en su fallo que una acción militar de este tipo, desarrollada por una unidad del Ejército, en plena vigencia del Estado de Sitio y previa orden escrita de la autoridad jerárquica competente, es considerada como un acto criminal, destinado a eliminar a un grupo de inocentes guerrilleros que pretendían operar en el sur del país. No cabe duda posible cuando se lee uno de los párrafos del fallo que dice textualmente: “…resultan pertinentes el oficio y documento adjunto de fojas 828 y 829, que dan cuenta de la orden secreta que debía ejecutar la Compañía de Comandos Nº 8 a cargo de su Comandante con el objeto de neutralizar la guerrilla que pretendía operar en la zona cordillerana del Neltume, autorizándose, al efecto, el empleo de técnicas de contraguerillas en el marco de la denominada Operación Machete…”

Como se observa, el fallo no deja lugar a interpretaciones, al establecer: 1) que se trató de una operación militar; 2) que su ejecución fue debidamente ordenada al Comandante de una Compañía de Comandos a través de un documento emanado de su mando superior; 3) que la misión recibida por este comandante de compañía fue neutralizar una fuerza guerrillera; 4) que se le autorizaba el uso de las técnicas de combate que la doctrina institucional establecía para luchar contra este tipo de enemigos del estado.

Lo que la resolución de los ilustrísimos ministros está sugiriendo es gravísimo, al plantear a través de ella que una unidad de las Fuerzas Armadas chilenas no estaría facultada para emplear sus armas ni las técnicas de combate establecidas en sus reglamentos –debidamente aprobados por las autoridades políticas del país− para accionar contra una amenaza a la seguridad del Estado. No hay que ser un experto en materias militares para comprender que la dicha calificación de amenaza y la consecuente declaración de un estado de excepción constitucional, jamás podría estar al alcance del comandante de una compañía, unidad básica que siempre dependerá orgánicamente de una unidad superior, encuadrada ésta a su vez en otra de mayor porte. El fallo en cuestión pareciera indicar que los militares se mandaban solos, basándose en la típica y torcida interpretación introducida por la izquierda política, más que en un acucioso estudio del origen del empleo de la fuerza militar en nombre del Estado de Chile, realizado por una pequeña unidad de comandos. Con ello, esta resolución se plantea como una variante innovadora de otros fallos que –haciendo caso omiso de la obediencia debida que fundamente la vida militar− han llegado a acusar de “asociación ilícita” a los militares que

cumplieron destinaciones en organismos de inteligencia de válida existencia legal y aún cuando todas ellas fueron ejecutadas con conocimiento y aprobación de la Contraloría General de la República.

Esta escalada de aberraciones judiciales no parece tener fin y sus efectos sin duda estimulan a los jóvenes a participar en acciones subversivas, tales como el sabotaje y la guerrilla, al presentarlas como actividades no criminales. Ante una resolución como ésta, cabe preguntarse si un miembro de las FF.AA. actuales –enfrentado a una crítica situación de combate− puede realmente confiar en las órdenes que reciba de sus mandos, sabiendo que su cumplimiento puede llevarlo a ser acusado criminalmente, quien sabe cuántos años después. En el caso del Capitán Martínez de 1981 y hoy Honorable Diputado, han pasado 32 años y su actuación será tratada una vez más como “delito de lesa humanidad”, aplicando con efecto retroactivo un cuerpo legal vigente en Chilesólo a partir del año 2009 y que señala expresamente en su texto su inaplicabilidad para hechos ocurridos con anterioridad. Lo peor de todo, es que los jueces lo saben; que los abogados lo saben; que las facultades de Derecho de las Universidades chilenas lo saben; que la Contraloría lo sabe; que el Gobierno lo sabe; que los ciudadanos más ilustrados (incluso algunos políticos) también lo saben; y nadie dice ni dirá nada… ¿hasta cuándo…?

La ideologización de una parte del sistema judicial chileno es evidente, en especial al observar el vocabulario empleado por los redactores de este fallo, cuando dicen respecto del Capitán Rosauro Martínez que éste “…detentaba el brazo armado operativo del ejército a cargo de la neutralización de la guerrilla…”. Ello nos debe llevar a pensar en un grave abandono de deberes por parte de quienes –por principio− deben ser apolíticos, confirmando con este tipo de actos el compromiso creciente de un sector de la judicatura con esta nueva versión de la justicia popular, impuesta por los neo-revolucionarios socialistas, hoy empeñados en llevarnos de vuelta al pasado oscuro de Allende y su Unidad Popular. Junto a ello, se confirma el asentamiento definitivo de la filosofía del Juez Carlos Cerda, quien dejó en claro ante el Senado que –según su peculiar criterio− los jueces no deben limitar su acción a aplicar la Ley, sino que deben interpretarla, siendo válido para él el involucramiento emocional, es decir el predominio de sus sentimientos respecto de la materia que deben juzgar.

Curiosamente, ante un desafuero tan impropio como injusto y que afecta a un diputado que ha sido reelecto nada menos que seis veces en su distrito, observamos que −en términos comunicacionales− la reacción de sus camaradas de partido y de alianza se asemeja a lo ocurrido con el mejor alcalde que ha tenido la Comuna de Providencia, brillando por su ausencia la cerrada defensa esperable ante la eventual pérdida de uno de los suyos y que agravaría aún mas la precariedad de su presencia en el parlamento. El silencio corporativo en este caso, hace pensar en una reiteración de la búsqueda de una inmunidad profiláctica respecto del tema militar, aún cuando estén conscientes de la inconstitucionalidad de la resolución judicial que afecta a Martínez y que ésta traerá graves consecuencias sobre las instituciones armadas y la forma de encarar por sus integrantes el futuro cumplimiento de sus misiones, estimulando la comisión de nuevos y mayores delitos subversivos.

16 de Mayo de 2014

Patricio Quilhot Palma