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PEDRO DEMETRIO, EL HIJO por Antonio Yakcich Furche.

La Unión en el mes del Libertador, ha querido seguir entregando antecedentes de la figura de Don Bernardo O´Higgins Riquelme, aprovechando a ilustres historiadores y miembros de instituciones ligadas al Padre de la Patria.

Cuando O’Higgins arribó al Perú, donde viviría el resto de su vida, lo acompañaban entre otras personas su hijo Pedro Demetrio, quien con el correr del tiempo llegaría a ser diputado por Cañete.

Se sabe que era buen alumno y que ayudaba a su padre en la comercialización de los productos de la Hacienda Montalbán, lo que efectuaba en un almacén que funcionaba en la casa de Jirón de la Unión, ex Espaderos.

Cuando llegó a la edad adulta y luego de morir su padre y su tía Rosa, Pedro Demetrio asumió la administración de la hacienda con relativa suerte, ya que si bien le permitió darse algunos mundanos y por cierto caros gustos, como un prolongado viaje por Europa, la endeudó enormemente.

Conocido por su condición de hijo de un Libertador y nieto de un Virrey, disfrutó de la vida social limeña, adquiriendo fama de galán, respaldada por su elegante figura, como se aprecia en la foto de dominio público que adjuntamos.

Fallecería en la hacienda que heredó de su padre, en circunstancias para algunos poco claras, lo cierto es que alcanzó a traer desde Europa un hermoso monumento mortuorio para Bernardo, el mismo que guarda sus restos hoy en día.

Autor: Antonio Yakcich Furche
Presidente del Instituto O’Higginiano de Rancagua
#BernardoOhiggins #casaohiggins #IRAPUCP #CulturaPUCP #InstitutoOHigginianoRancagua

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Antonio Yakcich, Presidente del Instituto O’Higginiano de Rancagua: “La figura de O’Higgins está plenamente vigente”

La Unión en el mes del Libertador, ha querido seguir entregando antecedentes de la figura de Don Bernardo O´Higgins Riquelme, aprovechando a ilustres historiadores y miembros de instituciones ligadas al Padre de la Patria.

A 243 años del natalicio de Bernardo O’Higgins, El Tipógrafo conversó con el historiador Antonio Yakcich para abordar otras facetas de la vida del prócer nacional.

A propósito de la conmemoración del natalicio de Bernardo O’Higgins Riquelme, El Tipógrafo conversó en exclusiva con Antonio Yakcich, presidente del Instituto O’Higginiano de Rancagua, para conocer su legado más allá del héroe y la visión tradicional que aprendimos en la escuela.

En ese contexto, Yakcich señala que «para conocer realmente a O’Higgins, hay que desmitificarlo de esa imagen de soldado, militar, que si bien lo fue, no era un profesional de carrera, él tuvo que accionar en el campo de batalla porque participó en la guerra de independencia, pero hay que ir más allá, tendemos a quedarnos con la figura de los monumentos, de los bustos, donde se le ve como un héroe de guerra. Pero la figura de O’Higgins está plenamente vigente, él fue agricultor, político, y como tal llegó a ser alcalde, diputado y Director Supremo, su vida tiene una serie de facetas que lo relacionan con el presente y sirven de ejemplo para el hoy».

Sobre la visión que vincula a O’Higgins con una mentalidad o figura conservadora, Antonio Yakcich se apresura a aclarar: «Él fue uno de los insurgentes, de aquellos que buscaron cambiar el régimen monárquico por una república independiente, por lo que evidentemente estaba en pugna con el estatus quo… y en ese sentido, de conservador, no tenía nada» y agregó que «en la historia de Chile hay espacio para todos nuestros próceres, y bajo ese prisma debemos entender lo que fueron en vida esos héroes, y la historia no siempre es capaz de transmitir lo que realmente fueron vida, y se generan mitos. O’Higgins es un precursor, creó la república desde 0, con una Constitución que contempla la separación de los tres poderes del Estado».

En cuanto a la relación de O’Higgins con los pueblos indígenas y particularmente con el pueblo mapuche, Yakcich señala que “estudió con mapuches en Chile y en Perú, estudió con descendientes de incas. para O’Higgins era natural tener relación con los pueblos originarios, no le era extraño, él hablaba perfectamente mapudungún, y por tanto, no tenía que forzar esa relación. El creció y jugó con niños mapuches y los consideró iguales en dignidad y derechos y chilenos como todos, al punto de que la estrella de la bandera él siempre la entendió como una herencia del pueblo mapuche”.

Finalmente Yakcich responde a la pregunta de ¿se imagina un Chile sin O’Higgins?, y reflexiona: “Chile existiría de todas formas, pero sin O’Higgins el proceso de transición desde la monarquía a la república habría sido mucho más complejo, como de hecho lo fue en otros lugares de América en que sus líderes eran partidarios de monarquías constitucionales”.

A propósito de la conmemoración del natalicio de Bernardo O’Higgins Riquelme, El Tipógrafo conversó en exclusiva con Antonio Yakcich, presidente del Instituto O’Higginiano de Rancagua, para conocer su legado más allá del héroe y la visión tradicional que aprendimos en la escuela.

En ese contexto, Yakcich señala que «para conocer realmente a O’Higgins, hay que desmitificarlo de esa imagen de soldado, militar, que si bien lo fue, no era un profesional de carrera, él tuvo que accionar en el campo de batalla porque participó en la guerra de independencia, pero hay que ir más allá, tendemos a quedarnos con la figura de los monumentos, de los bustos, donde se le ve como un héroe de guerra. Pero la figura de O’Higgins está plenamente vigente, él fue agricultor, político, y como tal llegó a ser alcalde, diputado y Director Supremo, su vida tiene una serie de facetas que lo relacionan con el presente y sirven de ejemplo para el hoy».

Sobre la visión que vincula a O’Higgins con una mentalidad o figura conservadora, Antonio Yakcich se apresura a aclarar: «Él fue uno de los insurgentes, de aquellos que buscaron cambiar el régimen monárquico por una república independiente, por lo que evidentemente estaba en pugna con el estatus quo… y en ese sentido, de conservador, no tenía nada» y agregó que «en la historia de Chile hay espacio para todos nuestros próceres, y bajo ese prisma debemos entender lo que fueron en vida esos héroes, y la historia no siempre es capaz de transmitir lo que realmente fueron vida, y se generan mitos. O’Higgins es un precursor, creó la república desde 0, con una Constitución que contempla la separación de los tres poderes del Estado».

En cuanto a la relación de O’Higgins con los pueblos indígenas y particularmente con el pueblo mapuche, Yakcich señala que “estudió con mapuches en Chile y en Perú, estudió con descendientes de incas. para O’Higgins era natural tener relación con los pueblos originarios, no le era extraño, él hablaba perfectamente mapudungún, y por tanto, no tenía que forzar esa relación. El creció y jugó con niños mapuches y los consideró iguales en dignidad y derechos y chilenos como todos, al punto de que la estrella de la bandera él siempre la entendió como una herencia del pueblo mapuche”.

Finalmente Yakcich responde a la pregunta de ¿se imagina un Chile sin O’Higgins?, y reflexiona: “Chile existiría de todas formas, pero sin O’Higgins el proceso de transición desde la monarquía a la república habría sido mucho más complejo, como de hecho lo fue en otros lugares de América en que sus líderes eran partidarios de monarquías constitucionales”.

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LIBERTADOR GENERAL BERNARDO O’HIGGINS RIQUELME (1778 – 1842) Homenaje de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional en el natalicio del Padre de la Patria

Bernardo O’Higgins llevó a cabo la independencia de Chile y consolidó sus primeros años como nación independiente. Sus acciones como Director Supremo le valieron diversos juicios historiográficos y hoy continúa considerándose como el padre de la patria.

En este recuerdo somero de la vida de nuestro Padre de la Patria, el Presidente, el Directorio y los socios de la Unión, rinden un homenaje a quién nos diera la independencia y fundara las bases de nuestra nación.
O’Higgins siempre fue un ejemplo de patriotismo, caballerosidad y lealtad con su país, enfrentando siempre a sus adversarios en el campo de batalla.

Es bueno recordar que, aunque herido, concurrió con los cadetes de bisoña Escuela Militar y otras fuerzas de Santiago, al campo de batalla en Maipú, olvidando sus heridas para participar en el desarrollo del enfrentamiento. Ello constituye un ejemplo de patriotismo y valentía que nunca debemos olvidar y si se da el caso, copiarlo.

Bernardo O’Higgins Riquelme es considerado el padre de la patria. Su presencia, como militar y gobernante, fue crucial en todo el proceso de emancipación chilena del dominio español, ya fuera luchando en las batallas de la Independencia o ejerciendo como primer Director Supremo de la nueva nación.

O’Higgins nació el 20 de agosto de 1778 en Chillán Viejo. Fue hijo de Ambrosio O’Higgins, gobernador de Chile (1788-1796) y virrey del Perú (1796-1801), e Isabel Riquelme y Mesa.

Recibió su primera instrucción en el Colegio de Chillán. Continuó sus estudios en Lima, Perú y posteriormente en Europa; primero en Cádiz, España, completando su educación en exigentes colegios de Inglaterra, donde conoció a Francisco de Miranda, quien lo inició en las ideas independentistas.

Muerto su padre en 1801, regresó a Chile a tomar posesión de la hacienda de Las Canteras cercana a la ciudad de Los Ángeles.

En septiembre de 1810, realizada la Junta de Gobierno que declaraba a Chile independiente de España mientras ese país se encontrara en bajo el dominio de los franceses, con fecha 16 de noviembre de 1810, fue elegido vocal “por la parte meridional”, en la Junta Provisional de Gobierno siendo teniente coronel. Renunció el 3 de diciembre de 1811.

Bernardo O’Higgins llevó a cabo la independencia de Chile y consolidó sus primeros años como nación independiente. Sus acciones como Director Supremo le valieron diversos juicios historiográficos y hoy continúa considerándose como el padre de la patria.
Como militar y uno de los líderes de las ideas independentistas, junto a José Miguel Carrera, se incorporó al Ejército Patriota con el grado de coronel de milicias. Tras la batalla de El Roble (17 de octubre de 1813), primera oportunidad en que se enfrentó a los realistas logró relevancia y en noviembre de ese año consiguió ser nombrado jefe del Ejército Patriota, en reemplazo de Carrera.

Su rivalidad con José Miguel Carrera, el otro líder de la Independencia, la llevó a enfrentarse, en 1814, en el combate de Tres Acequias. No obstante su espíritu patriota primó y O’Higgins se unió a Carrera para enfrentar la invasión de las fuerzas realistas dirigidas por Mariano Osorio.
Tras la Batalla de Rancagua, junto a muchos otros patriotas, emigró hacia la ciudad de Mendoza en Argentina, en donde junto a José de San Martín, organizó el Ejército Libertador de Los Andes; luego del cruce de la Cordillera de los Andes, O’Higgins y San Martín dirigieron la ofensiva en Chile, la que culminó con la derrota de las fuerzas realistas en las batallas de Chacabuco y de Maipú.

El 16 de febrero de 1817 asumió como Director Supremo interino, siendo brigadier. Y en ese mismo cargo asumió como director supremo el 24 de marzo de 1818 y reasumió el 1 de abril de ese año. Reasumió nuevamente, el 14 de abril del mismo año. Reasumió formalmente, siendo capitán general, el 3 de septiembre de 1820 y finalmente el 25 de noviembre de 1822, siendo capitán general.

Firmó el Acta y el Manifiesto de la Independencia de Chile, del 1 de enero de 1818, como Director Supremo del Estado. Como tal, firmó el proyecto de Constitución Provisoria para el Estado de Chile de 1818, publicado en 10 de agosto de 1818, sancionado y jurado solemnemente el 23 de octubre del mismo año. Como Director Supremo, firmó la Constitución Política del Estado de Chile de 1822, sancionada y promulgada en 30 de octubre de 1822.

Luego de la consolidación de la Independencia, con el cargo de Director Supremo, se dedicó a la organización del Estado a través de diversas acciones. Entre las obras de su gobierno tuvo gran relevancia la construcción de escuelas primarias, la reapertura del Instituto Nacional, de la Biblioteca Nacional y la creación de la Escuela Militar y de la Academia de Jóvenes Guardias Marinas, que en actualidad es la Escuela Naval.

Considerando que para la seguridad de las nuevas naciones independientes era necesario expulsar a los ejércitos realistas de América, creó la Primera Escuadra Nacional con la cual se transportaron las fuerzas que concurrieron a obtener la independencia del Perú en al año 1821.

Durante su gestión como Director Supremo, se tomaron medidas que generaron descontento entre la aristocracia criolla, como la abolición de los mayorazgos y los títulos de nobleza, la supresión de los escudos de armas y la creación de la legión al mérito.

Debido a esta situación, disminuyó su respaldo político a su gestión, y, finalmente, para evitar un enfrentamiento mayor, abdicó el 28 de enero de 1823 y se fue exiliado a Lima, Perú, donde el Estado peruano le otorgó una hacienda en la que pasó sus últimos días.

En 1842, el general y entonces Presidente de la República Manuel Bulnes, lo autorizó a volver a Chile, pero falleció antes, en los preparativos para el regreso, el 24 de octubre de 1842.

Alcanzó los grados de Capitán General del Ejército de Chile, grado mencionado anteriormente en este texto; Brigadier de las Provincias Unidas del Río de La Plata y Gran Mariscal del Perú.

El 11 de enero de 1869, el Estado repatrió sus restos, cuando las corbetas de guerra “O’Higgins”, “Esmeralda” y “Chacabuco” recalaron a Valparaíso, al mando del Vicealmirante Manuel Blanco Encalada, trayendo sus restos desde el puerto de El Callao, para ser sepultados en el Cementerio General.

En 1979 sus restos fueron trasladados al Altar de la Patria donde su urna permaneció cubierta por la bandera nacional y alumbrado por la llama de libertad. En marzo de 2006 y después de una remodelación del sector, el féretro quedó reinstalado en la cripta del mausoleo en lo que es hoy la Plaza de la Ciudadanía.

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La Unión en el mes del Libertador. La fisonomía de Don Bernardo, por Mario Barrientos Ossa — O´Higgins y la soberanía de Juan Fernández por Antonio Yakcich.

Durante el presente mes la Unión y con los aportes de Mario Barrientos Ossa y de otros historiadores, ira entregando algunos aspectos de la vida del Padre de la Patria, que a veces son un tanto desconocidas y que nos permitirán conocer un poco más de la obra de Don Bernardo O´Higgins Riquelme y de su entrega a nuestro país.

LA FISONOMÍA DE DON BERNARDO

Mario Barrientos Ossa, Abogado Magister en Derecho U. de Chile

El Tipógrafo, 27/07/2021

 

 

La iconografía, como lo hemos descrito en una crónica anterior (1), nos muestra la figura material del Libertador, inmortalizado en un retrato, en un monumento, en rígidas figuras, que nos ilustran acerca de cómo era físicamente, en carne y hueso.

Pero, tales no nos ilustran acerca de su entero modo de ser, no describen su alma, su carácter, cómo lucía al conversar con otras personas, cómo se desenvolvía en la vida diaria.

Para alcanzar tal objetivo, es indispensable leer los retratos hablados escritos por quienes lo conocieron en vida, y que nos permiten saber con realidad cómo era el Libertador en su vida diaria.

María Graham, viajera inglesa, quien durante su estadía en Chile visitó a don Bernardo varias veces, nos dejó inolvidables páginas en su recordada obra (2)

Lo recuerda como “modesto, abierto, de modales sencillos, sin pretensiones de ninguna clase (3). Si ha realizado grandes hechos, los atribuye a la influencia del amor patrio”. Lo describe diciendo que “es bajo y grueso, pero muy activo y ágil; sus ojos azules, sus cabellos rubios, su tez encendida y sus algo toscas facciones no desmienten su origen irlandés, al par que la pequeñez de sus pies y manos son signos de su procedencia indígena”.

En algunas de sus conversaciones, don Bernardo le habla de la necesidad de la instrucción pública, de las escuelas lancasterianas y otras recientemente establecidas en Santiago y otras ciudades de Chile.

Por su parte, el general De la Cruz, que fue su ayudante en los inicios de su vida militar, que combatió con él y lo conoció de cerca, en su carta de 7 de julio de 1853, escrita a petición de don Miguel Luis Amunátegui, quien le recabó describir cómo era don Bernardo, expresa valiosos detalles.

Debemos precisar que provienen de su memoria, lo cual pudo llevarlo a algunos errores involuntarios. Nos dice De la Cruz que “en su trato privado era afable, llano y próvido (4). Le gustaba más escuchar que hablar, y tenía un talento especial para resumir las ideas o puntos en discusión en muy pocas palabras y, esta circunstancia, o sea este aspecto de no presentar en su semblante la sonrisa o hilaridad común al familiar, le daba o valía la calidad de reservado; y era tan palpable esa circunspección en medio de su llaneza, que algunos de esos adulones, que por desgracia nunca faltan en palacio, debieron muchas veces quedarse con el empacho de sus rencillas o intrigas, por no encontrar una oportunidad para introducirlas.”

Agrega nuestro ilustre testigo: “En su trato de familia o doméstico era inalterable. Jamás le vi aun hablar con mal ceño a sus sirvientes, y a algunos los trataba como si hubieran sido relacionados con su familia. A su madre la idolatraba y respetaba como no he conocido a otro a su edad.” Luego, nos dice: “Era magnánimo con sus adversarios y en los años de la vejez, cuando su sola aspiración antes de morir era ver por última vez la tierra chilena, hablaba de acercarse a sus antiguos enemigos”.

Luego, nos dice: “Como amigo, era consecuente y reconocido a los servicios que se le hacían y tanto que esa consecuencia lo llevaba más allá de lo regular, pues a la vez daba lugar a esa cualidad y la de condescendencia, a calificarlo de débil”. Esta frase se justifica y aplica con la mayor certeza a las relaciones que mantuvo con San Martín, cuyo afecto lo hizo ver débil ante él.

Sin embargo, agrega De la Cruz: “La entereza y energía que le faltaba para sus amigos y en el trato privado, la tenía en los asuntos que consideraba de importancia de Estado o de utilidad pública. Una vez decidido no retrocedía”.

Vicuña Mackenna, quien dedicó tan largos años de su vida a investigar la vida del Libertador, en su obra “El ostracismo de O´Higgins”, posteriormente refundida en otra mayor (5), lo describe en sus tiempos de mocedad de la siguiente manera: “El conjunto de su rostro era simpático y varonil, teniendo en él fuertemente impreso el tipo irlandés de su raza. Sus ojos eran de un hermoso color azul, pero medianos, y de continuo tomaban un tinte desapacible; su nariz era corta y desairada, pero en su boca y barba, calcadas sobre los exquisitos perfiles de su madre, tenía toda la gracia y simpatía que le daba a su semblante la expresión ingenua y casi candorosa del hombre de bien”.

En 1839, en Montalván, a la edad de 61 años, nuestro Libertador lucía así: “Su cabeza cana iba despoblándose de tal suerte que era preciso entrelazar con el auxilio del arte las hebras de pelo que se desprendían sobre sus sienes; sus mejillas, antes abultadas y tersas, caían sobre sí mismas, como se observa todavía en el retrato que existía de su padre en la sala de los Virreyes del Museo de Lima. Su cuerpo se encorvaba de una manera extraordinaria y en todo se veían los síntomas de una acelerada y casi repentina decrepitud (6).

En una perla O’higginiana anterior, hemos descrito los hábitos que el anciano prócer conservaba en su hacienda de Montalván.(7)

Estas líneas nos permiten forjarnos una idea aproximada del carácter, de la fisonomía espiritual e intelectual de nuestro prócer, poniéndolo como un ser de carne y hueso, admirable por todos los aspectos relatados.

[1]Mario Barrientos Osa, “La iconografía de don Bernardo”, aun inédita
[2] MARIA GRAHAM: “Diario de residencia en Chile durante el año 1822 y de viaje de Chile al Brasil en 1823”, Santiago, 1902. 3 Concuerda con Pab
[3] Concuerda con Pablo Neruda, quien le cantó así a don Bernardo: “Quien es ese hombre tranquilo/sencillo como un sendero…”(“Canto a O´Higgins”).
[4] “Próvido: que provee o da lo necesario, o más de lo necesario”. Diccionario de la Real Academia de la lengua.
[5] “Vida de O´Higgins”, en sus Obras Completas, vol. V.
[6] 6 Vicuña Mackenna, Vida de O´Higgins, capítulo XXVII.
[7] Mario Barrientos Ossa, “Perlas O´Higginianas”, pág.105, RIL Editores, 2017

 

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La Unión en el mes del Libertador. El paraíso perdido y Bicentenario del Perú, por Mario Barrientos Ossa.

Durante el presente mes la Unión y con los aportes de Mario Barrientos Ossa y de otros historiadores, ira entregando algunos aspectos de la vida del Padre de la Patria, que a veces son un tanto desconocidas y que nos permitirán conocer un poco más de la obra de Don Bernardo O´Higgins Riquelme y de su entrega a nuestro país.

Conviene recordar, como lo hace el historiador Amunátegui en su obra “La dictadura de O`Higgins”, que don Bernardo, al asumir el control de Las Canteras, a donde se fue a vivir con su madre y su media hermana Rosita Rodríguez Riquelme, hija del matrimonio de doña Isabel con don Félix Rodríguez, fue acogido extraordinariamente bien por la sociedad del Bío Bío, siempre altanera y fuerte.

El recuerdo de la inmensa obra concretada por su padre, don Ambrosio, quien fue Intendente de Concepción, estaba vivo, así como la imagen que de él había, por haber alcanzado el virreinato en Lima, además de haber ostentado los títulos nobiliarios de barón de Ballenar y marqués de Osorno.

El ser don Bernardo su hijo reconocido, lo nimbaba de un aire de aristocracia y de riqueza, aunque la corte española, si bien lo autorizó para usar el apellido O´Higgins, le negó los títulos de nobleza, que, en su momento, don Bernardo quiso reivindicar para sí, sin éxito.

Su carácter tolerante, su educación de primer nivel, hacían de él un personaje destacado, y cuando pasaba largas temporadas en Chillán y Concepción, lo que era muy de su agrado, era allí recibido y acogido de una manera muy considerada y amable.

La vida en Las Canteras era muelle, casi bucólica, don Bernardo gozaba del amor de su madre y de su hermanastra, se dedicaba con cariño a las labores campesinas, que era su gran vocación, conforme consta en su correspondencia. Un paraíso luego del desierto de soledad y privaciones. No es fácil explicarse cómo el hijo de un virrey, de uno de los más altos y respetados servidores de la corona, que le dejara en legado una hacienda riquísima, de la cual podía vivir sin sobresalto alguno, hubiera roto con su entorno, con su clase, con sus intereses y se hubiera arrojado a la lucha armada y política, haciendo realidad la convicción que Miranda le inculcara en Londres. Es digno de un análisis profundo.

Dejando de lado sus inclinaciones íntimas, el llamado del campo y el reposo junto a su madre, luego de tantas privaciones y orfandad de amor que debió sufrir en su infancia, adolescencia y primera adultez, toma el bando de la independencia, a su costa apertrecha a sus huasos, los convierte en noveles soldados y sale a los caminos de la patria, Quijote lleno de ideales, tras aquella Dulcinea que le arrebata sus sueños, que es la independencia de su Chile amado. El precio fue terrible: su hacienda fue talada, sus animales confiscados, incendiadas sus casas, es decir, arruinada enteramente su riqueza familiar.

Abandonada la vida de Las Canteras, deambuló en la crueldad de los campos de batalla, en la traición durante el tiempo de gobernante, nuevamente en el olvido y la pobreza en el exilio. El paraíso perdido.

Imagen: https://mobile.twitter.com/ejercito_chile/status/951775356536705024

BICENTENARIO DEL PERÚ

Mario Barrientos Ossa, Abogado, Magister en Derecho U. de Chile

[1]

El Tipógrafo, 27/07/2021

Perú proclamó su independencia el 28 de julio de 1821, de modo que cumple y celebra su Bicentenario.

Los chilenos, y especialmente quienes somos O’Higginianos, sentimos un gran cariño y una especial gratitud por este país hermano que abrió generosamente sus brazos a don Bernardo O’Higgins Riquelme, cuando debió ir a su exilio.

Le obsequió las haciendas de Montalván y Cuiabá, proporcionándole una subsistencia digna, y lo proclamó Gran Mariscal del Perú.

Don Bernardo murió en Lima en 1842 y se le conoce como “el más peruano de los chilenos”.

Recordemos que don Bernardo, como Director Supremo, hizo posible ingentes esfuerzos financieros y navales de Chile para que se pudiera concretar la Expedición Libertadora del Perú, que zarpó de Valparaíso el 20 de agosto de 1820, por lo cual su obra de gobernante tiene una atinencia no menor con la independencia del Perú.

Expresamos desde aquí nuestras felicitaciones y parabienes al noble pueblo peruano, y nuestros deseos de éxito y prosperidad en su porvenir.

En homenaje a esta fecha histórica tan relevante, comparto con mis lectores mi “Romance del Perú”, de mi autoría, como un sentido homenaje al país hermano.

ROMANCE DEL PERÚ.

La extensa comarca del Perú,

Llena de historia y de nobles valores,

Yergue su majestuosa estampa

En variados escenarios de colores.

Desde las azules ondas del océano

Hasta las altas crestas cordilleranas,

Caminado por desiertos hasta el Amazonas,

Una sola voz su canción fraterna entona.

Se entrecruzan el gesto altivo del inca,

La audacia indomable de Pizarro,

El valor supremo de sus próceres

El dulce ser de un pueblo generoso.

De sus entrañas benditas surgen

Las voces de las heroínas, llenas de valor,

El suave hablar del pueblo original,

Sus escritores y poetas entonan su creación.

Sus suelos feraces entregan sus frutos,

El mar proporciona su esplendor,

Sus entrañas están llenas de minerales,

El alma nacional, repleta de amor.

Cuando el clarín ha llamado

A la tierra amada a defender,

Todo el pueblo unido ha marchado

Bajo la bandera, a morir o a vencer.

Patria de alma noble y gentil,

Que a don Bernardo sus brazos abrió,

En tus campos feraces y alegres

Le permitiste vivir sin rencor.

Hoy, en tu Bicentenario, es tiempo

De recordar que eres una gran nación,

Que los trances difíciles se superan,

Que mantendrás tus valores con honor.

Pueblo hermano, de razas un crisol,

Nunca más volvernos a agredir,

Juntos, con la cabeza muy en alto,

Caminemos a un venturoso porvenir.

[1]

Acerca de Mario Barrientos Ossa. Nació en Rancagua. Egresó del Instituto Nacional y cursó Derecho en la Universidad de Chile. Es Diplomado en Administración Pública y Magíster en Derecho de la misma casa de estudios. Se desempeñó como Contralor Regional y subjefe del Departamento de Estudios de la Contraloría. Posteriormente, fue Asesor Jurídico de la División El Teniente. A contar de 1994 ejerce liberalmente la profesión en su Estudio Jurídico. Fue alcalde de Rancagua y uno de los cofundadores de la Universidad Leonardo da Vinci. Fue profesor en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación y en la Universidad de Aconcagua, cuya Revista de Derecho creó y dirigió. Se desempeñó como Abogado Integrante de la Corte de Apelaciones de Rancagua.

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La Unión en el mes del Libertador. Chacabuco y Rancagua, por Mario Barrientos Ossa

Durante el presente mes la Unión y con los aportes de Mario Barrientos Ossa y de otros historiadores, ira entregando algunos aspectos de la vida del Padre de la Patria, que a veces son un tanto desconocidas y que nos permitirán conocer un poco más de la obra de Don Bernardo O´Higgins Riquelme y de su entrega a nuestro país.

 

CHACABUCO Y RANCAGUA.   BATALLA DE RANCAGUA – Colegio Integral Arturo Prat

Para conocer el pensamiento y la manera de ser del Libertador, es indispensable ir a su Epistolario, a esa magnífica colección de cartas en que fluyen, con sus propias palabras, las conductas de su vida.

El brigadier O´Higgins fue acusado y zaherido con mucha fuerza por su homérica carga en Chacabuco, en cuanto con fuerzas muy menores a las del enemigo, y sin obedecer las órdenes que se le habían impartido, cargó impetuosamente en los altos de Chacabuco y destruyó el ejército realista, encabezado por Rafael Maroto.

Trece años después, en el exilio peruano, en una carta dirigida a don Juan Egaña, fechada a 20 de julio de 1830, explica su conducta en esa jornada. Y es gratificante comprobar que Rancagua constituyó el motor de su hazaña.

Reproduzco, literalmente, parte de esa epístola. Habla el Libertador:

“Yo he sido acusado de temerario por haberme arrojado a atacar con 700 bayonetas más de tres tantos este número en los altos de Chacabuco, pero los que hacen esa acusación son incapaces de juzgar mis motivos y sentimientos en aquella ocasión. Ellos ignoraban el juramento que hice durante las 36 horas de combate de Rancagua; ellos no sabían los clamores y ruegos que diariamente ofrecía a los cielos desde aquel día aciago, hasta el 12 de febrero de 1817.”

“Si mis acusadores hubieran conocido estas cosas y experimentado sus tormentos, habrían comprendido mis sentimientos al ponerme a la cabeza de mi brava infantería, y, usando de las voces de los días de El Roble y de Rancagua, cuando exclamé: “¡soldados, vivir con honor o morir con gloria! ¡el valiente siga mi marcha! ¡columnas, a la carga!”

Entonces, y no de otro modo, podrían mis acusadores entender la causa de por qué 700 infantes, sostenidos por 300 caballos, vencieron, destruyeron y aprisionaron triple su número en menos de una hora; entonces, y no de otro modo, podrían ellos conocer mis sentimientos al observar al feroz talavera rendir sus armas y al sanguinario San Bruno, entregarme personalmente su espada; y finalmente, entonces y no de otro modo podrían haber comprendido la razón por qué volví a exclamar en aquel instante: “ahora, aunque venga la muerte, me encontraré contento y feliz, porque he vivido lo necesario para ver cumplido el grande objeto de todos mis votos y deseos! ¡ya vuelvo a tener una patria, dejando vengados sus agravios!”

Estas palabras, tan sentidas, revelan cuan hondo caló en el alma de O´Higgins la funesta batalla de Rancagua, cómo perduró en su corazón el recuerdo de esa amarga derrota, y de cómo motivó muchas de sus acciones futuras, entre ellas, la carga de Chacabuco, que decidió la victoria para Chile.
No puede extrañarnos, entonces, que el escudo de armas de Rancagua emanara de puño y letra del Director Supremo del Estado, y que nos otorgase ese lema magnífico, privilegio que ninguna otra ciudad de Chile puede reclamar: “Rancagua renace de sus cenizas, porque su patriotismo la inmortalizó”. O´Higgins y Rancagua, una dualidad maravillosa, que nos llena de orgullo.

Imagenes y enlaces : https://cracolegiocristobalcolon-n.blogspot.com/2018/08/bernardo-ohiggin… https://www.elrancaguino.cl/2020/10/01/historia-de-rancagua-por-hector-g…

Un aporte de nuestro Vicepresidente Gustavo Basso C.

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La Unión en el mes del Libertador. La iconografía de Don Bernardo. —– Carlos Condell a cien años de su nacimiento ——

Durante el presente mes la Unión y con los aportes de Mario Barrientos Ossa y de otros historiadores, ira entregando algunos aspectos de la vida del Padre de la Patria, que a veces son un tanto desconocidas y que nos permitirán conocer un poco más de la obra de Don Bernardo O´Higgins Riquelme y de su entrega a nuestro país.

Siempre ha surgido en nosotros una inquietud natural:¿cómo era en vida, físicamente, nuestro Libertador? Cómo nos gustaría tener su figura material ante nuestra vista, y apreciar su estampa. No queda nadie que lo haya conocido en persona que pueda ilustrarnos. Recurrimos, entonces, a la iconografía.

Entendemos por iconografía, conforme nos lo dice el Diccionarioi , en su segunda acepción, la “representación o imagen de un personaje o de una realidad determinados”.

Tal representación se hace efectiva mediante la pintura, la escultura u otras manifestaciones artísticas, a través de las cuales, los seres humanos intentamos preservar la imagen de un personaje. Combatimos el paso fugaz del tiempo creando figuras que amarran a la materia esas imágenes que la vida extingue. Recordemos que, en el caso de los grandes personajes, ellos no mueren, solo se desvanecen en las sombras del tiempo. Los rescatamos desde allí con los pinceles del pintor, con el martillo del escultor, con todo lo que el talento humano es capaz de crear para luchar contra el devenir de la vida.

Don Eugenio Orrego Vicuña, en el año 1937, con el patrocinio de la Universidad de Chile, publicó su obra “Iconografía de O´Higgins”ii , y de ella nos valdremos para exponer lo que luego decimos.

En la obra mencionada, su autor describe minuciosamente las pinturas, esculturas, monumentos y otras manifestaciones gráficas que han permanecido en los años, unas creadas mientras el Libertador vivía, otras originadas con posterioridad, sea por encargo, sea por la espontaneidad del autor. Determinar con certeza la efigie de don Bernardo es tarea difícil, no es materia pacífica, porque los numerosos cuadros que lo representan, muestran imágenes diferentes, si no contradictorias, de su rostro, de su corporeidad, de su estampa, lo que da origen a discusiones no menores en el ámbito de nuestra historia patria.

El Estado de Chile asumió una imagen del rostro de don Bernardo, que lo hizo aparecer en billetes fiscales y en estampillas de Correos, hoy piezas de colección, los que son elementos importantes de su iconografía, pero que no parecen adecuarse a la verdad histórica. Y esto lo afirmamos porque, cuando posteriormente, el mismo Estado estampó en el cuño de las monedas el rostro del Libertador, apareció con rasgos diferentes, es decir, se cambió la percepción de su efigie.

Entre las pinturas del Libertador, destacan claramente las confeccionadas por el pintor peruano, un tiempo avecindado en Chileiv, José Gil de Castro, quien pintó a otros notables próceres, tales como San Martín y Bolívar, para nombrar los más conocidos. Posteriormente, pintó a don Bernardo en Perú, en su ostracismo de Cañete.

La virtud y verosimilitud de estas pinturas, descansan en que don Bernardo posó para Gil en persona, lo que es prenda de exactitud. Los otros retratos no tienen esta misma condición, tan favorable.

Don Pedro Lira, destacado pintor y crítico de arte, expresó acerca de la obra de Gil: “En su pintura rudimentaria, las figuras son tiesas, pobre el colorido y casi nulo el claro-oscuro, pero hay mucha sinceridad en el estudio de las fisonomías y de los detalles”v

Orrego, en su obra citadavi , expresa que, luego de un prolijo estudio, concluye que tres retratos, salidos del pincel de Gil, pueden considerarse como los que expresan de un modo auténtico la iconografía de nuestro Libertador. Menciona, asimismo, una talla en madera, confeccionada por un famoso tallista, don Ambrosio Santelices.

Los tres retratos de Gil, son: el primero, de 76 centímetros de alto por 58 de ancho, perteneció a Vicuña Mackenna, que lo tuvo en su gabinete de trabajo en la Quinta del Camino de Cintura, en Valparaíso, quien lo consideraba el mejor y el más auténtico del Libertador. El segundo, fue pintado en Montalván, mide 44 y medio centímetros de alto por 34 de ancho, en el cual la fisonomía de don Bernardo está más afinada. Y la tercera pintura, también confeccionada en Montalván, de 60 centímetros de alto por 49 de ancho, representa al Libertador pasada ya la edad de 55 años, pero vigoroso todavía y juvenil en la expresión.

De los tres retratos mencionados, en los cuales don Bernardo posó, podemos extraer lo que entendemos era la fisonomía auténtica del Libertador. En los tres se conservan los mismos rasgos, modificados por el paso del tiempo, pero manteniendo su autenticidad.

Los detalles los examinaremos en una crónica posterior.

i Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Ii Eugenio Orrego Vicuña, “Iconografía de O´Higgins”, Universidad de Chile, Imprenta de Prisiones, 1937, iii La primera emisión postal fue con motivo de la conmemoración del centenario de la Independencia Nacional. Aparece en siete de las catorce piezas en que consta (opus cit). iv O´Higgins le dio el grado de capitán de ingenieros, y tuvo el honor de ser nombrado miembro de la Legión de Mérito. Hacia 1822 regresó al Perú. v Citado por Orrego. Vi Página 10.

Imagen. Fuente: biografiasyvidas.com

Un aporte de nuestro Vicepresidente Gustavo Basso C,

Carlos Condell a cien años de su nacimiento.

 

 

1843 nace en Quilpué Carlos Condell de la Haza. En 1943 a cien años de su nacimiento en el edificio de la Municipalidad de Valparaiso se inauguró placa conmemorativa que dice ” tomó parte en el glorioso Combate Naval de Iquique al mando de la Covadonga logrando arrastrar a la Independencia, poderosa nave peruana, hasta encallarla en Punta Gruesa” Homenaje de la Municipalidad de Valparaíso a los héroes de la Armada Nacional.

Nace en Andacollo Pedro Segundo Regalado Videla licenciado en medicina, quien rindió su vida por la patria el 21 de Mayo de 1854 en Punta Gruesa como cirujano de la Goleta Covadonga.