CHILE: UNA HISTORIA BICEFALA.
Mario Barrientos Ossa.
Muchos dicen que la historia es irrelevante, que mirar el pasado es tiempo perdido, que el presente es suficiente con sus múltiples complicaciones para absorber nuestra vida, y que el futuro es tan gigantesco e imposible de percibir, que es mejor cerrar los ojos ante él. El mandato de los tiempos que corren es: Vive el presente, olvida el pasado. A nivel de nación, eso se traduce en olvidar la historia.
Pues bien, recurriendo a esa menospreciada ciencia, podemos afirmar, sin temor a equívoco alguno, que la llamada Unidad Nacional, así con mayúsculas, imperó en nuestra patria por varios siglos, fundada en que todos teníamos un pasado común, recogido materialmente en una sola gran Historia Nacional, de la cual todos nos sentíamos orgullosos.
No había menosprecio a los aborígenes, al contrario, los entonces llamados araucanos, con personajes como Lautaro, Caupolicán, Galvarino, Fresia y Tegualda, eran motivo de nuestro orgullo nacional. Las epopeyas en la paz y en la guerra nos hacían sentirnos fraternalmente unidos en torno a la gallardía de los héroes que respetábamos, fueran guerreros que entregaron su vida a la patria, fueran creadores de grandes obras, como los ferrocarriles, el descubrimiento del salitre, la apertura de las grandes minas de cobre, la navegación heroica en difíciles circunstancias.
Un solo pasado, una sola gran historia, nos unía indisolublemente, la solidaridad ante las desgracias nacionales eran un sólido pegamento. Había respeto por las instituciones, por las autoridades, por la ley, por nuestros próceres.
Tal unidad nacional se quebró hacia la mitad del siglo pasado, cuando corrientes ideológicas rupturistas, cada vez más agresivas, invadieron nuestra patria, conquistaron a valiosos hombres y mujeres, pusieron en duda todo, y cambiaron el pasado común, escribiendo una nueva historia. Hoy, encontramos dirigentes políticos y sociales, intelectuales, dirigentes sindicales y gremiales, líderes de todas las corrientes, que proclaman un pasado distinto del verdadero, la historia de Chile está bifurcada, en un momento dado se abrió en dos y hay dos historias diferentes y contrapuestas, con el agravante que la nueva y falsa es aceptada por los jóvenes, por lo cual sus sostenedores son la mayoría del futuro.
Para la segunda historia nacional, la falsa, los héroes de antaño son hoy irrelevantes, sus monumentos se derriban, los grandes creadores eran una manga de explotadores, las autoridades del Estado son mequetrefes, la policía es un grupo de violadores y represores, las Fuerzas Armadas son asesinas de su pueblo, hay resabios de una llamada “sociedad patriarcal” que debe ser destruida.
Es imposible que un país con dos historias enteramente contrapuestas pueda sobrevivir y prosperar. Una historia bicéfala, un monstruo con dos cabezas, no es la patria en que nacimos y que siempre conocimos.
Tal división, que se torna insostenible y que parece irremediable, exige un gran líder que le de al timón de la patria un nuevo rumbo, que le pueda restituir su entereza al jarrón quebrado, que reponga la auténtica historia, dejando en el olvido la falsa.
¿Dónde estará ese Mesías que nos venga a restituir, una sola historia para todos los chilenos y chilenas?
Un aporte del Pas Presidente Gustavo Basso Cancino
Las opiniones en esta sección, son de responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional