Nada más trascendente, como desconocido, lo ocurrido en Chile en los últimos años.
Corroborando que una suerte de colapso mental (lo que los alemanes llaman Umnachtung) se apoderó de parte de nuestra élite intelectual.
No hace mucho, una eminencia del derecho constitucional confesaba hidalgamente que “no estoy seguro todavía de qué significaron el 18 de octubre y el 15 de noviembre de 2019” (La Tercera (Reportajes) domingo 14.02.2021, págs. 30-31).
Los acontecimientos vividos en el país a partir de octubre de 2019 no han sido objeto de una comprensión profunda que permita articular una respuesta proporcional a su gravedad.
La sorpresa que en algunos círculos dirigentes provocara el aflorar violento de un fenómeno que se venía incubando larvadamente, se corresponde con el apresuramiento para improvisar explicaciones abiertamente vagas e imprecisas: etiquetar la situación como “vandalismo” o “estallido social” desorienta y no contribuye a diagnosticar la situación con el debido rigor, a fin de aplicar los remedios o paliativos realmente efectivos.
Tampoco aporta claridad el aludir a un cúmulo más o menos amplio de multi factores que se conjugarían para originar un escenario “complejo”, renunciando a estudiar sus eventuales vasos comunicantes y ejes articuladores.
Un notorio déficit de intelección impide conocer y comprender esta problemática; de donde deriva la incapacidad para encontrarle una solución, anticipándose a los escenarios consustanciales a un proceso que sigue su curso progresivo. Igual como no le basta a un médico diagnosticar que una persona sufre simplemente una “enfermedad”, o a un policía constatar que se está cometiendo una “maldad”, la situación actual amerita un saber calificado que permita conceptualizar y revelar las raíces ideológicas del problema.
De modo que pueda ser enfrentado con una visión más profunda que la sola alusión confusa a una “grave alteración del orden público” o a la simple comisión de delitos comunes, como son el “saqueo” o los “daños a la propiedad” u otros “eventos”, sin advertir que formarían parte de un conjunto.
En medio de la revuelta desatada el 18-0, La Moneda creía firmemente que se trataba de una “crisis de crecimiento” y mantenía esperanzas de que el movimiento se “desgastara” por sí solo (La Segunda 30.10.2019 pág. 2).
En otros grupos de opinión no faltan quienes atribuyen la revolución a móviles puramente locales o buscan digerirla con sabores caseros, invisibilizando un patrón de conducta a escala mundial que se viene observando desde las manifestaciones en Seattle contra la cumbre de la OMC en 1999, promovidas por organizaciones comunistas y grupos anárquicos.
Las omisiones inexplicables de nuestras autoridades en la conservación del Estado de derecho, no obsta contextualizar los acontecimientos y tener presente referentes como los desórdenes masivos promovidos en EE.UU tras la muerte de Georg Floyd en Minnesota, el 25 de mayo del año 2020.
A tanto llega el desconcierto que se han normalizado declaraciones, como las del premio nacional de Historia Gabriel Salazar, de que “El pueblo deberá recurrir a la lucha callejera” (En portada de El Ciudadano (Santiago) N° 249, mayo de 2021), y otras afines de ciertas autoridades o constituyentes recién electos, en cuanto a que “mientras no se escriba lo que el pueblo necesita en la Constitución, vamos a seguir en las calles marchando y luchando” (Rafael Montecinos, activista participante en la vandalización de la Plaza Baquedano durante el estallido de 2019, en El Mercurio (Santiago) 19.5.2021 cuerpo C pág. 2).
Que la violencia es rentable y que no renunciarán a ella, se expresa así: “la revuelta popular de octubre es lo que permite que hoy tengamos una nueva constitución para Chile” (Malucha Pinto, en La Segunda 28.5.2021, pág. 8).
La incertidumbre sobre lo que va a pasar no puede pues achacarse a la izquierda radical, dado que su discurso y acción han sido claros e inequívocos. Lo que no se sabe -y es lo que genera en realidad incerteza- es la actitud que frente al curso de los acontecimientos van tomando los círculos dirigentes de derecha.
Al haber asumiendo acríticamente la creencia de que el término de la Guerra Fría supuso el triunfo definitivo del Capitalismo y de la Democracia, lo que eliminó la noción de amenaza, cunde hoy la confusión frente a la reaparición de la anarquía y el comunismo: “los muertos que vos matasteis gozan de buena salud”, dice un viejo refrán.
Algunos se mantienen en un estado de indefensión intelectual frente a un problema que no es económico ni electoral (áreas donde los expertos de derecha suelen mostrar grados de mayor o menor capacidad).
Otros apuestan por el oportunismo sumando “ofertas” a las “demandas” progresistas para seguir subsistiendo en el “mercado” por los votantes.
No faltan quienes solo buscan sobrevivir en un escenario adverso o calculan que la futura situación puede ser objeto de alguna negociación que concluya en una suerte de síntesis hegeliana a nivel mundial.
Y no es que la intelligentsia rectora haya mantenido un “silencio infecundo” como se suele mal creer (“Editorial” de El Mercurio (Santiago) con ese título, del 18.12.2008, cuerpo A pág. 3).
Los think tanks de derecha han estado más productivos que nunca en los últimos años (Sthéphanie Alenda (ed.) “Anatomía de la derecha chilena” (2020) Fondo de Cultura Económica-Universidad Andrés Bello (Santiago) 119-156 (capítulo III: “Ganar la batalla de las ideas: el rol de los think tanks en la configuración de la nueva centroderecha chilena”).
Las preocupaciones por la defensa del “modelo económico” (El Mercurio (Santiago) editoriales en cuerpo A pág. 3: “El Debate Técnico en Chile” (4.12014); “El Rol de los Centros de Pensamiento” (3.4.2014); Centros de Estudio (27.5.2020), y el “mea culpa” de éstos en “La Centro Derecha y sus Nuevos Desafíos” (19.9.2014) cuerpo A pág. 2), pueden considerarse sobradamente satisfechas.
Mas, el estado actual de la cuestión indica que las variables económicas, siendo necesarias, no son suficientes para entender un proceso revolucionario cuyas derivas iremos comentando.
.VivaChile.org, Editorial, 16/07/2021
Aporte de nuestro Director Antonio Varas C.
Aporte de nuestro director Raúl Godoy C.