HOMICIDIOS, SECUESTROS Y EXTORSIONES
Lucía Dammert, Académica de la Universidad de Santiago de Chile
La Tercera, 18/11/2023
El panorama del crimen y la delincuencia pospandémica en muchos países incluye un aumento significativo de la violencia.
En América Latina, esta situación se produce de la mano de la consolidación de mercados ilegales que articulan tanto movimientos de personas como de mercancías por diversas fronteras nacionales. Esto ha generado un contexto propicio para la expansión de grupos criminales con alto poder de fuego, cuyo objetivo es extender su control territorial.
Es así como incluso países que eran históricamente considerados poco violentos están enfrentando el aumento de hechos tales como la extorsión, los secuestros, las amenazas, las lesiones e incluso homicidios.
Los que piensen que la explicación o la solución de este fenómeno es una tarea sencilla, están profundamente equivocados. Detrás de estas múltiples y nuevas formas de violencia, hay deterioro de los mecanismos de convivencia, importación de una socialización violenta, aumento de la presencia de armas, aumento del consumo de alcohol y drogas, incapacidad estatal para prevenir o controlar su desarrollo, entre múltiples otras dimensiones.
La experiencia comparada muestra que la presencia de ciertos tipos delictuales en espacios geográficos específicos denota el traspaso de un umbral en el desarrollo de la criminalidad que requiere iniciativas de política específica, rápida y efectiva para evitar su normalización y consolidación.
Entre estos delitos sobresale la vinculación entre homicidios, extorsiones y secuestros. Tres delitos de alta complejidad, que cuando se desarrollan y normalizan en territorios diversos o se concentran en algunos de ellos pueden ser un primer indicio de que se están transformando en nuevos giros de negocio para las organizaciones criminales.
En Chile, usando datos oficiales podemos afirmar que en 10 comunas de la Región Metropolitana esta situación empieza a mostrar señales preocupantes.
Así lo muestran los datos de San Miguel, San Ramón, San Joaquín, Independencia, Lo Espejo, Quinta Normal, Estación Central, Colina, Recoleta y Santiago, donde la tasa de homicidios promedia 9,5 casos cada 100 mil habitantes, en tanto que la extorsión alcanza 3,1 casos y los secuestros, 3,6, convirtiéndose en el grupo de comunas donde el fenómeno criminal necesita enfrentarse con políticas de seguridad, policiales y de inteligencia específicas.
No se puede dejar de mencionar la gravedad de la situación de la comuna de Santiago, que concentró un total de 69 homicidios en 2022.
La información de casos policiales de secuestro pasó de 236 a 430 entre 2021 y 2022, mientras que las extorsiones, de 328 a 450 casos en el mismo periodo.
Ambos delitos se denuncian muy poco y tienden a resolverse fuera del sistema, ya sea por la negociación de pagos u otros mecanismos de resolución.
Si bien son números aún bajos para el panorama nacional, su nivel de concentración y su aumento explosivo parecen evidenciar la consolidación de organizaciones criminales con altos niveles de violencia que pueden estar consiguiendo su fuente de dinero de la continua amenaza a múltiples ciudadanos y comercios.
Es muy probable que, además, se encuentre vinculación con otros mercados ilegales, como la venta de droga, el tráfico de migrantes o la trata de personas, lo que parece tener alta probabilidad.
Mirando los datos disponibles es clara la necesidad de una política focalizada específica de persecución, control y prevención que rápidamente desarticule estas organizaciones. No se requieren políticas nacionales, sino más bien intervenciones quirúrgicas que muestren efectividad y rapidez en las investigaciones y las respuestas policiales.
Por cierto, las respuestas no son la militarización, el toque de queda o la restricción de derechos, al menos no hay clara evidencia de que esto sea efectivo en países democráticos. Se requiere menos comunicación y más gestión de estrategias que muestren a aquellos que sienten que el homicidio, la extorsión o el secuestro son caminos viables para rentabilizar su vida criminal que están equivocados.