LA IZQUIERDA ES VIOLENTA
“Cuando la izquierda sale a la calle la derecha tiembla” Michelle Bachelet
“Hay dos tentaciones muy difíciles de resistir para un Gobierno progresista Una es el populismo penal. Y dos, los complejos de izquierda, que le tienen alergia a la policía, al orden público, a hacer cumplir la ley” Carolina Tohá
Dos miradas sobre la violencia política que vemos a diario por parte de los partidos de izquierda: constantemente por parte del Partido Comunista y la extrema izquierda del Frente Amplio y en aparente declinación en algunos elementos del Partido Socialista.
La afirmación de Bachelet, pone de relieve la utilidad y eficacia del empleo de la violencia política contra sus oponente, como arma de lucha por el poder. Describe, con toda crudeza, el pensamiento íntimo de los revolucionarios marxistas tradicionales y su desprecio a los que creen en la democracia, el diálogo y el entendimiento.
El rechazo a la violencia para Tohá, es utilitario: “La razón por la cual los progresistas tenemos que preocuparnos de la seguridad es que cuando hay temor, las preocupaciones progresistas desaparecen y las personas actúan desde la necesidad de sobrevivir y protegerse, y su disposición a pensar los problemas como problemas colectivos, baja de manera dramática”. Es decir, cuando la violencia pública pone en peligro la supervivencia de las personas pero no es suficiente para desencadenar la revolución, la violencia política deja de ser funcional sus propósitos y se hace necesaria la aplicación de la ley y el trabajo de las policías para restablecer la pasividad de los incautos y volver a avanzar desde el engaño y el ocultamiento de sus intenciones.
Cuando las personas tienen miedo a la violencia criminal, dejan de ser útiles como elemento revolucionario. Priorizan sus intereses personales y familiares y “dejan de lado los problemas colectivos”, que son los que dinamizan la acción de los revolucionarios. Es lo que tenemos hoy en Chile.
Debido sus reiterados y estrepitosos fracasos la ideología marxista tradicional ha ido mutando su doctrina revolucionaria violenta desde una condición social previa y fundamental, a ser un elemento ambiental escondido detrás de demandas y procedimientos falsamente democrático que anima, detona y promueve una violencia inicialmente descafeinada y la posterga hacia su uso descarnado en la posterior imposición, afianzamiento y conservación del poder conquistado por vías mentirosamente democráticas. Es la lógica de Bachelet y de Maduro, del anciano hermano chico de Fidel, del payaso nicaragüense y de los soberbios exponentes de Rusia y China: Putin y Li, que alcanzado el control total se transfiguran en “gobiernos nacionalistas y autoritarios”.
Una versión potencialmente más sofisticada es la propuesta de los filósofos modernos del marxismo, de los cuales los mas conocidos son el fallecido Ernesto Laclau y su esposa Chantal Mouffe que rechazaron el determinismo económico marxista y la idea de que la lucha de clases es el antagonismo fundamental de la sociedad. En reemplazo proponen una “democracia radical” y un pluralismo en que todos los antagonismos (de género, de preferencias sexual, de aborto libre, de educación sexual infantil y muchos otros) pueden ser expresados y discutidos hasta la imposición de alguna visión mayoritaria.
A lo largo de sus trayectorias intelectuales, Ernesto Laclau y especialmente Chantal Mouffe han subrayado que valoran las instituciones de la democracia moderna. No obstante, su adhesión a la idea schmittiana de lo político como situación antagónica irreconciliable, su idea sobre la constitución del pueblo en tensión con el orden constitucional construido democráticamente, su concepción excluyente de la comunidad política y la falta de atención a la dimensión constitucional e institucional de la democracia representativa tienen como consecuencia un pensamiento atravesado por una antinomia fundamental y sujeto al peligro de legitimar los desafíos antidemocráticos del populismo de derecha e izquierda que azotan a los países. El ‘pueblo’ es una entidad inherentemente jurídica que requiere de un conjunto de procedimientos legales para determinar cómo puede expresarse y, por tanto, gobernar. El autogobierno democrático solo es posible dentro del marco de un orden constitucional, porque esto es lo que define los procedimientos que permiten a las personas gobernarse a sí mismas. En contraposición con ello, Ernesto Laclau propone alternativamente la idea de la constitución del pueblo como un proceso de articulación de grupos donde le cabe al discurso un rol crucial y que es algo menos que la totalidad de los miembros de la comunidad: es un componente parcial que aspira, sin embargo, a ser concebido como la única totalidad legítima. La aceptación de la demanda de una parte, la plebe, de ser el único popular legítimo, abre la posibilidad de desestimar el pacto constitucional, la institucionalidad y las normas del juego democrático. Esta aproximación la vimos en el intento fallido de hacer una nueva constitución. en la cual los discípulos de Laclau era amplia y escandalosa mayoría. El buen sentido y la silenciosa racionalidad de los chilenos los ignoró y humilló en forma aplastante.
Pero no se han dado por vencidos, ahora residen en el Frente Amplio forrados en abundante dinero, robado con impudicia, a los chilenos durante el gobierno de Boric.
Viña del Mar 10 de octubre de 2025
Fernando Thauby García Capitán de Navío, Infantería de Marina (r)
Un aporte de nuestro Past Presidente Humberto Julio Reyes