POR FIN ES 12 DE SEPTIEMBRE ¿Y AHORA QUÉ?
Humberto Julio Reyes
12/09/2023
El título elegido obedece a mi primer pensamiento de este día ya que imaginaba que agotada, al menos temporalmente, la creatividad conmemorativa, podríamos volver a una existencia menos crispada por la confrontación política.
Repito, menos crispada, ya que la pacificación de los espíritus, siendo deseable, parece hoy algo muy alejado de la realidad. Ni en la tumba se encuentra paz, como quedó en evidencia en el día de ayer donde, no bastando las profanaciones cometidas por personas que habrían estado “molestas por la represión sufrida” durante la habitual romería, escuché en la noche justificaciones para esos actos de parte de un panelista invitado al popular programa “Sin filtros”.
Por otra parte, tampoco es deseable volver a iniciar el día con el boletín delictual que nos entregan los matinales de televisión o, más tarde, el informe de los problemas que enfrenta la red de Metro por disturbios de quienes “se manifiestan” por alguna razón, pero es lo que hay.
En cuanto al subtítulo, que recuerda una hermosa canción francesa, reconozco que carece absolutamente de originalidad toda vez que esa pregunta la he visto planteada en diversas cartas y columnas, reflejando la incertidumbre de muchos respecto a la dirección que ahora adoptará el gobierno para el tiempo que le resta, tal como el cantante reflexiona: ¿qué haré durante lo que me resta de vida?
En el intertanto yo quisiera que se entendiera que vivir es recordar y que no se puede pretender que recordar lo que uno vivió, ya como adulto, es una forma de negacionismo; que no se insista en levantar un secreto que fue la condición para recoger testimonios de parte de las personas que fueron agraviadas y que son libres para querellarse toda vez que no están inhibidas de hacerlo en forma alguna; tampoco que se abuse de un supuesto negacionismo cuando se requiere de información que por elemental transparencia debe estar disponible, como lo pretende una parlamentaria irreductible en su estulticia.
Quisiera finalizar destacando la noticia de lo planteado por un grupo de oficiales que cumplen condenas por procesos de derechos humanos y que, probablemente, generará todo tipo de controversias y diversas interpretaciones.
Han solicitado conmiseración del poder político y judicial respecto a quienes no tenían capacidad alguna para negarse a cumplir una orden y pedido que se tomen medidas para que sus subalternos – suboficiales, empleados civiles, conscriptos – puedan volver junto a sus seres queridos.
Es un gesto que los honra, toda vez que nada piden para ellos mismos. Otra cosa es que, al menos, sea analizado antes que los poderes aludidos manifiesten su previsible rechazo.
Hace cerca de veinte años, en una entrevista, recuerdo haber planteado que en el Ejército donde serví, los subalternos no hacían lo que les venía en gana y, por ello mismo, no era razonable asignárseles responsabilidades propias de quienes tomaron las decisiones.
Creo haberlo resumido diciendo que era una vergüenza que hubiera suboficiales en prisión.
Naturalmente que de nada sirvió y dudo incluso que alguien la haya leído, pero ello no me impide compartir plenamente este gesto de camaradería.
Esta noticia “me hizo el día”.