PROCLAMACIÓN DE LA INDEPENDENCIA NACIONAL por Mario Barrientos Ossa, Caballero O’Higginiano (Perla O´Higginiana, 12/02/2022) — REFUNDACIÓN JUDICIAL (El Mercurio, Editorial)— Vacaciones con sentido Patrio por Joaquín Muñoz
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En la ciudad de Talca, donde se encontraba, Bernardo O’Higgins presidió la jura de la independencia del Ejército del Sur, ceremonia que se celebró con salvas, una misa, Te Deum y festividades públicas.
Mariano Osorio, al frente del ejército del rey, amenazaba nuevamente con poner fin a nuestra libertad, y el gobierno se percató que la independencia de Chile no estaba formalmente declarada, lo que se estimó necesario llevar a cabo, para que nuestro ejército enfrentara al realista con la calidad de pertenecer a una nación soberana y no a una simple colonia del invasor.
El acta de declaración de nuestra independencia fue firmada por O’Higgins y sus ministros con fecha 1 de enero de 1818, en Concepción, pero era necesario llevar a cabo la solemne proclamación y jura de la misma.
Se acordó realizarla el primer aniversario de la Batalla de Chacabuco: el 12 de febrero de 1818.
El 9 de febrero, el Director Supremo Delegado, don Luis de la Cruz, publicó por bando el programa de ceremonias y fiestas públicas para aquel día en Santiago. Las actividades comenzaron el 11 de febrero en la tarde, con el lanzamiento de salvas de cañón desde el cerro Santa Lucía.
A las nueve de la mañana del 12 de febrero de 1818 concurrieron todas las autoridades y el pueblo al Palacio Directorial de Santiago, donde se montó un escenario, frente a la Plaza de Armas.
El ministro Miguel Zañartu leyó el Acta de la Independencia. Al término de su lectura, el Director Supremo Delegado, Luis de la Cruz, colocó sus manos sobre una biblia y prestó el siguiente juramento: “Juro a Dios y prometo a la patria bajo la garantía de mi honor, vida y fortuna sostener la presente declaración de independencia absoluta del Estado chileno de Fernando VII, sus sucesores y de cualquier otra nación extraña”.
En la ciudad de Talca, donde se encontraba, Bernardo O’Higgins presidió la jura de la independencia del Ejército del Sur, ceremonia que se celebró con salvas, una misa, Te Deum y festividades públicas.
Durante esos mismos días, se proclamó y juró la independencia de Chile en las demás villas y ciudades del país, con todo el aparato que fue posible disponer en cada una de ellas.
Esta es una de las obras más relevantes del Libertador O´Higgins, porque fue su voluntad y convicción la que dio origen a la declaración de nuestra Independencia.
REFUNDACIÓN JUDICIAL
El Mercurio, Editorial, 12/02/2022
Ha seguido la comisión de Sistemas de Justicia de la Convención sorprendiendo con propuestas que, en su conjunto, implican una verdadera refundación de lo que hasta ahora conocemos como Poder Judicial.
Entre las más llamativas se encuentra aquella según la cual “las resoluciones dictadas en el Sistema Internacional de Protección de los Derechos Humanos” permitirían dejar sin efecto sentencias firmes y ejecutoriadas de los tribunales chilenos.
Luego está la propuesta de que el Sistema Nacional de Justicia —como pasaría a llamarse el servicio público que asumiría las funciones del actual Poder Judicial— coexista “en un plano de igualdad con los Sistemas Jurídicos Indígenas”. Y, en tercer lugar, medidas como la supresión del rango constitucional que hoy tiene el fuero de los magistrados, la temporalidad de sus cargos y la ampliación de la indemnización por errores judiciales más allá del ámbito penal.
Tras cada una de estas propuestas hay problemas reales. El ordenamiento jurídico chileno debe contar con reglas que permitan implementar los pronunciamientos de los tribunales internacionales reconocidos por el Estado.
Las particularidades de algunos sectores de la población podrían ser siempre más y mejor consideradas por la administración de justicia. Y es evidente que se puede perfeccionar la forma en que el Estado y los magistrados cargan con la responsabilidad por las decisiones que adoptan en ejercicio del considerable poder que se les ha conferido. Pero todas estas cuestiones son objeto de un debate universal que ha tenido y tendrá lugar mientras existan instituciones y personas encargadas de administrar justicia.
Las propuestas adolecen de un simplismo y una tosquedad que están lejos de ser inocuos. |
La historia de las instituciones jurisdiccionales es, precisamente, la de los esfuerzos por asignar correctamente las responsabilidades e inmunidades sin afectar la independencia, por morigerar la necesaria abstracción de las leyes generales sin caer en la justicia particular y, más recientemente, por armonizar el derecho de cada Estado con las normas y el funcionamiento de las instituciones supraestatales sin abdicar de la soberanía.
En este contexto, las propuestas de la comisión adolecen de un simplismo y una tosquedad que, por desgracia, están lejos de ser inocuos.
El sistema internacional de protección de los derechos humanos, por ejemplo, no posee un tribunal, sino órganos regionales cuyos criterios y lineamientos no son estáticos ni completamente uniformes; el Estado no puede renunciar de antemano a determinar caso a caso el carácter vinculante de una determinada decisión y, luego, tanto la viabilidad como el mejor camino para su implementación.
Por otro lado, los sistemas jurídicos indígenas no son mayormente problemáticos cuando las personas tienen la facultad de someterse voluntariamente a ellos. Pero son altamente conflictivos y discriminatorios si alguien pudiera ser obligado a comparecer o a litigar ante el foro indígena en lugar de la justicia nacional.
Mientras esto no se resuelva, la propuesta carece de contenido.
Finalmente, el conjunto de medidas aprobadas respecto de la carrera y responsabilidad de los jueces tendría, de concretarse, graves efectos sobre su independencia. Jueces meramente temporales, que pueden ser inhabilitados, aunque sea transitoriamente mediante acciones judiciales infundadas, y temerosos de que una interpretación posible de la ley pueda considerarse luego como un error indemnizable, son jueces incapaces de garantizar independencia en el ejercicio de sus funciones.
VACACIONES CON SENTIDO PATRIO
Joaquín Muñoz L.
VivaChile.org, Educación, 22/01/2022
Hablar sobre las distintas efemérides de enero da para varios artículos, pues, son muchas: Chorrillos, Miraflores, Entrada en Lima y Yungay, solo por mencionar algunas.
La más importante es la Batalla de Yungay, la culminación de la primera gran tarea nacional que acometimos como estado independiente, contra toda lógica o probabilidad de éxito, como ha sido la constante de nuestra historia.
La victoria de Yungay significó que el pueblo chileno terminara de tomar conciencia de sí mismo, o sea, terminó de formarse el espíritu de nacionalidad.
Con los vientos que corren, no es de extrañar que no haya habido una ceremonia de estado para celebrarla. Sería políticamente incorrecto ensalzar los valores patrios y la fortaleza de la unidad nacional en pos de un fin superior. Se contrapone esto con el clima de división y desintegración nacional en curso.
Tal vez sea mejor hablar de los “nuevos Yungay”, homenajear esta gesta de la chilenidad no mirando solo al pasado, sino viendo el presente y mirando el futuro parece lo más conveniente.
Hoy por hoy, los grupos deconstructivistas aprovechan cada oportunidad para cumplir sus oscuras metas. Las vacaciones bien pueden ser una de esas oportunidades, así que a ganarles el quién vive.
Las vacaciones dentro de Chile serán, por lógica, la ocasión para disfrutar y aprender de la historia, costumbres y tradiciones de nuestra patria, de imbuirse de nuestra cultura.
Todo resulta muy fácil. Con ir a los museos de cada ciudad visitada o al casco antiguo. Otra forma de aprender es leer las placas puestas en monumentos y edificios. También están los sitios arqueológicos. Por supuesto que no debemos olvidar las innumerables bellezas naturales de nuestra tierra.
No obstante, debemos preguntarnos qué y para qué aprendemos. Primeramente, conocer lo que hemos sido para aprender a valorarlo y proyectarlo. También debemos conocer lo que tenemos para valorarlo y defenderlo, he aquí la importancia de conocer el territorio nacional y sus potencialidades.
Todo esto se ve muy simple y fácil, pero no es así. Hay quienes se oponen a este enfoque, ellos son quienes adhieren al deconstructivismo. Unas vacaciones verdaderamente culturales no son de su agrado, no les convienen. No les convienen porque, recorriendo Chile con ojos observadores, se comprueba la existencia de hechos y personajes del pasado y del presente que nos enseñan a valorar lo nuestro.
Dicho de otro modo, un pueblo que se conozca a sí mismo es más difícil de manipular por los deconstructivistas, pues, no pueden falsear la historia gratuitamente, tampoco pueden destruir el patrimonio cultural ni pretender cambiar o eliminar costumbres y tradiciones, pero, por desgracia, no es el caso nuestro. Llega a niveles increíbles el desconocimiento de Chile entre los chilenos, aún dentro de la élite, por ello, a la ultraizquierda le salió gratis su vandalismo. Si no se conoce algo, no se valora, y, si no se valora, no se defiende.
Actualmente, la mayor amenaza para nuestra Patria y para la civilización occidental es la guerra cultural, en la que cada día se retrocede más.
La formación de las personas es la mejor arma contra ésta, por ello, es de vital importancia aprovechar cualquier ocasión, incluidas las vacaciones -ojalá en familia-, para conocer lugares, hechos y todo tipo de expresiones que nos reencuentren con la fe -santuarios, iglesias, etc.-; que nos conecten con el heroísmo -monumentos, campos de batalla-; que nos enseñen el verdadero pasado -sitios arqueológicos y otros-; que nos eduquen en la defensa de lo que tenemos -nuestro territorio y su riquezas-, y, especialmente, que nos enseñen nuestras costumbres y tradiciones -lugares apartados, fiestas tradicionales, modos de vida, etc.-
Me permito una digresión para particularizar lo que quiero decir. Un ejemplo de la importancia de la formación de las personas y su relación con las costumbres y tradiciones es el de la fiesta del rodeo. Deporte y fiesta típica rural muy concurrida, es el segundo deporte con más público en el país, solo superado por el fútbol.
Constantemente, grupos progresistas animalistas están protestando contra éste, incluso han propuesto prohibirlo, pues, según ellos existe maltrato animal. Sin embargo, no se pronuncian sobre las medidas que los clubes de rodeo han ido tomando para evitar dicho maltrato, que de existir sería muy mínimo.
Bajo los criterios usados por estos animalistas sui generis, debería prohibirse todos o muchos deportes de contacto y, especialmente, todos los que tengan que ver con luchas. En estas disciplinas, han muerto personas, en cambio, en el rodeo, no han muerto animales. Claro está que dirán que los animales no tienen discernimiento, que no pueden decidir, pero los niños que practican los deportes de contacto, tampoco, y nadie reclama.
Otro detalle muy importante que desnuda a estos grupos es su cero protesta frente a los mataderos o criaderos de animales enjaulados que casi no se pueden mover. ¿Qué es lo que les incomoda del rodeo? Que es una tradición, por ende, un bastión de la chilenidad.
Sigamos con las vacaciones. También existen las vacaciones fuera de Chile, un poco restringidas por el covid. Aunque no lo parezca, igualmente son una oportunidad para aprender a conocer y valorar lo nuestro.
Se puede constatar cuánto hemos avanzado y cuánto nos falta por avanzar. Además de cómo hacerlo y cuánto nos ha costado.
Este ejercicio de darle otro sentido a las vacaciones está pensado principalmente en las nuevas generaciones, esas que se han comprado estúpidamente los cantos de sirena revolucionarios; que no saben lo complicado que es construir un país con futuro; que no vivieron el Chile de antes, el del 45 % de extrema pobreza; que desprecian a sus mayores sin reparar en el detalle que si han vivido bien es gracias a ellos; que se dan gustos que sus padres solo desearon y sus abuelos ni siquiera soñaron; que respetan la democracia solo cuando ganan sus candidatos.
Si se toman vacaciones con sentido patrio y éstas dan algún resultado positivo, podemos decir que estamos frente a un caso de un “Nuevo Yungay”.
El objetivo de fortalecer el espíritu de nacionalidad se habría cumplido. Sería éste el mejor homenaje a esa heroica gesta y a sus autores, desde el roto chileno al Gran ministro Portales.
Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas C.