PROHIBICIONES ELECTORALES
El Mercurio, Editorial, 03/12/2023
”No están a la altura de lo que se espera de una sociedad libre y abierta”.
Producto de las complejidades del mundo moderno, en que se entremezcla una vasta red de distintas y variadas tareas, todas las cuales, a su vez, se combinan entre sí para satisfacer las necesidades de la población, existe cada vez menos espacio para que esas actividades puedan hacerse solo en franjas temporales específicas: en día de semana o de fin de semana, en horario diurno o nocturno.
En efecto, el abastecimiento alimenticio debe ser continuo, semana y fin de semana, diurno y nocturno; el esparcimiento, que para la mayoría se realiza el fin de semana, requiere necesariamente del trabajo de otros cuyo esparcimiento tendrá que ocurrir durante la semana; las compras domésticas se realizan fuera del horario de trabajo, lo que normalmente implica trasladarlas a los fines de semana, y eso requiere de trabajadores durante esos períodos; el movimiento de aviones y buses es a todo horario, los medios entregan información y noticias en múltiples plataformas 24/7, y así.
Por esto, pretender establecer “feriados irrenunciables” o imponer restricciones, o limitar o impedir los trabajos de fin de semana o los nocturnos, es una idea cada vez menos posible de implementar en la compleja realidad contemporánea, por más bien intencionada que parezca.
Las sociedades requieren de mucha más flexibilidad que la que implican limitaciones de este tipo, pero también recompensar adicionalmente a quienes escojan trabajar en los días y horarios que menos atractivo tienen.
En Chile, las elecciones se realizan tradicionalmente en un domingo, durante el cual se impide a gran parte del comercio abrir sus puertas.
Para el comercio, no poder atender el domingo 17 antes de Navidad —por lejos, la época de mayor venta del año— porque durante él se realizará el plebiscito, constituye un sacrificio de enormes consecuencias, mayores aún en una economía estancada como la actual.
Parece necesario revisar detenidamente ese estado de cosas y buscar formas para que las elecciones, tan importantes para la democracia, no interfieran tan directamente con la vida cotidiana.
A su vez, hay otra disrupción introducida recientemente para las elecciones: la prohibición de realizar encuestas con 15 días de anticipación a los comicios.
Es claramente inconveniente privar a la ciudadanía de información respecto del ambiente electoral previo, especialmente si quienes lo hacen se responsabilizan de ello y, además, su credibilidad futura depende de la calidad de sus augurios anteriores.
Prohibirlas antes de las elecciones o impedir al comercio abrir sus puertas durante ellas no está a la altura de lo que se espera de una sociedad libre y abierta.
Un aporte del Director de la Revista UNOFAR, Antonio Varas Clavel
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