¿Qué le pasa a la derecha con
Punta Peuco y los presos
militares?
Impresiona ver como el tema de Punta Peuco y los presos militares del 73 incomoda a los candidatos presidenciales de derecha, exceptuando obviamente al líder libertario, que incluso los visita regularmente, y no rehúye hablar de lo ocurrido hace más de 50 años a pesar de los ataques de todas las fuerzas de izquierda.
Por alguna equivocada razón, existe la idea de que apoyar iniciativas humanitarias para los viejos soldados -muchos de ellos además condenados injustamente- es algo que no importa y no preocupa a los chilenos, especialmente los del centro político, y que, por ende, ellos, los candidatos, no deben meterse en la búsqueda de soluciones humanitarias para un problema que es más que evidente, y que por lo demás, importa mucho a la gran familia militar, y, por cierto, también a la policial, los que están atentos a ver quién se cuadra con ellos, y si son dignos de su lealtad, y respeto.
Se entiende que algunos candidatos de derecha busquen el centro político en la carrera por la presidencia, pero otra cosa es deshumanizarse y operar bajo la lógica de que el fin justifica los medios, muy propio de opciones políticas del extremo izquierdo del espectro, el que todavía no perdona el 73 y que está dispuesto a sacrificar a 400 por cuatro años en La Moneda, cosa que al parecer también algunos de los propios estarían eventualmente dispuestos a hacer.
Los 400 que están presos y los muchos más que a su avanzada edad están procesados por el Juez Mesa y otros, son los chivos expiatorios de la derecha chilena. Está claro que se cometieron violaciones a los derechos humanos, pero también está claro que no es el caso de todos los que están presos o procesados, los que por lo demás fueron sentenciados y encarcelados por el sistema judicial antiguo y bajo figuras legales en extremo creativas, y sin tener los derechos a la debida defensa que tiene el resto de Chile cuando se les acusa de algo, algo que uno esperaría fuera comprendido por los que buscan desde la derecha la primera magistratura.
Cuesta entender que a estos chivos expiatorios no se les quiera aplicar los mínimos de humanidad que su edad, condiciones físicas y mentales exigen. Cuesta entender que los candidatos de Republicanos y de Chile Vamos no se la jueguen decididamente por quienes están hacinados y maltratados en Colina 1, Punta Peuco y otros penales. Estamos hablando de hacer algo que es quizás políticamente incorrecto, pero correcto desde la perspectiva de la justica, la ética y la moral, -aspectos que por cierto son una exigencia para liderar no solo la derecha, pero a Chile, sus fuerzas armadas y policías- temas de fondo que vayan más allá de los 200 caracteres de X, o de una bajada noticiosa para la portada de un periódico. Estamos hablando de hacer lo correcto.
Al más puro estilo de Vargas Llosa, corresponde preguntarse cuándo se jodió Chile, se jodió desde el minuto en que 400 viejos presos militares y policiales no le importan al mundo político de la derecha, no le importan a la mayor parte de los diputados y senadores del sector, y menos al sistema judicial, y a sus custodios, Gendarmería de Chile. No menciono o exijo conductas distintas a la izquierda ni el gobierno del Presidente Boric, ya que bien es sabida su animosidad y opinión, la que, junto a la búsqueda de la venganza de los militares por parte de buena parte de los suyos por haberlos desbancado en el 73. Ellos son los mismos que ahora apoyan a la candidata del PC a la presidencia, y es por esa razón y lo anterior, que no espero por parte de ellos humanidad y clemencia, y más bien, solo acciones que les hagan más difícil la vida en los penales, o que los dejen adentro hasta que se mueran, o más indigno aún, que los busquen mezclar con delincuentes comunes.
En fin, hora de saber cuántos pares son tres moscas en lo que se refiere a la derecha y su posición respecto de los presos militares de Punta Peuco, Colina 1 y otros penales que los albergan. Hora de saber si es que Chile está realmente jodido, o si quedan esperanzas, humanidad y caridad, y no la desidia y olvido que se aprecia.
Un aporte de nuestro presidente, CN George Brown Mac Lean
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