¡Mayday, mayday, mayday!
Lo recuerdo como si fuera hoy día. Regresábamos de una comisión de servicio desde Arica, en plenos preparativos para enfrentar el conflicto bélico casi inminente con Argentina. Integrábamos el Cuartel General del comando que dirigiría las operaciones en el Teatro de Operaciones Norte y volábamos en un pequeño avión Cesna. Después de sobrevolar Caldera se desencadenó una tremenda tormenta que nos sumió en un caos; el avión a causa del hielo acumulado en las alas perdió sus condiciones aerodinámicas y empezó a caer. ¡Mayday, mayday, mayday! Repetía el piloto. Canessa gritaba !El velocímetro, el velocímetro¡ Uno de los pasajeros rezaba el Padre Nuestro; y yo agarrado del asiento ─como una quinta rienda─ veía pasar mi vida como cuando se rebobina un video. De repente, una respuesta al llamado: ¡Denos su ubicación! “Motores fallando, vamos cayendo”, contestó el piloto, mientras el aparato caía en Stall. Felizmente no hubo accidente; no sé si fue la oración, la maniobra del piloto, el llamado de mi general Canessa, pero nos salvamos.
Nuestro querido Chile se encuentra en una situación similar. La caída en Stall es evidente, no hay a quien recurrir, pues no hay respuesta al “mayday”; el “Chapulín Colorado” no está dispuesto por haber recibido el “pago de Chile”; hemos perdido cuatro años en dos procesos constitucionales ideados por los cocineros de la política, que nadie pidió y que solo perseguía quien se haría del poder; el terrorismo en la Araucanía ya es parte del inventario; el crimen organizado y los asesinatos con que nos despertamos a diario han pasado a formar parte de nuestra normalidad; la inmigración en el norte sigue descontrolada a pesar que la información oficial dice otra cosa, mientras que los encargados disfrutan en Colchane de un “happy birthday”, seguramente con “cocoroco” proveniente de Bolivia o al menos con pisco. No nos extrañemos entonces, que el criminal más peligroso de Ecuador, el “Fito”, busque “allegarse” en Chile, pues como se dice en la jerga futbolística, nuestras fronteras están como “tirar y abrazarse.”
Pero lo que ha superado todos los límites de la inteligencia humana, es la impúdica y siniestra justicia chilena a la que Toribio ha hecho referencia con anterioridad. Uno de los representantes más funestos entre varios connotados que integran los tribunales de justicia, está el Ministro en Visita designado por la Corte de Apelaciones de Temuco, Álvaro Mesa, quien, en uno de sus últimas sentencias que alcanzó más de 1.400 páginas, condenó a los sobrevivientes de una causa denominada Polvorín ─noviembre de 1973─ ex servidores del Regimiento de Infantería “Tucapel” de esa ciudad. De 10 imputados por homicidio a la fecha sobreviven dos y que fueron condenados a cadena perpetua; 19 personas fueron inculpadas cómplices, que en aquel entonces eran oficiales y suboficiales de menor graduación, no superando los 25 años de edad, incluso varios ni siquiera se encontraban en la unidad por estar persiguiendo al guerrillero llamado el comandante Pepe, José Liendo. Como lo precisara el abogado Luciano Cruz al Diario Constitucional.cl, el fallo se remitió a declaraciones que ningún supuesto testigo tuvo el carácter de presencial en los hechos investigados, basado exclusivamente en generalidades, rumores, contradicciones, etc., sin acreditar conducta alguna que relacione a los condenados con las víctimas y que permita a lo menos de manera fundada presumir una eventual complicidad.
Sin embargo, lo que resulta realmente insólito, absurdo y descriteriado, fruto de una persona que carece de las condiciones mínimas morales y profesionales para otorgar justicia y menos aún, ostentar su calidad de Ministro en Visita, guiado tan solo por su ideologismo extremo, fundamentar su fallo en lo siguiente: que “no importa la función que cumpliera, en el caso del regimiento Tucapel, el acusado era partidario de una dictadura militar, de un régimen donde se detenía, apremiaba y ejecutaba a personas, luego entonces corresponde imputarle penalmente su responsabilidad”, sin tener en consideración el papel que los individuos cumplían en dicha unidad a la fecha. Es decir a juicio de este perverso iluminado, la sola condición de pertenecer al Ejército lo convertía en delincuente.
No obstante, se esperaría que la causa ingresada a la Corte de Apelaciones para la segunda instancia con fecha 27 de diciembre 2023, fuere sometida al rigor que requería dicho proceso que superaban las 22.000 páginas, pero el fiscal subrogante que le correspondió informar, Germán Varas -de quien pesan acusaciones ante la ONU por presiones indebidas a una jueza; y postular a cuanto cargo disponible existiera en Temuco, obrando de acuerdo al gobierno de turno- lo hizo al día siguiente, alcanzando un nuevo record de Guinness, a menos que hubiese recurrido a la I.A., por cuanto en un solo día logró analizar y estudiar íntegramente el voluminoso expediente, señalando además que era del parecer de confirmar la sentencia respecto de todos los condenados.
Ante este alevoso y ominoso atentado a la justicia, que prácticamente condena a morir en prisión a gran parte de los afectados, por lo demás inocentes y que ya superan los 70 años de edad, Toribio consulta a sus lectores ¿cuál sería el camino a seguir ante la evidencia que las instituciones no funcionan? No faltará quienes sugieran sencillamente repetir la conducta de 1973, pero sabemos que ello no es factible, ni creo que ni siquiera haya sido considerada una opción. Muy a mi pesar, estimo que la gran mayoría de los chilenos no está ni ahí ─como decía el Chino Ríos─ con lo que les pueda pasar a quienes otrora arriesgaron su vida por evitar que Chile fuera presa de la doctrina de Fidel; otros sugerirán un abierta deliberación de los mandos institucionales haciendo ver su malestar por la conducta de los tribunales, es decir mandar un “recado”. Pero, estamos en un periodo pre-electoral y parodiando al célebre Nicanor Parra, “la izquierda y derecha unida jamás serán vencidas”, se dejarán caer como perros de presa ante este “violento” atentado a la democracia y no faltará quienes pidan su remoción. ¿Habrá alguien que searriesgue?
Toribio, después de mucho cavilar admite que no existen otras alternativas que las sugeridas por “Pepe Grillo,” ante la colusión por omisión de los señores políticos y el silencio de las autoridades correspondientes, lo que sin duda provocaría un alto impacto en la sociedad como única manera de despertar las conciencias. Candidatos sobran. Y no me vengan a decir que los poderes del Estado son independientes cuando hay suficientes ejemplos que ello no se ha respetado. La Corte Suprema tiene la palabra para evitar más pesares.
Fernando Hormazábal Díaz
General de Brigada (R)
Referencia: https://fhormazabaldiaz.blogspot.com/2024/01/214-sos-esa-mal-llamada-justicia.html