UNA OPINIÓN POLÍTICA NO TIENE EXIGENCIA DE VERACIDAD
Humberto Julio Reyes
Esa curiosa afirmación no me pertenece, es lo que recientemente ha dicho la vocera de gobierno en su asumido rol de ministro de la desinformación.
Lo anterior a raíz del lanzamiento del libro “¡Y todo era mentira!” de la periodista Pilar Molina Armas, en que aborda el caso Spiniak donde se intentara involucrar a políticos mediante una falsa denuncia de pedofilia.
El caso fue resuelto por la Corte Suprema hace más de 15 años absolviendo al fallecido exsenador Jovino Novoa, pero la vocera insiste en que murió “en la impunidad” y que sus dichos no tienen exigencia de veracidad por tratarse de una opinión política.
¿Sorprendente?: en absoluto, viniendo de una notoria representante del comunismo criollo.
Ante un enemigo jurado, como fue considerado en vida Novoa por el PC, todo vale, así esté fallecido e incapacitado de defenderse ante esta acusación que carece absolutamente de respaldo legal y que ignora una resolución a firme del poder judicial.
¿Extraño?:tampoco.
Si los hechos no me respaldan yo cambio los hechos; ese es el mensaje que me recuerda a la venerada Gladys Marín por su “coherencia”.
No sería primera vez que la izquierda y afines desconocen resoluciones judiciales o insisten en victimizarse mediante interminables procesos destinados a condenar delitos que no existieron.
Recientemente fue el magnicidio que nunca existió y por enésima vez se insiste en el supuesto asesinato de Neruda, sin importar lo que resuelva fundadamente quien lleva la causa.
En el primero de los casos otra valiente periodista, Lilian Olivares de la Barra, ha dejado al descubierto una verdad indesmentible tras el fallo unánime de ocho jueces: no hubo tal crimen.
Bravo por dos profesionales que no se han arredrado ante los riesgos implicados en pregonar una incómoda verdad en una sociedad que parece preferir la tranquilizadora ambigüedad.
Mujeres como ellas no necesitan paridad de entrada y menos de salida.
La vocera podrá seguir tratando de desinformarnos, pero la verdad tiene su hora cuando existen personas capaces de imponerla.
Por mi parte, también tengo una “opinión política” sobre ella, pudiendo recurrir a la expresión recientemente usada por el representante del gobierno en Estados Unidos para descalificar a un hombre de estado, pero me abstendré, aunque, en este caso, cumpliría con la exigencia de veracidad, ya que sólo alguien que se sienta por sobre el bien y el mal puede expresarse en esa forma de otro ser humano.
8 de dic. de 23
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